MURIÓ FIDEL
CASTRO.
De polvo eres y en polvo te
convertirás. A todos nos llega la hora
de partir a rendir cuentas. La
Parca no perdona y te arrastra, aunque te resistas. Poderosos
e indefensos, todos al foso. Y los gusanos se relamen ante el festín. Esta muerte me recuerda que años atrás “murió
Delano”, otro gran nefasto, acompañado por el inolvidable responso del padre
Castellani; el yanqui seguramente hubiera sido gran amigo del Francisco de Roma;
y hasta del Fidel de Cuba. Los promocionados, los intocables, los líderes de la
democracia y del marxismo salvadores del mundo, agrandados y escudados tras el
periodismo, también sucumben. Ahora se lo llevaron al líder cubano; y los
periodistas, que aprovechan al finado
para hacer política castrista, o sea comunista, hicieron un programa
televisivo preguntando ¿Castro sí o
Castro nó?, poniéndolo a la par de cualquier gobernante sincero y probo.
Aunque él no fue ni lo uno ni lo otro. Por más amigo sea
del Papa y por más rostros de Tartufos que muestren al ‘soberano’; el obispo de Roma es una piedra de toque para saber certeramente
que sus convidados y sus compinches
son de mala ley.
Será recordado por su incitación
y apoyo a la guerrilla subversiva que
originó en nuestra patria cientos de muertos, de los que fue
co-responsable; razón suficiente para
que los argentinos de bien lo anatematicen.
Peor que Batista, sometido a los
yanquis, Castro convirtió la Perla del Caribe, renegando
de su raigambre hispanoamericana, en un cabaret para turistas adinerados, y un sanatorio para “viejas gordas” con
ínfulas de rejuvenecimiento. Eran dos
Cubas, la ostentosa del turismo y la publicidad, y tras bambalinas la real, con el pueblo
agonizando de hambre y de miseria; y el
país entregado al imperialismo soviético.
Si tomó partido por el
imperialismo soviético fue para tener
argumentos dialécticos contra el yanqui, pues él sabía, no puede haber sido tan ignorante, que el “paraíso” soviético era un infierno; y no le
importó instalar ese infierno en Cuba, con tal de cumplir con su infernal
ideología. Como la política cubana no
asume el lema nacionalista: ni yanquis
ni comunistas, no parece poder evadirse
de los unos ni de los otros; de un lado los comunistas, del otro los masones y
demócratas exilados en Miami. ¡Pobre Cuba!
Y si manifestó desembarazarse del imperialismo yanqui, fue
para entregarse plenamente al ruso-chino, lo que regocija a los marxistas de
todo pelaje, cuyo nacionalismo es simplemente una circunstancia dialéctica; estrategia
que también utilizan los demo-liberales,
para los cuales el nacionalismo es una
oportunidad financiera. Nada tienen que
ver estos malandras con amor a la Patria.
Además de aplicar ese falso y equívoco sonsonete, repetido al unísono por obispos,
periodistas políticos del Régimen: los marxismos, y en este caso Castro, luchan por el proletariado contra el
imperialismo.
Además de leer en este blog
“¿Quienes financiaron la revolución castrista? y “El cuento de la guerra fría”;
Alberto Falcionelli, en “Sociedad Occidental y Guerra Revolucionaria” (ed. La Mandrágora”, 1962, pg.
81 sgs.) enumera largamente las atrocidades cometidas por el castrismo, de
donde mostramos algunos párrafos
elocuentes; verdades conocidas, aunque
masones y marxistas y progresista
fingen ignorarlas por tozudez ideológica:
“Han trascurrido más de tres años desde que Fidel Castro se instaló en
el poder. Desde entonces pocas han sido las semanas en que este atleta de la
dialéctica televisiva y del paredón no haya formulado adhesiones cada vez más desenfrenadas, hasta que, en el
mes de noviembre de 1961 y, de nuevo, en enero de 1962, “confesara” su adhesión
incondicional, “desde la época de su juventud estudiantil, a las normas del
marxismo-leninismo”, y revelara que, durante la fase de la Sierra Maestra y en los
primeros meses consecutivos a la conquista del poder, había disimulado este fe
política y su voluntad de concretarla en Cuba, para “no asustar a los elementos
burgueses sin los que la empresa no hubiera podido triunfar”. Desde el primero
de enero de 1959, solapadamente primero, siempre más abiertamente luego, Cuba
ha ido insertándose en el campo del socialismo y colocándose, siempre con
decisión mayor, bajo la tutela mancomunada de Moscú y de Peiping. Año tras año
la dictadura castrista ha ido asumiendo
las características de la dictadura popular, tal como se la concibe y
condicionas desde la central moscovita…
“En primer ligar la economía. La instalación soviética es innegable en
la industria: todas las empresas fabriles confiscadas a los extranjeros han
sido puestas bajo supervisión y control ruso, empezando por las empresas
petroleras. Asimismo, la “nacionalización” de la propiedad privada urbana y del comercio ha sido operada según las
normas que entraron en vigor en la
URSS a partir de 1917, con motivo de la colectivización de la
economía. En lo que hace a la reforma agraria, brindada en ejemplo al resto del
continente, no se ha procedido a la repartición de la tierra a los campesinos
en propiedad individual, sino a su agrupación en una red de cooperativas
estatales dirigidas por agentes del
gobierno, cooperativas cuyos miembros han pasado así de la condición de peones
libres o de pequeños propietarios a la
de peones colectivizados, exactamente como sucedió en Rusia a partir de 1930
cuando se procedió a la creación de los koljozi y sovjozi, y en China, a
finales de 1958, con la creación de las Comunas del pueblo…
“ Estas medidas de tipo económico se acompañan con disposiciones del
mismo carácter en los campos gremial e ideológico; los sindicatos son meros
organismos estatales destinados, no ha la de servir de vehículo a las reivindicaciones
de los trabajadores, sino de medio de presión del gobierno sobre las masas
obreras, exactamente como en la URSS. Para
completar el paralelo, conveniente es señalar que la central obrera cubana ha
sido puesta bajo dirección comunista…
“ En el orden administrativo, puede comprobarse también la
transformación drástica de Cuba en Estado policial según las normas que
estuvieron en vigor en las URSS durante la fase del “Comunismo de Guerra”
(1917-1921); el régimen de terror impuesto a la isla se justificaría, según
Fidel Castro, por la necesidad de hacer frente con “vigilancia revolucionaria”
al “cerco imperialista”, temas constantes en sus charlas en la TV, como lo fueron en la boca
de Lenin y de Stalin en los momentos de grave tensión internacional y de agudo descontento
interior.
[Respecto a la relaciones del castrismo con la Iglesia católica, escribió
Falcionelli que los bolcheviques quisieron evitar enfrentamientos que crearían
mártires, empleando agresiones solapadas:]… “Se vuelve a repetir servilmente la
actitud asumida por la URSS,
después de muchos años de tanteo, cuando, a partir de 1934, Stalin llevó a cabo
en las filas del bajo clero una acción de propaganda tendiente a levantarlo
contra la jerarquía episcopal, método muy poco original, por lo demás, puesto
que no hacía sino actualizar aquello que la revolución francesa había intentado
con la Constitución Civil
del Clero. Con ello se busca, como en China, la creación de una Iglesia
nacional separada de Roma…los comunistas evitan atacar abiertamente a la
Santa Sede y confían esta tarea a los
llamados “cristianos progresistas” que en el seno mismo de la Iglesia, insisten en la
necesidad para ella de “democratizarse” y, para empezar, de desligarse, “después
de veinte siglos de errores, de la pretendida “civilización occidental” …