LOS ENEMIGOS Y LOS CIPAYOS.
BREVE RESEÑA DEL ACCIONAR DE LAS FUERZAS DISGREGADORAS QUE DEMOLIERON EL PENSAMIENTO Y LA POLÍTICA
TRADICIÓNAL ESPAÑOLA; IMPONIENDOLE, AL
FIN, EL LIBERALISMO A ULTRANZA.
CUANDO
EN 1810, EN PLENO AUGE LIBERAL ESPAÑOL, ARGENTINA DECIDE LIBERARSE DEL TRONO COMPLACIENTE, CIERTOS NATIVOS “ILUSTRADOS” YA SE HABÍAN
CONTAGIADO DE LIBERALISMO, FORMANDO LA SECTA DE AFRANCESADOS Y FILOINGLESES, ANTITRADICIONALES, PARA TRANSFORMARNOS EN LO QUE NO DEBÍAMOS SER; POSTURA
QUE LUEGO SE CONSOLIDÓ EN EL PARTIDO
UNITARIO, DE TAN DESGRACIADA MEMORIA; CUYO ACCIONAR PERDURA AUN EN NUESTROS DÍAS.
ESPAÑA FUGAZMENTE RESURGIÓ LUEGO
DE LA CRUZADA NACIONALISTA DE 1939; PERO VOLVIÓ A CAER, PUES EL PODER DE LOS
ENEMIGOS ES INMENSO Y LA TRAICIÓN DE LOS
LIBERALES INVARIABLE.
NOSOTROS ESPERAMOS, CONTRA TODA
ESPERANZA, PODER RESURGIR DE ENTRE LAS GARRAS DE LOS MISMOS ENEMIGOS QUE ASOLARON
Y ACTUALMENTE ASOLAN A LA MADRE PATRIA; Y
TAMBIÉN SE ENSAÑAN INSIDIOSAMENTE CONTRA NUESTRA
ANÉMICA ARGENTINA, QUE POR OBRA DE LOS ENEMIGOS, CON EL APOYO DE LOS
CIPAYOS, AL IGUAL QUE EN ESPAÑA, HA
PERDIDO EL RUMBO NO SÓLO HACIA SU
DESTINO DE GRANDEZA; SINO AÚN SU PODER
DE SOBREVIVENVCIA SOBERANA.
AL FINALIZAR ESTA BREVE
RECOPILACIÓN INCLUÍ UNOS PÁRRAFOS DONDE BENEYTO PÉREZ EXPONE ALGUNOS DE
LOS EXCELENTES PUNTOS PROGRAMÁTICOS DE
FALANGE, PARA EL RESURGIMIENTO DE ESPAÑA.
(Párrafos extraídos del libro: “El
Nuevo Estado Español”, de Juan Beneyto Pérez, Biblioteca Nueva, Madrid, 1939,
pg.84/91).
JUAN
BENEYTO PÉREZ
II.- DECADENCIA Y RESURECCIÓN DEL ELEMENTO
TRADICIONAL
L
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a España imperial muere precisamente porque ha perdido el impulso de
aquellos grandes principios que le dieron vida. Y lo perdió por obra de la intervención. Fuerzas
de diverso origen pero de idéntico fin, se enconan contra España. Ramiro
Ledesma hace en su “Discurso” esta sugestión: “si España después de su primer
traspié (1648), ha permanecido en una línea descensional, sin recobrarse como
gran potencia, es porque alguien lo ha impedido”. Ahí la judería, el
afrancesamiento, la masonería… Y los cien impulsos que colaboran fervorosos
porque la presa es buena.
1.- LOS JUDÍOS.
La judería separada tradicionalmente,
recluida en su “getho”, ha sido un
elemento funestísimo para nuestra España. De la labor destructora de la
judería puede formarse idea recordando lo que significa su actitud en nuestra
novela picaresca, bello ejemplo de las armas encubridoras, como el que Papini
explica en “Gog”. Cuanto allí hay de demoledor es obra judía. Su fondo
literario antiheroico y de protesta social ha sido exaltado recientemente, en forma no dudosa, por Américo Castro. La posición de las figuras de
la picaresca de cara a las jerarquías queda exteriorizada en el caso del
Lazarillo, en la cuestión de las bulas, etc.
