lunes, 30 de noviembre de 2020

 

¡¡¡DESNUDANDO EL LOMO!!!

En USA nos espera Biden, el segundo presidente católico bautizado (aunque los dos mistongos), con su cortejo de  Clinton, Gates, Kissinger, Rockefeller, Soros , y cuanto pedófilo, homosexual y cultor de Mamon, encuentre por el camino. Alguno dirá: me importa un bledo quien sea el presidente USA; pero el susodicho no comprendió todavía que el presidente USA es el verdadero presidente de esta pobre factoría argentina.           

Por lo cual la nota que presento a continuación tendrá gran incidencia en la vida nacional, confirmando la dolorosa verdad: el grupo progresista menchevique gobernará Usa y sus colonias sudacas.

Panorama Católico Internacional publicó esa nota informativa, en mayo 2013,  tomadas de varias fuentes: Gloria TV, Yahoo news, NBC40net, etc.

 

El Vicepresidente Joe Biden expresó: los líderes judíos condujeron los cambios en favor del matrimonio gay. Hablando ante la Jewish American Heritage, en su reunión mensual, el vice presidente de los EEUU dice que los valores judíos son una parte esencial de lo que son los norteamericanos.

“Biden está alabando a los jefes judíos por ayudar a cambiar la actitud de los norteamericanos sobre el matrimonio gay y otros temas.                                                                         

Biden dice que la cultura y las artes cambian la actitud de la gente. Con los medios sociales y la vieja serie televisiva de la cadena NBC, “Will y Grace”, como ejemplos que han ayudado a cambiar la actitud sobre el matrimonio gay.                       

Biden dice: cito, “Pienso… detrás de todo esto, apuesto que el 85 % de estos cambios, sea por medio de Hollywood o por los medios sociales, son una consecuencia de los líderes judíos de la industria del entretenimiento.                                                                                                            

Biden dice que la influencia es inmensa y que estos cambios han sido para bien.

Biden estaba hablando el martes por la noche en la Jewish American Heritage, durante su reunión mensual, que fue recibida por el Comité Nacional del Partido Demócrata. Dice que los valores judíos son una parte esencial de lo que son los norteamericanos”

 

Comentario nacionalista: ¡Luego de estas palabras bien ha merecido ser  designado presidente de los Estados Unidos!                                                                                                                                          

Su concepto es justo y exacto; los EEUU están fuertemente influenciados y aun determinados por el judaísmo. Desde la condena del “americanismo”,  y los escritos del hugonote A. Siegfried,  descubriendo que, en la lucha librada en los EEUU, a principios del siglo XX, por el predominio ideológico entre protestantes y judíos,  fue ganada por estos últimos; hasta quienes han leído lo suficiente para saber que el calvinismo, religión predominante en casi todas las sectas protestantes norteamericanas, es una secta más judía que cristiana, que prioriza el Antiguo sobre el Nuevo Testamento, a Moisés sobre Cristo; todos confirman, y dan razón a Biden:  la vida social y política norteamericana está regida en gran parte por valores judíos.                                                                                                  

La política exterior yanqui, allí donde sentó sus plantas, apoyó inevitablemente los intereses y apetencias judías: URSS, España, México, Palestina, etc.                                                                                                                                                                                                                                                   Algunos norteamericanos, advertidos, se lamentan, y luchan para recuperar su identidad propia. Otros, como Biden y su camarilla corrupta, se alborozan.                                                                                                                       

Nosotros, desgraciados argentinos, que en su gran mayoría, políticamente, no entienden nada de nada, bien desorientados por el periodismo, desnudemos el lomo que nos van a flagelar despiadadamente;                                                               ¡para amansarnos!

 

 

¿QUÉ ES EL NACIONALISMO?

