¡QUE
NOS SIRVA DE LECCIÓN!
¡EN
ARGENTINA, LAS MISMAS CAUSAS, Y ACTUANDO LIBREMENTE LOS MISMOS
ENEMIGOS QUE LLEVARON LA GUERRA CIVIL A ESPAÑA!
LA
FALTA DE AUTORIDAD Y LA CORRUPCIÓN GENERALIZADA POR CARECER DE
SANOS PRINCIPIOS POLÍTICOS ( Y DE VOLUNTAD PARA CUMPLIRLOS);
EL PAÍS SOMETIDO; EL SOBORNO A LOS DESOCUPADOS; EL
MIEDO QUE EL ESTADO CULPABLE VOLCÓ EN LA POBLACIÓN, LLEVÁNDOLA
A RESPETAR LOS PROTOCOLOS MÁGICOS, PARA DISIMULAR LA MISERIA
CRECIENTE; ETC…, TODO ESTO Y MUCHOS MÁS
DESATINOS SON CARACTERÍSTICAS DE LA DEMOCRACIA LIBERAL, QUE PUEDEN
PROVOCAR EN NUESTRO PAÍS UNA GUERRA CIVIL, FOMENTADA POR EL
EXTREMISMO/MARXISTA/PROGRESISTA/MASÓNICO, CON APOYO INTERNACIONAL.
PERO
¿SUBSISTIRÁN
EN EL PAÍS UNAS MIGAJAS DE PATRIOTISMO, VALENTÍA Y SACRIFICIO?
¿TENDREMOS
ENTONCES UN EJÉRCITO DEFENSOR DE LA SOBERANÍA, OBISPOS
ANTI/LIBERALES, Y ESTAMENTOS POPULARES EN CONDICIONES DE
DERROTARLA?
Destaco,
además, una lección histórica: la perspicacia de los patriotas
criollos, al repudiar la escandalosa defección del rey pelele, que
ocasionó en España un siglo de guerras civiles que derivó en el
alzamiento de la Gloriosa Cruzada de 1936; decidiéndose
prudentemente entonces, independizarse de la España caduca y
jacobina, conquistar la soberanía, para luego desembarazarse de
Inglaterra. Política exitosa hasta Caseros, en décadas de gloria
nacional.
Sólo
interrumpida durante el lapso durante el cual,
lamentablemente, se apoderaron del gobierno los unitarios petulantes
y
cipayos, quienes abjuraron del poncho, enseña nacional, pues les
quedaba grande a sus mezquinos propósitos extranjerizantes.
LA
VERDADERA HISTORIA OCULTA DE LA
GUERRA
CIVIL ESPAÑOLA
Don
Curzio Nitoglia
“Franco
tiene razón porque ama su Patria. Él defiende Europa del peligro
comunista. Pero yo prefiero la causa adversaria y el triunfo de sus
enemigos. Porque Franco puede ser una amenaza para los intereses
ingleses, los otros no”.
Winston
Churchill,
(entrevista a La Nación,
Buenos Aires, 14/8/1938)
LA HISTORIA PÚBLICA
La
historia de la Guerra Civil española (1936-1939) comienza muchos
años antes de 1931, que es cuando la hacen comenzar los manuales
de historia. Los antecedentes de la guerra civil española se
remontan a la dinastía Borbónica, que reinó en España en el
Setecientos, dando vía libre al Iluminismo y al enciclopedismo
francés. Así fue como Napoleón en 1808 luego de obligar la
abdicación del rey Borbón Carlos IV asentó en su lugar a su
hermano José Bonaparte. “Por primera vez en la historia de España
dos ideologías diametralmente opuestas se enfrentaron en forma más
o menos continua”, comenzando una sangrienta lucha interna, que
culminará en 1936-39 con la Guerra Civil española entre
republicanos y rojos contra carlistas y falangistas.
Napoleón favoreció el afrancesamiento
de España con el influjo especialmente del pensamiento iluminista
contra el católico y antiliberal ibérico. España, unida por la
cultura católica, se encontró, así, dividida en dos partidos: el
primero, formado por siglos de la Filosofía y Teología escolástica
de los grandes pensadores dominicos y jesuitas; el segundo, informado
por el Iluminismo enciclopédico de la Revolución francesa de 1789,
y del comunismo marxista de la revolución soviética de 1917.
