martes, 18 de enero de 2022

 


¡QUE NOS SIRVA DE LECCIÓN!


¡EN ARGENTINA, LAS MISMAS CAUSAS, Y ACTUANDO LIBREMENTE LOS MISMOS ENEMIGOS QUE LLEVARON LA GUERRA CIVIL A ESPAÑA!

LA FALTA DE AUTORIDAD Y LA CORRUPCIÓN GENERALIZADA POR CARECER DE SANOS PRINCIPIOS POLÍTICOS ( Y DE VOLUNTAD PARA CUMPLIRLOS); EL PAÍS SOMETIDO; EL SOBORNO A LOS DESOCUPADOS; EL MIEDO QUE EL ESTADO CULPABLE VOLCÓ EN LA POBLACIÓN, LLEVÁNDOLA A RESPETAR LOS PROTOCOLOS MÁGICOS, PARA DISIMULAR LA MISERIA CRECIENTE; ETC…, TODO ESTO Y MUCHOS MÁS DESATINOS SON CARACTERÍSTICAS DE LA DEMOCRACIA LIBERAL, QUE PUEDEN PROVOCAR EN NUESTRO PAÍS UNA GUERRA CIVIL, FOMENTADA POR EL EXTREMISMO/MARXISTA/PROGRESISTA/MASÓNICO, CON APOYO INTERNACIONAL. PERO

¿SUBSISTIRÁN EN EL PAÍS UNAS MIGAJAS DE PATRIOTISMO, VALENTÍA Y SACRIFICIO?

¿TENDREMOS ENTONCES UN EJÉRCITO DEFENSOR DE LA SOBERANÍA, OBISPOS ANTI/LIBERALES, Y ESTAMENTOS POPULARES EN CONDICIONES DE DERROTARLA?

Destaco, además, una lección histórica: la perspicacia de los patriotas criollos, al repudiar la escandalosa defección del rey pelele, que ocasionó en España un siglo de guerras civiles que derivó en el alzamiento de la Gloriosa Cruzada de 1936; decidiéndose prudentemente entonces, independizarse de la España caduca y jacobina, conquistar la soberanía, para luego desembarazarse de Inglaterra. Política exitosa hasta Caseros, en décadas de gloria nacional.

Sólo interrumpida durante el lapso durante el cual, lamentablemente, se apoderaron del gobierno los unitarios petulantes

y cipayos, quienes abjuraron del poncho, enseña nacional, pues les quedaba grande a sus mezquinos propósitos extranjerizantes.


LA VERDADERA HISTORIA OCULTA DE LA

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA



Don Curzio Nitoglia


Franco tiene razón porque ama su Patria. Él defiende Europa del peligro comunista. Pero yo prefiero la causa adversaria y el triunfo de sus enemigos. Porque Franco puede ser una amenaza para los intereses ingleses, los otros no”.

Winston Churchill,

(entrevista a La Nación, Buenos Aires, 14/8/1938)

LA HISTORIA PÚBLICA

La historia de la Guerra Civil española (1936-1939) comienza muchos años antes de 1931, que es cuando la hacen comenzar los manuales de historia. Los antecedentes de la guerra civil española se remontan a la dinastía Borbónica, que reinó en España en el Setecientos, dando vía libre al Iluminismo y al enciclopedismo francés. Así fue como Napoleón en 1808 luego de obligar la abdicación del rey Borbón Carlos IV asentó en su lugar a su hermano José Bonaparte. “Por primera vez en la historia de España dos ideologías diametralmente opuestas se enfrentaron en forma más o menos continua”, comenzando una sangrienta lucha interna, que culminará en 1936-39 con la Guerra Civil española entre republicanos y rojos contra carlistas y falangistas.

Napoleón favoreció el afrancesamiento de España con el influjo especialmente del pensamiento iluminista contra el católico y antiliberal ibérico. España, unida por la cultura católica, se encontró, así, dividida en dos partidos: el primero, formado por siglos de la Filosofía y Teología escolástica de los grandes pensadores dominicos y jesuitas; el segundo, informado por el Iluminismo enciclopédico de la Revolución francesa de 1789, y del comunismo marxista de la revolución soviética de 1917.