Ante ciertas improvisaciones , desaciertos e  incertidumbres de algunos buenos patriotas que desean, con buena fe,  elaborar una Doctrina Nacionalista,  el egregio nacionalista profesor Jordán Bruno Genta, se anticipó desde muchos años antes, para orientar a estos patriotas,   definiendo los principios fundacionales del Nacionalismo, que deben encauzar nuestra lucha para  lograr la Restauración de las Leyes. 

Argentina, aunque ya no es prácticamente un país Soberano, aún conserva una identidad propia que la diferencia de sus pares; con unos principios básicos fundamentales que deben ser respetados, aunque el paso  de los tiempos recomienden acentuar uno u otro aspecto.  Pero  al  repudiarlos y desconocerlos, como se propusieron los  unitarios/liberales,  aún en nuestros días, han dejado a la Patria en vías de desaparecer en la babel mundialista.                                                                                                 

Dijo el profesor Genta:

El Nacionalismo es la reacción lúcida, enérgica e imperiosa en defensa de la Patria en peligro. Es la reivindicación del ser nacional, negado, disminuido o traicionado.

La fuerza interior que impulsa al Nacionalismo es el amor a la Patria, exaltado por la conciencia del peligro. Se expresa en una doctrina de afirmación de lo que hace a la esencia y al fin de la Nación: su unidad, su integridad, su honor, su soberanía y su vocación histórica. Y la negación de todo lo que divide, disgrega, ablanda, envilece y humilla.

La definición nacionalista se proyecta en una política restauradora de deberes y servicios que serán cumplidos por amor o por fuerza, en el sacrificio del propio bien al Bien común.

En lugar de la retórica pusilánime y servil de los derechos y libertades individuales, el Nacionalismo proclama que la persona humana tiene deberes previos para con Dios, la Patria, la familia, la profesión y consigo misma, cuyo leal cumplimiento es imprescindible para ejercer legítimos derechos y libertades.

La ética de los deberes que se apoya en la roca inmutable de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, permitirá restablecer las jerarquías de los cuerpos sociales en un Estado Nacional fuerte.

El Nacionalismo repudia la servidumbre del Patronato y promueve la libertad de la Iglesia para el cumplimiento de su sagrada misión, a la vez que acata su indiscutible soberanía espiritual. La Iglesia de Cristo está en la Nación, pero sobre ella porque es sobrenatural y divina.

Las otras confesiones son toleradas siempre que no pretendan misionar ni convertir  a la Patria en una Babel de creencias y costumbres.

El Nacionalismo Argentino no tolera en absoluto y combate sin cuartel a las ideologías de la antipatria y del anticristo: el judaísmo, la masonería y el comunismo, así como sus frutos de muerte, el pluralismo religioso, el laicismo escolar, la Reforma Universitaria, la indiscriminación de los hijos , el divorcio vincular, la ciudadanía automática, el relajamiento de las costumbres, las concesiones petroleras y territoriales, la explotación financiera y la dictadura del proletariado.

En cuanto a los medios para lograr la regeneración política de la Patria, el Nacionalismo declara que la democracia, de los partidos y de las elecciones libres o fraudulentas, es un callejón sin salida y una trampa masónica para asegurar el fracaso de todo empeño patriótico y precipitar la ruina definitiva de la Nación.

El Nacionalismo quiere el reinado de Cristo sobre las almas y las instituciones, tanto como liberarlas de la superstición de la democracia.

El Nacionalismo quiere la Verdad en todo, en la inteligencia, en la historia, en la política. No puede concebir siquiera que se planteen soluciones económicas de una crisis que es principalmente religiosa y moral.

El Nacionalismo es una apelación suprema a la vergüenza nacional, a la capacidad de Verdad y de heroísmo que resta en los argentinos. No admite nada más que el esfuerzo y el sacrificio de generaciones para salvar a la Patria, los mismos que fueron necesarios para fundarla y darle un lugar entre sus pares del mundo.

