lunes, 4 de octubre de 2021

 

Presagio de un eminente personaje de la Iglesia, escrito hace 60 años, anunciando terribles acontecimientos, surgidos del rechazo de las verdades fundamentales de la Cristiandad, desencadenados lentamente desde hace siglos por fuerzas tenebrosas. Las repetidas denuncias sobre la tragedia que se cernía fueron desoídas y rechazadas, y hasta, ocultadas intencionalmente. Hoy día esos principios determinan completamente la vida de los pueblos.

La hora de Barrabás

 “La sociedad moderna se halla atormentada por una fiebre de renovación que da miedo, y está infestada de hombres que se aprovechan de tan gran sufrimiento nuestro para construir en ella el imperio de sus caprichos, la tiranía de sus vicios, el nido de sus lujurias y sus rapiñas. Nunca como ahora asumió el mal características tan vastas y apocalípticas, nunca hemos conocido un peligro igual (…). Si la Madre de Dios no empieza otra vez a enseñarnos, en nuestros días como en el pasado, quién es Jesús ¿Cómo no temer las consecuencias últimas de tantos errores y tantos horrores? Ya se prepara algo tremendo sobre nuestras cabezas: ¿Qué será de nosotros? (…) Parece que tampoco el Salvador quiere escucharnos y que anda sumido en el sueño que hizo decir al profeta: “Despiértate, ¿porque duermes, Señor? Se diría que también a nosotros nos declara el Señor: “Mi hora aún no ha llegado”, pero la Inmaculada, la Madre de Dios, la Virgen que tutela a la Iglesia, Ella nos dio ya en Caná de Galilea la prueba  de que sabe adelantar la hora de Dios. Nosotros necesitamos que la hora de Dios venga pronto, que se anticipe, que sea inmediata, porque casi podríamos decir: “¡Oh, Madre, no podemos más!” Merecemos las peores hecatombes por nuestros pecados. Hemos expulsado a su Hijo hasta de las Iglesias, hemos preferido a Barrabás. Ésta es realmente la hora de Barrabás. No obstante eso, confiamos en María, sentimos que es la hora de Jesús, la hora de la Redención. (…)¡Habla por nosotros. Oh silenciosa, habla por nosotros, oh María!+

Cardenal Alfredo Ottaviani.

“El Baluarte”, 1961.

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