EL COMPLOT DE LA
‘CONTRA IGLESIA’
SEGÚN LA DIVINA REVELACIÓN
Y EL MAGISTERIO
Don
Curzio Nitoglia
Es deber ineludible estudiar y meditar la
existencia del Complot, sin temer ser
befado como ‘complotista’. Por el contrario, minimizar, o ser negligente en su
estudio significa participar
implícita y pasivamente en ese Complot
contra Cristo, María, la
Iglesia y la Cristiandad.
Mientras que estudiar para combatir el Complot, significa participar
activamente y explícitamente en el cumplimiento de la obra de la Redención , ‘instaurando
y restaurando todo en Cristo’. (San Pío X).
INTRODUCCIÓN
Las fuentes de la divina
revelación son la Tradición
apostólica y las Sagradas Escrituras, cuyo significado es interpretado
correctamente por el Magisterio eclesiástico.
El problema genérico que expongo
en este artículo es el siguiente: ¿Qué dicen la Tradición , la
S. Escrituras y el Magisterio respecto al
complot de la anti-Iglesia contra Jesús y su Cuerpo Místico, que es la
verdadera Iglesia de Dios?
Concretamente este problema es
saber si este complot contra la
Iglesia de Dios esta fundado en las Fuentes de la Revelación solo como un
acontecimiento histórico contingente y limitado a ciertas circunstancias particulares de la vida de Jesús
y de sus Apóstoles, o si por el contrario
existe una entidad malvada que comenzó a actuar al inicio del mundo y
terminará con su fin. En este segundo caso el complot no sería simples acontecimientos históricos, ocurridos
en ciertas situaciones particulares,
atestiguados por la S. Escrituras ,
sino una verdad contenida en el ‘Depositum
Fidei’ que revela la existencia de un
poder maligno que operará en el curso de
toda la Historia
humana, desde Adán hasta el fin del mundo, contra Dios y su Iglesia;
‘fuerza’ que la Divina Revelación
presenta como una Doctrina relativa a una contra-Iglesia, una especie de
‘Cuerpo Místico’ del Maligno, que todos los ángeles y hombres de toda época deberán tener
presente, de Lucifer (Isaías,XIV, 12) [1],
y Adán en el Paraíso terrestre (Génesis, III,15) hasta el Anticristo y el fin
del mundo (Apocalipsis, XX-XXII) [2].
LAS SAGRADAS ESCRITURAS
Brevemente, y a modo de
introducción sucinta leemos en Génesis (III, 15), primer libro del Antiguo
Testamento, la enemistad entre el diablo
y la Santísima Virgen
María y los cristianos, ya en los tiempos del primer hombre, Adán.
En la primera parte del
Apocalipsis (cap. I-III), que es el último Libro del Nuevo Testa-mento se narra
la angustia de la Iglesia ,
durante el primer siglo, perseguida de manera cruelísima por las ‘Puertas del
Infierno’ (Mt. XVI, 18), por la
contra-Iglesia o ‘Sinagoga de Satanás’ (Ap., II.9); mientras que en la segunda
parte (cap. IV-XXII) se describen los acontecimientos futuros hasta la Parusía , plenos de
tribulaciones y martirios aún más tremendos que desencadenarán, pero la
victoria final de Cristo contra el
Anticristo final será total (G. Ricciotti, ‘La Sacra Bibbia ’-
‘Introduzione all Apocalisse de S, Giovanni’).
El Nuevo Testamento
En el Evangelio de San Mateo
(VI,24) Jesús da a elegir entre ‘dos patrones’: Dios o Mamón; además de
recordar que las ‘Puertas del Infierno’ no prevalecerán contra la ‘Iglesia’
(Mt. XVI, 18).
La oposición radical entre la ‘Luz
y las Tinieblas’ la encontramos siempre en el Evangelio de San Juan (IX, 22),
donde también leemos que ‘los judíos conspiraban’ para expulsar de las
Sinagogas a cualquiera que reconociese que Jesús era el Cristo.
San Pablo en sus Epístolas opone
a ‘Cristo contra Belial’, el Templo de Dios al Templo de los ídolos, (2º. Cor.
VI,14-18).
En las Actas de los Apóstoles
(XXIII, 12-15) leemos que ‘algunos judíos
se reunían conjurándose de no tocar comida ni bebida hasta no haber
asesinado a Pablo.’
Ciertamente estos son hechos históricos correspondientes a determinadas
personas que vivieron en ciertas épocas
específicas, pero tienen vigencia doctrinal y teórica, históricamente
más amplia, como demuestran conjuntamente la Tradición , el Magisterio
y la Razón Teológica.