Esta última posición se “canonizó”
en la Constitución de Cádiz en 1812 imitada de la Constitución
francesa de 1791 y renovada en la comunista leninista de octubre de
1917. La parte sana española reaccionó contra el espíritu
revolucionario francés y bolchevique soviético arribándose a la
Guerra de la Independencia (1808-1814), que finaliza cuando el rey
Fernando VII reconquista el trono (1814-1833). Pero la cultura
iluminista y revolucionaria francesa continuaba infiltrada en el
espíritu de muchos españoles que hicieron avanzar la subversión
hasta desembocar en la Guerra Civil de 1936.
También la monarquía se dividió en dos
ramas. En efecto, Fernando VII, no teniendo hijos varones abolió la
ley sálica en 1833 y designó reina a su hija Isabel II, de apenas
tres años (nombrando regenta a su madre María Cristina, iniciándose
el partido que la apoyaba, de tendencia liberal); mientras el hermano
de Fernando VII, que era el legítimo sucesor al trono, Don Carlos,
dio nacimiento al partido de los “Carlistas”, que eran
conservadores y ligados a la Iglesia romana.
Estalló, entonces, la “Primera Guerra
Carlista” /1833-1839). Sin emerger todavía distintamente las dos
tendencias en el pueblo español, se manifestaron en 1931 y luego en
1936-39 en la Guerra Civil, donde se enfrentaron dos conceptos de
vida, la primera claramente liberal/subversiva, decididamente
anarquista, marxista y anticristiana; contrastando con la segunda,
caracterizada por un espíritu fuertemente contrarrevolucionario,
antisubversivo y católico romano.
El 17 de julio de 1834 fueron asesinados
cerca de un centenar de religiosos. Triunfaron los cristinos y los
carlista debieron aceptar la derrota el 31 de agosto de 1839, en la
“Convención de Vergara” La persecución anticristiana empeoró
hasta 1843 dando comienzo a la “Segunda Guerra Carlista” de 1847
a 1849.
Finalmente, en 1851 el gobierno español
cristino firmó con Pío IX un Concordato, muy moderado y de poco
valor para la Iglesia, que el Generalísimo Franco (+1975)
recompondrá con un sentido más fiel al espíritu católico. Pero
la calma sólo duró hasta 1854, cuando se renovó la persecución
anticristiana. Pío IX protestó inútilmente en el Consistorio del
26 de julio de 1855. Entre 1855-56 y 1868-70, la persecución fue más
cruel aún. La reina regente Isabel II dimitió en 1868 siempre a
favor de un gobierno monárquico de tendencia borbónico/cristino y
anti-carlista, que duró hasta 1873 al instaurarse la “Primera
República”, disuelta por un golpe de Estado el 3 de enero de 1874,
que restauró la monarquía borbónica entronizando al hijo de Isabel
II, Alfonso XII (1875-1885).
Este período, que va del 1874 a la
“Segunda República” de 1931, es llamado comúnmente la
“Restauración española”, asumiendo la ideología del
liberalismo moderado español, inspirado en el británico y no en el
radical francés. En ese período se formaron en España dos
partidos; el de los Conservadores llamado “Frente Nacional” y el
de los Progresista, con el nombre de “Frente Popular”.
Luego de la muerte de Alfonso XII la
corona pasó a Alfonso XIII, pero debido a su corta edad el gobierno
fue ejercido por la reina madre María Cristina, entre 1885 a 1902,
cuando Alfonso XIII inició realmente su reinado, que duró hasta
1931. El período de la regencia de María Cristina fue catastrófico
para España, tanto interna como externamente.
Por tal causa se produjo una doble
reacción: 1ª) el movimiento contrarrevolucionario católico y
tradicionalista que se propuso regenerar la vida intelectual, moral,
espiritual y política-social de España para reparar el desastre de
María Cristina; 2ª) el movimiento liberal/laicista y
anarco-comunista de las izquierdas, que provocó la dictadura del
general Primo de Rivera (1923-1930), y luego la “Segunda
República”, que a su vez inició la “Revolución cruenta” de
1931 y la Guerra Civil de 1936-1939.
En 1909 se produjo una sublevación
revolucionaria que causó cerca de 150 muertos y 400 heridos; 80
iglesias incendiadas; muchos cementerios profanados por los rojos,
instigados por la masonería, mofándose de los cadáveres allí
sepultados.
