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La degradación moral es empleada
como sistema político revolucionario por
los marxismos.
Párrafos
de la profética novela ‘DEMONIOS’, del
extraordinario escritor ruso Fiodor Dostoyevsky (Obras completas. Ed. Aguilar,
t.III, 1347) donde narra la actuación de
ciertos personajes demoníacos que fueron predisponiendo el proceso
revolucionario que gestó la espantosa tiranía comunista en Rusia. Para
comprender en toda su perversidad al
comunismo recomendamos leer la novela completa.
Es
de notar la similitud con la corrupción
impune, los ataques a la religión, el resentimiento organizado, la desocupación, la violencia prepotente e incontrolada, la miseria, etc. que hoy día
están fomentadas desde el gobierno KK en muestra Patria, y que pueden
arrastrarnos a una situación semejante a la rusa. Si Dios lo permite por
nuestros pecados…
“Oiga usted: nosotros, al principio,
armaremos tumultos –dijo Verjovenskii, atropellándose de un modo horrible,
tirándole a cada momento a Stavroguin de la manga derecha-. Ya se lo he dicho,
penetraremos en el mismo pueblo ¿No sabe usted que ya somos enormemente
fuertes? Los nuestros no son solamente los que degüellan y queman, los que
hacen blancos clásicos o muerden. Esos no hacen más que estorbar. Yo, sin
disciplina, no comprendo nada. Porque yo soy un tunante, no un socialista
¡ja,ja! Oiga usted; yo los tengo contados a todos: el maestro que se burla de Dios y de su cuna, ya es nuestros. El
colegial que mata a un campesino para experimentar emoción, ya es nuestro. El
jurado que absuelve de todos los crímenes, nuestro. El fiscal que teme
mostrarse en el juicio poco liberal, nuestro, nuestro. Los administradores, los
literatos, ¡oh, nuestros!, terriblemente nuestros, y ellos mismos lo ignoran.
De otra parte la obediencia de los colegiales y de los imbéciles ha alcanzado
su más alto grado; a los profesores se les ha reventado la vesícula de la hiel;
por doquiera, una vanidad de proporciones desmedidas, un apetito bestial,
inaudito… Sabe usted una cosa, sabe usted una cosa: ¿a cuantos cogemos con las
ideicas ya preparadas? Cuando salí de Rusia hacía furor la tesis de Littré,
según la cual el crimen era una locura; vuelvo…, y ya el crimen no es una
locura, sino precisamente el buen sentido, casi un deber, por lo menos una
noble protesta. Vamos ¿cómo no ha de matar el hombre culto si necesita dinero?
Pero estos son sólo ligeras muestras. El dios ruso ha huido ya ante el alcohol.
La gente se emborracha, se emborrachan las madres, se emborrachan los hijos;
las iglesias están desiertas, y en voz alta se dice: ‘doscientos palos o saca
un litro de aguardiente’. ¡Oh, deje usted que crezca esta generación! ¡Lástima
únicamente que no haya tiempo para aguardar, sino, podrían emborracharse aún
más! ¡Ah, qué lástima que no haya proletarios! Pero los habrá, los habrá, a eso
vamos…
Lástima también que nos hayamos
entontecido –murmuró Stavroguin, y echó a andar otra vez.
Oiga usted, yo mismo he visto a un chico
de seis años que llevaba a su casa a su madre ebria, y ésta le iba diciendo
unas palabrotas hediondas ¿Cree usted que eso me alegró? Cuando caigan en nuestras
manos los curaremos… Si es menester, los enviaremos por cuarenta años a un
desierto… Pero una o dos generaciones depravadas son ahora indispensables; de una
depravación inaudita, ruin, en que el hombre se convierta en un ser asqueroso,
cobarde, cruel, egoísta… ¡Ha aquí lo que hace falta! Y, además, sangrecita fresca para que se
acostumbre…”