EL GRAN NEGOCIADO INGLÉS DE LAS
DROGAS.
MIENTRAS AGONIZABA, el imperio anglosajón, emporcado en el alcohol y las
DEPRAVACIONES sexuales, CORROMPIÓ LA POLÍTICA INTERNACIONAL DURANTE EL SIGLO Xx.
(A continuación
un artículo publicado en “Informes sobre
Masonería” Nº 14, 1983)
DEGENERADO REY DE
INGLATERRA Y GRAN MAESTRE DE LA MASONERÍA INGLESA.
Se incluye fotografía de Eduardo VII
quien asumió el trono en 1901,
a la muerte de su madre, la Reina Victoria, célebre por
sus amores con su palafrenero Mr. Brown y la masacre de los boers en Sudáfrica,
país en que los ingleses establecieron por primera vez en la historia del mundo
los “campos de concentración”, donde encerraban a las mujeres y niños de los
boers combatientes, dejándolos morir de hambre y azotados de continuo, hazaña
que fue precedida por las matanzas de los hindúes que no aceptaban el dominio
inglés, por lo cual fueron muertos con balas dum-dum, otro genial invento de la
civilización anglosajona. Estas balas, al introducirse en el cuerpo de las
víctimas, por estar recortadas en las puntas se abrían en flor produciendo
horribles desgarros. Estos dos geniales inventos fueron precedidos por otro estupendo
logro de la civilización británica al declarar la guerra del opio a China,
conocida con ese nombre por cuanto el Almirante de la flota británica en el Lejano
Oriente procediendo de acuerdo con los Lores del Almirantazgo en Londres, debía
proteger el comercio de un judío de Aleppo, de apellido SASSOON, que consistía
en la introducción del opio en China. Como los gobernantes chinos se opusieron
a estos beneficios de la civilización “occidental y cristiana” la flota
británica bombardeó y masacró las poblaciones costeras de China obligando al
Emperador a entrar en razones. De paso Inglaterra se apoderó de Hong Kong, que
el valeroso gobierno chino-comunista, se muestra incapaz de reconquistar a pesar
de tener la bomba atómica y presionar con bravatas a sus vecinos más débiles.
El mencionado
hebreo Sassoon, luego de su hazaña, dividió equitativamente sus ganancias entre
la Reina Victoria, los Almirantes y los Lores. Fue ennoblecido, murió de
sífilis y sus descendientes se sientan en la actual Cámara de los Lores,
siempre ligados al tráfico internacional de las drogas. No entramos en otros
numerosos detalles de la filantrópica actividad de Victoria, como la masacre de
negros en África –si los blancos boers eran masacrados podemos imaginar
fácilmente lo que acontecía con los negros-, la eliminación de toda la
población nativa de Canadá, Australia, y Nueva Zelandia, etc. Claro que todo en nombre del Dios Anglicano,
ya que para cada país, donde las tropas iban guiadas por los espías sacerdotes
anglicanos, se establecía una secta religiosa adaptada a la idiosincrasia de la
población sojuzgada, que les impelía a renunciar a la violencia “por amor a
Dios”. Claro que este Dios era el anglicano, quien tenía por representante en
la tierra al Rey de Inglaterra, religión nacida en la cama camera del
sifilítico Enrique VIII y su concubina Ana Bolena.
Demás está
decir que de inmediato se montaba el aparato de la masonería a la cual eran invitados a ingresar los
dirigentes nativos ya suficientemente amaestrados y participantes de las
migajas de la explotación capitalista de los pueblos.
Eduardo VII
era quizá el más degenerado de los reyes ingleses de los últimos dos siglos,
dado a toda clase de vicios, dejó encinta a todas las Damas de Honor de la
Corte de Victoria, tanto que ésta tuvo que contratar a un médico especialista
en abortos para disminuir la población de reales bastardos. Este médico fue el
célebre Dr. William Gull (véase nuestro artículo “De Jack el Destripador a
Roberto Calvi” en el número 7 pg. 3-4), quien resultó ser uno de los sujetos
participantes del personaje “Jack el destripador”. Eduardo VII no sólo apadrinó
a William Gull, quien le acercaba a damas y efebos para satisfacer sus
desaforados apetitos sexuales normales y anormales, sino que también se sirvió
de él para asesinar a su hijo mayor Alberto, que hubiera de sucederle en el
trono, a quien despreciaba por ser el hijo adulterino de su esposa, la Princesa
Alejandra de Dinamarca.