Conjuntamente con estas salvajes
agresiones antirreligiosas se prescribió una sistematización
jurídica en 1910 con la “Ley del Candado”, del Primer Ministro
José Canalejas, un liberal radicalizado y ferviente anticlerical, en
olor de masonería, estableciendo la separación total entre Iglesia
y Estado. En 1917 los socialistas organizaron desórdenes y
agresiones con un saldo de 93 muertos; solamente entre 1917 y 1923 se
registraron 1.756 asesinatos sociales y políticos. El 4 de junio de
1923 un anarquista atentó contra el cardenal de Zaragoza Juan
Soldevilla y Romero.
Se entiende ahora que la Revolución
española iniciada en 1931 y combatida por los nacionalitas, originó
la consiguiente Guerrea Civil (1936-39) hasta la victoria de las
fuerzas anti liberales y anti comunistas del Caudillo Francisco
Franco y Bahamonte (Jefe del Ejército, de la parte sana de la Patria
y de los carlistas requetés y de la Falange). Fue la lógica
conclusión de la situación creada en España por obra de la
política liberal de la monarquía “iluminada” e iluminista de
los Borbones.
En el período turbio y siniestro de
María Cristina maduró el ambiente para la dictadura del general
Miguel Primo de Rivera, que apoyado por los militares, el 23 de
septiembre de 1923 se sublevó en Barcelona contra el Gobierno”
(Vitaliano Mattioli).
De Rivera gobernó durante siete años,
hasta 1930 logrando calmar y ordenar el país, pero no supo
afrontar de manera definitiva el problema de fondo, o sea el complot
de la masonería contra la Iglesia y España, y la guerra de clases
desatada por el socialismo soviético para incendiar la Península
ibérica y luego Europa; estos, bajo las cenizas, en 1931,
incrementaron una furiosa campaña de violencia contra la Religión y
la Patria, que finalizó gracias a la intervención del Caudillo
Francisco Franco, con el apoyo, en un comienzo solo oficiosamente,
pero luego oficialmente de Italia y Alemania durante 1936-39.
Los rojos, en cambio, eran apoyados
desde el exterior, de facto, y también de jure, además de la Unión
Soviética, también por el gobierno izquierdista (1936/37) de León
Blum (+1950), y la Gran Bretaña de Arturo Chamberlain (+1940), los
cuales decidieron no intervenir oficialmente, solamente con ayudas
concretas, para no provocar una intervención oficial de parte de la
Italia de Mussolini y de la Alemania de Hitler, y no fortificar más
el ejMadrid-Roma.
El judeo- bolchevismo, instalado en
Francia en 1936, gobernando el Frente Popular el masón y hebreo León
Blum veía en España una presa que permitiría la bolchevización
de toda Europa. (León de Poncins, (Histoire secrète de la
Rèvolution espagnole, París, Beauchesne, 1938, pág.74).
La masonería en secreto y el social
comunismo públicamente, continuaron respectivamente la guerra oculta
y las revueltas, obligando a De Rivera a dimitir el 28 enero de 1930.
Alfonso XIII aceptó su dimisión, llegándose entonces a las
elecciones del 12 abril de 1931. La monarquía obtuvo mayor cantidad
de votos, pero como las leyes electorales fueron preparadas
hábilmente por los subversivos, la izquierda aunque obtuvo menos
votos consiguió más sillas en el Parlamento. El débil Alfonso XIII
se exiló en Roma donde murió en 1941, después de haber presentado
al futuro Juan Carlos I de Borbón en 1938. (qualis pater talis
filius). El 14 de abril nace la “Segunda República” que duró
hasta 1936, cuando el ejército comandado por Franco se sublevó
contra la ferocidad comunista y restauró el orden tras tres años
apocalípticos de guerra civil.
LA HISTORIA SECRETA.
León
de Poncins escribió en el muy interesante libro citado, la historia
oculta de la Guerra Civil española. El autor demuestra, a partir de
acontecimientos y documentos (“Bolletini” de la masonería
española y francesa, “Discursos” de los jefes bolcheviques de
origen hebreo, etc.) que la Guerra Civil fue preparada durante cerca
de 50 años por las “fuerzas ocultas que maniobraron en las sombras
(como la masonería y el judeo-bolchevismo) minando la monarquía
lenta, silenciosa, pero inexorablemente a partir de 1880. (cit. pag..
17).