Compárese con lo que se debe a los judíos en
otras materias. Léase Mateo Alemán y Garci
Sánchez de Badajoz. Donde hay una jerarquía hispánica que se pueda destruir,
allí está el espíritu del “getho” con su piqueta. Pensemos también en la participación
de la judería en la deformación del Santo Tribunal. La Inquisición, Tribunal
admirable y Santo, hecho para la defensa de los grandes principios
vivificadores de España, y por consecuencia también en derecho contra los
judíos, llega a convertirse en instrumento del “getho”. Piénsese como síntoma expresivo en la actitud que adopta
Felipe II al no querer admitir a los
conversos para los cargos supremos de este Oficio. La tesis contraria lleva a
la deformación y hay un momento en que la Inquisición combate, al servicio de
Francia y de la Judería, cuanto puede dar impulso a nuestro espíritu
patriótico.
2.- LOS AFRANCESADOS.
La tradición de los afrancesados es tradición de
anulamiento de nuestra personalidad histórica. Arranca de la Edad Media, con la
reforma cluniacense. Tiende a la rotura de nuestra unidad de pueblo,
envenenando el sentido nacional. En el año trágico de 1640, cuando España lucha
porque Portugal siga unido a la Corona, es Francia quien apoya la sublevación
catalana, y no contenta con desmembrar España, pretende su pulverización y hace
posible que Andalucía con el Duque de Medina Sidonia y Aragón con el de Hijar,
inicien levantamientos antinacionales. La dinastía borbónica entrega nuestra
tradición a los enemigos de la tradición nacional. La imitación de Richelieu,
la presión del Rey Sol, el “No hay Pirineos” y en último lugar el afrancesado doceañismo
que traducía las demarcaciones departamentales, influyen poderosamente contra
nuestra constitución virreinal de
grandes regiones con unidad de mando. El ambiente se ha preparado con tanta
eficacia que Villarroel cuanta que:
Hasta la
mima herejía
Su es de
París se acepta.
El afrancesamiento ha venido a ser, por esencia,
antiespañol. Aparece así no, como falsamente se ha creído, a partir de 1808,
sino mucho antes de imaginarse la invasión francesa. Precisamente el pueblo que
se opuso a Napoleón y se que colaboró con ímpetu a enviar a su país a la soldadesca
que servía a Bonaparte, conocía ya esta interpretación. En 1746 se hubo de
ocupar la Inquisición de ciertos “Mandamientos de España contra los gabachos”, interesante
pieza propagandística que mereció la hoguera; vencida como estaba entonces la auténtica Inquisición cuya estructura era
puesta ahora al servicio del Monarca extranjero. El afrancesamiento culmina con
el tratado de 27 de julio de 1796, a partir del cual
acude a representar al Directorio francés un masón destacado.
Los afrancesados, antes y después de 1808, eran
los europeizantes y los antitradicionalistas, los que habían perdido la fe en
España, los que hicieron posible aquel “Examen de los delitos de infidelidad a
la Patria”, en el que Reinoso recogía el espíritu de nuestra decadencia.
3.- LOS
MASONES.
La masonería ha luchado en España contra España
desde su misma introducción. No sólo hay que subrayar su actitud con motivo de
la Guerra americana, sino en toda la historia política del siglo XIX. En 1727
asomaron las primeras logias; en Cádiz, en Gibraltar, en Madrid, en aquella
calle Ancha de San Bernardo, ésta con el título “Las tres flores de lis”. El
confesor de Fernando VI decía a los que se ocupaban de la novedad, “no es cosa
de burla o de bagatela, sino de gravísima importancia”. Los duques de
Fernán-Núñez y Vistahermosa, el Marqués de Mora y otras figuras de la aristocracia
de la época visitaban, en Ferney, a Voltaire. A los monarcas franceses les
ayudaban las ideas francesas. La masonería colabora con fervor.
4.-
VOLTAIRE, ROUSSEAU, SMITH.
