“De la Cábala al progresismo”
Párrafos del
capítulo XII : “La cábala dentro de la Iglesia o el Progresismo Cristiano”, del libro del
Padre Julio Meinvielle.
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ería un error entender el progresismo
cristiano como efecto de una influencia directa
de la Cábala. No
lo creemos; al menos en relación con el sector corriente de teólogos en que se
verifica el movimiento impulsor del cambio de la Iglesia , desde la Iglesia tradicional, la de
siempre, a la Iglesia
nueva, que está en gestación. Pensamos que la influencia es indirecta aunque
real y efectiva, a través de la cultura moderna que ha sido ganada totalmente
por influencias gnósticas y cabalísticas.
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stas influencias, a su vez, no se realizan
de modo general y total, sino que son influencias parciales sobre cada uno de
los elementos doctrinarios y sobre los hechos –litúrgicos, societarios, de vida
espiritual y pastoral y de gobierno- tomados separadamente. El cambio que así
se produce, en definitiva, va a tomar, si las cosas no cambian su curso, un ritmo
global arrollador, de carácter universal, que va a modificar sustancialmente
toda la doctrina y vida de la Iglesia Católica.
V
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amos a estudiar cada uno de estos cambios
para llegar a la conclusión de que está en movimiento y gestación dentro de la Iglesia Católica
romana una nueva religión,
sustancialmente diversa de la que dejó Cristo, y que adquiere los caracteres de
una gnosis pagana y cabalística perfectamente configurada. (pag.325).
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Y
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a hemos entrado en la sexta edad del mundo, en la
cual Cristo inició para nosotros el camino nuevo. Después de la ley natural y
mosaica, la ley evangélica. Qué curso han de seguir los pueblos en sus
desvaríos, no lo puede conocer el hombre. Porque la Revelación sólo le da a
conocer “sólo aquellas cosas que son
necesarias para la salvación” (Santo Tomás, S. Th. 1-2, 106, 4, ad 2). El
hombre sólo puede vislumbrar generalidades sobre el curso de los
acontecimientos y sobre la densidad de la historia. La Historia se ha de
acomodar a la tradición cabalística o a la tradición católica. No hace falta
mucha sagacidad para ver que desde hace cinco siglos el mundo se está
conformando a la tradición cabalística. El mundo del Anticristo se adelanta
velozmente. Todo concurre a la unificación
totalitaria del hijo de la perdición. De aquí también el éxito del
progresismo. El cristianismo se seculariza o se ateiza.
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omo se hayan de cumplir, en esta edad cabalística,
las promesas de asistencia del Divino Espíritu a la Iglesia y como se haya de
verificar, que las puertas del infierno no han de prevalecer, no cabe en la
mente humana. Pero así como la
Iglesia comenzó siendo una semilla pequeñísima (Mt. 13,32), y
se hizo árbol y árbol frondoso, así puede reducirse en su frondosidad y tener
una realidad mucho más modesta. Sabemos que el mysterium iniquitatis ya está obrando (2 Tes. 2,7); pero no sabemos
el límite de su poder. Sin embargo no hay dificultad en admitir que la Iglesia de la publicidad pueda ser ganada por
el enemigo y convertirse de Iglesia católica en Iglesia gnóstica. Puede haber
dos Iglesias, la una de la publicidad, Iglesia magnificada por la propaganda,
con obispos, sacerdotes y teólogos publicitados, y aún con un Pontífice de
actitudes ambiguas; y otra, Iglesia del silencio, con un Papa fiel a Jesucristo
en su enseñanza y con algunos sacerdotes, obispos y fieles que lee sean
adictos, esparcidos como ‘pusillus grex’ por toda la tierra. Esta segunda
teoría sería la Iglesia
de las promesas, y no aquella primera, que podría defeccionar. Un mismo Papa
presidiría ambas Iglesias, que aparentemente y exteriormente no serían sino
una. El Papa, con sus actitudes ambiguas, daría pie para mantener el equívoco.
Porque, por una parte, profesando una doctrina
intachable sería cabeza de la
Iglesia de las Promesas, Por otra parte, produciendo hechos equívocos y aún reprobables,
aparecería como alentando la subversión y manteniendo la Iglesia gnóstica de la
publicidad.
L
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a eclesiología no ha estudiado suficientemente la
posibilidad de una hipótesis como la que aquí proponemos. Pero si se piensa
bien, la Promesa
de Asistencia de la Iglesia
se reduce a una Asistencia que impida el error introducirse en la Cátedra Romana y en la misma
Iglesia, y además que la
Iglesia no desaparezca ni sea destruida por sus enemigos. (Las
promesas están contenidas de modo particular en : Mt. 16- 13,22: 28- 18,29;
Juan 14- 16,26).
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inguno de los aspectos de esta hipótesis que aquí
se propone queda invalidado por las promesas consignadas en los distintos
lugares del Evangelio. Al contrario, ambas hipótesis cobran verosimilitud si se
tienen en cuenta los pasajes escriturarios que se refieren a la defección de la
fe. Esta defección, que será total, tendrá que coincidir con la perseverancia
de la Iglesia
hasta el fin. Dice el Señor en el Evangelio: “Pero cuando venga el Hijo del
Hombre ¿encontrará fe en la tierra? (Lc. 18-8).
S
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an Pablo (II Tes. 2,3) llama apostasía universal a
esta defección de la fe, que ha de coincidir con la manifestación del ‘hombre
de la iniquidad, del hijo de perdición’.
Y
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esta
apostasía universal es la secularización o ateización total de la vida pública
y privada en la que está en camino el mundo actual.
L
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a única alternativa al Anticristo será Cristo,
quien lo disolverá con el aliento de su boca. Cristo cumplirá entonces el acto
final de liberar la Historia. El
hombre no quedará alienado bajo el inicuo. Pero no está anunciado que Cristo
salvará a la muchedumbre. Salvará si a su Iglesia, ‘pusillius grex’ (Lc. 2-32),
rebañito pequeño, a
quien el Padre se ha complacido en darle el Reino.+
(pag. 462).
Esta denuncia profética del
padre Meinvielle fue escrita en el libro “De la Cábala al Progresismo”,
impreso por editorial Calchaquí en enero 1970. Hoy día nos da razón a los que tenemos fundamentos para creer
que luego del Vaticano II reina soberana
la Iglesia de
la publicidad, neo-modernista, desacralizada y mundanizada, democratizada,
colegiada, ecuménicamente demagógica, mimada por el periodismo y complaciente
con las adulaciones de los incrédulos obstinados, enemigos de Cristo.