viernes, 10 de septiembre de 2021

 

NUESTRO HÉROE FUNDADOR

“Así, cuando en un gran pueblo la turba es levantada por la sedición, y cuando el feroz espíritu del innoble vulgo hace ya volar las piedras y las encendidas teas, y todo se convierte en arma para su furor, si de pronto aparece un hombre grave. Famoso por su virtud y su saber, todo se calla. Los oídos le prestan atención, sus palabras dominan las mentes, ablandan los corazones”. (Virgilio. Eneas).

Ese hombre predestinado fue don Juan Manuel de Rosas, continuador de la lucha sanmartiniana por la soberanía fundadora argentina. Héroes ambos inimaginables en nuestro tiempo de gobernantes acanallados. Ellos  nos hacen pensar en  héroes paganos, más que en hombres, en semidioses, nacidos de las divinidades del Olimpo, como fueron los designados por el Hado para fundar todas las naciones.

Pero fueron hombre de carne y hueso que vivieron y lucharon hace apenas siglo y medio, aunque tan  extraordinarios que  podríamos también imaginarlos actuando en unos orígenes casi míticos de la Patria,  en tiempos arcaicos,  tan lejanísimos  en el tiempo,  como se nos presenta lejanísima la personalidad de estos héroes respecto a  la miseria, la corrupción, la incapacidad, la flojera, la traición de todos los que empuñan el timón de la Patria desde Caseros, para hundirla casi irremisiblemente en una postración  incurable.

 Con aristocrática impavidez, porque eran Señores, manteniéndose enhiestos e imperturbables, desestimando la amargura de verse acechados por el odio y la envidia de la chusma ‘iluminada’ y renegada, continuaron triunfalmente su obra redentora y fundadora.

 A ellos podría adjudicarle lo que comentó un diplomático francés que visitó en Palermo al Restaurador de las Leyes, quien se podía dar el lujo de recibirlo ataviado como gaucho que era, tomando mate bajo un ombú, sencillo, franco, amigable, pues tras su apariencia se notaba su calidad humana, que captó  el francés, diciendo que le recordaba lo que narraban del patriarcal buen rey Dagoberto, que atendía a sus invitados comíendo pan y queso bajo una encina.

 

Dijo el Padre Castellani, en ‘Reflexiones políticas’, Signum,  pg. 149:

Otra.- Aristóteles dijo de Alberdi: “cuando una nación existe y camina, que venga un señor melenudo, enfermizo, excéntrico y autor de valses, y quiera cambiarla en otra que él se saca de la cabeza, eso roza la locura”. Aristóteles lo dijo de Hipódamo de Mileto, pero “rueda a lo mismo” –como dice Atahualpa Yupanqui.

Nuestros próceres, por desgracia, no fueron muy inteligentes, ninguno dellos. Si alguno parece realmente inteligente es don Juan Manuel de Rosas, pero ya, ése no es prócer. Pero ¿qué es un prócer? No se sabe, Rosas fue un héroe.+

 

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