En la década de 1930 fuerzas
anticristianas: masones, comunistas, republicanos, anarquistas, apoyados por
protestantes y judíos, instauraron la oprobiosa república roja en España,
destruyendo Iglesias, asesinando sacerdotes y patriotas, arrasando con odio teológico todo lo
español, alentados por el grito del masón Azaña: ¡España ha dejado de ser católica!
Políticamente España ya era un vergonzoso
satélite de la Unión
Soviética , cuando el 18 de julio de 1936 se inició la Cruzada para reconquistar
por segunda vez a España de las garras de sus enemigos.
En el glorioso Alcázar de Toledo, ubicado
en pleno territorio enemigo, al
conocerse el Alzamiento Nacional, se
refugiaron inmediatamente un par de miles de militares, falangistas,
civiles, mujeres con niños que pretendían protegerse de la barbarie comunista;
casi sin alimentos ni remedios, pero con fe sobrenatural en Dios, fue el
símbolo de la lucha entre nacionalistas y rojos.
Contra el Alcazar, para asesinar a todos
los refugiados, los rojos lanzaron más
de 10.000 milicianos; 3500 disparos de cañón del 15.5; más de 10000 cañonazos
de calibres inferiores; 30 ataques aéreos; 10 incendios con gasolina; dos
voladuras con minas, una de las cuales de 5000 toneladas de dinamita; etc…¡Con el apoyo alborozado de las 'Grandes potencias'!
Todo en vano, pues la fe en
Dios y la gloria de España defendieron
el bastión hasta que fue liberado por las tropas nacionalistas luego de 70 días de criminal asedio
La
epopeya del Alcázar
(Elocuentes párrafos del
patriótico “Mensaje a los defensores del Alcázar de Toledo” pronunciado por
JOSÉ MARÍA PEMÁN,
en 1936, un par de meses después de comenzada la Cruzada , desde el
micrófono de Radio Jerez; recopilado en
“Arengas y crónicas de guerra” 1937).
CABALLEROS CADETES, DEFENSORES TODOS DEL
ALCÁZAR DE TOLEDO:
A
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hora
que las campanas de España nos han dicho vuestra liberación, es tiempo que os
enteréis. Durante todo este tiempo de gloriosa resistencia, cuando más
encerrados y cercados os creíais vosotros entre los muros del Alcázar, más
desparramados habéis estado por el mundo y más plantados en el centro de él,
ante la vista y el asombro de los pueblos. Durante tres meses, vuestras
fronteras materiales de piedra han estado sobre vosotros agobiadoras y
asfixiantes; pero vuestra frontera de luz y de fama corrían, allá lejos, por
los confines del mundo. En Berlín, el botones del hotel donde se hospedaba
Eugenio Montes –el dulce escritor de la prosa de gaita-, le preguntaba cada
mañana por los cadetes del Alcázar; y el paisano bearnés que iba de madrugada,
por la vereda, con su manso carrillo cargado de botellas de leche, abandonaba
las riendas para mirar en el periódico el cliché
de vuestro nuevo Sagunto; y el pilluelo de Nueva York aprendía a descifrar, por
causa vuestra, el duro nombre del Alcázar y el dulce nombre de Toledo; y aquel
profesor alemán, en un periódico berlinés, definía con énfasis de dogma:
“España ha batido el record del heroísmo en Numancia; ahora ha superado ella
misma su propio record”; y Carlos Maurras, con su duro francés latinizado,
proclamaba desde las columnas de l’Action Francaise: “Los defensores del
Alcazar deberán ser citados, con mención honorífica, en el orden del día del
universo civilizado”… Todos el mundo, caballeros cadetes, guardias civiles,
defensores todos, ha estado lleno de vosotros; cuando vosotros apenas ocupabais
un rinconcito en el mundo…[…].
E
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l
Alcázar de Toledo no ocupaba una posición estratégica en nuestro material avance sobre Madrid. Ocupaba
una posición estratégica en el avance del pensamiento universal. Era la
refutación viva de todo el materialismo soez del marxismo; era el triunfo del
ideal y del espíritu por encima de todas las previsiones materiales. Se decía
que estaba solo y aislado; pero estaba en realidad acompañado por toda la enorme compañía de la Verdad , […].
E
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l
mundo de hoy, este mundo de mercaderes y cambistas, necesitaba una refutación
estridente del materialismo; y la ha tenido. En el Alcázar, lo duro y lo
resistente no han sido las piedras, sino la obsesión ilusionada; lo abundante
no han sido las municiones, sino los entusiasmos. Ha ganado el valor como
en el más vulgar de los romances, como en la más elemental de las
novelas. Los técnicos calculaban
espesores de muros y coeficientes de dilatación de gases y
vacilaban y dudaban. Sólo los poetas acertaron en sus cálculos y en sus
coeficientes, porque con medir la altura del entusiasmo defensor y del ideal
defendido, supieron enseguida que el Alcázar de Toledo estaba, como las
estrellas, fuera de tiro para el vano plomo perezoso de los simples mortales.
N
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o
cabe refutación más total del marxismo. Hace ya un siglo que Carlos Marx dijo
que la historia era un puro juego de fuerzas económicas y que Bakunine afirmó
que el hombre era un simple trozo de materia… Y ahora, al cabo del siglo,
resulta que el mundo entero se estremece por la gesta puramente espiritual del
Alcázar; por la guerra de España, que es una guerra de ideales, cruzada de
religión, empresa de soldados y poetas. Después de tantos años de fábricas,
mercados, estadísticas y materialismo, estamos otra vez en el punto de partida.
Estamos otra vez en Homero, en la fuente ingenua y cristalina de la epopeya. Al
mundo le siguen gustando los romances heroicos y las osadías inverosímiles. Los
periódicos vienen atiborrados de cotizaciones de Bolsas; pero el botones de
Berlín, y el lechero de Berna y el pilluelo de Nueva York, se abren paso entre
los números turbios y van a buscar, con afán, el telegrama de los cadetes de
Toledo…
¡G
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racias,
caballeros cadetes; gracias gloriosos oficiales; gracias heroicas mujeres del
Alcázar; gracias en nombre de todos los poetas del mundo, por cuyo crédito
habéis vuelto. Ya vamos a poder soñar y cantar sin rubor, seguros de que el
canto y el sueño no son vanas manipulaciones de nubes irreales, sino sólidas
construcciones de valores fundamentales que llegan a tener, en la vida,
equivalencias tan vivas y reales, como esa epopeya de Toledo! ¡Gracias a
vosotros, España vuelve a tener razón ante el mundo y la especie humana vuelve
a sentir el orgullo de su parte más luminosa y aristocrática! ¡Gracias a
vosotros, el alma seca y sucia de este siglo veinte, se ha vestido de limpio y
ha vuelta a encontrar acentos de
juventud y de entusiasmo!
N
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o
solo has repicado, anoche, las campanas de España; han repicado también todos los corazones
puros y niños que quedan en todos los pueblos de la tierra. Anoche fue dos
veces Domingo para el mundo entero. ¡Anoche, gracias a España, gracias a
Toledo, después de un siglo de recelosa prisión, fue amnistiado el Espíritu, y
fue puesta en libertad la poesía!+