Los trapos rojos
LOS “TRAPOS
ROJOS” SON EL EMBLEMA DE LOS TRAIDORES A LA PATRIA.
Viendo a los mapuches saludando con el puño en alto (agarrándose los
cuernos, se burlaban los falangistas), mientras se los oye recitar el abc del
comunismo con toda su insolencia, su odio y su prepotencia; y también
contemplando las manifestaciones de protesta diarias en Buenos Aires, de la
muchachada subvencionada, KK y marxista, tremolando los trapos rojos, junto a
banderas argentinas, yo me pregunto: ¿Porque ningún “medio” menciona que son
comunistas? ¿Que usan la bandera argentina sólo para disimular sus intenciones,
porque les conviene dialécticamente?
Se los llama “movimientos sociales”, “pueblos originarios”;
“izquierdistas”; y otros apelativos que no los define realmente, usándolos como
subterfugios para disimular su auténtica identidad; y continúen actuando dentro
del Régimen. Porque el término
“comunista”, como aún suscita cierta aversión en la gente, es escabroso y lo ocultan empleando paliativos para continuar fomentando
al comunismo, que es lo que el periodismo pretende y está realizando
planificadamente. Siempre presentando a los de los “trapos rojos” como buenos e
inofensivos muchachos defensores del
proletariado. Lo que es una infame mentira, comprobable históricamente.
Esta táctica periodística fue sintomático en el caso Cuba, cuando los comunistas eran presentados como
liberadores portando cruces y escapularios, aunque fueron auspiciados por
Kennedy. Y en España los asesinos
comunistas eran promocionados como los muy democráticos “leales”. Es evidente
también que la Jerarquía católica modernista y vaticanista asume esta patraña
política, con la intención de manifestarse como defensores del pueblo;
repudiando así el “intrínsecamente perverso” de Pío XI.
Son comunistas, y así se los debe nombrar; sin hacer falta recurrir al “Años
Decisivos” de Spengler para saber porqué lo son aun en sus actitudes caseras e
ideas más intrascendentes. Son
comunistas por hábitos subversivos. Son comunistas porque quieren destruir
todo, absolutamente todo lo poco bueno que subsiste de la Cristiandad. Son los
mismos comunistas que robaron, que explotaron a los menos pudientes,
envilecieron y aniquilaron países y pueblos enteros. Son los perseguidores de
la Iglesia y de la Patria. Son los mismos que se aliaron y subsistieron gracias
al apoyo de los países capitalista, que ellos dicen falsamente combatir. Chusma
que no pretende acabar con el capitalismo explotador, sino que pretenden ser la
nueva clase del capitalismo. Con odio “teológico” quieren destruir la
Cristiandad.
El ex senador socialista Mario Bravo, escribió en 1909, en el periódico “La
Vanguardia”, estas palabras llenas de ponzoña marxista contra nuestra Patria, explicando
que los “trapos rojos” simbolizan la revolución comunista, y que la bandera
nacional argentina es sólo el símbolo del Gobierno liberal. (citadas en “El
comunismo en la Argentina, Carlos M. Silveyra)
“Lo que más me agrada de la
encuesta es lo de las banderas: eso es impagable. He nacido en este país y no
tengo otro título para llamarme argentino. Poco me aflige el pensar que hubiera
podido nacer en otra parte ¿Y qué valor tiene para mi, socialista, es decir,
ciudadano de la Internacional, la bandera azul y blanca de este país? Ninguno…
La bandera argentina no es otra cosa que el símbolo político del Gobierno que
soporta esta comarca de la tierra… ¿Aceptaremos eso, nosotros los socialistas,
que mañana revolcaremos las instituciones de esta burguesía con su bandera
argentina, para suplantarlas por las instituciones sociales con la bandera roja
de la Internacional?...Cuando veo la insignia argentina cruzada en banderola
sobre el pecho de los bandidos del
Gobierno o del sable; cuando esa bandera ampara las deliberaciones de un
Congreso corrompido, lleno de tratos
clandestinos y de pecados públicos, formado por los vividores del azul y
blanco… cuando se sabe que a la sombra de la insignia oficial la piratería
burguesa explota, roba, asesina, esquilma y medra ordenando la imbecilidad o la
complacencia del pueblo, yo, socialista que tengo por símbolo de mi
nacionalidad la bandera roja…”
Por estas palabras, el Gobierno liberal lo homenajeó dedicándole el nombre
de una calle de Buenos Aires. Otro “prócer” más que se agrega a la turba con
calles, bustos y estatuas.
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