A raíz de los
escándalos en Londres, que eran aprovechados por los socialistas –hasta entonces
no domesticados para servir al capitalismo- quienes pretendían establecer la
república, la Victoria obligó a su hijo a mudar de escenas sus orgías,
negándole fondos de la Corona. Entonces Eduardo VII, quien desde 1876 hasta
1901 ejerció la gran Maestría de la Masonería, se entregó en manos del banquero
hebreo Cassel quien le proveía de amplios fondos a cambio de promesas para
cuando ascendiera al trono. Eduardo estableció su cuartel general de orgías en París, donde sus
escándalos fueron famosos y comidilla de toda la alta sociedad europea. Este
fue uno de los más célebres grandes maestros de la Gran Logia Unida de
Inglaterra, institución que se precia por “la práctica de las virtudes y la
moral masónica”. Estando en el trono este degenerado murió, como consecuencia
de sus excesos en 1910, relativamente joven.
En la Gran
Maestría le sucedió su hermano el Duque de Connaught, quien se mantuvo hasta su
muerte ocurrida en 1942. Como este vivía constantemente alcoholizado la Gran
Logias fue dirigida por sus seguundos. En 1942 le sucedió en la Gran Maestría
su sobrino, el célebre Duque de Kent, hermano de Eduardo VIII. Este Kent fue
quien mantuvo amores con hombres de la alta sociedad argentina en 1930, aspecto
al cual ya nos referimos en números anteriores, especialmente con el apuesto galán T.F.Y P. (recientemente éste
fallecido).
El sucesor de
Eduardo VII, Jorge V, no fue iniciado como masón, pero se hizo designar
“Patrono” de diversas organizaciones masónicas. Era un alcohólico
consuetudinario.
Su hijo que
reinó como Eduardo VIII, se inició como masón en la Logia de la Brigada de
Caballería Real en 1919 y se desempeñó como Gran Maestro Provincial en
Midlessex, Inglaterra. Alcoholista crónico, como pudo observarse en sus visitas
de 1925 y 1930 en Buenos Aires, renunció al trono, más por amor al whisky que a
la divorciada Wally Simpson, la hija de un tendero y contrabandista yanqui. Actualmente
preside la Gran Logia de Inglaterra el homosexual Duque de Kent, hijo de aquel
célebre homosexual, nuestro conocido Duque de Kent. El Duque de Edimburgo,
esposo de la Isabel II fue iniciado en la Logia de la Marina Real , Nº 2612, el
5/XII/1952. Recientemente los diarios ingleses hicieron conocer numerosos
detalles de cómo mientras la reina
Isabel se entretenía en su cama con cualquier intruso en la alcoba real, el príncipe
Felipe mantenía estrechas relaciones con el mayordomo del palacio real que era
homosexual y masón. ¡¡¡Qué familia!!!
No tenemos
conocimiento de las razones dinásticas y políticas que hicieron conveniente que
el príncipe Carlos no se iniciara en la Masonería. Existen circunstancias no
descubiertas aun, no sólo sobre este aspecto de la política inglesa, sino también
sobre un enfrentamiento entre un grupo de obispos anglicanos y la masonería. Quizá
no sea ajeno a esto cierta tendencia que se está notando en sectores de la
masonería inglesa favorables a una “entente” con el comunismo ruso, que llevó a
la Gran Logia de Inglaterra a reconocer como legal a la Gran Logia de Cuba, apadrinada por Castro, enfrentando las
iras de la masonería yanqui. Volveremos
sobre este tema que consideramos de capital importancia para nuestro país y
Latinoamérica en próxima oportunidad.+
2
No hay comentarios:
Publicar un comentario