lunes, 21 de marzo de 2022

 

Monseñor Marcel Lefevbre

Una enseñanza engarzada en la cultura y la religiosidad milenaria.

Acerca de la obligación moral de obispos, sacerdotes y fieles de instaurar en

las naciones el Reino de Amor de Cristo. No el ecuménico Reino masónico de las N.U.


BENEFICIO DE LA AUTORIDAD EN LA SOCIEDAD 

CIVIL.


¿ Se puede afirmar que el hombre llegado a la mayoría de edad ya no necesita nada para continuar progresando en sus conocimientos, para mantenerse en la virtud y para cumplir su papel en la sociedad ? Si la sociedad familiar a terminado su tarea esencial , está claro que la sociedad civil y la Iglesia siguen siendo los medios normales para proporcionarle , ésta los medios espirituales y aquella el ambiente social favorable a una vida virtuosa y orientada hacia el fin último según el cual la Providencia divina ordena todo en este mundo .


Aquí conviene repetir , con la enseñanza tradicional de la Iglesia y de todos los papas del siglo pasado que el Estado , la sociedad civil tiene un notable papel que cumplir para con los ciudadanos , para ayudarlos y estimularlos en la fe y la virtud . No se trata en absoluto de coacción en el acto de fe , no se trata de coacción frente a la conciencia de la persona en sus actos internos y privados . Se trata del papel natural de la sociedad civil querida por Dios para ayudar a los hombres a conseguir su fin último .


Dice el Papa León XIII ( Libertas ) : “No podría ponerse en duda que la reunión de los hombres en sociedad sea obra de la voluntad de Dios , ya se lo considere en sus miembros , en su forma que es la autoridad , en su causa o en el número y la importancia de las ventajas que ello procura al hombre…”. A su vez Pío XI afirma ( Divini Redemptoris ): “ Dios destina al hombre a vivir en sociedad como lo pide la naturaleza . En el plan del Creador la sociedad es el medio natural del cual el hombre puede y debe servirse para alcanzar su fin” .


Y en otra parte ( AD Salutem ): “ Los príncipes y los gobernantes , que han recibido el poder de Dios para que cada uno , dentro de los límites de su propia autoridad , se esfuerce por realizar los designios de la divina Providencia de la cual son colaboradores… No sólo no deben hacer nada que pueda resultar en detrimento de las leyes de la justicia y de la caridad cristiana , sino que les toca facilitar a sus súbditos el conocimiento y la adquisición de los bienes imperecederos”.


Pío XII (11 junio 1941) dice también: “ De la forma dada a la sociedad , conforme o no a las leyes divinas , depende y deriva el bien o el mal para las almas , es decir , el hecho de que los hombres llamados todos a ser vivificados por la Gracia de Dios , respiren , en las contingencias terrenales de la vida , el aire sano y vivificante de la verdad y de las virtudes morales o , por el contrario , el virus morboso y a menudo mortal del error y la depravación “ .


El P. Jolivet ( Tratado de Filosofía , tIV, n.º 435 ) concluye de manera muy clara su estudio sobre el origen del poder en la sociedad civil : “ Sea cual fuere el punto de vista que se adopte frente a la causa eficiente de la realidad social , la doctrina del origen natural de la sociedad implica el principio esencial de que dado que la sociedad política reúne de manera permanente , con vistas al bien común temporal , los agrupamientos particulares de familias y de individuos , es una institución creada por Dios , autor de la naturaleza , o sea que es de derecho divina natural . De ello se sigue inmediatamente que el poder de gobernar también es de derecho divino natural ” .


El autor completa su estudio exponiendo el fin de la sociedad civil o del Estado : “ Es disminuir notablemente la función general del Estado forjarse una idea totalmente materialista acerca de la felicidad temporal . La felicidad temporal depende en gran parte de las virtudes intelectuales y morales de los ciudadanos , de la moralidad pública , o sea , del feliz desenvolvimiento de todas las actividades morales y espirituales del hombre y , en primer lugar , de la vida religiosa de la nación ”. “También es deber del Estado , -sin que por eso , claro está , descuide su función económica- esforzarse por crear las condiciones más favorables a la prosperidad moral y espiritual de la nación ”. Esta tarea tiene un aspecto negativo y un aspecto positivo .


