martes, 16 de mayo de 2017


LOS  “IDIOTAS ÚTILES” TRABAJAN  PARA  LA REVOLUCIÓN.
El proceso demoledor liberal y bolchevique contra nuestro país comenzó hace muchísimos años, sin que nadie quiera o pueda repararlo. Y como es un proceso ininterrumpido, el remedio a esa descomposición  es el mismo que  los gauchos gritaban en las pulperías, último refugio, ¡Viva Rosas!  Solución de amor patrio,  intuitiva, espontánea y verdadera, -porque Rosas era la verdad  argentina-, los federales clamaban para volver a la realidad argentina, negada y repudiada  por los liberales. Luego fueron reaccionando los revisionistas amantes de la Patria,  que formularon ese deseo destacando que la solución es siempre la misma desde esa lejana mitad del siglo XIX. ¡Los mismos males y las mismas soluciones! ¡Realidad o utopía liberal! Hoy día hay que hacer hablar nuevamente a esos maestros de la argentinidad. ¡Siempre vigentes, aunque silenciados por el Régimen! ¡Y cada vez menos acatados y respetados!  Verdades más apropiadas aún que cuando fueron expuestas, porque el mal se agravó, según ellos mismos vislumbraron. Pese a todas las contrariedades,  yo, epígono modesto pero entusiasta, seguiré   voceando en el desierto, en un idioma incomprensible para los televidentes de hoy, esas palabras que pueden restañar  los males que provocó el Régimen falaz y descreído.

Hoy publico algunos párrafos de uno de los más grandes patriotas, el Padre Leonardo Castellani, para que se pueda conocer un aspecto de  los males que agreden a nuestra Patria y la verdad de su remedio; que es simplemente destruir al liberalismo extranjerizante, materialista  y  ateo, sólo un grado menos perverso que el bolchevismo, y sobre los escombros construir, desde sus cimientos, con sentido común y respeto por la esencia nacional, expuesta por el nacionalismo, la verdadera Argentina, derrotada y agazapada   desde Caseros, pero potencialmente viva en espera de su manifestación soberana; ¡de la mano de un auténtico Caudillo!

(A continuación párrafos tomados del capítulo “El problema argentino, pg. 42,  de su libro: “Reflexiones políticas”, Editorial Signum, 1977,)

Padre Leonardo Castellani.
¡Libertad! ¿De qué y para qué?
¡Libertad, libertad, libertad” Así como la voceada “libertad de los males” era libertad inglesa para comerciar; y el “libre cambio” de Adam Smith la libertad inglesa para explotar; así la libertad política se reduce a la gran farsa de echar los votos; la “libertad de cultos” a la de debilitar la religión del país, ya bastante cachuza; la “libertad de prensa”… “Los que reclaman por la libertad de prensa son los que necesitan abusar de ella”, dijo Goethe. E via dicendo.

Se logró hacer creer a los semicultos que lo importante para una nación es la Economía (con mayúscula), y que todo lo demás se daba por añadidura. En eso parece estar ingurgitado o somormujado el Gobierno actual.

Oculta o ignora que sólo una gran política da una gran economía. Y que sólo  una nación fuerte puede librarse  de ser reducida a subnación por otras naciones fuertes. ¿Qué se han creído? ¿Qué los hombres son angelitos?

Aprendan de nuestra propia experiencia, escarmienten en cabeza propia.

El partido en que se juega el dominio del mundo ha empezado ya. Se jugará hasta el final entre hombres fuertes ¿No habrá algún hispano en él?

La dúplice revolución mundial está ya en marchas. Después de más de un siglo ha, la revolución blanca y la revolución negra, que dice Spengler. En rigor, ésta última es amarilla, pero más negra que la otra.

La revolución blanca es el alzamiento general de los bolches; no escuetamente contra el Capitalismo (entidad semimítica o semítica más o menos forjada por Marx y demás teorizadores de la demagogia), sino contra todo lo que en la Cristiandad es autoridad, orden, jerarquía, cultura, tradición; en suma superioridad.

Es el resentimiento de los inferiores; quieren nivelar todo –por abajo. No son los obreros, no. Aunque a muchos de ellos los han despistado con el endiosamiento del “trabajo manual”.

Los buenos obreros, los obreros peritos y laboriosos no son proletarios; y se ofenden si se los llama así.

Vayan a ver al Sindicato de la Carne o a Luz y Fuerza, al hombre integral: cuerpo, inteligencia y voluntad. Le dije a uno de ellos muy leído: -¿Pero usted sabe quién fue Marx? –Como no, fue un judío barbudo, más feo que pegarle a Dios, que había sido muy inteligente, pero por más que digan no fue el fundador del Comunismo.

No quise discutir. En el fondo puede que tenga razón: la mentalidad bolche viene de mucho más atrás.

La revolución blanca quiere hacer  tabla rasa de todo lo existente; y a crear de la nada un universo nuevo: como Sarmiento y Mitre: siniestra utopía. Hay en ella hasta sacerdotes. Sabiéndolo o no, todos los desjerarquizados trabajan para ella.

Hay desjerarquizados incluso en la misma “Jerarquía” –con perdón de la paradoja. Es así. Yo no tengo la culpa.

Con su venia y guardando todo respeto, Ilustrísima.

No hablamos de los bolches de Rusia, no. De los argentinos. No hablamos tampoco de los inscriptos en las listas de Codovilla. Hablamos de todos los desjerarquizados, de todos los rebelados o hastiados del Orden Romano, de todos los “democráticos” sinceros o fingidos, empezando por La Nación diario; de todos los “idiotas útiles”; de todos los que se han salido y quieren salirse de su propio puesto.

Los ordinarios dominan.
¿Cuantos son? Contarlos quiero.
Por cada dos mil espurios
No hay ni un noble verdadero.

[…] Sólo  Jesucristo puede salvar a la Argentina, me repite cada día mi eventual cocinera. O sea, los que se hagan capaces de hablar y obrar “en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo”…