La monarquía de los Borbones (Alfonso
XII y XIII) e inclusive la dictadura de Primo de Rivera fueron
derrotadas principalmente por la “mala preparación, el desorden,
el descuido con que afrontaron a un enemigo tan astuto y malicioso
como la masonería y el judeo-bolchevismo. También Primo de Rivera,
pese a no inclinarse por el liberalismo y el socialismo, como
hicieron los Borbones, no se decidió a atacar a fondo a la
masonería, aunque había advertido su malicia; haciendo su guerra
con las armas apuntadas sin dispararlas, y la secta se reforzó. […].
Fue un error capital declarar la guerra a la masonería con palabras,
sin hechos” (pag. 18-20).
No se puede derrotar al error sin atacar
al que erró; no se puede derrotar a la masonería sin atacar a los
masones; ni al modernismo sin condenar a los modernistas. En efecto,
si no hay un hombre que erre, no existen los errores, y no se pueden
combatir errores abstractos dejando en pié los errores concretos.
“Actiones et passiones sunt suppositorum”, enseñan Santo Tomás
y Aristóteles.
Otro error fatal de la monarquía
borbónica fue pretender combatir las ametralladoras de los rojos
con boletas electorales. Mauricio Karl, en su bello libro “Asesinos
de España” (Madrid, 1937) escribió que “ no sirve para nada
llorar como mujercitas, por el contrario es necesario defenderse como
hombres con uñas y dientes. Pero para esto es necesario estar
dispuestos a morir y a matar en la batalla”. (pag. 77).
Calvo Sotelo dijo en el Parlamento, el
11 de julio de 1936 que quería aplicar esa táctica. Pero apenas
tres días después, el 13 de ese mes, a las tres de la madrugada fue
asesinado por los rojos después de haber sido condenado a muerte
oficiosamente por la Dolores Ibarruri, mientras el líder monárquico
carlista daba su discurso, gritando en el mismo Parlamento: “este
hombre habló por última vez”.
En ese mismo discurso, Calvo Sotelo
afirmó entre otras, tres verdades fundamentales:
1º- un Gobierno que no logra
garantizar el orden, la paz interna de la Nación y el trabajo a los
ciudadanos, debe dimitir.
2º- considerando la deficiencia del
sistema democrático, y la inminente revolución del proletariado,
España debe defenderse inmediatamente con las armas.
3º- En definitiva, debe proponer para
el futuro una forma de Estado corporativo y autoritario, para
vencer definitivamente la dictadura proletaria, totalitaria y
bolchevique.
Como dice Tertuliano; “la sangre de los
mártires es germen de nuevos cristianos”. Así fue como el 18 de
julio, apenas cinco días del asesinato de Sotelo, Francisco Franco
parte de las Canarias al frente del Ejército español y salva a la
Patria y a la Iglesia de las fauces del oso soviético y del
paquidermo plutocrático anglo-francés.
De Poncins demuestra, con documentos en
la mano, que la mayor parte de los ministros de la 2ª República
española eran, más que socialistas; comunistas, masones y hebreos
(al menos de origen). Por ejemplo, Alcalá Zamora, que fue Primer
Ministro y Presidente de la 2º República de 1931 al 37, era hebreo
de origen, y aunque ostentaba asistir a Misa todos los domingos,
permitía que su gobierno masacre sacerdotes y fieles, y profanasen
las Iglesias donde concurría farisaicamente (pag. 13 a 32). De
Poncins se pregunta, como tantos otros en esa época, si Alcalá
Zamora no era un marrano, que interiormente estuviera ligado al
judaísmo talmúdico y sólo exteriormente daba muestra de ser
cristiano, para así mejor destruir a España y la Iglesia. (pag.
22).
El Boletín Oficial (siempre “reservado”)
del Gran Oriente de España (Nº 61, del 10 diciembre 1931) publicó
diversas noticias respecto a la preponderancia masónica en la 2ª
República, que fueron reimpresas en el diario (abiertamente público)
“El Liberal”. Entonces la secta se alarmó, porque pretende
combatir en secreto, lentamente, y luego dejar que el sucio trabajo
de asestar el golpe final lo realice el partido social/comunista.
Por lo cual, las autoridades masónicas decretaron cesar con la
propaganda abierta y pública que descubre la influencia de la
fraternidad masónica. “Ciertas afirmaciones de nuestros amigos
liberales pueden causar a la masonería peores daños que los que
puedan provocarnos la incompetencia de nuestros enemigos. No se debe
jamás publicar en los diarios profanos que la masonería de hecho
gobierna España” (L. De Poncins, pag. 29).
