Isabel contra
Roma
Don Curzio Nitoglia
UNA REINA ASESINA Y HEREJE
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de ser coronada Isabel, en 1559, el
primer acto del Parlamento fue declarar abolida en Inglaterra la
jurisdicción espiritual y la autoridad del Papa (E. Jones, The Revolutionary
Jew). El ‘Act of Supremacy’ fue el primero de una larga serie de decretos
penales con los que se pretendió
‘erradicar la fe católica de Inglaterra, cambiándola por el
protestantismo’ (T. Knox) Luego el Parlamento prohibió la Misa romana, amenazando con
sanciones penales celebrarla o asistir a ella.
Ambos actos ‘equivalieron a
suprimir la religión católica de Inglaterra’. Para ser un buen inglés, el súbdito de Isabel, debía profesar,
bajo juramento, que toda la autoridad religiosa era en más, conferida a la Reina , ‘transformada en la
administradora suprema en todas las cuestiones espirituales y eclesiásticas, y
también en las temporales’ (T. Knox). El buen inglés debía presenciar el nuevo culto, sufriendo, en el caso de no
asistir, multas cada vez más abultadas. Los que no aceptaron esta situación
eran llamados ‘disidentes’ o ‘los negadores’, y algunos de ellos se dispusieron
a pagar el peaje final al martirio. ‘Eran traidores a un Estado sin Dios, para
no traicionar al Dios Omnipotente […]. Así se implantó la nueva religión sobre un pueblo reacio’ (Knox).
FIDELIDAD DEL EPISCOPADO
INGLÉS AL PAPA.
Los
obispos católicos no se plegaron y, en consecuencia, fueron sustituidos por una
asamblea heterogénea de oportunistas y politiqueros, mientras que a su vez el
clero fiel al catolicismo con cagatintas que concebían la religión como una
manera de ganar dinero. Gradualmente los calvinistas fanáticos fueron creando
en Inglaterra un régimen de Mamón,
obviamente filosemita. Teóricamente este filo-semitismo se expresaba dentro del
sistema como super-capitalismo. Prácticamente
era la colaboración de la red internacional hebrea de espionaje en la actividad
de la inteligencia del país. Super-capitalismo
e inteligencia hebrea formaron una nueva y formidable arma directa para
contrarrestar los esfuerzos de la Contrarreforma en el continente.
EL RETORNO DE LOS EXILADOS
PROTESTANTES.
En
un primer momento cautelosamente, los exilados protestantes, perseguidos
durante el reino de María Estuardo, retornaron a la patria ofreciendo sus
servicios al régimen de Cecil. Francis Walsingham volviendo de su exilio suizo
fue el jefe de los espías de Cecil. En 1559 John Knox retornó a Escocia y en
colaboración con Cecil transformó el país en un feudo inglés, haciendo lo que
Lutero había realizado en Alemania, o sea, corrompiendo y silenciando a la
nobleza con las tierras robadas a la Iglesia.
Una vez que los intrusos se aseguraron de quedar con los
réditos provenientes de los conventos y diócesis, la fe católica fue desterrada
de Escocia y la asistencia a Misa se castigaba con la pena de muerte. Así fue
como luego que Inglaterra se separó de
Roma, declarando a la Isabel
papa y decretado la Misa
ilegal, Cecil pudo inaugurar la nueva política exterior inglesa, proponiendo a
Isabel cabeza de la cruzada anti-católica.
HUMANISMO CABALISTA Y
PROTESTANTISMO CONTRA ROMA.
La revolución se
desarrolló impetuosamente en Europa hacia varias direcciones, en el momento en
que los hombres de la Iglesia
aflojaron la voluntad de perseguir la batalla contra el Talmud iniciada en el
siglo XII, para abrazar el espíritu del Humanismo y del Renacimiento
impregnados de cábala y talmudismo. Cuando Pfefferkom propuso quemar el Talmud,
luego de su conversión a la fe católica en el primer decenio del siglo XVI,
sólo los dominicos de Colonia se mostraron dispuestos a seguirlo, nadie más.
MASONERÍA Y JUDAÍSMO
TALMÚDICO.
Muchos
notaron la unión entre masonería y judaísmo talmúdico. El Talmud, con sus ‘blasfemias vulgares y malignas
contra Cristo’, es el principal recurso de
los Anás y Caifás de todos los tiempos para mantener al pueblo
hebreo ignorante de la verdadera
naturaleza del cristianismo, alimentando la incomprensión y el odio’ (W. T.
Walsh, Felipe II). Una vez que los cristianos perdieron la voluntad de combatir
el Talmud, esta doctrina comenzó a preponderar intelectualmente bajo la
apariencia de un Humanismo clásico-paganizante, pero realmente cabalística. El
Talmud fue ‘el creador de la nación hebrea y la figura del alma hebrea’
(Walsh). Y al no contrarrestarlo, la difusión del pensamiento judaizante fue su
natural consecuencia, y el crecimiento de la influencia talmúdica en la cultura
cristiana menguaba cada vez más la intención de impugnarlo. La vocación
desmesurada de la magia, que la
Cábala hizo pendular ante los ojos de los cristianos
humanistas, fue el principal obstáculo para desenmascarar al Talmud.
Don Curzio Nitoglia.
8 enero 2011.
www.doncurzionitoglia.com/isabellacontroroma.htm
tradujo
HAB.