lunes, 25 de enero de 2021

 

EL  RÉGIMEN.

Con ese término el nacionalismo siempre identificó al oprobioso sistema político liberal que tomó el poder luego del aciago día de Caseros. Desde ese entonces, los gobiernos, sometidos por la masonería, se fueron sucediendo, pero manteniendo incólume, sin discrepancias, la entrega del país a favor de la política imperialista británica.

Para concretar esa ignominiosa política anti-argentina, el Régimen organizó, con el apoyo de radicales, conservadores, socialistas, etc., el gran fraude ‘patriótico’, logrando convencer al pueblo de que seremos un dulce país floreciente amparados y adheridos al imperialismo de turno.  Sólo era necesario cumplir con un insignificante detalle: ¡entregar nuestra Soberanía nacional! Que el Régimen realizó estrictamente.

¿Cómo es posible que los gobiernos, ininterrumpidamente, hayan sido convencidos para entregar el país a los imperialistas?  Dos palabritas lo explican: ¡masonería y sobornos!

Ellos, los dandis elegantes, los lores y las ladys ensoberbecidas, las reinas ‘virtuosas’, integran el mundo inglés de hipocresías, morales y religiosas, donde resplandecen la templanza y las ‘buenas’ maneras. Pero bajo el frac que lucen los oligarcas ingleses que dominan el mundo, según denunciaba un preclaro dictador, se atisba la piel de animales de rapiña con las que se cubrían los bárbaros; pues nunca fueron plenamente civilizados; y menos aún cristianizados.

Verdaderos animales de rapiña, sin vestigios éticos, políticos imponentes y formales, convencidos de estar predestinados para dominar el mundo, empleando los recursos más indignos de una nación civilizada: los sobornos, las coimas, la extorsión, las drogas, la intimidación, para corromper y dominar, antes de lanzar sus bombas civilizadoras a los recalcitrantes que defienden sus bienes.

José Luis Torres en “La patria y su destino”, 1947, describe acertadamente, a continuación, la política del Régimen cipayo en nuestro país, allá por la década del ’40; situación agravada enormemente en nuestros días; por lo que debe ser eliminado de raíz.

 

“Cambiaban los gobiernos, se turnaban los partidos en el poder, caían y subían  ministros pero sobre toda esa agitación aparente de la vida política nacional reinaban imperturbables los monopolios, las oligarquías, los señores de la alta finanza, como en un régimen despótico, sin que nadie osara arrebatarles el cetro. Sobre Congresos con mayoría radical y sobre Congresos con mayoría conservadora,  se hacían sentir las mismas altas decisiones que imponían desde las sombras la sanción apresurada de leyes ignominiosas a favor del super-capitalismo, mientras dormían en las gavetas de las comisiones los clamores provocados por la  iniquidad reinante  y las más legítimas ansiedades del pueblo, y se tiraban  al canasto las reclamaciones de quienes tenían hambre y sed de justicia […]. Y todo , ante la impavidez de los congresos, ante la mudez culpable de la prensa, ante la ceguera de los jueces y de los fiscales, con la complicidad activa de hombres importantes que después de robarse hasta la fama, invadían los atrios de la universidad, los ministerios públicos, los estrados de la justicia, las ramas todas de la administración pública, mientras en el interior del vasto territorio argentino legiones famélicas vivían la terrible angustia del hambre sin alientos para la protesta, ni siquiera para el lamento”.

 

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