domingo, 16 de julio de 2023

 

Sermón imaginario


 El Evangelio de la Primera Pesca Milagrosa; la otra como saben tuvo lugar después de la Resurrección, fue la 9ª. Aparición de Cristo Resurrecto, si contamos la Ascensión como la 10ª. Las dos son simbólicas y poseen un simbolismo claro, simbolizan la Iglesia: 1ª, La Iglesia en la tierra, Militante; 2ª, la Iglesia en el cielo, Triunfante.

 

No voy a hacer hoy el paralelo entre estos dos símbolos, lo he hecho ya más de una vez, y lo puse en mi libro. Hablaré de algo importante que hay en este milagro, el nacimiento en el hombre de la religiosidad.

 

Hay un rasgo cómico en este milagro, que no escapó a Juan de Maldonado: el gesto de San Pedro. Hay rasgos cómicos en el Evangelio: o mejor dicho, humorísticos: lo cómico no está reñido con lo religioso: más bien al revés, lo humorístico es como el confín de lo religioso: aunque no lo crean algunos devotos almidonados que quisieran todos fueran tontamente solemnes, como ellos. Existe lo chistoso, lo irónico y lo humorístico, y todos tres pertenecen al género: “lo cómico”. Lo chistoso es lo superficial: lo irónico está en el confín entre lo superficial y lo ético; y lo humorístico en el confín entre lo ético y lo religioso. Lo religioso no es lo humorístico, pero hace uso de lo humorístico. Lo religioso es patético; es decir, serio y afectivo.

 

San Pedro se arroja a los pies de Cristo y dice: “Apártate de mí, Señor, porque soy un hombre pecador”. Maldonado ve lo cómico e increpa a San Pedro diciendo: “Pedro, no puede apartarse, estáis los dos en la misma barca, y ésta, llena de peces; y por el hecho de ser pecador debes decir: “Acércate a mí, Señor, y no apártate de mi”…Pero el gesto de San Pedro es cómico por fuera, y muy serio por dentro; como son tantas cosas en la vida; y en realidad todo lo humorístico (que no es lo puro chistoso o chusco) es siempre así: tiene un carozo serio. Los chistes de Tía Vicenta, p. ej. no son humor, en general: son chuscadas, o a lo sumo sátira, es decir, ironía: la cual está, como  dije, entre lo superficial y lo ético, mientras el   “humor” está en el confín de lo religioso. Por ejemplo si yo digo: “¡Oh, dichosos tiempos de la niñez, cuando a uno le dan azotaínas”, hago un chiste o una ironía: pero si digo: “¡Oh, dichosos tiempos de la niñez, PORQUE a uno le dan azotaínas!”, hago humor (aunque sea barato) porque eso tiene miga. Parodia ese lugar común del vulgo: “¡Oh, los  dichosos tiempos de la niñez”, que es bastante discutible.

 

Lo que hay de serio en San Pedro es el nacimiento de la religiosidad. ¿De donde nace la religiosidad, ese afecto que es previo a la religión, y es inherente a la naturaleza humana? ¿Del miedo? Un poeta latino muy corrompido lo dijo así:

 

A los primeros Dioses en el mundo

El miedo los creó

Al caer los rayos fulgurantes…

 

Y eso repiten hoy algunos psicólogos (pseudopsicólogos) como Ribot y Leuba.  Con lo cual saltan algunos pseudopsicólogos cristianos y gritan: ¡Mentira! ¡La religiosidad nace del amor!, y también se equivocan.

 

La religiosidad es un afecto más profundo que las 9 “pasiones” de Aristóteles: es una mezcla de temor (no terror) con admiración y a veces amor, pero no es un efecto compuesto: es simple y primitivo, quizá el más primitivo de todos, la primera determinación de la afectividad. Exactamente dicho es un “sobrecogimiento”, una impresión de apocamiento, anonadamiento, o “indigencia” (como lo llama Santo Tomás) delante de una cosa grande, más grande que el hombre, inmensamente grande aunque no terrorífica, que los ingleses expresan   con la palabra (intraducible en castellano) AWE; digamos “reverencia”.

 

Este afecto irrumpió en San Pedro al ver un hombre que sin decir una palabra hizo que los peces, que son el bicho más pícaro que existe, se precipitaran todos a las redes. Pedro había visto ya los milagros de Cristo, incluso uno que quizá no le hizo demasiada gracia, cuando Cristo le curó la suegra. Pero este milagro pescaderil fue el que lo anonadó, lo hizo sentirse pecador, y poca cosa –y nada.

 

Como Uds. saben Cristo llamó tres veces a sus Apóstoles: primero a su amistad, a que fuesen sus camaradas; 2º a la religión A, a que fuesen sus  Discípulos; y 3º a  que fuesen sus Apóstoles. Al comienzo fueron Simón, Pedro y Andrés su hermano, que eran discípulos del Bautista, adonde Jesús y le dijeron: “Señor ¿Dónde vives?” y El respondió: “Vengan a  ver”, y los llevó a su carpa y allí pasaron la noche; “camaradas” literalmente; después de lo cual se  volvieron a sus barcas y redes; diciendo sin duda:”Si es simpático, pero  muy muy santo no parece, no tan santo como el Bautista. Puede que sea el Mesías, el Bautista dijo algo de eso, pero realmente no lo parece. En fin, ya veremos, vamos a volver otro día a oírlo, dice cosas estupendas” –primera llamada.

 

La segunda vez los llamó a la religiosidad. A que fue en esta ocasión, a creer   que Él era algo sobrehumano, el Mesías, enviado de Dios; por lo cual dice el Evangelio de Dios “dejadas sus redes y sus barcas y su padre (en el caso de Yago y Juan--) lo siguieron”. La 3ª llamada fue cuando bajando del monte, donde había orado toda la noche, uno por uno los llamó a todos por sus nombres, y los hizo de Discípulos, Apóstoles –o sea Enviados.