El Antiguo Testamento
Como señalamos brevemente más arriba, la oposición
entre Iglesia y contra-Iglesia se inicia desde los comienzos del Antiguo
Testamento, en el tiempo de Adán y Eva; en Génesis (III,15). Dios revela la
enemistad entre la serpiente y la Madre
de Jesucristo, entre la raza del
diablo y la de Cristo. Ella aplastará la cabeza del diablo, mientras el
demonio tratará de morderle los talones.
No es un hecho contingente
solamente relativo a María Santísima y Satanás, sino la profecía de un plan
doctrinal contra Dios y su linaje, que se ejecutará desde el inicio hasta el
fin de la Historia
humana.
En efecto, en el último libro de la Biblia (retomando el
‘proto-evangelio’ del Génesis), el Apocalipsis (XX, 7 sgs.) narra la derrota de
Satanás y del Anticristo bajo Jesús, y la lucha entre Dios y el Maligno, los buenos y los malos,
desde el inicio del mundo hasta su fin (XXI sgs.), dando un mensaje de
esperanza (como enseñaron unánimemente los Padres de la Iglesia ); para que en
medio de las persecuciones nunca desanimarnos, pues Dios al final vencerá con
el bien al mal, Cristo al Anticristo (P. Landucci, ‘Comento al Apocalisse’).
Aquí tampoco se trata de hechos contingentes y relativos
solo a ciertas personas y aun a
algún particular período histórico, sino de dos
entidades: el Sumo Bien (Dios) y el Maligno (diablo) que pretenden la salvación
o la ruina del género humano.
Los primeros Padres Apostólicos enseñaron la misma doctrina. La ‘Didaché’ (90
d.C.) narra sobre ‘dos vías’; la Epístola de Bernabé (98
d.C.) descubre la ‘vía de la luz y la de las tinieblas’, de los ángeles y de
Satanás; la que fue continuada por San
Hipólito en el III siglo (Sull Anticristo, VI).
Estos tampoco son hechos
contingentes y relativos, pero representan la encarnación de dos doctrinas o
fuerzas que luchan para la salvación o la ruina de la humanidad.
Los Padres Eclesiásticos: San Agustín (354/430) en ‘La Ciudad de Dios’ escribe
sobre ‘dos amores que originaron dos ciudades: la terrena que nace del
amor de sí mismo, impulsado por el odio
a Dios, y la celeste que nace del desprecio de sí hasta el amor a Dios’.
En el VI siglo San Gregorio Magno
(Moralia, XXXIV, 4) retomó el tema de las dos vías o fuerzas que se
contraponen, no particularmente, relativamente y de manera contingente, que expresan un principio universal.
El ‘Doctor oficial’ de la
Iglesia , Santo
Tomás de Aquino, en la
Suma Teológica , explica que ‘los que gobiernan deben conducir
a sus súbditos a su propio fin. Ahora, el fin del diablo es alejar a la
criatura de Dios […], presentado bajo la forma de libertad’ (S. Th. III, q.8,
a.7).
O sea, la táctica infernal de
Satanás es la adoptada por el Liberalismo: considerar la libertad como un
Absoluto o como el fin último del hombre, y no como medio útil para llegar al
fin próximo, que es el bien (buen uso de la libertad) y no el mal (mal uso de
ella). El fin de Dios es la salvación del género humano atrayéndolo hacia Sí.
Como se ve se trata de una doctrina, de una Verdad dogmática y no solo un hecho
histórico limitado y contingente.
Siempre según el Aquinate, así
como los buenos forman, en sentido estricto, el Cuerpo místico de la
Iglesia de Dios, bajo el mando de Jesús; los malvados forman
una ‘suerte’ (en sentido amplio) de Cuerpo
místico del Infierno, bajo el imperio de Satanás.
Realmente no hay una semejanza
perfecta entre estas dos realidades, sino analógica, pues Cristo gobierna directamente el alma humana, mientras que el diablo solo indirectamente; en efecto,
mientras Cristo influye directamente sobre el intelecto y la voluntad humana,
el diablo no puede actuar directamente sobre esas facultades espirituales,
gobernando a sus adeptos solo desde fuera, a través de los sentidos externos
del hombre, tentándolo y llevándolo al pecado bajo apariencia de libertad (S.
Th. III, q.8, art.7). Por lo cual Satanás puede ser bien definido como ‘Pater omnium liberalistarum’ mientras
Jesús es el ‘Pater et Episcopum omnium
antimodernistarum’.
