4º y última parte
LIBERTAD SIN TUTELAS
Esta liberalidad la contrasta con la de los europeos,
esclavizados, según Sarmiento, por el Estado. “El europeo es un menor que está bajo la tutela protectora del estado,
su instinto de conservación no e
s reputado suficiente preservativo; verjas, puertas, vigilantes, señales preventivas, inspección, seguros, todo se ha puesto en ejercicio para asegurarle la vida; todo menos su razón, su discernimiento, su arrojo, su libertad; todo menos su derecho a cuidarse a sí mismo, su intención i su voluntad. El yanqee se guarda a sí mismo, i su quiere matarse nadie se lo estorbará” (365). Y continúa improvisando esta lección de ciencia política, donde el hombre deja de ser ‘animal político’ para convertirse en una especie de Robinson Crusoe, sin lazos familiares ni sociales: “ Hé aquí como se forma el carácter de las naciones i como se usa de la libertad. Acaso hai un poco más de víctimas i de accidentes, pero hai en cambio hombres libres i no presos disciplinados, a quienes se les administra la vida”. Así completa la visión idílica que el creía ver en USA, con el libertinaje formando ‘el carácter de las naciones’ ¡En el país de la violencia social, de las usurpaciones forzadas, donde los ‘sheriff’ imponían el orden a punta de pistola y donde “el rifle es el arma nacional [y] el tiro al blanco [más bien a los negros a los indios y a los católicos] la diversión de los niños”.
s reputado suficiente preservativo; verjas, puertas, vigilantes, señales preventivas, inspección, seguros, todo se ha puesto en ejercicio para asegurarle la vida; todo menos su razón, su discernimiento, su arrojo, su libertad; todo menos su derecho a cuidarse a sí mismo, su intención i su voluntad. El yanqee se guarda a sí mismo, i su quiere matarse nadie se lo estorbará” (365). Y continúa improvisando esta lección de ciencia política, donde el hombre deja de ser ‘animal político’ para convertirse en una especie de Robinson Crusoe, sin lazos familiares ni sociales: “ Hé aquí como se forma el carácter de las naciones i como se usa de la libertad. Acaso hai un poco más de víctimas i de accidentes, pero hai en cambio hombres libres i no presos disciplinados, a quienes se les administra la vida”. Así completa la visión idílica que el creía ver en USA, con el libertinaje formando ‘el carácter de las naciones’ ¡En el país de la violencia social, de las usurpaciones forzadas, donde los ‘sheriff’ imponían el orden a punta de pistola y donde “el rifle es el arma nacional [y] el tiro al blanco [más bien a los negros a los indios y a los católicos] la diversión de los niños”.
“He aquí un débil cuadro del espectáculo de la libertad en
Norte-América. En medio de las ciudades el hombre se cría salvaje, si es
posible decirlo; la mujer de cualquier condición que sea, vaga sola por las
calles u los caminos desde la edad de doce años, flirtea hasta los quince, se
casa con quien quiere, viaja i se sepulta en el nuevo hogar a preparar la
familia… i desde entonces toda tutela desaparece a su vista… No ha visto
soldados ni conoce gendarmes…” (367) Este absurdo, irreal y ‘débil cuadro’ él no lo vio sino que lo
soñó, según su hábito ideológico de confundir
la realidad con su fantasía.
Así
como no advirtió el nacimiento del ‘consumismo’, Sarmiento confunde igualdad
con uniformidad; y no tiene capacidad para vislumbrar la aparición del
‘conformismo’ político, o sea, la obligación de acatar el ‘Sistema’ político
yanqui. “Hacia el Oeste, donde la
civilización declina, i en el Far-west, donde casi se extingue, por el
desparramo de la población […] pero aún en esas remotas plantaciones, hai
igualdad perfecta de aspecto en la población, en los vestidos, en los modales,
i aún en la inteligencia; el comerciante, el doctor, el sheriff, el cultivador,
todos tienen el mismo aspecto, […] la igualdad es pues absoluta en las
costumbres y en las formas. Los grados de civilización o de riqueza no están
espresados como entre nosotros por cortes especiales de vestido” (345). Esta
uniformidad en el Far-West, en medio de
la ‘nada’ es solo apariencia de
igualdad, es igualdad en el rebaño; pues la auténtica igualdad admite
distinciones y excelencias entre las diversas personalidades; esta uniformidad
es el preludio del naciente ‘conformismo’, y éste a su vez de la
globalización psicológica y política bien
criticado por T. Molnar, cortando a
todos al nivel más bajo, eliminando distinciones, excelencias y
‘elites’, y admitiendo y admirando solo
la mayor riqueza. Y al fin, repudiando socialmente a los ‘distintos’ y echándolos de cabeza en el ‘melting-pot’; para uniformarlos. Es una falsa apariencia de igualdad.
