viernes, 18 de noviembre de 2022

  

2ª  PARTE.

CASEROS…HACE CIEN AÑOS…

VICTOR LUIS FUENTES.

 

Hasta el Gobernador delegado de la Provincia de Santa Fe, señor Domingo Cullen, con fecha 29 de enero de 1838, dirigíase al Gobernador Juan Manuel de Rosas y le expresaba, después de varias e interesantes consideraciones:”…la sabia dirección que ha dado a las R.E., y por la política y tino con que se ha conducido en los negocios más complicados de la nación sosteniendo su honor y dignidad, y promoviendo su soberanía, tranquilidad y engrandecimiento ha llenado al infrascripto de la más agradable satisfacción= Por lo que conoce a no dudarlo, que mientras estén encomendadas a V.E. los altos destinos de la Patria, nadie osará impunemente turbar el orden de que gozan los pueblo confederados, ni habrá tampoco quien logre destruir nuestras libertades, como torpemente lo ha intentado un antiguo apóstol de la tiranía Santa Cruz… y sólo le reta felicitar a V.E. y en su respetable persona al Gran Pueblo de Bs. As.  Y a la República toda por la época venturosa que ella debe prometerse de su saber y patriotismo”. (Carta inédita, en Arch. Hist. de Santa Fe, vol. 2197).

 

“Hasta el final de su existencia política en nuestro país, opina el constitucionalista  dr. Matienzo –adversario por ideas a Rosas—contó con la colaboración de gran número, sino de la mayoría, de las principales familias de la ciudad de Buenos Aires y el resto de la República…”.

 

“Formando la lista de los miembros de cualquiera de esas legislaturas de la época de la Tiranía (insiste Matienzo) y muy especialmente de los  años 1850 y 1851, que fueron los más obsecuentes y serviles respecto de Rozas, se encuentran los nombres y apellidos  de todos los altos ciudadanos que actúan hoy en las más elevadas capas sociales. Porque es práctica entre nosotros que los nietos lleven el nombre de sus abuelos; y así se encuentran ustedes en la legislatura del año 1851 a Roque Sáenz Peña, Saturnino Unzué, Lorenzo Torres, Agustín Pinedo, a los Anchorena, Oromí, Pacheco , y otra infinidad de personas de las principales familias de la sociedad de Buenos Aires, y si van al resto de las provincias verán que los nombres de los actuales gobernantes  es el mismo que el de los miembros conspicuos de las respectivas ciudades que figuran en las legislaturas de los años 1850 y 1851”

 

“Hubo hombres tan eminentes como  el doctor Dalmacio Vélez Sarfield (comenta Matienzo) que había sido miembro del Congreso del año 1825 en la época de Rivadavia, y que fue después redactor de nuestro Código Civil, --en compañía del dr. Acevedo--, diputado, ministro nacional y hombre de influencia política innegable, que firmaron y publicaron cartas dirigidas al dictador, a fines del año 1851, cuando ya el ejército de Urquiza estaba en campaña, en la que ofrecían su fortuna, su vida y su fama, para defenderlo contra aquel” (Matienzo, Derecho constitucional).

 

Bernardino Rivadavia (h) explicaba su resolución en una carta fechada en El Cerrito en noviembre de 1843, dirigida  Nemedia de la Peña de Santillana. “… el ejército de los americanos libres  y federales, y que estaban desengañados  del estado político de nuestros países; veía que para  conservar nuestra libertad, independencia y sosiego se necesita un gran hombre que era sin duda alguna el Restaurador Don Juan Manuel de Rosas, en la República Argentina, y el Presidente don Manuel Oribe en el Estado Oriental, que de otro modo serían nuestros países la presa…”, “que su hermano Don Martín y él estaban en casa del Señor Coronel Don Marino Maza, que era un caballero en toda la extensión de la palabra, y no como lo trataban esos imbéciles desnaturalizados…” (A. Zinny, Hist. De la prensa periódica de la R, O, del Uruguay. 1807/ 1852).

 

Don Julio Victorica en su obra “Urquiza y Mitre” al respecto dice: “…merece consignarse un detalle curioso.  El vecindario de Bueno Aires, cuando ya se conocía el  pronunciamiento de Urquiza, hizo por escrito una manifestación  o plebiscito a favor de Rosas. Los doctores  Dalmacio Vélez Sarfield y Rufino de Elizalde, por estar ausentes de la ciudad no lo suscribieron, pero  a su regreso, dos o tres días más tarde, firmaron los dos una carta colectiva, adhiriéndose con la misma espontaneidad y entusiasmo que los demás. (Ésta se publicó en Archivo Americano). Es bueno que este antecedente se tenga en cuenta (prosigue el citado) al considerar la acción o el papel desempeñado por estos dos ciudadanos. Puede agregarse también, como prueba de lo que era el país en aquella época—que le ley de la legislatura de San Juan, en que se declara “loco” a Urquiza, tiene la firma del Dr. Rawson”.