Esta última posición se “canonizó” en la Constitución de Cádiz en 1812 imitada de la Constitución francesa de 1791 y renovada en la comunista leninista de octubre de 1917. La parte sana española reaccionó contra el espíritu revolucionario francés y bolchevique soviético arribándose a la Guerra de la Independencia (1808-1814), que finaliza cuando el rey Fernando VII reconquista el trono (1814-1833). Pero la cultura iluminista y revolucionaria francesa continuaba infiltrada en el espíritu de muchos españoles que hicieron avanzar la subversión hasta desembocar en la Guerra Civil de 1936.

También la monarquía se dividió en dos ramas. En efecto, Fernando VII, no teniendo hijos varones abolió la ley sálica en 1833 y designó reina a su hija Isabel II, de apenas tres años (nombrando regenta a su madre María Cristina, iniciándose el partido que la apoyaba, de tendencia liberal); mientras el hermano de Fernando VII, que era el legítimo sucesor al trono, Don Carlos, dio nacimiento al partido de los “Carlistas”, que eran conservadores y ligados a la Iglesia romana.

Estalló, entonces, la “Primera Guerra Carlista” /1833-1839). Sin emerger todavía distintamente las dos tendencias en el pueblo español, se manifestaron en 1931 y luego en 1936-39 en la Guerra Civil, donde se enfrentaron dos conceptos de vida, la primera claramente liberal/subversiva, decididamente anarquista, marxista y anticristiana; contrastando con la segunda, caracterizada por un espíritu fuertemente contrarrevolucionario, antisubversivo y católico romano.

El 17 de julio de 1834 fueron asesinados cerca de un centenar de religiosos. Triunfaron los cristinos y los carlista debieron aceptar la derrota el 31 de agosto de 1839, en la “Convención de Vergara” La persecución anticristiana empeoró hasta 1843 dando comienzo a la “Segunda Guerra Carlista” de 1847 a 1849.

Finalmente, en 1851 el gobierno español cristino firmó con Pío IX un Concordato, muy moderado y de poco valor para la Iglesia, que el Generalísimo Franco (+1975) recompondrá con un sentido más fiel al espíritu católico. Pero la calma sólo duró hasta 1854, cuando se renovó la persecución anticristiana. Pío IX protestó inútilmente en el Consistorio del 26 de julio de 1855. Entre 1855-56 y 1868-70, la persecución fue más cruel aún. La reina regente Isabel II dimitió en 1868 siempre a favor de un gobierno monárquico de tendencia borbónico/cristino y anti-carlista, que duró hasta 1873 al instaurarse la “Primera República”, disuelta por un golpe de Estado el 3 de enero de 1874, que restauró la monarquía borbónica entronizando al hijo de Isabel II, Alfonso XII (1875-1885).

Este período, que va del 1874 a la “Segunda República” de 1931, es llamado comúnmente la “Restauración española”, asumiendo la ideología del liberalismo moderado español, inspirado en el británico y no en el radical francés. En ese período se formaron en España dos partidos; el de los Conservadores llamado “Frente Nacional” y el de los Progresista, con el nombre de “Frente Popular”.

Luego de la muerte de Alfonso XII la corona pasó a Alfonso XIII, pero debido a su corta edad el gobierno fue ejercido por la reina madre María Cristina, entre 1885 a 1902, cuando Alfonso XIII inició realmente su reinado, que duró hasta 1931. El período de la regencia de María Cristina fue catastrófico para España, tanto interna como externamente.

Por tal causa se produjo una doble reacción: 1ª) el movimiento contrarrevolucionario católico y tradicionalista que se propuso regenerar la vida intelectual, moral, espiritual y política-social de España para reparar el desastre de María Cristina; 2ª) el movimiento liberal/laicista y anarco-comunista de las izquierdas, que provocó la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930), y luego la “Segunda República”, que a su vez inició la “Revolución cruenta” de 1931 y la Guerra Civil de 1936-1939.

En 1909 se produjo una sublevación revolucionaria que causó cerca de 150 muertos y 400 heridos; 80 iglesias incendiadas; muchos cementerios profanados por los rojos, instigados por la masonería, mofándose de los cadáveres allí sepultados.