El Nacionalismo repudia el plan de estabilización financiera y económica que nos somete al yanqui bárbaro y prepotente, incapaz de respetar y de tratar con honor. A ese yanqui que en Comodoro Rivadavia, con la billetera repleta cree que puede comprarlo todo, hasta el vil privilegio de exhibirse sucio, descamisado, las patas sobre la mesa y acompañado con prostitutas en los salones del hotel principal. Que contrata obreros y empleados nativos al margen de las leyes vigentes; insulta y humilla hasta provocar las más violentas reacciones de sus víctimas, o hace cuñas con billetes de mil pesos para estabilizar una mesa que se mueve.

No se trata de casos aislados ni de mala educación, sino del estilo de mandar propio de la barbarie prepotente. Los mejores agentes de Moscú no serán jamás tan eficaces como la conducta de estos yanquis para la propagación del comunismo en la Argentina.

El Nacionalismo declara que tan sólo los nativos que tienen alma de cipayos, pueden creer que lo dólares de la usura y sus prepotentes administradores van a salvar a la Patria.

Si todavía hay un resto de vergüenza, se impondría la reacción nacionalista que movilice a todos los argentinos para realizar el esfuerzo supremo del patriotismo. Una movilización de tiempos de guerra exterior para el trabajo agobiador y el servicio abnegado que deberá vertebrarse en la más rigurosa disciplina militar, empezando por las mismas Fuerzas Armadas de la Nación, gravemente afectadas en su espíritu y en su estilo, por la desmovilización civilista y burguesa que vienen sufriendo desde hace años.

Las Fuerzas Armadas de la Nación no son ni una clase, ni un partido, ni una casta, sino “la expresión carnal de la Patrias”; así como la Iglesia de Cristo es el principio de su unidad espiritual y de sus tradiciones legítimas.

El Nacionalismo es, pues, la política de restauración nacional, fundada en las dos instituciones fijas e inmutables que permanecen en medio de la movilidad de todas las cosas; la Iglesia Católica y las Fuerzas Armadas de la nación.

 El Nacionalismo no rechaza al extranjero ni la convivencia internacional. Admite la ayuda exterior y la inversión de capitales foráneos; pero se opone a que la Patria sea avasallada en su espíritu y en su economía por la Plutocracia Internacional o por la Internacional Proletaria.

El Nacionalismo es la reacción natural de la fidelidad argentina. +

 

(Tomado del periódico Combate, de fines de la década del ’50).

lunes, 23 de noviembre de 2020

 

                                                                                                                                            

 ¡¡¡  DEMONIOS !!!                                                                                                                                                                                                                                                                               

Así como el que ama a Jesucristo trata de asemejarse a Él con la ayuda  de la Gracia recibida en los Sacramentos, el que lo aborrece o desprecia, y pero aún, el que cae en el satanismo está impulsado a imitar a su infernal amo, realizando acciones tan abyectas que asombran las pueda realizar un ser humano en su sano juicio. Una de las cuales es el asesinato de los bebitos indefensos, el aborto.

 

Los pueblos cristianos siempre persiguieron tanto a las brujas, que impedían  el nacimiento de los bebes, abortándolos, como  a los asesinatos rituales de niños cometidos por la Magia Negra o el odio religioso.

 

En nuestros días paganos, anticristianos, no podría explicarse la universal campaña abortista sólo por las siderales ganancias de los Laboratorios y de los médicos abortistas; y menos aún por el ridículo y canallesco pretexto de las libertades 'feministas' supuestamente conculcadas por  dar a luz a su hijito.

 

Aunque cueste creerlo en esta época que se gloría del 'cientificismo' milagrero, esta incontenible campaña abortista  de inocentes criaturas, está impulsada por seres  que en las profundidades de sus almas satanizadas fermenta el mismo odio homicida de las brujas... Hoy día nadie cree en esas brujas pasadas de moda,   con narices ganchudas llenas de verrugas, cocinando filtros repugnantes, y volando por las noches montadas en sus escobas, tal como las describe Shakespeare en Macbeth... Pero existen con impecables guardapolvos blancos, en hospitales y sanatorios, como la abortista norteamericana Margaret Sanger; y existen dominando el alma de madres sanguinarias.

