lunes, 4 de noviembre de 2024

 

¡¡¡ QUE  EL  TECHO  LOS  APLASTE !!!

El orden romano, que hizo grande al imperio, se basaba en cuatro columnas: la religión, el ejército, la familia y la propiedad.

También Argentina, para ser nación soberana ,  necesita imperiosamente reforzar las cuatro columnas . Pero el enemigo astutamente está  derrumbando una a una . Sintéticamente decimos: 

1ª columna: comenzaron alejando a Dios, con ayuda del ecumenismo vati  2. Dejaron Argentina sin Dios y lo sustituyeron por el culto al sincretismo, donde todos aman a  Mamón . Actualmente grandes y chicos, pobres y ricos, todos adoran al becerro de oro, que, si en una lejanísima época fue destruido. Luego los mismos destructores lo erigieron nuevamente, pues es consustancial al judío. Y  hoy , con la difusión de la “cultura” calvinista anglosajona, el mundo lo adoptó como deidad.

2ª columna: El Régimen fue debilitando intencionalmente al Ejército difundiendo infamias para desacreditarlo (algunas justificadas), por miedo a que los golpes de Estado acaben con los privilegios de los políticos ; además, el Régimen lo utiliza abusivamente como policía, o en funciones más inapropiadas.                                         

Fuera de la figura de  Seineldin  y otros , los militares adhirieron al liberalismo, y así fueron desapareciendo sus virtudes militares y el armamento apropiado para cumplir con su función de guardar la Soberanía nacional. El país está internacionalmente desguarnecido a merced de cualquier pirata que desee apropiarse de su territorio.

3ª columna: de la familia ni que hablar. Se empezó con el matrimonio civil ; y luego no dejaron ninguna acción para destruirlas. Atacaron a la mujer   lanzándola contra los demás miembros de la familia ; debía ser “libre” de todo y de todos, a imitación de las famosas de Hollywood. Luego el aborto, las infidelidades, la desocupación programada, el adoctrinamiento liberal de los niños, etc. Apenas sobreviven familias católicas, donde la mujer es ama y señora del hogar.

columna: la propiedad, es cada vez más inaccesible para los trabajadores y la clase media. Y algunos que poseen viviendas se verán forzados a alquilarlas o venderlas debido al aumento escandaloso de impuestos y servicios. Actualmente se comenta que en USA, donde el proceso de eliminación de las clases sociales menos adineradas está más avanzado, el elevadísimo precio de las viviendas  creó  una casta de miserables que viven en pequeñas carpas, y que en su desesperación por una vida tan contrapuesta al “sueño americano” podrían provocar incidentes sociales.

*

Esta demolición está programada. Las circunstancias cambian, pero el fin con el que los cipayos actúan es siempre el mismo: acabar con las cuatro columnas que hacen soberano a un país, para vaciarlo y apoderarse del mismo.

¿ Cómo terminar con esta destrucción ? Entonces imaginé una solución bíblica para acabar con los cipayos : meteríamos a todos en un gran salón del Congreso –que siempre quedaría chico para albergar a tantos como tenemos-- y buscaríamos algún Sansón que  eche por tierra las cuatro columnas masónicas que sostienen el apócrifo  Régimen liberal aplastándolos a todos.

Y el país volvería rápidamente a restaurarse.

Pero sólo se trató de un sueño muy agradable y patriótico.  Al  despertar me dije: no quisiera que mi Argentina imitara a esos criminales del Antiguo Testamento; no es nuestro estilo.  Primero habría que juzgarlos, --pero como los jueces deberían estar también ellos en el salón, por corruptos--,    sólo nos salvaría un  Sansón argentino  que  los aplaste “políticamente”, echándoles encima  el techo, figura del baldón de traidores para que la Nación  los deje inhabilitados por siempre jamás.

Para que queden repudiados, inhabilitados , aplastados  COMO  REPUGNANTES  CUCARACHAS pisoteadas.… Y  que una Justicia proba los remache contra el suelo de la cárcel o del manicomio. *

 

sábado, 2 de noviembre de 2024

 

La cuestión judía
ante el Concilio Vaticano II



Publicado en el sitio web italiano de la Fraternidad San Pío




Monseñor Luigi Carli, entonces obispo de Segni, publicó en la Palestra del Clero del 15 de febrero de 1965, un interesante artículo sobre la cuestión judía debatida en el concilio, pocos meses después de la votación de la Declaración Nostra Aetate, del 20 de noviembre de 1964. Reproducimos una conclusión para mostrar que el debate sobre los textos del Concilio, incluso después de su aprobación, se consideraba todavía abierto, al menos hasta ese momento.
Monseñor Carli se unió al Coetus Internationalis Patrum en octubre de 1963.
Fue considerado uno de los mejores teólogos del concilio.

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Creo legítimo poder afirmar que todo el pueblo judío de la época de Jesús -entendido en el sentido religioso, es decir, como comunidad que profesaba la religión de Moisés- fue responsable in solidum del delito de deicidio, aunque sólo los líderes, seguidos por una parte de sus seguidores, tuvieron el crimen cometido físicamente.

Esos líderes no fueron, eso sí, elegidos democráticamente por sufragio popular; Sin embargo, según la legislación y la mentalidad vigentes en la época, eran considerados por Dios mismo (cf. Mt. 23, 2) y por la opinión pública como las autoridades religiosas legítimas, responsables oficiales de los actos que realizaban en el nombre de la religión y utilizando los instrumentos legales preparados por la propia religión. Pues precisamente por esos líderes Jesucristo, Hijo de Dios, fue condenado a muerte; y fue condenado precisamente por haberse proclamado Dios ( Juan 10, 33; 19, 7), y a pesar de haber aportado pruebas suficientes para ser creído como tal. ( Jn . 15, 24).

La sentencia de condena fue emitida por el Concilio, ( Juan , 11,49 ss.), es decir, por el máximo organismo autorizado de la religión judía, apelando a la Ley de Moisés ( Juan , 19, 7), y motivando la sentencia como acción defensiva de todo el pueblo ( Jn . 11, 50) y de la religión misma ( Mt. 26, 65).
Fue el sacerdocio aarónico, síntesis y máxima expresión de la economía teocrática y hierocrática del Antiguo Testamento, el que condenó al Mesías. Es legítimo, por tanto, atribuir el deicidio al judaísmo, como comunidad religiosa.

En este sentido bien definido, y dada la mentalidad bíblica, también el judaísmo de la época posterior a Nuestro Señor participa objetivamente de la responsabilidad del deicidio en la medida en que este judaísmo constituye la continuación libre y voluntaria del de aquella época.

Un ejemplo tomado de casa puede ayudarnos a darnos cuenta de esta realidad. Un Sumo Pontífice y un Consejo Ecuménico, aunque no sean elegidos por la comunidad católica con sistemas democráticos, si toman una resolución solemne en la plenitud de su autoridad, hacen corresponsable de esa resolución a todo el "catolicismo", para entonces y para todos los siglos futuros. , toda la comunidad eclesial.

MONSEÑOR LUIGI CARLI, 

La cuestión judía ante el Concilio Vaticano II , en Palestra del Clero , Anno XLIV N. 4, 14 de febrero de 1965.