Conjuntamente con estas salvajes agresiones antirreligiosas se prescribió una sistematización jurídica en 1910 con la “Ley del Candado”, del Primer Ministro José Canalejas, un liberal radicalizado y ferviente anticlerical, en olor de masonería, estableciendo la separación total entre Iglesia y Estado. En 1917 los socialistas organizaron desórdenes y agresiones con un saldo de 93 muertos; solamente entre 1917 y 1923 se registraron 1.756 asesinatos sociales y políticos. El 4 de junio de 1923 un anarquista atentó contra el cardenal de Zaragoza Juan Soldevilla y Romero.

Se entiende ahora que la Revolución española iniciada en 1931 y combatida por los nacionalitas, originó la consiguiente Guerrea Civil (1936-39) hasta la victoria de las fuerzas anti liberales y anti comunistas del Caudillo Francisco Franco y Bahamonte (Jefe del Ejército, de la parte sana de la Patria y de los carlistas requetés y de la Falange). Fue la lógica conclusión de la situación creada en España por obra de la política liberal de la monarquía “iluminada” e iluminista de los Borbones.

En el período turbio y siniestro de María Cristina maduró el ambiente para la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, que apoyado por los militares, el 23 de septiembre de 1923 se sublevó en Barcelona contra el Gobierno” (Vitaliano Mattioli).

De Rivera gobernó durante siete años, hasta 1930 logrando calmar y ordenar el país, pero no supo afrontar de manera definitiva el problema de fondo, o sea el complot de la masonería contra la Iglesia y España, y la guerra de clases desatada por el socialismo soviético para incendiar la Península ibérica y luego Europa; estos, bajo las cenizas, en 1931, incrementaron una furiosa campaña de violencia contra la Religión y la Patria, que finalizó gracias a la intervención del Caudillo Francisco Franco, con el apoyo, en un comienzo solo oficiosamente, pero luego oficialmente de Italia y Alemania durante 1936-39.

Los rojos, en cambio, eran apoyados desde el exterior, de facto, y también de jure, además de la Unión Soviética, también por el gobierno izquierdista (1936/37) de León Blum (+1950), y la Gran Bretaña de Arturo Chamberlain (+1940), los cuales decidieron no intervenir oficialmente, solamente con ayudas concretas, para no provocar una intervención oficial de parte de la Italia de Mussolini y de la Alemania de Hitler, y no fortificar más el ejMadrid-Roma. El judeo- bolchevismo, instalado en Francia en 1936, gobernando el Frente Popular el masón y hebreo León Blum veía en España una presa que permitiría la bolchevización de toda Europa. (León de Poncins, (Histoire secrète de la Rèvolution espagnole, París, Beauchesne, 1938, pág.74).

La masonería en secreto y el social comunismo públicamente, continuaron respectivamente la guerra oculta y las revueltas, obligando a De Rivera a dimitir el 28 enero de 1930. Alfonso XIII aceptó su dimisión, llegándose entonces a las elecciones del 12 abril de 1931. La monarquía obtuvo mayor cantidad de votos, pero como las leyes electorales fueron preparadas hábilmente por los subversivos, la izquierda aunque obtuvo menos votos consiguió más sillas en el Parlamento. El débil Alfonso XIII se exiló en Roma donde murió en 1941, después de haber presentado al futuro Juan Carlos I de Borbón en 1938. (qualis pater talis filius). El 14 de abril nace la “Segunda República” que duró hasta 1936, cuando el ejército comandado por Franco se sublevó contra la ferocidad comunista y restauró el orden tras tres años apocalípticos de guerra civil.

LA HISTORIA SECRETA.

León de Poncins escribió en el muy interesante libro citado, la historia oculta de la Guerra Civil española. El autor demuestra, a partir de acontecimientos y documentos (“Bolletini” de la masonería española y francesa, “Discursos” de los jefes bolcheviques de origen hebreo, etc.) que la Guerra Civil fue preparada durante cerca de 50 años por las “fuerzas ocultas que maniobraron en las sombras (como la masonería y el judeo-bolchevismo) minando la monarquía lenta, silenciosa, pero inexorablemente a partir de 1880. (cit. pag.. 17).