La masonería es, según los iniciados,
(y De Poncins lo corrobora), como ha escrito el Dr. Dominique en un
semanario francés, una “contra-Iglesia, con una filosofía
diametralmente opuesta a la del sentido común, del realismo y de la
filosofía del ser. Es una “mona de la Iglesia” contra la
verdadera Iglesia, así como el diablo es el mono de Dios
(Tertuliano). España era profundamente teo-crática. Lo que permite
suponer que la masonería la pretende transformar en un sentido
diametralmente opuesto, o sea, en una demonio-cracia. Como ya el
catecismo no es más la Religión del Estado, será reemplazada por
otra filosofía y otra religión, la de los Soviet y la del hombre”
(P.Dominique, 30/XII/1931).
A pesar que la mayor parte de los
españoles continuaba siendo católica, en 1931 dejó oficialmente de
serlo, como Méjico en 1917 (leer: Calles y la Revolución de los
cristeros). Esto sucedió debido al trabajo subterráneo de la
masonería y el judaísmo, al espíritu liberal/iluminístico que
penetró en España con los Borbones Alfonso XII y XIII, y además
debido a los opúsculos comunistas y las armas soviéticas que
entraron en la Península desde 1920, tres años antes que De Rivera
ejecutase el golpe de Estado.
También Francia e Inglaterra, como hemos
visto anteriormente, jugaron un rol decisivo en España apoyando a
los subversivos. En agosto de 1936, por ejemplo, las dos naciones
proclamaron conjuntamente abstenerse de cualquier intervención en
España, pero en realidad apoyaron a los rojos hasta 1939, junto a
la URSS de Stalin (L. De Poncins, pág. 107), con la que se aliarán
(incluyendo a USA) de 1942 a 45, repartiéndose Europa en dos partes
en noviembre de 1945 en Yalta.
El 15 de agosto de 1936, el Ministro del
Exterior francés, Yvon Delbos, en nota al embajador inglés, George
Clerk, proclamaba la decisión del gobierno francés de abstenerse
oficialmente y públicamente de cualquier intervención en España,
pero estas declaraciones eran aparentes y puramente verbales para el
periodismo. En realidad Gran Bretaña y Francia, junto naturalmente a
la URSS de Stalin, de facto apoyaban a los rojos y a los anarquistas,
con el envío directo e indirecto, de armas, municiones, aviones,
tanques, dinero y combatientes (L. De Poncins pág. 197). Fernando de
los Ríos, ministro socialista español y luego embajador de la
“Segunda República” española en USA, en una carta dirigida el
25 de julio 1936 a José Giral, presidente del Frente Popular
Español, afirmaba que “es necesario salvar a la España
republicana, como también lo pensaba León Blum, pero si se la ayuda
oficialmente, entonces Alemania e Italia ayudarán a la España
antisubversiva y católica en forma más masiva y eficiente que
nosotros. Por eso, proclamamos palabras de no intervención, pero en
realidad, ocultamente ayudamos al gobierno republicano español”
(L. De Poncins, pág.109/115).
De Poncins no tiene reparos en calificar,
justamente, a la fuerza republicana española como la “Trinidad
infernal, compuesta del Judaísmo, la Masonería y el Comunismo”
que lucha contra la SS. Trinidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu
Santo y su Iglesia (pág. 115). Una divisa generalizada gritaban los
rojos durante la guerra civil: “¡Maldito sea el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo.!”.
El carácter eminentemente antirreligioso
de la guerra civil española fue bien puesto de relieve, en sus
primeros tiempos (30 enero 1937) en la Letra Pastoral del cardenal
Isidoro Gomá, Arzobispo de Toledo y Primado de España.
El purpurado escribió: “la Revolución
española ha tentado de quitar a Dios del alma nacional. Por que,
los revolucionarios, y principalmente los jefes, son de los “sin
Dios” o “enemigos de Dios”.En efecto, sin una buena doctrina no
se puede vivir un buena vida. Ahora, el materialismo intrínsecamente
ateo y perverso, por su misma naturaleza es causa de ruina moral y
práctica. España , frente a la barbarie de la revolución
comunista, debe asumir el rol providencial de salvar la civilización
cristiana de la vieja Europa, agredida por el bolchevismo soviético,
con el intento de exportar el comunismo de Europa oriental a la
Europa occidental entera”.
