(Reproduzco a continuación un artículo publicado en el
diario Pregón de Jujuy, el 12 febrero 1997)
PODEROSOS PERO DÉBILES
Bambalinas: Los líderes que sellaron el destino mundial de posguerra en
Yalta estaban aquejados por numerosos males.
En la conferencia de Yalta, Franklin Delano Roosevelt, Winston Churchill y José Stalin mostraron sus personalidades avasallantes y decididas, pero también sus padecimientos físicos y psíquicos. El líder soviético era quien tenía mejor estado de salud. Churchill soportaba problemas de corazón, pulmones y arterias. Pero Roosevelt estaba realmente moribundo. Además de su mal más visible (las secuelas de la polio), no resistía la tentación del cigarrillo y el alcohol, tenía amnesia y vértigo. Aseguran que Stalin logró de él concesiones que el titán de Occidente jamás hubiera otorgado de no estar tan agotado y enfermo.
‘Valeria Schapira’.
WINSTON
CHURCHILL tenía 71 años cuando llegó a Yalta. Cuatro
años antes habían comenzado los síntomas de una angina de pecho y dos años más
tarde sufrió una fuerte neumonía. Durante la conferencia mostró pérdidas de memoria y un visible cansancio, que ni sus
famosas siestas y los tonificantes dos baños diarios podían evitar. Pese a su carácter frontal y gruñón, padecía profundas depresiones que él mismo
llamaba ‘perros negros’. En 1947 le diagnosticaron arteriosclerosis y luego
sufrió varios ataques cerebrales. Sin embargo vivió hasta los 91 años. Murió a
fines de 1965, dos años después de abandonar la actividad política
FRANKLIN ROOSEVELT, quien fue elegido cuatro veces presidente de los
norteamericanos nació en un parto difícil, que le aseguró problemas
respiratorios de por vida. A los 39 años, la polio paralizó sus piernas. Padecía además de arteriosclerosis e hipertensión.
Se cree que también estaba afectado por una
enfermedad que produce accidentes cerebrovasculares leves responsables de las
obnubilaciones, mareos y cansancio que el líder mostró en Yalta. Cuando
llegó a la costa sur de Crimea, su escolta debió cargarlo en andas desde el
avión. Murió el 12 de abril de 1945, dos meses después de la conferencia, de
una hemorragia cerebral, a los 63 años.
JOSÉ STALIN: Yalta lo vio cuando tenía intacta su mirada de águila
y las marcas que la varicela dejó en su rostro. Jósif Zhugashvili, Stalin,
también sufrió una infección en su mano izquierda que disminuyó la movilidad de
la articulación del codo, que lo separó del servicio militar en 1916. En 1932,
ocho años después de la muerte de Lenín, se suicidó su mujer, Nadia, y el líder
estuvo sumido varias semanas en una profunda depresión. Su hipertensión
arterial fue controlada y sólo en 1946 sufrió su primer ataque cardíaco.
Murió en 1953, en el Kremlin, a los 74
años, a consecuencia de una hemorragia cerebral.
COMENTARIO
NACIONALISTA: Estos tres crápulas
asesinos, decrépitos y viciosos, simbolizaron una diabólica ‘trinidad’, tres
personas distintas y una sola intención satánica, imponer el
humanismo ateo, la utopía prometeica, por medio del imperialismo
judeo-calvinista, instaurando, violenta o solapadamente, la globalización
gnóstica para esclavizar a los pueblos .Capitalismo y comunismo hermanados en
lo misma ideología. Tras ellos, ocultos, estaban los innombrables que realmente
gobiernan el mundo, aún hoy y por siempre,
hasta que algún acontecimiento milagroso los abata.