El infanticidios es  odio satánico a un acto exquisito de la Creación divina, dando vida a un nuevo ser humano, dotado de un alma única, exclusiva, libre para amar y ser amada. El aborto es odio al Creador, es gritar con soberbia demoníaca;

 

¡DIOS CREA CON AMOR Y YO DESTRUYO!

 

G. Papini, en "Lo trágico cotidiano", en un cuento titulado "El demonio tentado",  narra que se le reprochó al Demonio contentarse con algunas obras pusilánimes, en vez de erigirse en el "anti-Dios" destruyendo la Creación entera... "Así habrás respondido finalmente al Génesis,... Dios verá desaparecer la obra que tanto le satisfizo, y tu, viejo desterrado rebelde, estarás vengado"...

 

¿No será esta una de las tácticas más perversas asumidas actualmente por el demonio? Pues sino puede aniquilar el Universo entero ¿Qué mejor ensañamiento vengativo que asesinar, masacrar, quemar en el mismo vientre de su 'madre', a la obra más maravillosa, delicada e indefensa de la Creación, al pequeño ser humano que espera la luz del día para recibir las aguas de la Gracia?. +

 

 

 

domingo, 15 de noviembre de 2020

 

           CAPITALISMO USA: SIN ESCRÚPULOS MORALES.

Durante un debate en la TV, sobre el fraude electoral que, según parece, se descubrió en los EEUU, uno de los panelistas expresó su asombro y e indignación por dudar de la honestidad política norteamericana, cuna y paradigma de la democracia mundial…

¡Palabras increíbles! Estúpidas e insidiosas, dichas por un personaje ‘lunático’, al que no le resultó convincente la historia de estos dos últimos siglos, donde se manifestó la perversa política aplicada por los yanquis en nombre de la ‘democracia’; mintiendo y engañando maquiavélicamente, a propios y extranjeros, para lograr violentamente poder y riquezas, (Torres Gemelas, Pearl Harbor, racismo, Maine, etc.). Entonces, ¿qué impedimento moral podrían tener estos políticos para organizar un sencillo fraude electoral?

 W. Sombart,  en “El Burgués”, 161 sig., de donde extraje los párrafos que a continuación publico,  expone claramente la mentalidad del empresario norteamericano, actuando con ambición sin límites, ejerciendo un liberalismo extremo, impregnado de la inmoralidad que proviene de la “religión del comercio” calvinista.

Es razonable comprobar que este culto inmoral a Mamón, -para llegar a ‘Jehová’-, impulsa las acciones de los trust y de la política norteamericana. Actualmente, de acuerdo a lo actuado en esta época de la ‘Pandemia’, la aplicación de las vacunas, las drogas, la reducción de la población mundial –abortos e eugenesia-, el gobierno universal, la difusión de la inmoralidad, etc. son maniobras expresamente programadas y ejecutadas por ciertos personajes siniestros e inescrupulosos.

¡Son para ellos realizaciones ineludibles, pues rinden beneficios incalculables! ¡Pues ellos todo lo pueden! ¡Para ellos todo es posible! ¡Las ‘Tablas de la Ley’ que manejan los autorizan a hacer y deshacer los que se les antoje! ¡Peor aún, es lógico que se encuentren obligados a programar cualquier maldad y crimen, mientras rindan utilidades!

Escribió Sombart:

 

 “Un tipo [de empresario] que se hace cada vez más frecuente, sobre todo en los EEUU a medida que las empresas se amplían, es aquel al que damos el nombre –a falta de otro mejor-, de capitán de empresa. Estos hombres encaran la combinación de los diferentes tipos que ya conocemos: son, a la vez, filibusteros y calculadores, señores feudales y especuladores, como lo comprobamos a través de los ejemplos norteamericanos que nos proporcionan los magnates de los monopolios colosales”.