 

El español Don Benito Hortelano, que era librero y editor, escribió varios años después de Caseros (en Memorias): “Cuando se supo en Buenos Aires el pronunciamiento de Urquiza, la sorpresa fue tan grande así como el anatema fue general…”. “Desde el día que Rosas declaró a Urquiza traidor, con el agregado del lema, las manifestaciones se sucedieron unas a otras”. “El día de San Martín el pueblo en masa acudió a Palermo a felicitar al general rosas”, “… rodeándole, abrazándole y desgañitándose en aclamaciones y locuras al gran Rosas”.”Los teatros también preparaban funciones patrióticas. Don Pedro Lacasa compuso otra pieza cuyo argumento era la traición y derrota de Urquiza. Otra compuso Don Miguel García Fernandez sobre el mismo objeto. En una y otra función el entusiasmo llegó al colmo. Don Lorenzo y Don Enrique Torres,  el doctor Gondra y otros patriotas federales pronunciaron discursos entusiastas”. “…Quitados los caballos del coche de Manuelita, se disputaron las varas”. “…recuerdo a don Santiago Calzadilla, continúa Hortelano, al hijo, al doctor Agrelo, a don Rufino  Elizalde, a Gimeno, a don Rosendo Labardén y a Toro y Pareja…”

 

Una prueba más de su popularidad, de su afianzamiento en las altas y bajas esferas, de su necesidad para el gobierno, no solamente de la provincia de Buenos Aires, sino nacional, por su prestigio indiscutible (ya que ejercía un verdadero protectorado, por expresa voluntad delegada de las provincias, según consta en las resoluciones de las mismas donde le ofrecen reiteradas veces hasta el mando de sus propios ejércitos) es la repulsa unámine,  –excepto Corrientes—a la actitud del Gobernador de Entre Ríos. No olvidemos, además relacionados con estos hechos afirmativos de la unificación en el mando, que el general José de San Martín, nuestro Libertador, en sus últimas epístolas lo trataba de Presidente de la Confederación Argentina

 

Transcribo a  continuación, por ser , sobre todo, casi desconocida, una parte o fracción de las leyes que la Sala de Representantes de la Provincia de Santa Fe dictara en el año del pronunciamiento. La primera (7 junio 1851) no insertada en el Registro Oficial de esta provincia, ni en la colección de Leyes y Decretos, por motivos que ignoro, inédita hasta el presente, se refiere a la no aceptación de la renuncia que anualmente hacía de sus cargos el Gobernador de Buenos Aires. Dicen sus exaltados considerandos:

 

“Que ya es un dogma en la opinión y creencia de los pueblos, gobierno e hijos de la Confederación Argentina, el que sólo el ilustre Sr. General Rosas ha podido salvar tantas veces a la Nación del inminente peligro en que se ha visto, y levantarla gloriosa y esplendente  hasta el asombro de toda la tierra: que sólo ese inmortal Rosas puede conservar a expensas de un saber singular,  y de sus inimitables sacrificios y enérgicos trabajos, los derechos sagrados de la República…” (Actas de la Cámara de Representante de Santa Fe, foja 43).

 

La segunda, como la anterior, dictada en la Sala de Sesiones de la Cámara de Representantes, compuesta por Urbano de Iriondo, Domingo Crespo, Pujato, Febre, etc. Publicada en el Registro Oficial, en Leyes y Dercretos, y en estudios personales, como el de C.T.Argimbau (diario Santa Fe, 1º febrero 1925) dice:

 

“Considerando que el pérfido gobierno del Brasil, aliado torpemente con el loco traidor salvaje unitario Justo José de Urquiza y del bando salvaje unitario que éste caudilla,  ha provocado a la Confederación Argentina a una guerra suscitada con inaudita violación de toda justicia y palmatoriamente atroz y bárbara, sin causa, sin declaración y sin miramiento alguno a la  independencia, libertad y honor de un Estado soberano; que esta agresión horrenda del extranjero ha tenido  el loco traidor Urquiza y demás salvajes unitarios la negra infamia de aliarse contra la Patria  un Poder extraño y atentatorio a los derechos de la Confederación Argentina, dando así  un escándalo monstruoso de alevosía y barbarie con que los salvaje traidores unitarios se comportaron siempre contra nuestras instituciones, contra la paz y el orden público de los pueblos; y últimamente considerando: que hoy ha llegado el caso en que todo el país digno, libre y señor de sus derechos, impenda con heroísmo y gloria todo su poder, sus virtudes,sus propiedades y sus hijos en sostén de la sagrada causa que defienden los que integran la Confederación Argentina, y que cada uno se apura a llenar tan santa  y americana obligación, bajo la sabia y poderosa dirección del Supremo Jefe de la Nación, el eminente y esclarecido General Don Juan Manuel de Rosas, con el cual debemos triunfar o morir según la más vidente justicia y nuestros públicos juramentos; que en uso de las facultades ordinarias y extraordinarias que competen a la soberanía del pùeblo de Santa Fe, y de acuerdo con el sentimiento uniforme y profundo de sus habitantes, acuerda y sanciona con valor y fuerza de ley, lo siguiente:

“Ar. 1º- Se faculta plena y omnímodamente, sin limitación ni excepción alguna, al Poder Ejecutivo de la Provincia para que sin más orden ni autorización ninguna disponga de toda la Provincia, de sus hijos, propiedades y cuanto sea util en la defensa de la santa causa federal, y ponga desde luego en ejecución vigorosa todas las providencias que a este fin conduzcan.

Art. 3º- La presente ley será firmada por todos los señores representantes.

 

Con idénticos conceptos se pronunciaron las restantes Legislaturas provinciales. Catamarca, que había actuado de acuerdo a Tucumán, Salta y Jujuy, calificaba los hechos acaecidos de “pronunciamiento civil, ilegal en sus medios, funesto y antinacional en sus fines  El gobernador Saravia, escribe Saldías en su Historia de 

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