No
todos eran “hombres libres” para vivir dignamente, para tener distintos pensamientos y poder vivir según su
propia personalidad. No vio ni se enteró de las frecuentes persecuciones y
discriminaciones. No vio lo que no quería ver. Los descendientes de los
primeros puritanos, por ejemplo, (tener presente que se continuaba viviendo en
una ‘teocracia’ protestante, con barniz
‘democrático’), “gozan del derecho
a la ciudadanía i están alistados en el partido temible de los ‘nativistas’,
que profesan las doctrinas del ‘americanismo’ más exaltado [antecesores del
KuKuKlan]. Cada buque que llega de Europa
trae centenares de estos emigrantes, los cuales son vendidos a la mejor postura
en Nueva York, Boston, Nueva Orleans i Baltimore, desde el precio de doce
reales para arriba” (344); entre estos llamados esclavos ‘blancos’, generalmente
irlandeses, inclusive los que comenzaban a traer de Inglaterra los mormones,
algunos tenían suerte y eran liberados luego de trabajar gratuitamente durante
cinco años ‘como negros’, para pagar el gasto del traslado.
MOMENTOS HISTÓRICOS
CRUCIALES.
Comenté
anteriormente la pedagogía bienhechora
con la que el padre Oro pudo haber ordenado los desvaríos de
Sarmiento en sus mocedades. Pero fue inútil ¿Quién fracasó, el pedagogo con su
liberalismo, el discipulo díscolo o ambos a la vez? Lo cierto es que perdimos
la ocasión de que Sarmiento siente cabeza evitando los males que causó en
nuestra Patria.
Estando
en EEUU acontece otro momento crucial (461) que podría haber cambiado la
historia nacional. Estando en Washington pasó horas enteras platicando con un
tal Mr. Jonhson, hombre “culto de modales
e instruido, cual correspondía al director de un diario trascendental” [además
de gran jugador de bochas]. Sarmiento no quiso dar crédito a Mr. Jonhson cuando
le exponía los graves problemas políticos en EEUU y menos aún a sus consejos y
advertencias. Este señor “se sentía ofendido y desmoralizado por la
tiranía de sus opresores, porque en los Estados Unidos, la mayoría dominante en
el gobierno es implacable e intolerante, maldecía de la república, de la democracia
i de aquella licencia ignorante i brutal que se decora con el nombre de
libertad. El mérito escarnecido, i esto es cierto; el interés público
descuidado, i esos también es cierto en muchos; los servicios olvidados o
miserablemente retribuidos, cosa que es de regla en los Estados Unidos; en fin,
la pasión de partido sirviendo de criterio i de peso i medida para juzgar de
todos i de todo; el charlatanismo preferido a la ciencia, i las pasiones menos
justificable sirviendo de impulso a la dirección de la opinión pública, todas
estas tachas i otras muchas que afean las democracias, las pasaba en revista
para hacerme detestar aquella libertad de que yo me mostraba tan apasionado.
Cuando yo me empeñaba en contradecirlo, me decía con sinceridad: ‘lo que yo quiero es que Ud. no se alucine
con esta apariencia de orden, de prosperidad i de progreso, i los atribuya a la
forma de gobierno. Bajo esta corteza no encontrará sino miserias, pasiones
indignas, ignorancia i caprichos. Lo que yo propongo es que no vaya Ud. a la América del sur a
proponernos como modelo de gobierno’”
Espléndida
descripción del cambalache democrático que bien podría haber inspirado a
Discepolín. Pero esta excelente crítica a la plutocracia norteamericana sirvió
tanto como tirar perlas a los chanchos. Sarmiento nunca aceptó que EEUU erigió
su poderoso imperio sobre la intolerancia religiosa, la discriminación racial,
las guerras con pretextos descarados y la sangre de sus soldados, el
avasallamiento de los países más débiles para robarles la materia prima ¡y el
alma!, etc. Ninguna de estas verdades
tan evidentes pudo penetrar en su
fanático cerebro pétreo para disuadirlo de continuar mintiendo. De haber
aceptado los consejos de Mr. Jonhson
nuestra Patria hubiera evitado la ‘americanización’ colonialista y su
desnaturalización.+
Conclusión
La
frivolidad y el resentimiento, consecuencia de la falta de firmes bases
intelectuales y morales, filosóficas y religiosas, que fuimos descubriendo en las memorias de sus ‘Viajes’, con sus
consecuencias nefastas, ya lo anticiparon dos eminentes maestros argentinos,
ignorados, repudiados, perseguidos por el Régimen liberal y marxista y por la Jerarquía católica. No
pueden jamás compartir la
Cátedra nacional un
‘maestro’ renegado y entreguista, un sempiterno panfletista con los que fueron
defensores de Dios, la Patria
y la Tradición.
