NADIE SE SALVA SOLO.
La Santa Misa del 19/9, San Marcos nos recuerda las palabras del buen Jesús: “amarás al prójimo como a ti mismo”.
La trascendencia de este mandamiento no está bien acentuada, menguando y desconociendo su vigencia política, en esta época donde predomina universalmente el egoísmo, que impulsa a los católicos mistongos, (liberales o marxistas) a encerrarse en su individualidad, desatendiéndose de la tragedia que ocurre a su alrededor.
Así como Jesús expulsó a latigazos a los mercaderes que profanaban la Casa del Señor, y anatematizó a los fariseos, análogamente, para asumir e imitar su mensaje, debemos combatir políticamente a los que profanan la moral , la Patria, la Familia, la Religión…
No podemos desentendernos, sin indignarnos y rebelarnos, contemplando la corrupción dominante en nuestra Patria, que acabará con los vestigios de la moral católica y de la Soberanía. Esto no sería “amar al prójimo como a uno mismo, caso contrario, los que afectan desinterés, atemorizados de enarbolar las banderas católicas, caerán bajo el predominio de la publicidad anti-católica y anti-nacional; o, si tienen inquietudes políticas, en estériles componendas ecuménicas con personajes con extraños principios teológicos y morales, pero con muchos dólares para ‘comprar’ votos; en definitiva, se entreverarán con políticos poderosos e inmorales, promotores de la miseria y la muerte…
El que desea sólo rezar, que se meta en un monasterio; pero si actúa en el Mundo, debe actuar políticamente en el Mundo, para convertirlo, sin asimilarse él; olvidándose del popular: ¡No te metas!
Santo Tomás en: “Sobre el Reino”, Op Xi, Cap. IX, ed. Poblet. pg. 562, aclara perfectamente la interpretación exacta. Dice el Santo:
“Nos falta considerar y probar ahora que los que ejercen el ministerio de rey, de una manera digna y loable, obtendrán un grado superior de beatitud celestial. Pues consistiendo en la beatitud el premio de la virtud, el grado de beatitud será tanto mayor cuanto mayor sea la virtud. Y como que representa una virtud primordial el dirigirse o gobernarse no sólo a sí mismo, sino también el saber gobernar a los demás; esta virtud será tanto mayor , cuanto más sean los súbditos a los que se extiende la virtud del gobernante. […] Pues si cualquier persona particular es alabada por los hombres al paso que Dios se lo tiene en cuenta para el premio, cuando dicha persona socorre al necesitado, cuando apacigua discordias, cuando salva de las garras del opresor al débil, o, finalmente, cuando de algún modo salva por sus consejos o por sus bienes a un infeliz…”
La actividad desarrollada por esta persona le permitirá amar al prójimo con verdadera caridad amplia y magnánima. De manera que los católicos capacitados lo deberían imitar, para cumplir plenamente con el mandato evangélico.
No es humano ni caritativo abandonar a los ignorantes o indigentes en manos del enemigo, que se lleva cantidades de almas al infierno. La lucha es incómoda, pero indispensable, por dos razones: si no se les enseña a los fieles ni siquiera se enterarían de esta guerra solapada y programada; y si estuviesen advertidos, les sería enormemente difícil resistir, estando atomizados, sin caer frente a la agresión del Estado totalitario globalizador.
Nadie se salva sólo. El amor al prójimo, como función social, es un camino que lleva a la santidad y a la instauración de la Cristiandad, que es la sociedad donde rija el amor al prójimo más necesitado. Si los católicos mistongos, seglares o eclesiásticos, no se comprometen en esta dura y heroica lucha, los que tengan alguna razón valedera para rehusarse, al menos deberían interesarse alentando, leyendo, ‘desburrándose’, acompañando y en última instancia abriendo generosamente su billetera+.
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