La monarquía de los Borbones (Alfonso XII y XIII) e inclusive la dictadura de Primo de Rivera fueron derrotadas principalmente por la “mala preparación, el desorden, el descuido con que afrontaron a un enemigo tan astuto y malicioso como la masonería y el judeo-bolchevismo. También Primo de Rivera, pese a no inclinarse por el liberalismo y el socialismo, como hicieron los Borbones, no se decidió a atacar a fondo a la masonería, aunque había advertido su malicia; haciendo su guerra con las armas apuntadas sin dispararlas, y la secta se reforzó. […]. Fue un error capital declarar la guerra a la masonería con palabras, sin hechos” (pag. 18-20).

No se puede derrotar al error sin atacar al que erró; no se puede derrotar a la masonería sin atacar a los masones; ni al modernismo sin condenar a los modernistas. En efecto, si no hay un hombre que erre, no existen los errores, y no se pueden combatir errores abstractos dejando en pié los errores concretos. “Actiones et passiones sunt suppositorum”, enseñan Santo Tomás y Aristóteles.

Otro error fatal de la monarquía borbónica fue pretender combatir las ametralladoras de los rojos con boletas electorales. Mauricio Karl, en su bello libro “Asesinos de España” (Madrid, 1937) escribió que “ no sirve para nada llorar como mujercitas, por el contrario es necesario defenderse como hombres con uñas y dientes. Pero para esto es necesario estar dispuestos a morir y a matar en la batalla”. (pag. 77).

Calvo Sotelo dijo en el Parlamento, el 11 de julio de 1936 que quería aplicar esa táctica. Pero apenas tres días después, el 13 de ese mes, a las tres de la madrugada fue asesinado por los rojos después de haber sido condenado a muerte oficiosamente por la Dolores Ibarruri, mientras el líder monárquico carlista daba su discurso, gritando en el mismo Parlamento: “este hombre habló por última vez”.


En ese mismo discurso, Calvo Sotelo afirmó entre otras, tres verdades fundamentales:

1º- un Gobierno que no logra garantizar el orden, la paz interna de la Nación y el trabajo a los ciudadanos, debe dimitir.

2º- considerando la deficiencia del sistema democrático, y la inminente revolución del proletariado, España debe defenderse inmediatamente con las armas.

3º- En definitiva, debe proponer para el futuro una forma de Estado corporativo y autoritario, para vencer definitivamente la dictadura proletaria, totalitaria y bolchevique.


Como dice Tertuliano; “la sangre de los mártires es germen de nuevos cristianos”. Así fue como el 18 de julio, apenas cinco días del asesinato de Sotelo, Francisco Franco parte de las Canarias al frente del Ejército español y salva a la Patria y a la Iglesia de las fauces del oso soviético y del paquidermo plutocrático anglo-francés.

De Poncins demuestra, con documentos en la mano, que la mayor parte de los ministros de la 2ª República española eran, más que socialistas; comunistas, masones y hebreos (al menos de origen). Por ejemplo, Alcalá Zamora, que fue Primer Ministro y Presidente de la 2º República de 1931 al 37, era hebreo de origen, y aunque ostentaba asistir a Misa todos los domingos, permitía que su gobierno masacre sacerdotes y fieles, y profanasen las Iglesias donde concurría farisaicamente (pag. 13 a 32). De Poncins se pregunta, como tantos otros en esa época, si Alcalá Zamora no era un marrano, que interiormente estuviera ligado al judaísmo talmúdico y sólo exteriormente daba muestra de ser cristiano, para así mejor destruir a España y la Iglesia. (pag. 22).

El Boletín Oficial (siempre “reservado”) del Gran Oriente de España (Nº 61, del 10 diciembre 1931) publicó diversas noticias respecto a la preponderancia masónica en la 2ª República, que fueron reimpresas en el diario (abiertamente público) “El Liberal”. Entonces la secta se alarmó, porque pretende combatir en secreto, lentamente, y luego dejar que el sucio trabajo de asestar el golpe final lo realice el partido social/comunista. Por lo cual, las autoridades masónicas decretaron cesar con la propaganda abierta y pública que descubre la influencia de la fraternidad masónica. “Ciertas afirmaciones de nuestros amigos liberales pueden causar a la masonería peores daños que los que puedan provocarnos la incompetencia de nuestros enemigos. No se debe jamás publicar en los diarios profanos que la masonería de hecho gobierna España” (L. De Poncins, pag. 29).