En el artículo 8 de la Suma Teológica
(III, q.8) el ‘Doctor Común’ especifica que el Anticristo puede ser llamado el
jefe de los malvados a causa de la plenitud de su maldad, pues bajo el influjo
del diablo será mayor a la del resto de los hombres, llegando al ápice de la
maldad y de la revuelta contra Dios. Por tanto, “En el Anticristo está presente el diablo como cabeza de todos los
malvados, no por unión personal, no por unión íntima, porque solo Dios trino
penetra en el alma […], sino solamente por efecto de su maldad”.
En efecto, “como la cabeza de Cristo es Dios, y Cristo es igualmente cabeza de la Iglesia , […] así el Anticristo es miembro del diablo y además
cabeza de los malvados, según una cierta analogía”. Porque en el Anticristo
el diablo culminará su propia maldad, consiguiendo mediante él, el cumplimiento
perfecto de sus esfuerzos.”
Luego, según Santo Tomás, el
Anticristo final, diverso al ‘inicial’, siguiendo la opinión común de los
Padres de la Iglesia ,
que a su vez será la enseñada expresamente por los ‘Doctores Eclesiásticos’, es
un persona física y no una época o una institución, como aseguran algunos
exégetas modernizantes o liberales, alejando así la Tradición apostólica de la Iglesia. (Billot, ‘La Parusía ’).
EL MAGISTERIO.
El Magisterio auténtico de la Iglesia precisó que existe
una vasta conspiración, tramada contra el Rey y los imperios (temporales y
espirituales, o sea, el Trono y el Altar) (Pío VI, ‘Allocuzione al Consistoro’,
17 junio 1753). Además Pío VII enseña que “se formó una conjura contra el
Depósito [3] de la Doctrina cristiana”
(Encíclica Diu Satis, 15 mayo 1800).
El mismo Pío VII escribe que “en
la loca esperanza de destruir la
Iglesia , la mayor parte de los enemigos de Cristo se unieron
en Sociedades
secretas y Sectas ocultas, para agregar un mayor número de adeptos a su
complot” (Encíclica Ecclesiam a Jesu Christo, 13 /9/1821).
Pío IX escribe luego que los
“hijos de este mundo se esfuerzan […] en combatir furiosamente la Iglesia de Cristo […]
con confabulaciones criminales […], para lo cual se unen todas
las sociedades secretas, salidas del infierno, con la intención fundamental de
destruir el Reino de Dios” (Encíclica Qui pluribus, 9/11/1846).
Según León XIII, el género humano
se divide (mística o espiritualmente) en dos campos opuestos y enemigos: “Desde
el momento del pecado de Adán […] el mundo se dividió en dos campos enemigos,
que no cesan de combatirse, uno por la verdad y la virtud, el otro por lo
contrario” (Encíclica Humanum Genus, 1884). Y luego continúa explicando, retomando
las enseñanzas de los Padres y de
los Santos, que el lugar preponderante
lo ocupa la Iglesia
(dos partidos, según San Luis Grignion de Montfort; dos banderas, según San
Ignacio; dos ciudades, según San Agustín); mientras el segundo sitio el Reino
de Satanás, especialmente la
Masonería , donde se encuentran todos los que siguen el
ejemplo del diablo y de nuestros progenitores.
Es verdad que la ‘contra-Iglesia’,
en general, esta formada por muchas fuerzas aparentemente o accidentalmente
opuestas entre sí, pero real o sustancialmente unidas:
1º- La causa final: persiguen un solo fin, aunque no siempre
científicamente: las pretensiones de Satanás. Es común en todos ellos el odio
contra el verdadero Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y contra su Iglesia
(católica, apostólica y romana), o sea el anticatolicismo, la conspiración
contra la Iglesia
de Dios.
2º- La causa eficiente de la ‘contra-Iglesia o ‘Reino de este
mundo’ es la revuelta de Lucifer o el diablo contra Dios gritando ‘non
serviam’, por lo que fue arrojado al infierno desde donde ‘conspira’ y “andan dispersos por el mundo para la
perdición de las almas”. (León XIII). El es una especie de cabeza de un
perverso “contra-Cuerpo místico”, que el Apocalipsis llama “Sinagoga de
Satanás” (II,9- III-9).
