sábado, 8 de enero de 2022

 

Doctrina Política Nacionalista


LA REFORMA DEL ‘18 FORMÓ GENERACIONES UNIVERSITARIAS SUBVERSIVAS, QUE RELEGARON A DIOS Y A LA PATRIA, CONSOLIDANDO EL NEFASTO RÉGIMEN DEMO-LIBERAL, VIGENTE DESDE CASEROS, QUE SUBSISTE CADA VEZ MÁS AFIANZADO.

EL PENSAMIENTO DE GENTA ES EL MÁS IMPORTANTE APORTE A LA DOCTRINA POLÍTICA NACIONALISTA.

HE AQUÍ LAS PALABRAS MAGISTRALES DEL PROFESOR GENTA:


Jordán Bruno Genta.

LA GUERRA SUBVERSIVA EN LA ARGENTINA DE HOY.

(Tomado del libro “Principios de la Política”, Ed. Cultura Argentina, 1970, pg. 98 a 106).


Mientras escribíamos estas páginas finales, tuvieron lugar los trágicos sucesos que culminaron el jueves 29 de mayo último en la ciudad de Córdoba.

Se ha querido, se quiere todavía a pesar del desastre y de los atentados terroristas que se suceden impunemente, ignorar que estamos en guerra; en medio de una guerra subversiva, ideológica, total, cuyo objetivo no es la conquista territorial sino la conquista de la población por convicción o por intimidación.


El Imperialismo Internacional del Dinero a través del servilismo de los poderes públicos (Pío XI, Quadragesimo Anno), explota a los pueblos hasta explotar provocar una reacción de las víctimas que canaliza el Comunismo internacional, instrumento ideológico del poder del Dinero para la Guerra subversiva. El fin último será reducir a todas las naciones a la servidumbre irremediable del terror sistemático, bajo el gobierno universal de los señores del Dinero. Esto nos explica el hecho constante de que la alta Banca sea la que financia las revoluciones comunistas y la que asegura su consolidación y expansión. También es el poder que financia la propaganda de la Violencia subversiva y de la impugnación constante que implica masivamente a todos los medios de publicidad.


La crítica universal, negativa y demoledora ha pasado de la teoría a la práctica de la destrucción pura, sistemática e ilimitada. La furia nihilista desencadenada en Córdoba es una etapa de la Guerra subversiva destinada a destruir bienes materiales, a intimidar a la población y a superar a la represión policial; pero su objeto más importante ha sido medir la debilidad de la reacción militar de un Gobierno militar, o sea, el grado de desmovilización ética de las Fuerzas Armadas de la Nación.


Ninguna previsión, ninguna preparación mental, una reacción tardía, vacilante y blandengue que evidencia la crisis de autoridad y el temor de asumir la responsabilidad de medidas extremas frente a los francotiradores y a los piquetes de la destrucción.


El hecho más relevante y significativo en este drama de nuestra Patria, es la pavorosa crisis de autoridad que se extiende tanto al orden civil como al educacional, militar y eclesiástico.


El espíritu corrosivo de la Reforma Universitaria del Año 1918 –materialista, atea y apátrida-, ha minado a lo largo de medio siglo el principio de autoridad y el orden jerárquico, no sólo en la Universidad, sino en el Poder político, en las Fuerzas Armadas y en la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.


La Universidad crítica oficializada en la Argentina a partir de 1918, irradia a América Latina como un reguero de pólvora; ahora se extiende a todas las Naciones del Occidente cristiano. El joven franco-alemán Daniel Cohn Bendit es la personificación europea de ese espíritu reformista que hace más de 40 años tenía su expresión americana en el estudiante cubano Juan Antonio Mella.


En el mañana, cuando la América no sea lo que hoy es, cuando la generación que hoy pasa por las Universidades sea la generación directora, las revoluciones universitarias se considerarán como uno de los puntos iniciales de la unidad del Continente, y de la gran transformación que tendrá efecto”.


Y en la Cuba comunista de Castro, el entonces estudiante Mella es el rector de la Universidad de La Habana. Por otra parte, el Che Guevara, exaltado como héroe de la Guerrilla revolucionaria en América y Europa ha sido, tanto por su mentalidad como por su actitud existencial, una personalidad típica de la Universidad crítica de la Reforma de 1918.


La mentalidad reformista domina y regula a la Argentina oficial: gobernadores, educadores, magistrados, profesionales, empresarios, técnicos, periodistas e incluso los militares desarrollistas y los sacerdotes progresistas.