La masonería es, según los iniciados, (y De Poncins lo corrobora), como ha escrito el Dr. Dominique en un semanario francés, una “contra-Iglesia, con una filosofía diametralmente opuesta a la del sentido común, del realismo y de la filosofía del ser. Es una “mona de la Iglesia” contra la verdadera Iglesia, así como el diablo es el mono de Dios (Tertuliano). España era profundamente teo-crática. Lo que permite suponer que la masonería la pretende transformar en un sentido diametralmente opuesto, o sea, en una demonio-cracia. Como ya el catecismo no es más la Religión del Estado, será reemplazada por otra filosofía y otra religión, la de los Soviet y la del hombre” (P.Dominique, 30/XII/1931).

A pesar que la mayor parte de los españoles continuaba siendo católica, en 1931 dejó oficialmente de serlo, como Méjico en 1917 (leer: Calles y la Revolución de los cristeros). Esto sucedió debido al trabajo subterráneo de la masonería y el judaísmo, al espíritu liberal/iluminístico que penetró en España con los Borbones Alfonso XII y XIII, y además debido a los opúsculos comunistas y las armas soviéticas que entraron en la Península desde 1920, tres años antes que De Rivera ejecutase el golpe de Estado.

También Francia e Inglaterra, como hemos visto anteriormente, jugaron un rol decisivo en España apoyando a los subversivos. En agosto de 1936, por ejemplo, las dos naciones proclamaron conjuntamente abstenerse de cualquier intervención en España, pero en realidad apoyaron a los rojos hasta 1939, junto a la URSS de Stalin (L. De Poncins, pág. 107), con la que se aliarán (incluyendo a USA) de 1942 a 45, repartiéndose Europa en dos partes en noviembre de 1945 en Yalta.

El 15 de agosto de 1936, el Ministro del Exterior francés, Yvon Delbos, en nota al embajador inglés, George Clerk, proclamaba la decisión del gobierno francés de abstenerse oficialmente y públicamente de cualquier intervención en España, pero estas declaraciones eran aparentes y puramente verbales para el periodismo. En realidad Gran Bretaña y Francia, junto naturalmente a la URSS de Stalin, de facto apoyaban a los rojos y a los anarquistas, con el envío directo e indirecto, de armas, municiones, aviones, tanques, dinero y combatientes (L. De Poncins pág. 197). Fernando de los Ríos, ministro socialista español y luego embajador de la “Segunda República” española en USA, en una carta dirigida el 25 de julio 1936 a José Giral, presidente del Frente Popular Español, afirmaba que “es necesario salvar a la España republicana, como también lo pensaba León Blum, pero si se la ayuda oficialmente, entonces Alemania e Italia ayudarán a la España antisubversiva y católica en forma más masiva y eficiente que nosotros. Por eso, proclamamos palabras de no intervención, pero en realidad, ocultamente ayudamos al gobierno republicano español” (L. De Poncins, pág.109/115).

De Poncins no tiene reparos en calificar, justamente, a la fuerza republicana española como la “Trinidad infernal, compuesta del Judaísmo, la Masonería y el Comunismo” que lucha contra la SS. Trinidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y su Iglesia (pág. 115). Una divisa generalizada gritaban los rojos durante la guerra civil: “¡Maldito sea el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.!”.

El carácter eminentemente antirreligioso de la guerra civil española fue bien puesto de relieve, en sus primeros tiempos (30 enero 1937) en la Letra Pastoral del cardenal Isidoro Gomá, Arzobispo de Toledo y Primado de España.

El purpurado escribió: “la Revolución española ha tentado de quitar a Dios del alma nacional. Por que, los revolucionarios, y principalmente los jefes, son de los “sin Dios” o “enemigos de Dios”.En efecto, sin una buena doctrina no se puede vivir un buena vida. Ahora, el materialismo intrínsecamente ateo y perverso, por su misma naturaleza es causa de ruina moral y práctica. España , frente a la barbarie de la revolución comunista, debe asumir el rol providencial de salvar la civilización cristiana de la vieja Europa, agredida por el bolchevismo soviético, con el intento de exportar el comunismo de Europa oriental a la Europa occidental entera”.

