domingo, 10 de enero de 2021

 



  

LA POLÍTICA YANQUI QUE ECLOSIONÓ EN TODA SU VILEZA DURANTE LA GUERRA POR LAS MALVINAS, ASÍ CONTINÚA Y CONTINUARÁ, PORQUE SE FUNDA EN LA IDEA RELIGIOSA VETEROTESTAMENTARIA DE LA PREDESTINACIÓN DE LOS SANTOS A DOMINAR EL MUNDO.

ARTÍCULO PUBLICADO EN EL PERIÓDICO “COMBATE”, EL 16 ABRIL 1958, DIRIGIDO POR EL CAMARADA ALBERTO FELICI.

QUÉ ES Y DONDE VA LA DOCTRINA MONROE.

(América para los americanos… del norte).

Con motivo del día de las Américas que acaba de celebrarse, consideramos oportuno hacer una breve referencia a esta famosa doctrina.

El 2 de diciembre de 1823 el presidente Monroe, teniendo en cuenta las decisiones de la Santa Alianza con respecto a la América española, formuló ante el Congreso las declaraciones que han pasado a la historia con el nombre de Doctrina Monroe, que podemos sintetizar en estos tres puntos:

1º.-: No colonización futura por Estados europeos en el Continente americano.

2.- : No intervención por Estados europeos en el continente americano.

3.- : Desinterés de los EEUU en las cuestiones europeas.

El mensaje fue acogido de muy diversa manera; en los países europeos fue mirado con encono, y en los países americanos, como contribuyó a desbaratar los propósitos de la Santa Alianza, fue mirado como un anuncio de la liberación definitiva, y como una especie de segura protección desinteresada para el futuro e invocada como tal en algunas oportunidades por ciertos países de nuestra América.

No nos guía el propósito de dar nuestra interpretación de la Doctrina, sino de historiar algunos hechos y recordar algunas palabras de estadistas yanquis que por sí solas hablan del fin y objeto de la misma.

Comenzaremos por decir que la doctrina no fue invocada para impedir que Gran Bretaña ocupara las islas Malvinas en 1838 y Belice en 1835; ni para impedir que Francia interviniera en 1838 en el Río de la Plata, realizando un largo bloqueo al que se unió Inglaterra en 1841; ni para impedir que Francia en 1838 bombardeara Veracruz y San Juan de Ulloa.

En otros casos que le tocaba más de cerca, EEUU aplicó la doctrina. En 1895, con motivo de la cuestión de límites en la Guayanas entre Gran Bretaña y Venezuela, en la emergencia, EEUU exigió un arbitraje integral de la cuestión. Pero a raíz de este hecho es bueno recordar la extensa nota que el secretario Olney envió al representante norteamericano en Londres, dándole instrucciones de hacerle conocer al Jefe del Gabinete del Gobierno Inglés. En otras cosas decía: “Hoy los EEUU son prácticamente soberanos en este Continente y sus órdenes son ley en los asuntos a que dirigen su interposición”. Todas las ventajas de esta superioridad podrían peligrar súbitamente si se admitiera el principio de que las potencias europeas podrían convertir a los Estados americanos en colonias o provincias propias… Que eran obvias las desastrosas consecuencias para los EEUU que tal condición de cosas (la pérdida de prestigio, de autoridad y de peso en los consejos de las familias de las naciones serían las menores): nuestros únicos rivales en la paz y enemigo en la  guerra hallaríanse situados en nuestras mismas puertas”.

Vaya anotando el lector las veces que la Doctrina Monroe es aplicada por los EEUU para qué y con qué objetivos lo es, dicho por los mismos yanquis.

Siguiendo con nuestra historia, en 1845-48, a raíz de que el primer ministro francés Guizot se pronunció contra la anexión de Tejas por los EEUU, considerando la posibilidad de que Gran Bretaña se apoderase de California, que entonces era todavía territorio mexicano, el presidente Polk dijo en su mensaje: “Debemos mantener siempre el principio de que los pueblos del Continente americano tienen por sí solos el derecho de decidir su propio destino. Si una parte de ellos, constituyendo un Estado independiente, se propusiera unirse a nuestra Confederación, trataríase de una cuestión que debería resolverse entre ellos y nosotros, sin ninguna intervención extranjera. Nunca podremos consentir que las potencias extranjeras se ingieran para prevenir tal unión…”.