 “Se proclama una libertad ilimitada, se exige la supresión de todo lo que pueda oponerse a la obtención del lucro. Se trata, en primer lugar, de la libertad formal, de la libertad de obrar y de holgar, a la que considera como un factor esencial para la adecuada conducción de los negocios. Se soportan con paciencia las restricciones impuestas por el derecho y la moral. Sin parar en los demás, se querría tener el derecho de hacerles la competencia desleal cuando el interés propio lo exigiese (y esta es la razón por la que se renuncia también a la autoprotección); Se encuentra mal que el Estado o  los representantes de  los obreros digan su palabra cuando se trata de concertar contratos de trabajo. Se repelen todas las trabas de épocas anteriores. No se confía más que en la propia fuerza y en el juego natural para asegurarse el éxito económico. (pg. 172).

“Un ejemplo elocuente de esta ausencia de escrúpulos lo suministra la manera de proceder de los trust norteamericanos.  […] Estas prácticas nos muestran, a lo vivo, el significado de no arredrarse por escrúpulos ni detenerse ante ningún medio susceptible de contribuir al éxito de la empresa. Para ensanchar su mercado, el trust no hesitó en malvender sus productos, en acordar a los intermediarios descuentos increíbles, en imitar a marcas conocidas y en vender un producto inferior de apariencia engañosa.

[…] A los grandes triunfadores de la carrera del capitalismo moderno se les puede aplicar lo que se dijo recientemente de Rockefeller, a saber, que se han “sabido sustraer a toda moral, con una falta de escrúpulos ingenua y natural”. El mismo John Rockefeller, cuyas memorias reflejan a las mil maravillas esta mentalidad infantil y simple, podría resumir su Credo diciendo que está dispuesto a  subvencionar a  un ejemplar con un millón de dólares, a condición de que poseyendo las virtudes positivas necesarias esté “desprovisto de todo escrúpulo” y demuestre suficiente coraje como para “sacrificar, si fuera menester, millares de personas”… *

Werner Sombart.

sábado, 7 de noviembre de 2020

 

Sobre el Gobierno

UNA NACIÓN SIN IDEALES PATRIÓTICOS SOBERANOS SUSBSISTE DOLOROSAMENTE HASTA SU DESAPARICIÓN IRREMEDIABLE. 

                        Padre Leonardo Castellani                                                                                                           

                                              Escribió un artículo incluido en el libro “Cristo y los Fariseos”, del que extraemos unos párrafos que nos conciernen políticamente. (ed. Jauja, pgs.223 sgs.).

[…] Es inútil: una sociedad cualquiera debe conspirar a algo común y para ello debe estar gobernada. Ese algo no puede ser la mera conservación de la misma sociedad y mucho menos (si es religiosa) el rejunte de dinero, o de la “falsa gloria que dan los hombres”. Ese es el tema de esta carta.

Sin conspiración a un ideal, toda sociedad se va contra un escollo. Conspirar a algo, y gobernar, significa tener los ojos constantemente puestos en el fin común y medir con él todas las cosas. Porque la sociedad no es tal sino por causa de una obra que hacer en común. La raza, el idioma, la religión, las fronteras son los elementos materiales de una nación; lo formal es el “quehacer colectivo”. Quitado esto languidece y se hunde la sociedad. El hombre va en la sociedad como la gota en la nube viajera. Pero para esto es menester que viaje la nube. Si la nube se estanca, la gota se pudre o se disuelve con acompañamiento de tronidos. Pues bien, eso le está pasando a nuestra amada Provincia [Jesuita], por falta de visión ideal arriba: no hay obra común ni quehacer colectivo. Somos una nube de tronados.

