De JULIO CAMBA , en “ Playas , Ciudades , y Montañas ”. Emotiva pintura de la vida en una aldea gallega , iluminada por la Gracia de los Sacramentos . Yo tuve la dicha , hace más de medio siglo , de participar en una plácida y encantadora vida , en un encantador pueblo salteño, y el privilegio de conocer y hacer amistad con un cura de “ aldea ” , siempre sonriente , afable , amigable , sencillo , imagen que tanto contrasta con los sofisticados y pedantes ‘ nuevos curas ’ de chomba . Este artículo del genial gallego es la excusa para recordar y homenajear al inolvidable sacerdote , salteño de ley :
Reverendo Padre Luis Ojeda
A continuación el artículo de Camba:
Los Curas de Aldea:
Tenía yo diez o doce años cuando un señor piadoso habló con mis padres para convencerles de que yo debía hacerme cura . Yo había comenzado entonces a fumar y estaba ensayándome a echar humo por las narices . El acto de echar humo por las narices era para mí el signo más fuerte de la virilidad , y yo lo ejecutaba solemnemente delante de mi novia , la cual ya vestía de largo . En aquella época faltaba yo frecuentemente a la escuela y a la misa . La misa me indignaba más todavía que la escuela , y en el atrio de la Iglesia solía yo hacer gala de un escepticismo volteriano que era el terror de mi novia . ¡ Tener novia , echar humo por las narices y estar en el secreto de las cosas de Iglesia!… Sólo me faltaba una capa y un poco de bigote para ser un don Juan ateo , seductor y cruel , como el de una compañía ambulante de fantoches que había estado recientemente en el pueblo .
Cuando mis padres me propusieron que me fuera a Santiago para ingresar en el Seminario , yo introduje mis manos en los bolsillos de mi pantalón - el primer pantalón largo que usé- , y sonreí con una sonrisa sardónica , adjetivo para las sonrisas que yo había encontrado en un folletín del señor Tárrago y Mateos , y que usaba en las circunstancias un poco importantes .
Mis ideas dije con gran prosopopeya en contestación a mis padres - no me permiten ser cura .
Hasta ahora a nadie se le había ocurrido preguntarme porqué no soy cura : pero esto no importa y yo tengo interés en dejarlo explicado aquí . No soy cura , y lo siento , porque yo estaría muy a gusto en uno desos curatos campesinos , donde las gentes nacen , viven y mueren bajo el santo temor de Dios . No hay palacio comparable a esos rectorales de las aldeas de Galicia , rodeadas de viñas , de jardín y de huerto , y amobladas con muebles de roble antiguo y de cuero mate . En ella la vida es amable , sensual y glotona como en los versos del archipreste ; las gallinas ponen para el cura sus más grandes y sabrosos huevos ; la ubre de las vacas y de las cabras , exprimida por las manos virginales de las zagalas , da para el cura su leche más blanca , espumosa y nutritiva ; los árboles reservan para el cura la más optima y suculenta madurez de sus frutas . ¡ Y qué vino ese vino hecho especialmente para el cura , con uvas que se escogen una a una !… Vino de alegría y de sacrificio , igualmente agradable en las tazas de barro que en las vinajeras de plata ¡ Gaudeamus !
La rectoral suele estar adosada a la Iglesia . En los días de romería el baile se celebra en el atrio , al son de una gaita y un tamboril , o de una banda municipal , que es cosa más fina . La función profana se combina con la función religiosa y el cura dirige las dos . Por la noche es también en el atrio donde - en la mayor parte de las aldeas- se queman los fuego de artificio y se lanzan los globos de fulminante.
Si yo fuera cura ¡ qué buen cura sería ! Tendría muy bien encuadernados y en un estante de encina o de nogal , a mi Horacio y a mi Virgilio , que leería sabia y lentamente , en un latín de mayúsculas góticas impresas en tinta encarnada . Bendeciría todos los frutos , absolvería todos los pecados , y a mis buenos feligreses les haría confiar constantemente en la infinita misericordia de Dios . Sería como los curas de estas aldeas , que llevan llenos de medallas de hojalata los bolsillos de la sotana , y en el paseo por el campo las cuelgan de estas mórbidas gargantas campesinas , sobre estos pechos altos , duros y firmes , que bajo sus manos sagradas , palpitan fervorosamente . Me haría querer de todo el mundo , aún de los suscriptores de Las Dominicales , que pudiese haber en el contorno , y los chicos irían al rectoral a llevarme regalos , que yo disfrutaría después de ofrecérselos al Señor , y las muchachas besarían mi diestra , dispuesta siempre a bendecirlas .
¿ Porqué no he querido ser cura ? ¿ Qué demonio mal informado me visitó en un sueño intranquilo para aconsejarme que no lo fuese ? Todavía hace poco que una buena mujer , aludiendo a los azares de mi vida de periodista , me ha dicho :
-¡ Cuánto mejor estarías en un curato de por aqui !
Y añadió :
- Mejor para el alma y mejor para el cuerpo .
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