Monseñor Pier Carlo Landucci en
su ‘Comentario
al Apocalipsis’ escribió: “Habiendo rechazado al Mesías, […] los judíos incrédulos perdieron todas
las promesas [del Antiguo Testamento], y su herencia pasó al ‘Israel de Dios’ (Gal., VI,16), o sea, a
la Cristiandad ,
que es el verdadero pueblo de Dios, transformándose los otros en ‘hijos del
diablo’, (Jn. VIII, 44) constituyendo la ‘Sinagoga de Satanás’. Aparece netamente la contraposición entre la
‘Sinagoga’, como expresión del Judaísmo enemigo de Cristo, y la ‘Iglesia’, como expresión del Cristianismo
(…). A la ‘Sinagoga de Satanás’ se contrapone
la ‘Iglesia’, o sea la
Cristiandad , el Pueblo de Dios.
La ‘Sinagoga de Satanás’ no está
entonces, solo limitada a los 80/90 d.C., cuando San Juan escribía el
Apocalipsis y la enviaba a las ‘siete Iglesias’ de su tiempo, sino la
contra-Iglesia demoníaca que combate
desde el pecado original al género humano, hasta el fin del mundo, y a la
verdadera Iglesia de Dios (del Antiguo y del Nuevo Testamento) (Gen. III, 15;
Ap. XX-XXII).
3º- Este Cuerpo místico de malvados, mundanos o ‘hijos de este siglo’,
son la ‘causa material’ del ‘Reino de este mundo’, en oposición al ‘Reino del
Cielo’.
4º- La esencia o ‘causa formal’ de la contra-Iglesia es el orgullo,
la independencia absoluta,
convirtiéndose en fin de sí mismo; es la esencia del pecado de Lucifer (‘non serviam’) y de Adán (‘eritis
Sicut dii’); no querer ni deber
depender de Dios o de cualquier autoridad humana, es la auto-suficiencia
naturalista, racionalista, liberal-modernista, la auto-divinización
esotérica/panteísta del hombre.
CONCLUSIÓN.
Creo poder afirmar que el problema genérico fácilmente se sintetiza
en la oposición entre Iglesia y contra-Iglesia, según está abundantemente
expuesta desde el inicio del Antiguo Testamento. En efecto, en Génesis (III,
15) Dios revela haber enemistado entre la serpiente y la Madre de Jesucristo, entre
la raza del diablo y la de Cristo. Ella aplastará su cabeza mientras el diablo
tratará de morder sus talones. El último Libro de la Biblia , el Apocalipsis (XX,
7sgs.) narra la derrota de Satanás y del Anticristo por Jesús, y la lucha entre
Dios y el Maligno, los buenos y los malos, desde el inicio del mundo hasta su
fin (XXI, sgs.).
Entonces es indudable la
existencia de un complot contra la
Iglesia de Cristo, como numerosas veces lo mencionan las
Fuentes de la Revelación ,
no solo como un hecho histórico contingente y limitado a ciertas circunstancias
particulares de la vida de Jesús y de los Apóstoles, sino como una
Doctrina indiscutida, una entidad o un
poder dinámico y malvado que, provistas de intelecto (con permiso de Dios, que
saca de males bienes) desde el principio
del mundo hasta su ocaso trata de impedir la obra de Santificación y Redención
de las criaturas, provistas de intelecto y voluntad, ayudando, aunque les pese,
al cumplimiento de la obra de la
Redención ; por otra parte,
el Sanedrín, impulsado por el
diablo, fue victima de su propio complot, terminando humillado al ayudar
indirectamente al cumplimiento de la Salvación del género humano.
Dios actúa sirviéndose de la
insensata maldad y astucia de los malvados para confundirlos, exaltando a los
humildes y pequeños hijos suyos. La doctrina del complot de la contra-Iglesia
es el motivo conductor de toda la Historia
Sagrada , desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Por lo cual
es una verdad dogmática y moral que forma parte
del ‘Deposito de la Fe ’.
Por
lo tanto, es deber ineludible estudiar y meditar la existencia del Complot, sin temer ser befado como
‘complotista’. Por el contrario, minimizar, o ser negligente en su estudio significa participar implícita y pasivamente en ese Complot contra Cristo,
María, la Iglesia
y la Cristiandad.
Mientras que estudiar
para combatir el Complot, significa participar activamente y
explícitamente en el cumplimiento de la obra de la Redención , ‘instaurando
y restaurando todo en Cristo’. (San Pío X).
Santo
Tomás (S. Th. III, q.8, a. 7) explica la razón teológica por la cual, así como
los buenos forman, en sentido estricto, el Cuerpo
místico de la Iglesia
de Dios bajo la autoridad de Jesús, los malvados forman una ‘especie’ (en
sentido amplio) de Cuerpo místico del
Infierno, bajo el imperio de Satanás.