 Agudísima fue la conocida cifra política de Saavedra Fajardo: una flecha vertical y debajo el lema: “O sube o baja”. Eso es una sociedad. No es una cosa sino un movimiento. Es en todo instante algo que viene de- y va hacia. Córtese por una hora la vida de un Estado civil que lo sea realmente, y se hallará una unidad de convivencia que parece fundada en tal o cual elemento material: sangre, idioma, fronteras naturales. Una interpretación estática nos llevaría a afirmar: eso es el Estado. Pero pronto advertimos que esa agrupación humana está haciendo algo en común: conquistando otros pueblos, defendiendo sus intereses, fundando colonias, o independizándose o federalizándose. Es decir que en toda hora está superando el principio material de su unidad.  

 

Nota nacionalista del blog:  

El Estado debe unir a los miembros de una sociedad en el amor patriótico, (San Agustín), para que el entusiasmo los encamine hacia la grandeza nacional y el Bien Común. Para lo cual debe respetarse y acentuarse la esencia tradicional argentina, católica, hispánica y federal. Éstos son nuestros fundamentos argentinos, y por ellos  existe la Patria.

Los extranjeros de otras creencias que vivan en nuestro suelo, las mantendrán en su vida familiar, pero deben respetar públicamente esos fundamentos de la agentinidad que consolidan la unidad nacional.

Cuando un gobierno nacionalista, de la mano de un auténtico Caudillo nacionalista, como fué don Juan Manuel de Rosas, imponga un ideal político de grandeza nacional será respaldado por el entusiasmo patriótico popular; pues se sentirá elevado, participando realmente, en su medida, de su connatural vida política.

Al tiempo que desaparecerá este Régimen entreguista, antidemocrático oligárquico e inmoral, (que se nombra indistintamente gobierno liberal, democrático, progresista o montonero marxista); incitador y promotor de falsas divisiones y enfrentamientos entre los argentinos. Y con él desaparecerán todos los políticos corruptos entreguistas.

Por eso, para mantenernos sometidos como una factoría, los gobiernos cipayos, están cuidadosamente anulando el sentimiento patriótico de la población, incluso entre los escolares; impidiendo que resurja el entusiasmo de vivir en una Nación soberana.                                                                                                                                                                                                                         

Un gobierno ejercido paternalmente, sea monárquico, presidencial o dictatorial, puede propiciar los ideales políticos trascendentes; anulando el egoísmo y el resentimiento fomentado por las ideologías disolventes.  ¡Qué Dios nos aliente en la espera!

 

 

miércoles, 4 de noviembre de 2020

 

JUAN MANUEL DE ROSAS MORALIZADOR.

Copio unos párrafos de la Historia Argentina (t. VIII, pg. 384) del gran historiado don Vicente Sierra demostrando la calidad humana y cristiana del gobernante providencial más acompañado de la historia argentina.

Rosas recibió un pueblo desesperanzado e indignado; con justa razón. Y una nación anarquizada y enfrentada, secuela de la nefasta política aplicada por el minúsculo grupo de “lomos negros”, inspirado en el infame masón iluminado B. Rivadavia; y su secretario, el renegado Agüero.

 Rosas empleó con pleno éxito medidas enérgicas, como debían ser si pretendía moralizar la sociedad; imponiendo una disciplina que podría haber molestado; pero todos sabían eran indispensables. Por lo cual, la sociedad apoyó entusiastamente su política justiciera, pues concretaba el anhelo popular, harto de delincuentes impunes.

Los pueblos actúan y viven moralmente de acuerdo a la actividad moral y política de sus gobernantes. Rosas pudo moralizar la sociedad porque ejerció un gobierno moralmente intachable y ejemplarizante, de una honestidad asombrosa, de absoluta dedicación al bien Común, y un patriotismo a prueba de balas. El pueblo, entonces, disciplinado y organizado, lo siguió, comprendiendo que Rosas era un verdadero Caudillo, que exigía dignificando.