Luego, el 1º de julio 1937 el carácter
esencialmente antirreligioso de la “Guerra civil” española fue
bien puesto de relieve en la Letra Colectiva de los Obispos españoles
dirigida a los del mundo entero.
Resumo brevemente:
1º) La Revolución española se
caracterizó principalmente por el espíritu anticristiano y el odio
a la Religión de Cristo y a la Civilización católica.
2º) Fue organizada por fuerzas oculta
(la judeo/masonería) que se sirvió del bolchevismo como del brazo
material para destruir y matar.
3º) Además es antipatriótica porque
odia el alma española, profundamente católica y religiosa.
4º) La cruenta Revolución de 1936 se
originó con la lucha entre las dos Ciudades, la de Dios y la del
diablo (San Agustín, La Ciudad de Dios) que son irreconciliables.
5º) De frente a la ferocidad de la
barbarie comunista directa de la judeo-masonería, el único y
extremo remedio es la lucha armada; la Iglesia admite la licitud de
la legítima defensa de las personas y de las Naciones que pueden, y
en ciertas circunstancias deben, “repeler la fuerza agresiva e
injusta con la fuerza de la defensa lícita”.
6º) El propósito de la Revolución
española era eliminar y exterminar la religión católica en España,
un verdadero y propio “holocausto” del catolicismo.
7º) La debilidad de la monarquía
liberal de Alfonso XII y XIII abrió las puertas a la Revolución
comunista.. En efecto, la consecuencia lógica del Laicismo liberal,
que quiere eliminar legalmente a Dios de la sociedad se realiza por
medio de la cruel Guerra bolchevique, para eliminar toda referencia a
Dios.
8º) Oculta tras el bolchevismo brutal
están las fuerzas ocultas, o sea las sectas secretas y sobre todo la
madre de ellas, la masonería, hija del judaísmo talmúdico.
9º) El Comintern o
Com[unismo]/Intern[nacional] de matriz soviética, declaró contra
España la Guerra cruenta y pública, iniciada ocultamente en el
Setecientos y Ochocientos.
10º) El levantamiento del movimiento
cívico militar ha impedido la realización del programa de
exterminio total u holocausto de los católicos y de la Religión
cristiana en España, urdido por la judeo/masonería y ejecutado por
el bolchevismo internacional con el apoyo de las democracias
plutocráticas y liberales europeas (Francia e Inglaterra),
(progresistas radicales y conservadores liberales).
11º) Porque España tenía sólo dos
alternativas: o desaparecer bajo la agresión del Comunismo
soviético, o lanzarse con un esfuerzo titánico para resistir con
las armas ese peligro, y defender la Religión y la Civilización,
del comunismo, enemigo de Dios y la Patria.
12º) Por fortuna, el 18 de julio de 1936
se sublevó el Ejército acompañado de la colaboración del pueblo
sano, que no vaciló en empuñar las armas para defender la
Religión y la Patria del asalto soviético.
13º) La URSS se infiltró primeramente
en el gobierno liberal (1920), luego en el republicano (1931) y
también en el Ejército español para desencadenar la guerra civil
(1936).
14º) El fundamento de toda sociedad bien
ordenada es Dios. Por el contrario, la Revolución comunista
anti-española y es esencialmente anti.-divina, tratando de realizar
la legislación laica-liberal de los siglos XVIII y XIX.
15º) La sublevación militar fue la
reacción sana contra la furia nihilista que quería destruir a Dios,
la Religión, la moral, la recta razón, la cultura y la
civilización, porque el Nihilismo es el último estadio de la
subversión liberal-comunista aniquiladora.
16º) La Guerra civil dividió en dos al
pueblo español, (los “dos partidos” de San Luis Grignion de
Montfort; las “dos banderas” de san Ignacio de Loyola, las “dos
ciudades” de San Agustín, Dios o Mamón del Evangelio); una de las
partes con inspiración espiritual y religiosa, defendiendo el
orden, la paz social, la civilización tradicional y la Patria; la
otra tendiendo al materialismo marxista, pretendiendo reemplazar la
civilización española con la nueva “civilización” del Soviet
ruso.
17º) El carácter cruel y salvaje de la
Revolución española, escribieron los Obispos, es único, sea por la
premeditación a la hecatombe aniquiladora total y física de la
Religión católica y de la civilización tradicional española, sea
por los modernos y destructores armamentos bélicos usados. Además
el odio que ejercieron contra los ministros de Dios y las cosas
sacras puede ser definido como inhumano, bárbaro y aún diabólico.
