domingo, 24 de octubre de 2021

 

 EL SANINETE ELECTORALISTA.

Ridi paggliaci: no vaya a creer usted que le cantaré la ópera de Leoncavallo. No, camarada, pero podría ser el título de un sainete, pues nos hace reír todos los días y a todas horas; con lágrimas de vergüenza y desesperanza.

Con motivo de las elecciones, ¿ha visto usted las caras sonrientes, felices, optimistas, de los candidatos que aparecen en las propagandas? ¿De que se ríen, con sonrisas ficticias de payasos aficionados? Ellos se ríen de nosotros pues nos están engañando, y nosotros nos reímos de ellos pues descubrimos la farsa. ¡Sólo engañan todavía a los muy inocentones, que abundan demasiado! La risa fingida es un recurso político para persuadir honestidad y optimismo, empleado asiduamente por los liberales; queriendo demostrar que para ellos solucionar la crisis del país es pan comido.

Por eso, como no pueden atrapar al electorado con hechos palpables y cumplidos, porque nunca realizan lo que prometen, los atrapan con una red de atrayentes ilusiones. La risa es uno de los sustentos de la farsa del Régimen demo-liberal. ¡Se trata de canjear risas por votos! Aunque las risas rápidamente se transforman en decepciones, y los votos rápidamente recompensan a los farsantes con pingües ganancias.

Ahora bien, si repasamos las papeletas de todos los partidos, veremos que las sonrisas resplandecen en todas. Con una sola excepción: los marxistas; quizá abrumados por el peso de las iniquidades que cometen allí donde usurpan el poder, en vez del rostro exultante nos engañan mostrando caritas inocentonas de aburguesados ‘nenes de papá’,  incapaces de matar una mosca! Por ahora pasaron al olvido esas típicas manifestaciones recorriendo las calles con el puño cerrado, gritando odio bajo los trapos rojos; pero tenga Ud. seguridad que volverán, pues los anima el mismo resentimiento contra todo lo que hace la ida digna.

¿O será que los políticos están realmente felices, teniendo en sus manos  los pasajes para festejar anticipadamente el triunfo en las playas del Caribe? ¿O será que ya abrieron cuentas en dólares en los paraísos fiscales?

En fin, que estos comerciantes de la política nos toman públicamente a la chacota; los personajes del sainete cambian, pero todos tienen el mimo propósito de crear optimismo, seguridad, confianza… a cambio de votos que les permitan hacer y deshacer a su capricho.  En el colmo del caradurismo: ¿recuerda a uno de esos payasos bailando a las risotadas en el balcón de la Rosada? ¿o al actual cachafaz con la máscara lúgubre, llorona de tanto sufrir por las desgracias populares que él mismo fomenta? 

En el país de los blancos el negro es rey: Con nosotros los anglosajones hacen lo que se les ocurra. Estamos domesticados. Los yanquis, como para disculparse ante el mundo por su bárbaro racismo pagano y belicista, hacen un mea culpa al estilo de los Papas modernistas, divulgando, por ejemplo, que consideran a los negros en un pie de igualdad con los blancos, lo que es una escandalosa mentira. Y pretenden demostrarlo, propagando que aumenta sin cesar la atracción de las rubias por los negros; (lo que revienta a los hombres blancos; siendo motivo suficiente para los muchachos de la moralina yanqui  linchen al negro atrevido. Lo usan como un mensaje político publicitario esencialmente demagógico. Los anglosajones son entrañablemente racistas, religiosamente racistas, biológicamente racistas. Pero persuaden al televidente que los únicos racistas fueron los nazis.

Otra muestra del disparate: de acuerdo a lo que enseñan los ‘santos’ mormones: los yanquis son blancos por ser virtuosos e impecables, mientras que a los negros se les oscureció la piel por sus maldades. Y por eso odian a los de piel oscura, árabes, coreanos, japoneses, italianos, latinos, etc;  La política yanqui asumió este ‘dogma’  y le declara la guerra al pobre infeliz que luce tez ‘chocolate’ … mientras tenga algo que rapiñarle. Claro que a veces se les va la mano, más frecuentemente de lo que uno desearía, y también agreden a los ‘blanquitos’.

Pretenden acentuar más aun el argumento de la igualdad racial recurriendo, por supuesto, a Hollywood, -el ‘arte’ al servicio de la política-, que puso de moda presentar como  negros a personajes blancos de valor universal. Así hemos visto a un Hamlet negro; como negro también a Arsenio Lupin, el parisino ladrón de guante blanco;  al príncipe en ‘Mucho ruido y pocas nueces’ de Shakespeare… y tantos otros que no recuerdo de memoria ¿Se imagina usted cuando aparezcan  Mozart,  San Martín, o  don Juan Manuel, con los rostros pintados como  negros?