Luego, el 1º de julio 1937 el carácter esencialmente antirreligioso de la “Guerra civil” española fue bien puesto de relieve en la Letra Colectiva de los Obispos españoles dirigida a los del mundo entero.

Resumo brevemente:

1º) La Revolución española se caracterizó principalmente por el espíritu anticristiano y el odio a la Religión de Cristo y a la Civilización católica.

2º) Fue organizada por fuerzas oculta (la judeo/masonería) que se sirvió del bolchevismo como del brazo material para destruir y matar.

3º) Además es antipatriótica porque odia el alma española, profundamente católica y religiosa.

4º) La cruenta Revolución de 1936 se originó con la lucha entre las dos Ciudades, la de Dios y la del diablo (San Agustín, La Ciudad de Dios) que son irreconciliables.

5º) De frente a la ferocidad de la barbarie comunista directa de la judeo-masonería, el único y extremo remedio es la lucha armada; la Iglesia admite la licitud de la legítima defensa de las personas y de las Naciones que pueden, y en ciertas circunstancias deben, “repeler la fuerza agresiva e injusta con la fuerza de la defensa lícita”.

6º) El propósito de la Revolución española era eliminar y exterminar la religión católica en España, un verdadero y propio “holocausto” del catolicismo.

7º) La debilidad de la monarquía liberal de Alfonso XII y XIII abrió las puertas a la Revolución comunista.. En efecto, la consecuencia lógica del Laicismo liberal, que quiere eliminar legalmente a Dios de la sociedad se realiza por medio de la cruel Guerra bolchevique, para eliminar toda referencia a Dios.

8º) Oculta tras el bolchevismo brutal están las fuerzas ocultas, o sea las sectas secretas y sobre todo la madre de ellas, la masonería, hija del judaísmo talmúdico.

9º) El Comintern o Com[unismo]/Intern[nacional] de matriz soviética, declaró contra España la Guerra cruenta y pública, iniciada ocultamente en el Setecientos y Ochocientos.

10º) El levantamiento del movimiento cívico militar ha impedido la realización del programa de exterminio total u holocausto de los católicos y de la Religión cristiana en España, urdido por la judeo/masonería y ejecutado por el bolchevismo internacional con el apoyo de las democracias plutocráticas y liberales europeas (Francia e Inglaterra), (progresistas radicales y conservadores liberales).

11º) Porque España tenía sólo dos alternativas: o desaparecer bajo la agresión del Comunismo soviético, o lanzarse con un esfuerzo titánico para resistir con las armas ese peligro, y defender la Religión y la Civilización, del comunismo, enemigo de Dios y la Patria.

12º) Por fortuna, el 18 de julio de 1936 se sublevó el Ejército acompañado de la colaboración del pueblo sano, que no vaciló en empuñar las armas para defender la Religión y la Patria del asalto soviético.

13º) La URSS se infiltró primeramente en el gobierno liberal (1920), luego en el republicano (1931) y también en el Ejército español para desencadenar la guerra civil (1936).

14º) El fundamento de toda sociedad bien ordenada es Dios. Por el contrario, la Revolución comunista anti-española y es esencialmente anti.-divina, tratando de realizar la legislación laica-liberal de los siglos XVIII y XIX.

15º) La sublevación militar fue la reacción sana contra la furia nihilista que quería destruir a Dios, la Religión, la moral, la recta razón, la cultura y la civilización, porque el Nihilismo es el último estadio de la subversión liberal-comunista aniquiladora.

16º) La Guerra civil dividió en dos al pueblo español, (los “dos partidos” de San Luis Grignion de Montfort; las “dos banderas” de san Ignacio de Loyola, las “dos ciudades” de San Agustín, Dios o Mamón del Evangelio); una de las partes con inspiración espiritual y religiosa, defendiendo el orden, la paz social, la civilización tradicional y la Patria; la otra tendiendo al materialismo marxista, pretendiendo reemplazar la civilización española con la nueva “civilización” del Soviet ruso.