Este odio no se concibe sin una intervención innatural y una
sugestión infernal.
18º) Concluyendo, los Obispos
respondieron a las objeciones de ese entonces, que se vulgarizó
hasta nuestros días, según la cual la reacción de los nacionales y
religiosos fue excesiva. Con muy buen sentido, y sin maniqueísmo
alguno, el Episcopado español admite que “toda guerra tiene sus
excesos; el levantamiento nacionalista/militar puede haber tenido los
suyos pero ningún hombre podría reaccionar con la máxima calma y
serenidad ante un ataque con tales características de violencia,
inhumanidad y crueldad. Por otra parte la voluntad calculada y
determinada de los rojos era eliminar a Dios; matarlo por matarlo,
no por defenderse; mientras que la sublevación militar quizá se
haya defendido con algún posible exceso debido a la circunstancia
particularmente feroz que debía combatir”.“El que camina se
tropieza”, dice el proverbio.
El generalísimo Franco en una entrevista
al Diario de Noticias del 31 diciembre 1936 declaró que la masonería
fue la responsable de la ruina de España, iniciada bajo Alfonso XII
y llegando al paroxismo en 1936. Ella se infiltró en el Ejército y
especialmente entre los oficiales, sirviéndose de los militantes
comunistas para sembrar el caos en el País. Franco cita dos
documentos de la masonería española; el primero escrito por el Gran
Maestre Martínez Barrio y el otro secuestrado por los falangistas en
la “Logia de Toledo” en 1936. Según los cuales documentos la
masonería internacional (de París, Ginebra, Praga, Bélgica y
México) fue la causante principal del desastre español. La
masonería española luchó junto a sus hermanas extranjeras,
estrechamente unida a los rojos contra Falange española, los
Fascismos europeos y la Iglesia de Roma.(tema tratado ampliamente por
De Poncins, pág. 115-21).
En su último discurso dado en Madrid en
1975, Franco, poco antes de morir, se refirió nuevamente al
“complot judeo-masónico contra España”, incitando a los
españoles a luchar por España “una, grande y libre”,
finalizando con la invocación: ¡Arriba España!.
Lamentablemente los masones asesinaron al
hombre de confianza de Franco, Almirante Carrero Blanco, que habría
tenido que controlar al joven Juan Carlos I, quedando entonces los
masones con las manos libres para reproducir en España el caos
provocado por sus antecesores, Alfonso XII y XIII y la Segunda
República.
De Poncins entendió perfectamente bien
que España era solo una etapa intermedia para luego desencadenar
una guerra mundial destruyendo la Vieja Europa. Italia y Alemania
fueron culpables por aceptar meterse en este proyecto infernal de
1936 y 1939/45, pagando las consecuencias. Se puede afirmar que la
Segunda Guerra mundial fue la prosecución de la Guarra Civil
española, con los mismos actores: USA, URSS, Francia e Inglaterra,
por una parte; e Italia y Alemania por la otra; e idéntico fin; el
Nuevo Orden Mundial judeo/masónico, para destruir la Patria y la
Iglesia. (“si fieri potest”). En el ’45 Europa fue vencida por
la contra-Iglesia bolchevique, judaica y masónica, y a partir de
1990 comenzó a atacar a los países que no habían conocido el
Iluminismo, la Revolución Francesa, el Liberalismo, el Comunismo (de
la “Revolución naranja” contra la Rusia neo-zarista de
Solgenitsin/Putin hasta la “Revolución primaveral” en Libia,
Túnez, Egipto, Siria, Líbano) para que los judeo-americanos
alcancen el dominio del mundo entero, que ya se impuso en Europa,
reduciéndola a un cúmulo de escombros morales, espirituales e
intelectuales. ¿Tendrán el mismo éxito haciendo lo mismo en
Oriente y Rusia? Lo sabremos en los próximos meses o años. El Day
Telegraph y el Day mail escribieron (26/8/2013) que en 48 horas
Inglaterra dirá cuando bombardeará Siria, entendiéndose que entre
el lunes 2 y el domingo 15 de septiembre comenzará la guerra.*
http://doncurzionitoglia.net/2013/089/02/la-vera-faccia-della-rivoluzione-spagnola/
¡¡¡
CAFE !!!