martes, 2 de mayo de 2017

¡Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea!

U
nas liberalizadas bacantes feministas protagonizaron un acto sacrílego en Tucumán, planeado con rencor inhumano, tratando de manchar a la Santísima Virgen, Inútilmente, por supuesto. Porque luego de esa aberración, ante nuestros ojos la contemplamos   tan inmaculada y poderosa como siempre será.  Han afirmado esas desatadas, sin pretenderlo, un magnífico recordatorio de que la   vigencia mariana en la historia es actualísima. Porque nadie ataca a lo inexistente,  a un ser imaginario. La Santísima Virgen es una espina que tienen clavada en el corazón lleno de ira; es la enemiga que no pueden sacarse de encima.  Si no creyesen en Ella no la ultrajarían; se lanzan sobre ella porque sienten que las acusa con su sola existencia.

E
sas mujeres libertinas atacando a la Madre del Salvador, se insertaron en la lucha teológica que relata el Génesis entre la Mujer y el Demonio; testimoniando con  ese ensañamiento  contra la purísima Dama que la  envidia las enfurece  diabólicamente, ante   la presencia real de su santa virginidad; virginidad y dignidad femenina  que ellas jamás podrán recuperar; si no es milagrosamente. Diabólicamente sí, porque, sin pretenderlo, testimoniaron también que  están endemoniadas, formando en las huestes de Aquel que libra una permanente lucha contra la Santísima Virgen,

L
os ataques recién comienzan, y no sabemos cuando acabarán; pero si conjeturamos, como a ocurrido tantas veces, que  el odio teológico derramará sangre de mártires, ante la mirada indiferente del Estado liberal, que propicia todas las libertades para el libertinaje.  La postura de la ‘Jerarquía’ católica no sorprende; es la reacción  que hubiera  expresado Don Opas; sólo que estos discípulos suyos son más imbéciles aún. Y tanto, que para realizar un acto de repudio invitaron a otras religiones. ¡A judíos y protestantes, que consideran a la Santísima una ramera! ¡Un acto junto a los que, de alguna manera, en el mejor de los casos se mantienen indiferentes! Los pequeños Opas de nuestro país aprovecharon la ocasión testimoniando su adhesión incondicional a la disparatada doctrina ecuménica del don Opas de Roma, única función pastoral que realizan; para consolidarse, sin sobresaltos, en el escalafón burocrático, usurpando dignidades.