Leonardo
Castellani
(el maestro siempre actual)
(Publicado en Dinámica
Social)
Europa, la
“vieja” maestra
Hace aproximadamente tres
meses, nuestro colaborador, Leonardo Castellani, efectuó un breve viaje por el
viejo mundo, luego de una ausencia de siete años. Visitó España, Londres y
París, más su destino era Lourdes, ese “rincón de jardín del inmenso jardín que
es Francia” como el lo llama en este artículo. Pese al tiempo transcurrido
estas notas de viaje no han perdido su actualidad ni su interés, conservando su
frescura de testimonio y de atenta observación. El lector dirá si tenemos
razón en sostenerlo.
(Dinámica Social).
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uando
uno pasa una semana en Londres, una semana en París, una semana en
Lourdes, y un mes en dos buques de la F.A .N.U.
argentina, la mayor parte del tiempo se le va
en prevenir la próxima partida (buscar hotel, reservar billetes, cambiar
dinero, visados, policía, etc.) sobre todo viajando como peregrino y no
turista. Pero aunque tuviera todo el tiempo y los cien ojos de Argos, todavía
no podría contestar al retorno la inevitable pregunta de los amigos de “cómo
anda Europa, la “vieja maestra”. Me recuerda la carta de la señora de Sánchez
desde Rubión (Galicia) a su hijo que estudiaba teología en Santa Fe
(Argentina): “Ya que estás en América, mándame una fotografía de la América para ver como es la América ”.
Lo que puedo decir es que la “vieja”
maestra, la “vieja” Europa, me pareció bastante joven; por lo menos muy bien
conservada, y hasta mejorada en algunos aspectos; a pesar de todos y de todo.
No quiero hablar aquí sino del aspecto
cultural; y eso sólo en cuanto afecta a mi particular vocación. Como ex
periodista compré todos los diarios ingleses, y los leí (y después los de
París) lo primero; dejando para después la Galería Nacional , el British
Museum y las librerías, -donde por cierto no encontré los libros que buscaba,
R. H. Benson, Max Beerbohm, Maurice Bahring- libros de “preguerra”·. Y bien,
los diarios ingleses están muy bien
hechos; y los franceses todavía quizá mejor… escritos. Eso es todo. No es poco.
Cuando llegué a Londres había una campaña de los diarios “serios” contra sus
“colegas” de “la prensa amarilla”; acusada con razón de hacer dinero por medio
de la pornografía velada y la criminalidad sensacional (“sex and crime”) en
desmedro de la moralidad, el decoro y la cultura del país; más eso mismo
muestra la cultura del país. La campaña era general y cerrada. Y la misma
“prensa amarilla” está bien escrita, pardiez; lo cual es peor para la moral
naturalmente; aunque es muestra de cultura, por lo menos gramatical. Es mejor
en cierto sentido que el diario argentino N. y la revista X. usen de mala
gramática, pésimo estilo y opacidad mental en sus inmoralidades; aunque es peor
en otro sentido. La radio si ha de decir macanas, mejor que las diga
aburridoramente y burramente… El otro día escuché, obligado por una gripe,
radiodisertar acerca de una obra dramática a un “eminente crítico” de estos
reinos, que era un “macaneador” de los más extraordinarios que he topado en mi larga vida –y que los
demás que lo oyeron (si alguno existe) me desmienta si se atreve. Habría que
mandarlo a la exposición de Milán; es un producto argentino típico –y eminente
en su línea- no se puede dar en ningún otro país; como un zapallo de dieciocho
libras o en ganso de doble tamaño. Lo que me desoló en medio de mi diversión
fue que como macaneador lo hacía muy bien: buena pronunciación, tono parejo (de
tango), facilidad de palabra: los términos sesquipedales (graciosamente
equivocados por lo general) afloraban a sus labios con la “espontaneidad latitudinaria” de un
regato en la roca. ¿No tiene asesores Radio del Estado?
