¡¡¡
Oración
del Padre Pío.
QUÉDATE CONMIGO, Señor, porque es necesario
tenerte presente para no olvidarte. Tú sabes con qué facilidad te abandono.
Quédate
conmigo, Señor, porque soy débil y tengo necesidad de Tu fortaleza para no caer
tantas veces.
Quédate
conmigo, Señor, porque Tú eres mi vida y
sin Ti disminuye mi fervor.
Quédate
conmigo, Señor, porque Ti eres mi luz y sin Ti quedo en tinieblas.
Quédate
conmigo, Señor, para mostrarme Tu voluntad.
Quédate
conmigo, Señor, para que oiga Tu voz y la siga.
Quédate
conmigo, Señor porque deseo amarte mucho y estar en Tu compañía.
Quédate
conmigo, Señor, si Tú deseas que te sea fiel.
Quédate
conmigo, Señor, porque aunque mi alma sea pobre, desea ser para Ti un lugar de descanso, un nido de
amor.
Quédate
conmigo, Señor, porque se hace tarde y el día declina, y la vida pasa. Se
acercan la muerte, el juicio, la eternidad. Necesito doblar mis fuerzas a fin
de no desfallecer en el camino y para esto tengo necesidad de Ti.
Se hace
tarde y viene la muerte. Me inquietan las tinieblas, las tentaciones, las
arideces, las cruces, las penas ¡Cuánta
necesidad tengo de Ti, mi Jesús, en esta noche de exilio!
Quédate
conmigo, Jesús, esta noche, con todos los peligros de esta vida te necesito.
Haz que te conozca como tus discípulos, al partir el pan, para que la unión
eucarística sea la luz que disipe las tinieblas, la fuerza que me sostenga y la
única alegría de mi corazón.
Quédate
conmigo, Señor, porque cuando llegue la muerte quiero estar unido a Ti, si no
realmente por
Quédate
conmigo, Jesús. No te pido la divina consolación, porque no la merezco, pero el
don de tu santísima presencia. ¡Eso sí te lo pido!
Quédate
conmigo, Señor, porque a Ti sólo busco: tu amor, tu gracia, tu voluntad, tu
corazón, tu espíritu, porque te amo y no quiero otra recompensa que amarte más
y más.
Quiero
un amor ferviente y profundo. Quiero amarte con todo mi corazón, aquí en la
tierra, para seguir amándote con perfección por toda la eternidad.
Así
sea.
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