17º) El carácter cruel y salvaje de la Revolución española, escribieron los Obispos, es único, sea por la premeditación a la hecatombe aniquiladora total y física de la Religión católica y de la civilización tradicional española, sea por los modernos y destructores armamentos bélicos usados. Además el odio que ejercieron contra los ministros de Dios y las cosas sacras puede ser definido como inhumano, bárbaro y aún diabólico. Este odio no se concibe sin una intervención innatural y una sugestión infernal.

18º) Concluyendo, los Obispos respondieron a las objeciones de ese entonces, que se vulgarizó hasta nuestros días, según la cual la reacción de los nacionales y religiosos fue excesiva. Con muy buen sentido, y sin maniqueísmo alguno, el Episcopado español admite que “toda guerra tiene sus excesos; el levantamiento nacionalista/militar puede haber tenido los suyos pero ningún hombre podría reaccionar con la máxima calma y serenidad ante un ataque con tales características de violencia, inhumanidad y crueldad. Por otra parte la voluntad calculada y determinada de los rojos era eliminar a Dios; matarlo por matarlo, no por defenderse; mientras que la sublevación militar quizá se haya defendido con algún posible exceso debido a la circunstancia particularmente feroz que debía combatir”.“El que camina se tropieza”, dice el proverbio.

El generalísimo Franco en una entrevista al Diario de Noticias del 31 diciembre 1936 declaró que la masonería fue la responsable de la ruina de España, iniciada bajo Alfonso XII y llegando al paroxismo en 1936. Ella se infiltró en el Ejército y especialmente entre los oficiales, sirviéndose de los militantes comunistas para sembrar el caos en el País. Franco cita dos documentos de la masonería española; el primero escrito por el Gran Maestre Martínez Barrio y el otro secuestrado por los falangistas en la “Logia de Toledo” en 1936. Según los cuales documentos la masonería internacional (de París, Ginebra, Praga, Bélgica y México) fue la causante principal del desastre español. La masonería española luchó junto a sus hermanas extranjeras, estrechamente unida a los rojos contra Falange española, los Fascismos europeos y la Iglesia de Roma.(tema tratado ampliamente por De Poncins, pág. 115-21).

En su último discurso dado en Madrid en 1975, Franco, poco antes de morir, se refirió nuevamente al “complot judeo-masónico contra España”, incitando a los españoles a luchar por España “una, grande y libre”, finalizando con la invocación: ¡Arriba España!.

Lamentablemente los masones asesinaron al hombre de confianza de Franco, Almirante Carrero Blanco, que habría tenido que controlar al joven Juan Carlos I, quedando entonces los masones con las manos libres para reproducir en España el caos provocado por sus antecesores, Alfonso XII y XIII y la Segunda República.

De Poncins entendió perfectamente bien que España era solo una etapa intermedia para luego desencadenar una guerra mundial destruyendo la Vieja Europa. Italia y Alemania fueron culpables por aceptar meterse en este proyecto infernal de 1936 y 1939/45, pagando las consecuencias. Se puede afirmar que la Segunda Guerra mundial fue la prosecución de la Guarra Civil española, con los mismos actores: USA, URSS, Francia e Inglaterra, por una parte; e Italia y Alemania por la otra; e idéntico fin; el Nuevo Orden Mundial judeo/masónico, para destruir la Patria y la Iglesia. (“si fieri potest”). En el ’45 Europa fue vencida por la contra-Iglesia bolchevique, judaica y masónica, y a partir de 1990 comenzó a atacar a los países que no habían conocido el Iluminismo, la Revolución Francesa, el Liberalismo, el Comunismo (de la “Revolución naranja” contra la Rusia neo-zarista de Solgenitsin/Putin hasta la “Revolución primaveral” en Libia, Túnez, Egipto, Siria, Líbano) para que los judeo-americanos alcancen el dominio del mundo entero, que ya se impuso en Europa, reduciéndola a un cúmulo de escombros morales, espirituales e intelectuales. ¿Tendrán el mismo éxito haciendo lo mismo en Oriente y Rusia? Lo sabremos en los próximos meses o años. El Day Telegraph y el Day mail escribieron (26/8/2013) que en 48 horas Inglaterra dirá cuando bombardeará Siria, entendiéndose que entre el lunes 2 y el domingo 15 de septiembre comenzará la guerra.*


http://doncurzionitoglia.net/2013/089/02/la-vera-faccia-della-rivoluzione-spagnola/



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