La comparación con nuestra época es inmediata. Hoy día las circunstancias son diversas, y la moralidad más degradada aún. Desgraciadamente en lontananza no se divisa la aparición de un Caudillo providencial como don Juan Manuel de Rosas. Argentina está en manos de la misericordia divina. ¡A rezar por la Patria, a punto de perderla!

A continuación  el profesor Sierra:

6. Empeños moralizadores.

Rosas destacó una sensible preocupación para lograr que la comunidad retornara a vivir dentro de las normas morales heredadas, las que se habían desgastado como consecuencia del desorden político y las guerra civiles en que se había vivido. La provincia revelaba un nivel moral bajísimo, una de cuyas manifestaciones eran las quiebras fraudulentas que había pasado a ser un recurso normal para enriquecimientos rápidos. En 135 fue ruidosa la de la casa de negocios de Santiago Lezica, que amenazó con la ruina a centenares de acreedores. Los malos pagadores constituían una enfermedad endémica. La gente se endeudaba sin escrúpulos, y llegado el momento se recurría a juicio de concurso civil, llamados de “quita y esperas”. Por decreto del 19 de marzo, Rosas los suprimió, y reglamentó la forma para que fueran rápidamente resueltos los ya iniciados. Como abundaban quienes, titulándose contadores, obtenían pingües beneficios acomodando los libros comerciales a los fines de obtener suculentas ganancias con quiebras y juicios de “quita y esperas”, reglamentó el ejercicio de esa profesión.

Otro aspecto, y el más grave era el alcanzado por el desarrollo de la delincuencia. En la campaña no había seguridad alguna. Partidas de malhechores asaltaba a diestro y siniestro. El abigeato era una actividad corriente. En la ciudad había que vivir con puertas y ventanas trancadas en defensa de los robos. Rosas dispuso al efecto medidas enérgicas para perseguir a asaltantes y ladrones, y una de ellas fue reservarse las penas a aplicárseles, lo que hizo con rigor, ordenando la de muerte que no se podía redimir ni evitar por ningún medio. Los ejecutados lograron la glorificación de engrosar las  “Tablas de Sangre” con que los adversarios crearon el mito de un Rosas regodeándose con esas ejecuciones, que pasaron a ser estimadas como asesinatos políticos. Pero el resultado de su rigor fue tal que, años más tarde, un viajero norteamericano podría decir que Buenos Aires era la ciudad más segura del mundo, al punto que si se perdía la cartera en la calle era cuestión de esperar que la policía la devolviera, porque nadie se atrevía a tocarla, lo que hacía la policía para devolverla a su dueño.

Sus propósitos moralizadores se extendieron a establecer la censura teatral, asi como a reglamentar las fiestas de Carnaval, a fin de suprimir las salvajadas que habían llegado a caracterizarlas. Dispuso medidas especiales para los menores que pronunciaran palabras obscenas y fueran encontrados “mal entretenidos” en la calle.  Consecuencia lógica de estos hechos fueron la reorganización de la policía y la reglamentación que extendió militarizando al cuerpo de Serenos que puso a las órdenes inmediatas del sargento mayor Nicolás Mariño, personaje pintado como un gaucho bruto y atrabiliario, a pesar de que era vicepresidente de la omisión de vecinos que había creado y sostenido dicho cuerpo y, además, era redactor de “La Gaceta Mercantil”. También fue militarizada la Policía, refundiendo la Guardia del Departamento y las Partidas Celadoras en un solo cuerpo que tituló “Escuadrón de vigilantes a caballo”, y puso al mando de Ciriaco Cuitiño. Este cuerpo se dividió en dos compañías, una al mando de José Vicente Parra, y la otra a la del vigilante 1º Leandro Alem, padre del que fuera más tarde el gran caudillo de las masas suburbanas porteñas, y quien, con personalidades como la de Bernardo de Irigoyen, secretario en los últimos años del gobierno de Rosas, fundaron el movimiento político que en nuestros días se conoce como radicalismo.+

Vicente Sierra