viernes, 2 de diciembre de 2016

MURIÓ FIDEL CASTRO.
De polvo eres y en polvo te convertirás.  A todos nos llega la hora de partir a rendir cuentas. La Parca no perdona y te arrastra, aunque te resistas. Poderosos e indefensos, todos al foso. Y los gusanos se relamen ante el festín.  Esta muerte me recuerda que años atrás “murió Delano”, otro gran nefasto, acompañado por el inolvidable responso del padre Castellani; el yanqui seguramente hubiera sido gran amigo del Francisco de Roma; y hasta del Fidel de Cuba. Los promocionados, los intocables, los líderes de la democracia y del marxismo salvadores del mundo, agrandados y escudados tras el periodismo, también sucumben. Ahora se lo llevaron al líder cubano; y los periodistas, que  aprovechan al finado para hacer política castrista, o sea comunista, hicieron un programa televisivo  preguntando ¿Castro sí o Castro nó?, poniéndolo a la par de cualquier gobernante sincero y probo. Aunque  él no  fue ni lo uno ni lo otro. Por más amigo sea del Papa y por más rostros de Tartufos que muestren al  ‘soberano’; el obispo de Roma  es una piedra de toque para saber certeramente que  sus convidados y sus compinches son  de  mala ley.

Será recordado por su incitación y apoyo a la guerrilla subversiva  que originó en nuestra patria cientos de muertos, de los que fue co-responsable;  razón suficiente para que los argentinos de bien lo anatematicen.

Peor que Batista, sometido a los yanquis, Castro convirtió  la Perla del Caribe, renegando de su raigambre hispanoamericana, en un cabaret para turistas adinerados,  y un sanatorio para “viejas gordas” con ínfulas de rejuvenecimiento.  Eran dos Cubas, la ostentosa del turismo y la publicidad, y  tras bambalinas la real, con el pueblo agonizando  de hambre y de miseria; y el país entregado al imperialismo soviético.

Si tomó partido por el imperialismo soviético fue para tener  argumentos dialécticos contra el yanqui, pues él sabía,  no puede haber sido tan ignorante,  que el   “paraíso” soviético era un infierno; y no le importó instalar ese infierno en Cuba, con tal de cumplir con su infernal ideología.  Como la política cubana no asume  el lema nacionalista: ni yanquis ni comunistas,  no parece poder evadirse de los unos ni de los otros; de un lado los comunistas, del otro los masones y demócratas exilados en Miami. ¡Pobre Cuba!

Y si manifestó  desembarazarse del imperialismo yanqui, fue para entregarse plenamente al ruso-chino, lo que regocija a los marxistas de todo pelaje, cuyo nacionalismo es simplemente una circunstancia dialéctica; estrategia que también  utilizan los demo-liberales, para los cuales  el nacionalismo es una oportunidad financiera.  Nada tienen que ver estos malandras con amor a la Patria. Además de aplicar ese falso y equívoco  sonsonete, repetido al unísono por obispos, periodistas políticos del Régimen: los marxismos, y en este caso Castro,  luchan por el proletariado contra el imperialismo.

Además de leer en este blog “¿Quienes financiaron la revolución castrista? y “El cuento de la guerra fría”; Alberto Falcionelli, en “Sociedad Occidental y Guerra Revolucionaria” (ed. La Mandrágora”, 1962, pg. 81 sgs.) enumera largamente las atrocidades cometidas por el castrismo, de donde  mostramos algunos párrafos elocuentes; verdades conocidas, aunque  masones y marxistas y progresista  fingen ignorarlas por tozudez ideológica:

“Han trascurrido más de tres años desde que Fidel Castro se instaló en el poder. Desde entonces pocas han sido las semanas en que este atleta de la dialéctica televisiva y del paredón no haya formulado adhesiones  cada vez más desenfrenadas, hasta que, en el mes de noviembre de 1961 y, de nuevo, en enero de 1962, “confesara” su adhesión incondicional, “desde la época de su juventud estudiantil, a las normas del marxismo-leninismo”, y revelara que, durante la fase de la Sierra Maestra y en los primeros meses consecutivos a la conquista del poder, había disimulado este fe política y su voluntad de concretarla en Cuba, para “no asustar a los elementos burgueses sin los que la empresa no hubiera podido triunfar”. Desde el primero de enero de 1959, solapadamente primero, siempre más abiertamente luego, Cuba ha ido insertándose en el campo del socialismo y colocándose, siempre con decisión mayor, bajo la tutela mancomunada de Moscú y de Peiping. Año tras año la dictadura  castrista ha ido asumiendo las características de la dictadura popular, tal como se la concibe y condicionas desde la central moscovita…

“En primer ligar la economía. La instalación soviética es innegable en la industria: todas las empresas fabriles confiscadas a los extranjeros han sido puestas bajo supervisión y control ruso, empezando por las empresas petroleras. Asimismo, la “nacionalización” de la propiedad privada urbana  y del comercio ha sido operada según las normas que entraron en vigor en la URSS a partir de 1917, con motivo de la colectivización de la economía. En lo que hace a la reforma agraria, brindada en ejemplo al resto del continente, no se ha procedido a la repartición de la tierra a los campesinos en propiedad individual, sino a su agrupación en una red de cooperativas estatales dirigidas por  agentes del gobierno, cooperativas cuyos miembros han pasado así de la condición de peones libres  o de pequeños propietarios a la de peones colectivizados, exactamente como sucedió en Rusia a partir de 1930 cuando se procedió a la creación de los koljozi y sovjozi, y en China, a finales de 1958, con la creación de las Comunas del pueblo…

“ Estas medidas de tipo económico se acompañan con disposiciones del mismo carácter en los campos gremial e ideológico; los sindicatos son meros organismos estatales destinados, no ha la de servir de vehículo a las reivindicaciones de los trabajadores, sino de medio de presión del gobierno sobre las masas obreras, exactamente como en la URSS. Para completar el paralelo, conveniente es señalar que la central obrera cubana ha sido puesta bajo dirección comunista…

“ En el orden administrativo, puede comprobarse también la transformación drástica de Cuba en Estado policial según las normas que estuvieron en vigor en las URSS durante la fase del “Comunismo de Guerra” (1917-1921); el régimen de terror impuesto a la isla se justificaría, según Fidel Castro, por la necesidad de hacer frente con “vigilancia revolucionaria” al “cerco imperialista”, temas constantes en sus charlas en la TV, como lo fueron en la boca de Lenin y de Stalin en los momentos de grave tensión  internacional y de agudo descontento interior.

[Respecto a la relaciones del castrismo con la Iglesia católica, escribió Falcionelli que los bolcheviques  quisieron evitar enfrentamientos que crearían mártires, empleando agresiones solapadas:]… “Se vuelve a repetir servilmente la actitud asumida por la URSS, después de muchos años de tanteo, cuando, a partir de 1934, Stalin llevó a cabo en las filas del bajo clero una acción de propaganda tendiente a levantarlo contra la jerarquía episcopal, método muy poco original, por lo demás, puesto que no hacía sino actualizar aquello que la revolución francesa había intentado con la Constitución Civil del Clero. Con ello se busca, como en China, la creación de una Iglesia nacional separada de Roma…los comunistas evitan atacar abiertamente a la Santa Sede y confían esta tarea a los llamados “cristianos progresistas” que en el seno mismo de la Iglesia, insisten en la necesidad para ella de “democratizarse” y, para empezar, de desligarse, “después de veinte siglos de errores, de la pretendida “civilización occidental” …