Es preciso destacar esa última vinculación de la religión con la función temporal del Estado . Pues ahí reside realmente la clave de numerosos problemas que preocupan hoy a los gobernantes de la propia Iglesia : problemas de justicia social , problemas de hambre , problema de la paz , problemas del control de los nacimientos , etc .


Todos estos problemas fuera de una concepción católica de la ciudad es ilusorio : podremos dedicarnos a paliar ciertos desórdenes momentáneamente , podremos resolver algunos problemas locales , pero no se logrará atacar la raiz de las calamidades de la humanidad . Es menester repetir mil veces lo que la Iglesia siempre proclamó : la solución de los problemas sociales está en el reinado social de Nuestro Señor Jesucristo tal como lo sabe y lo enseña la Iglesia Católica .


Si se enumeran las plagas actuales de las sociedades se advertirá inmediatamente que provienen del desorden y del error de los gobernantes y a menudo de numerosos miembros de la sociedad . Querer instaurar la justicia social entre empleados y empleadores sin los principios de la justicia cristiana es marchar al capìtalismo totalitarista , o a la hegemonía financiera y tecnocrática mundial , o al totalitarismo comunista . Convertir el bienestar material en el único objetivo de la sociedad civil y de la actividad social , es dirigirse velozmente hacia la decadencia , consecuencia de la inmoralidad y del hedonismo .


Si se trtata del matrimonio y de todo lo que le concierne , únicamente la doctrina católica conserva de verdad esa institución , que constituye la base misma de la sociedad civil y que , por eso mismo , debe interesarle en grado sumo : divorcio , limitación de nacimientos , anticoncepción , homosexualidad , aborto , poligamia , he ahí otras tantas plagas morales para el Estado . La Iglesia es la única que puede proporcionarles remedio verdadero .


Las relaciones sociales entre funcionarios y subordinados , entre el Estado y los ciudadanos , el verdadero amor a la Patria , las relaciones internacionales , se hallan íntima y profundamente vinculados a la religión , y únicamente la religión católica puede aportarles los principios de justicia , de caridad , de conciencia profesional , de dignidad humana que convienen a la vida social como Dios la ha querido y la quiere siempre .


La educación y los medios de comunicación social que hoy en día completan y continúan la educación , tienen íntima relación con las costumbres honestas , con la virtud y el vicio , y por lo tanto , con la religión católica .


Es dar prueba de gran ignorancia , verdadera o fingida no querer admitir que todas las religiones salvo la verdadera , la religión católica- llevan consigo una serie de taras sociales que son la vergüenza de la sociedad : pensemos en el divorcio , en la poligamia , la anticoncepción , el amor libre , en lo que respecta a la familia ; pensemos también en el terreno de la existencia misma de la sociedad , en la dos tendencias que la socavan : la tendencia revolucionaria , destructora de la autoridad , tendencia demagógica , fermento de continuos desórdenes , fruto del libre examen , o la tendencia totalitaria y tiránica , debida a la unión de la religión con el Estado , o del Estado con alguna ideología . La historia de los últimos siglos es ejemplo notorio de esta realidad .


Por consiguiente es inconcebible que los gobernantes católicos se desentiendan de la religión o que admitan por principio la liberatd religiosa en el dominio público. Eso equivaldría a desconocer el fin de la sociedad , la extrema importancia de la religión en el campo social , y la diferencia fundamental entre la verdadera religión y las demás religiones en el terreno de la moral , elemento capital para lograr el fin temporal del Estado .


De ahí la doctrina enseñada desde siempre por la Iglesia . Esta doctrina confiere a la sociedad un papel capital en el ejercicio de la virtud de los ciudadanos y por ende , indirectamente en la obtención de la salvación eterna . Ahora bien , la fe es la virtud fundamental que condiciona a las otras . Por tanto , es deber de los gobernantes católicos proteger la fe y conservarla , favoreciéndola sobre todo en el terreno de la educación .