Las ideas francesas encuentran nuevo cauce con la
casa borbónica. Cuando Luis XIV comunicó
a su nieto el testamento de Carlos II, le dijo: “Ser buen español, que es
vuestra primera obligación, pero acordaos que habéis nacido francés”. Y a
menudo se lo hizo fijar en la memoria. Impuso que sus embajadores asistiesen a
los Consejos de Felipe V y que las tropas españolas fuesen mandadas por generales franceses. Con tantas
complicidades ¿Podemos extrañarnos de la difusión de Voltaire y de la acogida
dispensada a Rousseau?
El Contrato social condujo a la ruptura de la
relación, tan española, de cultura, historia y vida política. No tarda la
“Riqueza de las Naciones” de Smith en darnos ejemplo científico –y exigir
aceptación con rito de academia y empaque oficial- a la ruptura de la relación
–tan española también- de moral y economía. Finalmente, frente al principio
esenciadísimo de la unidad de mando, Montesquieu nos ofreció, por medio de
oficiosos valedores, su “Espíritu de las Leyes”, que separaba lo legislativo de
lo judicial. Por un lado se derrumban los gremios (1783); por otro toda la intervención
del Estado en la vida industrial (1777). Finalmente se consuma la obra “al destruir, como dice Navasal, en nombre del principio individualista e
igualitario, la organización jerárquica”.
5.- EL
18 DE JULIO GRITO DE RECONQUISTA.
Ha pasado ya centuria y media desde entonces. Y
ha sido preciso el 18 de julio para que el ensimismamiento nos diese un sendero
y la voluntad un arma. El 18 de julio representa –ha dicho Fernández Cuesta, en
la conmemoración del III Año triunfal- “nada menos que el dar solución durante
varias generaciones al problema pavoroso
que desde siempre el Mundo tiene planteado”. El 18 de julio fue – añade- grito
de reconquista. Tradicional en cuanto quería empalmar con las auténticas raíces
españolas que estaban soterradas, y nuevo en cuanto quería encontrar cauces por
donde esas raíces pudieran extenderse”. Así el Movimiento, la Revolución
Española, es justamente la resurrección de nuestros elementos tradicionales.
[…].
El Nuevo Estado hace caducar todas las
disensiones, y es un centro de energía elevado por encima de toda desunión,
frente a las oposiciones posibles de los estamentos, los grupos, las
profesiones o los privilegios. Dentro de la comunidad puede haber formaciones
orgánicas pero no elementos discordantes. Frente
al desgarramiento de las clases y los partidos, la Falange pide lo que es
nuestra Tradición: la familia, el municipio, el sindicato, la milicia. […].Con
el sentido de comunidad –proclamado por la Falange, con la declaración de un
Estado totalitario al servicio de la integridad patria y la estructuración del
mismo sobre los cauces de la familia, el sindicato, el municipio y la milicia,
y sancionado por el Caudillo con su Decreto de Unificación –otro elemento
tradicional surge también: es el de
interés común, o su queremos el de “servicio”.
Significa este la dimisión de los egoísmos
individualistas, y por consiguiente la supresión de la primacía de la
rentabilidad. El capital no interviene en la producción para dar mayor renta,
sino para mejorar la condición del mayor número de personas. Volvemos así hacia
el sistema de “necesidades cubiertas”, con pan y con hogar para todos. […].
Cuando nace “Auxilio Social se reivindica la
tradición de nuestros tratadistas que fundan en el siglo XVI una verdadera
ciencia de “subventione pauperum”, y se hace pensar en la resurrección de
tantas admirables organizaciones destrozadas por el liberalismo y el
arbitrismo. Los Puntos 15 y 16 no hacen más que recalcar con espíritu moderno
hechos e instituciones de nuestra Edad Media, cuando el derecho al trabajo y la
obligación de trabajar constituían realidades protegidas jurídicamente. […].
[…] Y con el servicio o el interés común y la
idea de comunidad o unidad de pueblo, el gran concepto de la Jefatura jerarquizada. Nuestra tradición muestra la unidad del
Estado como unidad “en el Jefe”, que es Rex, porque rige o Dux porque conduce.
Al Jefe corresponde el poder de juzgar y en el juzgar está el gobernar y por
juzgar lleva el cetro o bastón con la esfera terrestre. Le corresponde legislar
y legisla, y manda sobre el todo
territorio…
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