El Magisterio del Papa Pío VII enseña la
existencia de una ‘conjuración contra el Depósito de la Doctrina cristiana’ [8]
Mientras Pío IX menciona a los hijos de este mundo que combaten contra la Iglesia de Cristo con un
infernal complot, para destruir por sobre todo el Reino de Dios [9].
Por
todo lo dicho, puede afirmarse que la doctrina del complot de Satanás y la
contra-Iglesia contra Dios y su Iglesia forma parte del Depósito de la Fe , porque viene revelada en
las Sagradas Escrituras, en la
Tradición , y en el Magisterio constante de la Iglesia , según las razones
teológicas que expuso el Doctor Común de la Iglesia.+
Don
Curzio Nitoglia.
Notas:
[1] “¿Cómo caíste del cielo, /lucero brillante, hijo de la aurora?
/¿Echado por tierra /el dominador de las naciones? Tú, que decías en tu
corazón: /Subiré a los cielos; /en lo alto, sobre las estrellas de Dios,
elevaré mi trono (…) Subiré sobre la cumbre de las nubes /y seré igual al
Altísimo /Pues bien, al sepulcro has bajado, /a las profundidades del abismo”.(Is.
XIV, 12 sgs.).
“Hubo
una gran batalla en el cielo; Miguel y sus ángeles peleaban contra el dragón; y
peleó el dragón y sus ángeles, y no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar
en el cielo. Fue arrojado el dragón grande, la antigua serpiente, llamado
Diablo y Satanás, que extravía a toda la redondez de la tierra” XII, 7/9).
Enemigo capital del Cordero (Jesús), vencido en el cielo por San Miguel y su
ejército angélico, enfrenta en la tierra a la Esposa (la Iglesia y la Santísima Virgen ), pero ella al fin triunfa y el Dragón es derrotado junto a su partidario
principal, el Anticristo final (Ap. XIII- XX, 2). Antonino Romeo.
“Veía
yo a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lc. X, 18).
S.
Th. I, q.50, a. 1- q. 96, s.2.
[2]
Además, como he señalado
brevemente, la oposición entre Iglesia y contra-Iglesia se encuentra en el
inicio del Antiguo Testamento, en los tiempos de Adán y Eva (Génesis III,15)
San
Luis María Grignion de Montfort (‘Preghiera in fuocata’) escribe que hubo un Diluvio de agua en el Antiguo
Testamento; y después el Diluvio de
Sangre de Cristo derramado en la
Cruz , que dio inicio a la Cristiandad. Esta
será restaurada, luego de una ‘gran apostasía’, con un Diluvio de fuego, de Caridad y de Justicia, de parte de María
Santísima y de su Esposo, el Espíritu Santo, consustancial al Padre y al Hijo
San
Maximiliano Kolbe (julio 1939) escribió: “vivimos en una época que podría ser
llamada el inicio de la era de la
Inmaculada ”. Y en una carta al padre Floriano Koziura
(30/5/1931) especificó: “Bajo su estandarte combatiremos una gran batalla e
izaremos su bandera sobre la fortaleza del poder de las tinieblas”. (“Escritos
de S. Maximiliano Kolbe”).
El
Magisterio, con Pío XII, enseñó a tener “una gran esperanza en el surgimiento
una nueva era donde reina la paz cristiana y el triunfo de la religión”
(Encíclica Ad Coeli Reginam,
1954), manteniendo “la certeza que se restaurará el Reino de
Cristo por María. (Radiomensaje en Fátima, 1958).
[3] Depósito
de la Fe (‘Depositum Fidei’) es una expresión que
aparece en las dos Epístolas de San Pablo a Timoteo (1 Tim. VI, 20- 2 Tim. I,
14). Se encuentra también en los escritos de los Padres Apostólicos y
Eclasiásticos, especialmente en Tertuliano (De praescriptione haeriticorum,
XXV) y en San Vicente de Lerins (Commonitorium
primum, XXII) y sancionada dogmáticamente por el Concilio Vaticano I. Este es
el conjunto de la ‘Doctrina de la
Fe ’ o Revelación de Dios, íntegra y completa. Pertenece a
ella la verdad de la fe contenida en la Revelación pública y en la revelación privada. En
efecto, el ‘Depósito’ que San Pablo escribe, infaliblemente,
‘divinamente inspirado’, y trasmite asistido por consejo del Espíritu Santo
(“Tradere, Traditio”) a sus discípulos y colaboradores, Timoteo y otros.
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