¡VIVA CRISTO REY!
¡VIVA MEJICO CATÓLICO!
¡VIVAN LOS CRISTEROS!
Extraje de SISINONO Nº 228/230, párrafos
textuales (escritos en negritas), dedicados a la lucha heroica
de los cristeros mejicanos, de un artículo, que se titula: MIEDOS
Y SILENCIOS, relativo a la intervención
inconcebible del gobierno de EEUU –presuntamente “cristiano”-- en favor del
comunismo, en esa nación profundamente
católica--. Esto no debe sorprender teniendo
presente la acción política yanqui; traicionando a los hispanos desde la época
de la Declaración Monroe, y ayudando al bolchevismo en el siglo xx.
Aunque narra hechos acontecidos
hace casi un siglo, es de extrema actualidad, ya que intervinieron en la bárbara
persecución masónica contra los cristeros, las mismas entidades que actualmente
mantienen el mimo propósito: hacer desaparecer a la Iglesia Católica,
desacralizándola, eliminando el Santo Sacrificio de la Misa, englobándola en el
mundo UNO totalitario. Ellas son: la Masonería y EEUU; cuentan con el apoyo del Vaticano actual,
pues tras su estudiada displicencia es liberal.
SITUAIÓN DE LA IGLESA
EN MÉXICO, DURANTE LAS PRIMRAS DÉCADAS DEL SIGLO XX:
El empeño de los
gobiernos mejicanos para hacer desaparecer a la Iglesia Católica fue de una
ferocidad diabólica.
Como muestras de lo
escrito, leemos en SISINONO: “El deporte preferido de los federales no
era matar cristeros, adversarios temibles e invencibles en el terreno, sino
cebarse con la población civil, con los católicos no combatientes, y ahorcarlos
en los postes telegráficos y junto a las vías del tren, a lo largo de
kilómetros y kilómetros. Se empleaba la tortura sistemáticamente, tanto para
obtener información como para prolongar el suplicio y obligar a los católicos a
rengar de su fe, y las tropas gubernamentales gritaban ¡‘viva el demonio!,
profanaban las iglesias horriblemente: entraban en ellas a caballo y hacían
pisotear las Sagradas Hostias bajo los cascos de sus monturas, transformaban
los altares en mesas para comer y el resto de los templos en establos, profanaban
y fusilaban las imágenes sagradas, se disfrazaban con los ornamentos sagrados y
se comían las Hostias consagradas mientras bebían café con leche en los cálices…”
Más aún que la
persecución gubernamental, el mayor fervor de los cristeros en defender la
Religión fue originada por una “medida
inaudita hasta entonces en la historia de la Iglesia”, decretada por el CEM
(Comité Episcopal Mejicano) y aprobada por el Papa Pío XI: la suspensión del culto público. El cierre de las Iglesias y la privación
de los sacramentos fue la gota que colmó el vaso de la paciencia mejicana, en
momentos en que cientos de cristeros, mártires potenciales, necesitaban
imperiosamente la asistencia sacerdotal.
La aprobación de Pío XI no debe sorprender considerando su confuso concepto
de los nacionalismos, defensores de Dios y la Patria, recordando la trágica excomunión
de Acción Francesa, su desistencia ante el comunismo en España, la condena del
Fascismo y del nacional-socialismo, porque consideraba que allí la juventud se
formaba sólo en virtudes naturales, sin comprender que era el medio apropiado
–deportes, disciplina y alegría de vivir-- para llegar a las trascendentales.
Creyó que la juventud debía participar en la desubicada, individualista, inoperante
e infructuosa “Acción Católica”. Resultado: la degradación de la juventud
parece hoy día irreversible; impulsada por la propaganda mundial. ¡La Jerarquía
de la Iglesia poco y nada se hace oir en su defensa !
El CEM postulaba la línea conciliadores, diplomática, pero en 1926/29
estalló una verdadera guerra civil. “Roma
callaba en lugar de seguir denunciando la barbarie comunista: las tropas
federales asaltaban y fusilaban sin freno alguno: los gobernadores de los
Estados mandaban ahorcar a los líderes católicos”.
“Por todo ello, era más evidente que el acorralamiento
feroz que sufría el pueblo mejicano era lo que lo llevaba a la guerra. Este
pueblo, que lo había soportado todo
hasta entonces del despotismo masónico y comunista, como antes lo había
aguantado todo de los bandidos que
asolaban Méjico: el látigo, la expoliación, la miseria; que había sido privado
de sus tierras, de sus otros bienes, de sus libertades, de su honor nacional,
no pudo sufrir que se le privara de los sacramentos de su religión, no pudo
aguantar que se le privara de Cristo sacramentado y, poniendo por obra las
enseñanzas de la religión católica que dice ue no sólo de pan vive el hombre, y que la ´única
muerte que ha de temer no es la del cuerpo sino la muerte eterna, fue a la
guerra en nombre de Cristo Rey y de la Virgen de Guadalupe.