¡Uno de los dos tipos debe desaparecer! ¡Y cuando una Nación elige mal sus maestros su destino en lo nacional y universal será
catastrófico!
Escribió
el profesor Jordán Bruno Genta en su
estudio ‘Sarmiento y la masonería’, Ediciones del Restaurador, Buenos Aires,
1949: “… en todo lugar, tiempo y
circunstancias, Sarmiento 33, mantiene
la misma posición en sus ideas y en sus
actos: el liberalismo extremo en materia
religiosa, filosófica y política. No es verdad que se puedan sacar ideas
contradictorias de su profusa obra escrita: casi siempre manifiesta con
claridad y con vehemencia, su liberalismo plebeyo y disolvente… Lo que
discutimos y combatimos es la supervivencia del espíritu masónico de Sarmiento
33, en la mentalidad y en la escuela argentina, porque juzgamos que es
contrario a los supremos intereses de la Nación , porque es un principio de decadencia y de muerte para la República.
“Si
no conseguimos desterrar ese espíritu extranjero y burgués, utilitario y
servil, veremos acentuarse en las generaciones que van llegando, los males que
aquejan, principalmente, a las clases dirigentes de nuestro país: el culto de
la incompetencia y la falta de carácter…El sentido militar y heroico de la vida
es incompatible con la humanidad desmembrada de ‘The poor Richard’ que
Sarmiento 33 introdujo en el país por la vía masónica e hizo consagrar
oficialmente como el arquetipo y el educador del pueblo argentino”.+
El
Padre Leonardo Castellani (‘Biblioteca
del pensamiento nacionalista argentino’, ‘El Sacrilegio’, T. IV, Dictio, 430)
escribió: “Nuestros ‘próceres’ no partieron siquiera a buscar una patria que tenían delante: partieron a
buscar una ideología. Pepe Rosa lo repite siempre y con mucha razón: a nuestros
‘liberales’ del 53, se les daba una soberana higa de la Argentina que estaba
allí, los hombres de carne y hueso, la tierra dura de Martín Fierro, los
gauchos negros mestizos, morenos soldados, arrieros, reseros, frailes, modesta
clase media y nobles familias solariegas
y caudillos naturales: prosaicos seres, pero existentes, desadornados de los
oropeles y zarandajas de ‘la
Francia ’. Todo eso lo daban y lo entregaban por una ‘ideología’ universal, que es una cosa que no
existe, un ‘ente de razón’. En el fondo entregaban el país entero y verdadero
para saciar su desapoderada vanidad de
‘hombres cultos’, de ‘hombres progresistas’. Los que hoy día están entregando
otra vez el país POR DINERO, vienen directo de los lomos de aquellos otros, sus
adúlteros genitores; verdaderamente ‘lomos negros’.
“Este
es el SACRILEGIO. Por el Dios vivo y verdadero –que vive en la tierra, el cielo y las almas de los hombres- se
hicieron un ídolo sin sustancia, un ídolo de papel inflado y rellenado con su
inconmensurable vanidad, hediondo humo; con las sobres de sus adjetivos
abstractos, se fabricaron ídolos más vacíos que Moloch, más crueles y vacuos
que Baal-Moloch. Nuestra ‘tradición liberal’ (que dice Valmaggia) es todo lo
contrario de una tradición: es un revestimiento externo impuesto por la
violencia, estuco amasado en sangre, que por suerte no penetró del todo en el
pueblo argentino; aunque lo desconcertó, empobreció y degradó”+
Horacio
Armando Bonfiglioli
Marzo
2014.