Sacrificio.
El Nacionalismo argentino exige de sus miembros, de ser necesario, el sacrificio de su propio bien en aras del Bien Común. El auténtico nacionalista es un servidor del pueblo y de la Nación, -de acuerdo a sus posibilidades; como lo fueron en grado extremo nuestros mártires argentinos. “Por el bien se expone el fuerte al peligro de morir”. (S. Tomás, citado por Pieper, “Las virtudes…” pg. 190).
El hombre magnánimo, prosigue Pieper, (pg. 277) “se compromete voluntariamente a tender a lo sublime”, sacrificando su seguridad, su bienestar. Sus características son “la sinceridad y la honradez. Nada le es tan ajeno como callar la verdad por miedo. El magnánimo evita, como la peste, la adulación y las posturas retorcidas… no se esclaviza ante nadie y sobre todo no se doblega ante el destino: únicamente es siervo de Dios”.
¿Encuentra usted, querido camarada, alguna semejanza con las políticas de Kirchner, Macri o Fernández, y las de sus antecesores? ¿Con la de cualquier político liberal?
Los nacionalistas debemos recuperar, revitalizar el estilo de vida caballeresco del hidalgo, del criollo argentino, del héroe federal. Este sacrificio exige una voluntad cultivada en el sacrificio, en el amor, en la fortaleza; virtudes que debemos pedir a Dios, porque naturalmente mucha no tenemos. El liberalismo nos desbravó, con su pedagogía hedonista; nos degradó hasta achancharnos. ¡Dios nos dé fortaleza para sobrellevar los sacrificios que caigan sobre nosotros!
El profesor Genta, mártir del terrorismo marxista, así explica el don del sacrificio en orden al Bien Común, que debería ser la característica moral de todo nacionalista. Exigencia que nos distingue del resto, de esos que pretenden lucrar con los bienes públicos. (En “Opción política del cristiano” pg.31):
El Sacrificio es el, primer fundamento y el sostén de toda obra, institución y empresa humana, sean grandes o pequeñas, trascendentes o anónimas. Sin disposición al sacrificio no puede haber fidelidad continuada, ni constancia persistente en el esfuerzo, ni fortaleza suficiente para resistir la adversidad; pero ese sacrificio de hombre tiene que ser partícipe por la Gracia de Dios, de las Pasión, Muerte y Resurrección de N. S. Jesucristo para ser vencedor incluso en la derrota y para que la Vida verdadera surja de la muerte con nitidez fulgurante en la Esperanza sobrenatural.
Una familia, lo mismo que un Estado nacional soberano se levanta y se sostiene por el sacrificio. El ejemplo más remontado es la Iglesia de Dios levantada sobre el Sacrificio de Cristo en la Cruz.
La primera realidad política de la Nación es su existencia soberana, conquistada por el sacrificio de la sangre inocente derramada inocentemente en los campos de batalla. Su defensa y conservación exige estar provistos para renovar, en cualquier momento, el mismo sacrificio. Esta es la misión específica de la FF.AA. y su plena justificación profesional.
Toda vez que se pretende desconocer esa finalidad o alterar su misión, las Armas degradan en fuerzas pretorianas, mercenarias, cipayas o burocráticas para guardar el orden bajo cualquier amo extranjero o internacional.
La Soberanía política de la Nación, cuyo ejercicio hace posible el servicio del Bien Común, no se funda en los Derechos del hombre y del ciudadano, ni en el Sufragio Universal, sino en la manifestación más pura y más elevada de la persona humana que es el sacrificio.
‘Raconto’ histórico del blog: Cuando el Rey era magnánimo y virtuoso, como fueron la mayoría de ellos, - a pesar de las mentiras de Hollywood-, era como el alma del pueblo; amaba a sus súbditos paternalmente, y los cuidaba como a su propio cuerpo. Por el contrario, cuando un presidente liberal es corrupto, como lo son la mayoría de ellos, -a pesar de las mentiras de Hollywood-, sacrifica el Bien Común en provecho propio.
La misma comparación vale entre el hombre virtuoso cristiano, defensor de su familia y su Patria, cuya nobleza y dignidad estriban en su virtud moral; y el ciudadano actual, sobornado con el fraude demo-liberal, entregado a la vida hedonista que transmite la TVBasura, desinteresado de Dios, la Patria y la Familia, de todo lo que no sea su Yo. Aunque sin Dios ni Patria ni familia, ni el Yo ni la Patria ni la familia subsistirán .+
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