CONCORDANCIA ENTRE EL
EPISCOPADO MEJICANO Y EL PAPA PÍO XI CON EL GOBIERNO DE LOS EEUU DE
NORTEAMÉRICA CONTRA EL CATOLICISMO CRISTERO MEJICANO:
La reacción de los obispos fue pésima. Los pastores escaparon de sus Sedes abandonando
a las ovejas en las garras de los lobos. El obispo de Chihuahua amenazó con
excomulgar a los cristeros. Sólo un Obispo permaneció en su puesto; y de unos
3.500 sacerdotes de todo Méjico, sólo un centenar “se negó a obedecer a la jerarquía: entró en la clandestinidad para
auxiliar al pueblo.”
“Al redoblarse la violencia de la persecución religiosa
el CEM se trasladó a los EEUU de Norteamérica y se instaló allí, en lugar de
pasar a la clandestinidad y ponerse bajo la protección de los insurgentes, que
continuaban yendo al martirio y desangrándose en los campos de batalla
prácticamente sin sacramentos. El CEM sufrió en Norteamérica la presión
constante del Departamento de Estado… Los obispos norteamericanos se sumaron a
la infamia y sólo le dieron a los cristeros, pese a las promesas de ayuda,
limosnas insultantes…
Por lo demás, los obispos norteamericanos conocían bastante
bien lo que estaba pasando en Méjico, no ignoraban que su país estaban detrás
de toda clase de horrores, que un gobierno bolchevique, sostenido por la Casa
Blanca, quemaba millares de aldeas, arrollaba a mollares de personas a los
caminos y a veces los ametrallaban, robaba las cosechas y el ganado para matar
luego a tiros a los animales que no habían podido llevarse, deportaba a poblaciones
enteras envagones de trenes para transportar ganado y después hacía morir de hambre a los
sobrevivientes en auténticos campos de exterminio erigidos en los pantanos”.
“De hecho, hubo dos obispos que movidos por la vergüenza
ante la acción el gobierno estadounidense, confesaron algo de lo que sabían: Monseñor
Curley, arzobispo de Baltimore, abril de 1926 escribirá: Carranza y Obregón
reinaron en Méjico merced al apoyo de Washington, Eran ametralladoras norteamericanas
las que abrieron fuego, hace unas semanas, contra el clero y los fieles de San
Luis de Potosí. Provenían de nuestro país, los fusiles que se emplearon contra mujeres
en Méjico, para profanar la iglesia de la Sagrada Familia. Somos nosotros
quienes, por conducto de nuestro gobierno armamos a los asesinos profesionales
de Cales; nosotros quienes los sostenemos en la ejecución del abominable plan que
éste se ha trazado para borrar hasta la idea de Dios del corazón de millones de
niños mejicanos. Sólo con que Washington consistiera en no ocuparse ya de
Méjico, con que suspendiera la ayuda
desleal que le presta al actual régimen bolchevique, Calles y su banda, no
durarían ni un mes”.
“Monseñor Arthur Drossraerts , arzobispo de San Antonio
(Tejas): ¿No apoyamos al odioso Carranza? ¿No sostuvimos al aquel viejo bandido
de Pancho Villa? ¿No elevamos a Álvaro Obregón a la presidencia de la
República? ¿No estamos alimentando la amistad de Calles al procurarle los aviones
con los que bombardea hoy a esos hombres heroicos que mueren por su fe en el
Estado de Jalisco? Es el aplastante poder de los Estados Unidos el que aporta
un sostén ilimitado a los bolcheviques mejicanos, el que deputa un embajador a
Calles y a sus hijos, el que vigilia celosamente las fronteras para impedir que
la más mínima caja de municiones llegue a las manos de esos hombres heroicos
que luchan pr su honor y su libertad”.
El martirio mejicano
continuó con tortuosas maniobras diplomáticas donde intervinieron el gobierno
yanqui en pleno, el embajador Narrow, etc. y el episcopado mejicano acompañado
por el yanqui. Inclusive proponiendo agresivas decisiones políticas y bélicas. Siempre
escondiendo la mano para “tirar la piedra” contra los cristeros.
Sólo nos resta rezar
por los mártires cristeros y admirar su hombría, para que sean ejemplo a nuestro
pueblo católico.
Queda al descubierto,
además, la maniobra subrepticia que practica USA, CONTRA TODOS LOS
NACIONALISMOS, promoviendo y apoyando insurrecciones, fomentando guerras
civiles, proveyendo armas para que los pueblos se maten entre sí hasta la
extenuación. Obligándolos entonces a recurrir a los préstamos usurarios que los
someterán al gran capital eternamente. Estas guerras fueron planificadas
principalmente para acrecentar los beneficios de la industria bélica yanqui.
AREGENTINOS: CARECEMOS
DE LA NECESARIA RESPONSABILIDAD Y DEL PATRIOTISMO PARA DEFENDERNOS DE UNA
GUERRA QUE ATACA A DIOS, LA PATIA LA FAMILIA Y LA JUSTICIA SICIAL
APRENDA EL PUEBLO Y
NO LO OLVIDE: ¡USA/ISRAEL, Y LA “OTAN” (MASONERÍA),
ACOMPAÑADOS CON EL MIEDO Y EL SILENCIO DEL VATICANO PROGRESISTA DEL PAPA
FRANCISCO SON NUESTROS ENEMIGOS NATURALES! ¡Y NOS DECLARARON UNA GUERRA SUBREPTICIA, ANIQUILADORA,
DESCUARTIZADORA! ¡PARA DEJARNOS BAJO EL PODER DEL SEÑOR DEL MUNDO!
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