 

La religiosidad no es la religión; pero sin religiosidad no puede haber verdadera religión, ella es la  base. Hay tres clases de religiosidad, la religiosidad A, la religiosidad B y otra intermedia, la religiosidad A’, por llamarla así. Esta distinción no es moco de pavo.

 

La religión A es la correspondiente a la religión natural (“dentro de la inmanencia, que diría Paco Romero) la religión de los paganos (religiosos) como por ejemplo en nuestros días Ghandi y (quizá) Ramakhrisma; y en la antigüedad innumerables nombres, Sófocles, Alejandro, Cicerón, Catón, César, Epicteto… Es la religión dentro de los límites de la razón: pues la razón humana puede conocer (y debe) la existencia de Dios, de la ley moral, y de la sanción justa de justos y malvados; y por ende, también la vida futura. Porque lo que es en esta vida, la sanción justa de justos y malvados…Esto es absolutamente necesario creer para salvarse, por creerlo efectivamente, no saberlo solamente de memoria. Desta religión A, por medio de un “salto cualitativo” se pasa a la religión B.

 

La religiosidad B corresponde a la religiosidad sobrenatural; es decir, a la religión del Misterio, el Cristianismo. Esta debe tener como soporte la religión A dentro della; de otro modo es cristianismo endeble o “mistongo”; supuesto que la Fe se asienta sobre la Razón, en lo que llaman los Preámbulos o Vestíbulo de la Fe; o sea las cosas arriba dichas; porque la Fe es razonable, y creer una cosa sin tener fundamento serio, es superstición o bobería.

 

Esta es la razón, creo yo, de que tantos que salen de colegios religiosos, pierden después la Fe –no digamos de los colegios irreligiosos, esos no pueden perderla, porque nunca la han tenido, si es que Dios no ha hecho un milagro. Este muchacho aquí es bautizado, confirmado, primocomulgado, y durante 5 años ha oído misa y comulgado todos los días porque lo llevaban; sale del colegio, y a los seis meses es comunista, como el Doctor… bueno, el doctor N.N. hay muchos. Probablemente le fallaba la base, es decir, la religión A.

 

Pero, ¿no le enseñaron Apologética en 4º año? Si. Yo he enseñado con valentía Apologética en un Colegio con el bendito manual de Marín Negueruela. Eso no sirve. (¿o será que yo no sirvo?). La Apologética es una falsa ciencia: se propone responder a todas las objeciones contra la religión a la vez; es decir, refutar todas las herejías en ensalada rusa: la existencia de Dios y el proceso de Galileo, la inmortalidad del alma y la Inquisición Española, el infierno y la evolución de Darwin… No da resultado, los muchachos se aburren y salen creyendo menos que antes. Debe estar bien, ya que lo hacen; pero… yo cuento una experiencia.

 

Sospecho que es mejor cambiar la cátedra de Apologética por una Cátedra de Religión A: que Dios existe y es premiador de buenos y castigador de malos, que San Pablo dice es lo esencial: “Para aproximarse a Dios, es necesario creer que Él es y que a los que lo amen los recompensará”, dice el Apóstol.  Para enseñar eso no se  necesita un año entero con tres clases semanales, sobran seis meses con una clase. Y eso es indispensable, dice San Pablo.

 

Dirán Uds. De que sirve ese galimatías de Religiones Alfabéticas ¿no somos ya todos cristianos, somos por caso paganos? Puede servir aunque más no sea, para la educación de los niños. Días pasados me pidieron una conferencia sobre: El niño y la Religión. Respondí que yo nunca he tenido niños; pero luego recordé que yo también he sido niño –aunque parezca mentira. De modo que si diera la conferencia, diría en suma que a los niños hay que enseñarles la Religión A. Y  entonces ¿porqué la Iglesia nos embute el catecismo en la cabeza cuando niños, que es la Religión B? La Iglesia es sabia. La sabiduría de la Iglesia nos embute en la cabeza la Religión B en forma mitológica (lo mismo que bautizarlos recién nacidos) la religión B hay que darla al niño en forma de mitología, o sea, cuentos de hadas, pero cuentos que son verdad: el niño Jesús, la estrella de Belén, los Reyes Magos, un padre en los cielos, una madre en los cielos María Santísima, y también que a Jesucristo lo mataron los judíos ¿y quien si no? Y después resucitó. No hay que cargar sobre  el niño el peso de la Cruz, lo saben las madres, empezando por la Iglesia, instintivamente. Si tienen la religión A en envoltura de imágenes, más tarde cuando sus intelectos choquen con el Misterio, adquirirán o asimilarán la Religión B, --si quieren.

 

Kierkegord quien fue educado frente a un crucifijo y frente al Pecado, decía: “Yo nunca conocí el Jesús de los niños”, y su padre solía decirle: “Pobre niño, vas a una desesperación tranquila” Pero deso tenía la culpa el padre.

 

Se puede errar aquí por exceso, como antes marqué el error por defecto; porque para ser profesor de religión no basta ser peronista, como pasó en otros tiempos –y ahora tambien a veces.

 

No hay más tiempo, y no he hablado de la Religión A’, ni de otros puntos que habría que precisar; paciencia, ya habrá ocasión, hay más dias que longanizas –si es que Dios nos prolonga los dias de la ya longa vida… A mi me van a sobrar longanizas.

 

Dirán Uds. ahora: ¿Tuvieron los Apóstoles la Religión B después de haber sido llamados al Apostolado? Pues no, creo que no todavía… ¡Después de Pentecostés! Como ven la Religión B no es cosa de soplar y hacer  botellas.+

 

Padre Leonardo Castellani.

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