A pesar de la tormenta de Nasser y de las
huelgas de mineros y ferroviarios (que no trascienden al exterior pero parecen
cosa seria), Londres conserva su antigua majestad de capital del mundo. Debe de
ser la ciudad más grande del mundo, en el sentido de grandiosa (“great”) no de
voluminosa (“big”); no creo que Nueva York, que no conozco, sea más grandiosa.
¿Y París? París es la ciudad más grandiosa del mundo. ¿No es contradictorio?
No; París es femenina y Londres es masculino. A Río de Janeiro la natura la
hizo bella y los hombres la afearon; en Londres la belleza es toda del esfuerzo del hombre. ¿Y Roma? Roma es aparte:
no es de este mundo.
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Londres recibí una carta del Papa; o mejor dicho de uno de esos “dicasterios” romanos que son los dedos y los
brazos del Papa (o deberían serlo) a los cuales debo mucho, negativo y
positivo. Gran novedad para mí. La carta no decía absolutamente nada por
cierto. Pero siempre es un consuelo que le contesten a uno. Y sirvió para
hacerme desistir de la tentación de seguir hasta Roma, con lo cual ahorré
dinero –para alivio de mis bienhechores.
En Lourdes, término de mi peregrinación,
tenía el propósito de permanecer tres semanas o un mes y descansar allí y
escribir: Lourdes es un rincón de jardín del inmenso jardín que es Francia; su
paisaje y su clima son capaces de sanar enfermos sin necesidad de milagros; con
lo cual no niego que haya milagros; como por ejemplo, la carta del Papa. Pero
tuve que salir disparado a la semana por el problema del alojamiento. Erré el
hotel (un hotel para curas dirigido por monjas y propiedad del Arzobispo), y
después no encontré otro. Se necesita
ser bien ingenuo y bien “eclesiástico” para hacer un error tan burdo. Pero en
fin, hice todas las prácticas piadosas
de los peregrinos (menos la “procesión de antorchas” que me pareció más
teatral que religiosa) y vi todo lo que hay que ver, aunque fugazmente.
-¿Vio algún milagro?- No, hablando con
propiedad Lourdes es una especie de milagro en sí mismo; aunque algo
complicado.
Lourdes no es tan sencillo como creen los
católicos ni como creen los anticatólico. Hay dos imágenes
contrapuestas de Lourdes que todavía luchan en mi ánimo: su síntesis está por
hacer.
En España, (donde me embarqué de vuelta y
no sin apuros) estuve cuatro días, pero
se puede decir que lo que más vi en Europa fue España: había españoles en
Lourdes ( el caballeroso Miquelarena, agente de Clarín) en París (don Carlos Sentís, no menos caballeroso) en
Lourdes y hasta en España; aunque en el hotelito de Bilbao hablé más
francés que castellano; y me robaron 70
pesetas, lo cual es antiespañol, un “contradios” como ellos dicen. Robar a un
curo no es nada, pero robar a un pobre es grave.
En España (Canarias, Bilbao, Barcelona) hablé
exclusivamente con gente humilde, no poca: changadores, canillitas y qué no: y
ninguno encontré que no estuviese conforme con Franco, al menos de labios
afuera y al menos como mal menor (“sería mucho peor si cayera”…) . Excepto un
catalán separatista , que me pareció despotricaba un poco de lujo; porque
estaba lucio y tranquilo y ganando mucha plata. La prosperidad material de
Barcelona (el progreso en estos siete años que no la he visto) es visible y
asombroso.
Digo lo que vi: la política extranjera no
me interesa; y la misma política argentina es ahora extranjera para mí.
Tengo la impresión que los españoles tiene
que ser gobernados por una dictadura, por la razón (circunstancial o esencial,
no me meto) de que son ingobernables de otro modo; (la teoría formulada hace un
siglo por Donoso Cortés: “o la dictadura del sable o la dictadura del puñal,
elijan”). Y que deben dar gracias a Dios de que les haya caído un “sable”
honrado.
