PENSAR LA PATRIA, PARA DEJAR DE SER EL HAZMEREIR DEL MUNDO.
El nacionalismo es una reacción instintiva de todo ser
humano; porque es simplemente amor a la Patria. Se la ama como se ama a los
padres, a la familia, a los amigos, a la Santísima Virgen. Se los ama porque
sí. Pero para evitar que ese amor espontáneo se degrade en egoísmo personal
inmoral, o en adulteración cipaya, al tipo marxista o liberal, el patriota debe
dirigir sus esfuerzos en busca de las raíces de la nacionalidad. pensando
porqué y para qué existe nuestra Patria, cuáles son sus enemigos, y cuál es su
destino histórico.
En caso contrario, aparece la demagogia de los nacionalismos
espurios, como el marxista, con Castro o Maduro, o el mediatizado por Stalin,
el carnicero de occidente, cuando invocó el patriotismo para frenar el avance
nazi. También aparecen los ‘patriotas’ de las derechas, como Macri, o
Fernández, rogando la ayuda benéfica del imperialismo, para ‘salvar’ la patria…
¡y sus haberes personales!... continuando la costumbre histórica unitaria.
Otros creen hacer patria convocando a cacerolazos para que los ‘representantes’
del pueblo debatan si se debe repudiar aborto… etc. Hay para todos los malos y
dudosos gustos. Pero ninguno es sinceramente nacionalista, ninguno ama la
Patria verdadera verdaderamente, pues son fundamentalmente liberales, utilizando
al país como trampolín para instaurar sus ideologías perversas.
Pensar la Patria es actualizar sus principios
fundacionales, no cambiándole su personalidad, pues en tal caso desaparecería,
como viene ocurriendo actualmente, desde el siglo XIX.
Concretamente consiste en recuperar nuestro patrimonio
católico, hispano-americanista y luchar para imponer la política sanmartiniana
y rosista, fundada en la Soberanía, que se concretó magníficamente en la
Confederación Argentina. Llegar a esta reivindicación es haber sabido pensar la
patria, posibilitando su recuperación, su restauración, para ubicarla en el
lugar de respeto y dignidad que le corresponde internacionalmente, dejando de
ser el hazmerreír del mundo.
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