Nunca se insistirá bastante sobre el papel providencial de la autoridad del Estado en cuanto a ayudar y querer apoyar a los ciudadanos en la obtención de la salvación eterna . Toda criatura ha sido ordenada , y sigue estando ordenada a ese fin en este mundo . Las sociedades , familia , Estado , Iglesia , cada una en su lugar ha sido creadas por Dios con ese objetivo . No puede negarse eso que surge de la experiencia de la historia de las naciones católicas , la historia de la Iglesia , la historia a la conversión a la fe católica , y que pone de manifiesto el papel providencial del Estado , a punto tal que puede afirmarse con todo derecho que su parte en el logro de la salvación eterna de la humanidad es capital , si no preponderante . El hombre es débil , el cristiano es titubeante . Si todo el aparato y el condicionamiento social del Estado es laicista , ateo , arreligioso , y más aún , perseguidor de la Iglesia ¿ Quién se atreverá a afirmar que les será fácil a los no católicos convertirse y a los católicos permanecer fieles ? Hoy más que nunca , con los modernos medios de comunicación social , con las relaciones sociales que se multiplican , el Estado influye cada vez más sobre el comportamiento de los ciudadanos , sobre su vida interior y exterior , en consecuencia , sobre su

actitud mortal , y en definitiva , sobre su destino eterno .


Sería criminal estimular a los Estados católicos a laicizarse , a desentenderse de la religión , y a dejar con indiferencia que el error y la inmoralidad se difundan y , con el falso pretexto de la dignidad humana , introducir un fermento de disolución de la sociedad por medio de una libertad religiosa exagerada , de la exaltación de la conciencia individual a expensas del bien común , como lo es legitimar la objeción de conciencia .


El Papa Pío XII dijo ( Summi Pontificatus ) : “La sociedad civil ha sido querida por el Creador… con el fin de facilitar a la persona humana , en el orden temporal , la obtención de la perfección física , intelectual y moral , y ayudarla a alcanzar su fin sobrenatural ”.


Así se trate de la autoridad en la familia , de la autoridad del Estado o de la Iglesia , no se puede menos qu admirar el designio de la Providencia divina , que nos otorga la existencia , la vida sobrenatural , el ejercicio de la virtud y , en definitiva , la perfección o la santidad eterna por medio de las autoridades .


La autoridad es , en definitiva , una participación en el Amor Divino que por sí se expande y difunde . La autoridad no tiene más razón de ser que difundir esa Caridad Divina que es Vida y Salvación . Pero , al igual que el Amor de Dios es exigente por su misma naturaleza . En efecto , el Amor Divino no puede querer sino el Bien , y el Bien Supremo que es Dios . Dios , al darnos la vida , que es una participación en su Amor , nos la orienta inflexiblemente , enfoca nuestra vida hacia el Bien que Él nos indica por nuestra naturaleza pero , sobre todo , por los voceros y sus intermediarios en las leyes positivas .


Dios obliga , nos vincula por Amor hacia el Bien y con la Virtud . Nos da la orientación de su Amor mediante sus leyes , nos ordena su ejecución y nos amenaza si rechazamos su Amor que es nuestro Bien .


Así ocurre con las autoridades . Toda legislación legítima es vehículo del Amor Divino , toda aplicación de la legislación no es otra cosa que la expresión del Amor de Dios en los hechos , en los actos y , por tanto , una adquisición de virtud . Esas leyes se dirigen a nuestra inteligencia y a nuestra voluntad que , desgraciadamente pueden negarse a ser vehículos del Amor de Dios .


Las naciones recaen sobre aquellos que así ponen obstáculos al Amor , a la Vida , al Bien y , en definitiva , a Dios . En efect o, no se puede concebir la autoridad sin los poderes de legislación , de gobierno y de justicia . Esas tres manifestaciones se funden y se sintetizan en el Amor Divino , que lleva en sí mismo su manifestación, su ejercicio y su sanción .


Ojalá , como conclusión de este panorama muy incompleto de la grandeza de la autoridad en los designios de Dios , podamos compartir los sentimientos de San Pablo y decir con él ( Ef. III, 14-15 ): “ Doblo mis rodillas ante el Padre , de quien toma su nombre toda familia en los cielos y en la tierra .”


4 de octubre de 1968.




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