Todo ser hispánico necesita una
disciplina bien fija; todo hombre actual, en realidad de verdad. Franco es necesario en España… y es mejor que
Prim o Espartero, como lo confiesa el mismo Barea, su enemigo personal. El español actual necesita
esa disciplina fija; y lo demás son cuentos. Me acuerdo de los curas españoles
que encontré en Londres, incluso el canónigo M… Me hacían exclamar con asombro:
“¡pero estos españoles no respetan nada! Son demasiado inteligentes”.
Parecerían carecer de todo sentido de la jerarquía y la sumisión, por lo menos
en la parla… abundante siempre. “¿Qué valores respetan estos?”.
Los curas españoles –topé con seis en el
temible hotel eclesiástico – parecen que fueran a Lourdes para: 1- criticar las
costumbres y la “inmoralidad” del país
vecino; 2- quejarse de todas las personas de los “gabachos”; 3-convencerse que es mejor el “Pilar de
Zaragoza”, cosa que ya sabían de antemano. Curas turistas, en fin ¿Qué se puede
esperar de un cura turista? “Cura viajero, ni misero ni misero”.
Dictadura, ecco. Pero las teorías acerca del “gobierno absoluto” que oí y leí en España
(a saber, que “siempre han sido ingobernables de otro modo”) pueden quizá
disimular un grave equívoco: el de identificar a la antigua “Monarquía
absoluta” con la de los Reyes católicos (que no era absoluta en absoluto), con
las dictaduras modernas, que son una cosa distinta: es decir, “modernas”, ya
está todo dicho. Otra época; otras cosas.
La antigua Monarquía era, ya está dicho
también, “católica”; el mundo actual ya no es católico. Para poder resucitar a Fernando e Isabel
habría que resucitar al mismo tiempo la Iglesia del siglo XV y la fe del siglo XV. De
manera que el Generalísimo Franco no es Fernan- do. Creo que personalmente es
más honrado y mejor hombre que Fernando de Aragón; pero como “generalísimo”
nones. No puede serlo en nuestros días.
A pesar de todo esto, que es obvio,
España representa en estos momentos un experimento del más tremendo interés: el
último experimento. De que ese experimento tenga éxito o no (cosa que sólo la
presencia de Dios conoce) depende nada menos que la posibilidad de la famosa
“conversión de Europa” de que habla Belloc en The crise of our Civilisation- o lo contrario. Para mí, que en esto
tengo una opinión extraña, de que España caiga o bien se levante, depende nada
menos que la proximidad o el alejamiento del Gran Despelote- que lo teólogos
llaman “Parusía”… Como dice el hijo mayor de Martín Fierro:
Diré lo que me parece:
o esa chispa prende y crece
o se viene el Anticristo.
Esto último no es ningún dogma de fe:
como todo en este artículo. Creo que está todo. El que quiera más que lea el Diario de un viaje a Lourdes, cuando
aparezca –si acaso hay algún editor que quiera cargar con él, cosa dudosa.
Postdata.- Me dice el amigo que
primero me requirió: esto es personal y fútil, no es científico ni de provecho.
Digamos, pues algo científico y de provecho.
Buenos Aires en cuanto urbanismo no tiene
remedio si no es un terremoto o una gran medida estatal. La gran medida estatal
sería hacer vitalicio al Intendente (el Rey lo nombra, sólo el Rey lo
saca) y antes de asumir mandarlo a vivir dos años a Londres (nunca tres,
atención). Tiene que saber bien inglés y llevar poca plata: si va con mucha
plata no vale. Con poca plata tendrá que verlo todo, desde los “slums” hasta la Torre de Londres; y tendrá
tiempo y ganas de aprender.
Si queda allá tres años –dice Miquelarena
que “el que vive tres años en Londres, no puede vivir después en ninguna otra
ciudad del mundo”…- no vuelve más.
Post-postdata.- La hicimos. Dice
mi amigo que esto es más “personal y pueril” todavía.+