Los liberales nativos, también imitaron el adulterado filantropismo yanqui, y mandaron, en el siglo XIX, a morir a los negros argentinos –seguramente por ser rosistas- a los bosques paraguayos. Yo, nacionalista, siguiendo la modalidad hispánica, soy absolutamente antirracista, y decididamente prefiero a los negros antes que a los rubios anglosajones. Pero cada cual en lo suyo y en su sitio.

Las olimpíadas negras: ya afirmé que no soy de ninguna manera racista, pues todos, cada cual a su manera somos hijos de Dios, como decretó la santa Reina Isabel de Castilla respecto a los indígenas; pero para desenmascarar más aún a los racistas yanquis, que consideran a los negros seres de inferior calidad humana, me regocijaría que algún desocupado de buena voluntad contabilice cual es el porcentaje de negros que  ganaron medallas en las Olimpíadas de Tokio. Creo que a los blanquitos ‘te con leche’ se les caería la cara de vergüenza.  deberiendo conchabarse de oficinistas.

La farándula al poder: otro de los recursos infames utilizados por el Régimen para no perder su poca popularidad, pues es público y notorio que los políticos de comité son popularmente despreciados, consiste en insistir en poblar sus listas con los ‘ricos y famosos`. Estos, asociados a los egresados de las universidades reformistas y a los aportado por los sindicatos y las logias, forman un conjunto terrorífico, que mete miedo, de ignorantes de los principios políticos -¡y de honestidad y de amor patrio!-indispensables para regir un país. Utilizan este recurso maquiavélico de usar a los ‘ricos y famosos’, creados por la propaganda, para reclutar votos. El destino del país y el Bien Común no les interesa a los liberales.

También los imberbes se encaraman al poder; Recuerdo la afirmación de Alexis Carrel,: los norteamericanos  tienen un nivel de madurez intelectual  no mayor a los 14 años de edad,- esto dicho hace más de medio siglo, imagínense lo que diría ahora-.  Pero nosotros los imitamos e involucionamos para asemejarnos a ellos.

Ya tenemos a nuestra juventud, asolada por la televisión, desordenada la inteligencia, la voluntad anquilosada, los colegios pésimos, las costumbres inmorales fomentadas, el desempleo, las drogas, el rock, etc. etc. ¡Desapegados de la Patria, de la Familia, sin Dios! Abandonados en la jungla sin armas para defenderse.  

¿Alguien puede creer que la muchachada tenga un criterio certero y seguro para indicar soluciones a los graves problemas políticos? Sin embargo, mientras ciertos países probos proponen personajes maduros intelectualmente, como posibilidad de que cumplan con gravedad y sabiduría sus funciones políticas, en nuestro país bananero el Régimen obliga a votar a estos imberbes, pues son elementos ignorantes  fácilmente manipulados y dirigidos.

¿Qué carajo quieren hacer con la juventud?

Si este término campechano afecta su sensibilidad, pues sustitúyalo. Pero para mí es el apropiado e irreemplazable para explicar la agresión internacional contra la familia, la mujer, la niñez y la juventud, con el consentimiento del Estado liberal que todo lo pudre, y todo lo consiente… mientras lo sobornen. Término que adquirió su lustre en las pulperías, hace siglo y medio, al grito gauchesco: ¡Viva Rosas, carajo!

¿Qué carajo pasa en un país donde el Estado no protege a la niñez y a la juventud de los mercaderes de aberraciones morales? ¿Qué pasa en un país donde a la juventud, edad de los ideales heroicos y magníficos, se la abandona sin medios para alcanzarlos? ¿Qué pasa en un país donde se corrompe de tal manera a la juventud que se la incita a la delincuencia? ¿Dónde no se le ofrece un porvenir digno? ¿Qué pasa en un país donde no se combate eficazmente a la drogadicción; donde la música y las películas de Hollywood avasallan con porquerías inmorales? ¿Qué pasa en un país donde un gobernante, en vez de ser ejemplo de moralidad, se enorgullece públicamente de tener un hijo, “algo distinto”?

Sucede que este Régimen y sus miembros, están moralmente podridos y sobornados, necesitando una juventud inconsciente, derrotada, desesperanzada, para dominarla fácilmente, satisfaciendo a los demonios del Norte.

 

 

 

 

 

 

 

           

 

  

 

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