Comentario
sobre la guerra del Ejército Argentino contra la subversión marxista,
publicado antes que los liberales y progresistas, auspiciados por los poderes internacionales, hicieran de la verdad, error;
transformando a los héroes en asesinos y
a los asesinos en héroes, contradiciendo las verdades
expresadas durante los momentos álgidos de la lucha; como las que acá se
exponen. ¿Se atrevería hoy día “La
Capital ” a repetir lo manifestado en su editorial? La
negativa es una buena prueba del maquiavelismo de los medios, atentos a
obedecer a sus mandantes.
Y para los aborregados de siempre, que no
se bajan de las nubes secas, reiteramos: el nacionalismo se opuso al Gobierno
militar-liberal, por ser tan liberal como cualquiera civil; inclusive
oponiéndose a los desaciertos políticos de ese gobierno durante la lucha contra
la guerrilla. Pero, tanto ayer como hoy, el nacionalismo se enfrenta absolutamente
a la guerrilla marxista, repudiando
todos los embusten que la rodean para
victimizarla. Esta injusta campaña se
mantiene con el propósito de agredir y
desacreditar a las Fuerzas Armadas argentinas; como fue ostensible durante el
gobierno montonero KK.
Editorial publicada el 22 de abril de 1977 en el
diario LA CAPITAL ,
de Rosario.
EL INFORME SOBRE LA SUBVERSIÓN
Fue necesario y oportuno el
recuerdo detallado, tanto a propios como a extraños, de fundamentales aspectos
de la lucha que se libra contra la subversión. El hecho de subsistir aún focos
peligrosos nos obligará a mantener una atenta vigilia, que permita su pronta
liquidación.
L
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a reunión celebrada recientemente en el Comando del Ejército, en la que
se informó extensamente sobre la acción de la delincuencias subversiva en el
país, reviste una importancia poco usual, no sólo por la trascendencia de los
temas considerados, sino también por los saludables efectos que puede
despertar en propios y extraños. Porque la realidad lacerante que significó y
significa aún la guerrilla, merece y debe ser recordada y explicada con
amplitud, especialmente a quienes, por no sufrir en carne propia sus crueles
golpes, como nosotros, y por estar
confundidos por versiones interesadas de
los hechos, tienen un conocimiento distorsionado de la problemática argentina.
En ese contexto, las exposiciones del presidente, en su carácter de Comandante
en Jefe del Ejército, y la de los jefes de Inteligencia y de Operaciones del
Estado Mayor General del Ejército, ilustraron acabadamente sobre cual es la verdadera situación de la
subversión y vitales aspectos de la lucha que contra ella se viene librando
exitosamente.
Tanto la objetividad como la precisión de los informes rendidos ante la
opinión pública revelan una actitud honesta y también valiente, pues de las
declaraciones formuladas dedúcese que si bien afortunadamente son definitorios
y alentadores los logros obtenidos contra el extremismo, subsisten aun focos
peligrosos que nos obligan a mantener una
necesaria y prolongada vigilia. Bien está, como se hizo en la
oportunidad señalada recordar los orígenes y alcances de la agresión interna y externa que pretenden conculcar el destino de
libertad del hombre argentino, pues la defensa de ese sagrado derecho explica
sobradamente la eficaz reacción de las fuerzas de seguridad, que afrontan una
lucha cuya razón esencial no ha sido debidamente comprendida todavía por
algunos sectores, que consideran equivocadamente como presuntos violadores del
bien protegido a aquellos que justamente lo afirman.
Es notorio cuan difícil resulta neutralizar la campaña orquestada desde
el exterior por personeros del terrorismo supranacional –y lo prueba el hecho
de que su acción disociadora internacional ha encontrado injustificada
resonancia en diversas latitudes- todo lo cual torna indispensable una labor de
positivo esclarecimiento, y pocas dudas pueden caber de que la pública
exhibición de las evidencias acumuladas
por las Fuerzas Armadas, contribuirán a ilustrar eficazmente acerca de quienes
son las víctimas y quienes los victimarios. Por ello fue acertado, como se
hizo, señalar sin eufemismos que la agresión marxista internacional procura la
destrucción de las estructuras de nuestro sistema de vida y que, para conseguir
sus designios, actúa simultaneamente en todos los ámbitos en su intento de
vulnerar el orden existente, basando su táctica en la explotación de insatisfacciones
reales o figuradas.
El análisis particular de la situación de algunos grupos extremistas
permitió conocer con exactitud cuál es el estado actual de la lucha contra
ellos, y si bien produce alivio –ya intuido por la ciudadanía- saber que las
dos facciones que se disputaban el monopolio de la criminalidad han sido
desarticuladas, perdiendo gran parte de su capacidad para operar contra
efectivos militares, causa preocupación que, sin embargo, mantengan alguna
capacidad para intentar, al amparo de la clandestinidad, la erosión de nuestros
valores más preciados. Las circunstancias referidas, que permiten a la
subversión mantener en apariencia una vigencia que afortunadamente ya no tiene,
obligan a una lucha difícil y desigual, toda vez que ella tiene, por expresa
elección de los agresores, todo el vasto escenario de nuestra sociedad,
imponiéndole a ésta un cuidadoso y
medido empleo de la fuerza legal, que es deber irrenunciable de los organismos
de seguridad ejercer.
Fue útil el permanente recuerdo de que la acción extremista proviene del exterior, y que la conducción
estratégica local abarca todos los ámbitos de la vida nacional, lo que permite
reavivar la certeza de que ningún sector, ninguna actividad puede todavía sentirse
al abrigo de sus acechanzas. En la conferencia de prensa que comentamos, esa
advertencia estuvo presente en todas las exposiciones y, como en la formidable
lucha contra el extremismo –que es global y también total- no caben transacciones
de ninguna naturaleza, es realmente válida la convocatoria a todo el cuerpo de la Nación para estrechar filas con el propósito de asestar cuanto antes el
golpe final que aniquile a ese flagelo que ha enlutado a la República.
Una categórica confirmación del carácter internacional del accionar
subversivo lo constituye el “caso Graiver”, mencionado particularmente por el
presidente Videla, y que es elocuentemente demostrativo de las infames actividades desarrolladas por ex funcionarios
de gobierno, empresarios y gremialistas ratificatorio de la magnitud y gravedad
de la organización sediciosa montada entre nosotros. Aunque se desconocen aún
pormenores del tortuoso asunto, está
comprobado que ese grupo trabajaba en
favor de la subversión, controlando
cuantiosos fondos radicados en nuestro país y en el exterior. Las sanciones
previamente impuestas a sus responsables más notorios, y la decisión de las
autoridades militares de llevar la investigación hasta sus últimas
consecuencias aporta una necesaria tranquilidad a la ciudadanía y, desde luego,
se compadece con el fundamental objetivo de moralización nacional emprendido.
El esfuerzo que falta todavía realizar para devolver a la República la paz que
necesita, demandará aún ímprobos sacrificios, y precisamente por los esenciales e inapreciables valores comprometidos, la
convocatoria formulada a todos los argentinos reviste hoy proyecciones
históricas que nadie puede soslayar.