En cambio, tres años después distintas facciones políticas mexicanas luchaban en Yucatán y viéndose en peligro ante una insurrección de las masas indígenas que ellos habían armado, pidieron la protección a EEUU, Gran Bretaña y España. Entonces el ministro Polk expresó en otro mensaje: “… aunque no me propongo recomendar la adopción de ninguna medida tendiente a adquirir el dominio y la soberanía del Yucatán, sin embargo, de conformidad a la política que hemos establecido, no podremos consentir una transferencia de dominio y soberanía a España o a cualquier otra potencia europea”.

Es decir, que si un territorio americano solicitaba ser incorporado a los EEUU, nada tenían que observar las potencias europeas; pero si la petición dirigíase a una de éstas, el gobierno de Washington no podría consentir la anexión.

Ya en el presente siglo, en 1902, a raíz de la intervención de Alemania, Gran Bretaña e Italia en Venezuela, el presidente Teodoro Roosevelt manifestó que a fin de prevenir intervenciones extranjeras, los EEUU debían vigilar la conducta de los países latinoamericanos: “… la pertinacia en la conducta lesiva o la impotencia que se traducen en un relajamiento general de los vínculos propios de la sociedad civilizada, pueden requerir finalmente, en América  como en cualquier otras parte, la intervención de alguna nación civilizada, y en el hemisferio occidental el apego de los EEUU a la Doctrina Monroe puede obligar a los EEUU, aún contra   su voluntad, en casos flagrantes de tal inconducta e impotencia, a ejercer funciones de policía internacional”.

Los hechos se encargaron de confirmar dichas palabras. EEUU ha intervenido con fuerzas militares en Nicaragua, Haití, República Dominicana, Honduras, Cuba, y más recientemente tenemos el ejemplo del Bogotazo en Colombia. Hasta tal punto ha llegado el celo de los yanquis por esta su América, que en 1912, ante el rumor de que una sociedad norteamericana se proponía transferir a una compañía japonesa de pesca cierta extensión en la Bahía Magdalena (Baja California), México apta para establecer una base naval, el Senado de Washington votó una resolución expresando que: “si un puerto u otro lugar del Continente Americano estuviese situado de tal modo  que su ocupación con fines navales o militares, pudiese constituir una amenaza para las comunicaciones o para la seguridad de los EEUU, éstos no podrían ver sino con grave preocupación que dicho puerto o lugar fuere poseído por un sociedad o asociación vinculada a un gobierno no americano, en forma que prácticamente procurare a este gobierno facultades de control con fines navales o militares”

Ante la ingenuidad o mala fe de muchos sudamericanos, que quieren ver en el gran país del Norte el protector de toda América y de los intereses políticos y económicos –éstos últimos tan en boga hoy- de los respectivos países hispanoamericanos, nos hemos vistos forzados a realizar esta breve crónica, sobre todo en estos momentos en que “tan dignamente” el Ejecutivo Nacional defiende la soberanía del país.

Pero, para que no queden dudas de ninguna especie transcribiremos un párrafo del secretario Knof de diciembre 1919, en donde los yanquis mismos se encargan de llamarnos a la reflexión y que nos exime de todo comentario. El texto dice así: “… la Doctrina Monroe no es un compromiso ni un acuerdo internacional; es una política de los EEUU que este país aplica cuando lo juzga conveniente, sin pedir permiso a nadie… es una política de los EEUU cuyo carácter preciso, amplitud, método y casos de aplicación, como también los medios para hacerla respetar, depende solamente de la voluntad sin fiscalización de los EEUU, y son su prerrogativa soberana, y nosotros nos servimos de ella para medida de nuestras necesidades, nuestra voluntad y las fuerzas de nuestras armas”.*  


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