Dicha mentalidad se caracteriza por ser;


a) Materialista, en cuanto subvierte el orden de las cosas al conceder la primacía y valor determinante a la causa material, la más ínfima de las razones. No se explica ni el ser (esencia) ni la acción, ni el fin de lo que existe, sino aquello de que está hecho. Hace proceder lo que es superior y distinto de lo inferior e indiferenciado, la forma de la materia, el acto de la potencia, el fin de los medios, la cualidad de la cantidad, el alma del cuerpo, lo social de lo económico, la soberanía del número, la acción protagonica en la historia de la masa.

Mentalidad privada del hábito metafísico y teológico, no piensa según la categoría del ser sino según el devenir. Desconoce el arte soberano de la definición que se funda en las inmutables esencias y se inclina a verlo todo en el curso de un proceso, de una evolución, de una revolución sin fin. Nada permanece en el ser ni dura en el valor; no hay más que el cambio y un desplazamiento de todas las perspectivas.

Es una mentalidad que sólo reconoce un carácter transitorio y relativo a todas las concepciones y tablas de valores, a todas las especies y a todas las formas. Se complace en toda suerte de hipótesis evolucionistas, transformistas y progresistas. No soporta la idea de la eternidad de Dios ni de lo eterno en el hombre. Desprecia la lógica de la identidad como puramente abstracta, formalista y convencional. Tan sólo la dialéctica de la contradicción infinita es concreta y real.


b) Utilitaria y exitista, en cuanto confunde la verdad con la eficacia práctica, con el experimento logrado, con el éxito. No existe la Verdad para conocer, amar y servir; menos todavía la Verdad Crucificada por Amor, la Verdad ejemplar del Sacrificio. No hay más que las verdades útiles, las verdades para usar del cálculo y del experimento. Fuera del ámbito de la materia mensurable y operable no hay ciencia posible. La habilidad científica, técnica y manual abarca todo el ámbito del saber y de la Verdad. La política se resuelve también en una habilidad. No hay lugar para la Sabiduría ni para la prudencia; no tiene sentido para esta mentalidad que ignora a Dios y al alma inmaterial e inmortal.


c) Desarraigada, en cuanto es una mentalidad desvinculada de la trascendencia y de la historia, de Dios y de la Patria, sin universalidad ni nacionalidad.


d) Crítica, en cuanto es una mentalidad dialéctica, impugnadora, negadora y destructora que se aplica a la crítica despiadada de todos los principios, valores e instituciones de nuestra Civilización occidental y cristiana. En ugar de la esencia y del fin inmutable, considera el proceso universal e indefinido de todo lo que existe, fundamento de la revolución permanente.


La Universidad reformista en nuestro país y en toda América Latina, desde hace 50 años, prepara a profesionales técnicamente idóneos pero imbuidos en esa mentalidad materialista, exitista, desarraigada y crítica que acabamos de examinar. Se puede afirmar con estricta objetividad que es el vivero del Comunismo ateo y provee a la formación del Estado Mayor de las Guerrillas subversivas.

Por otra parte, el movimiento obrero se ha venido forjando y organizando en la conciencia marxista de clase explotada y alienada de toda humanidad, para la lucha de clases en contra de empresarios y patrones burgueses; pero sin la menor referencia al Poder Internacional del Dinero.


La Universidad reformista ha llevado su crítica nihilista permanente en contra de toda forma, de autoridad, de jerarquía y de orden existentes; ha envenenado el corazón de generaciones en un resentimiento feroz contra la opresión clerical, la jerarquía militar y en el exterior al Poder militar yanqui; por esto es que la defensa de la soberanía popular fue sustituyendo a la defensa de la Soberanía Nacional: las armas se consagraron a la custodias de las urnas primero, y después a buscar su justificación en la contribución al Desarrollo.


Y esa delegación de la Seguridad exterior que es una renuncia a la Soberanía, no nos sirve de nada frente a la guerra subversiva.


La política militar y de guerra que urge en la Patria, tiene que preparar la movilización total de la población y de los recursos disponibles para la lucha a muerte con el enemigo. Y lo primero es hacer fuerte a las Fuerzas Armadas en la conciencia de su misión histórica e intransferible: recuperar el señorío sobre todo lo propio y hacer de la Patria una tierra de señores.


Se trata de que los militares y civiles dispuestos adquieran una clara visión de lo que es esencial y para una existencia soberana y el servicio del Bien Común, así como los conocimientos indispensables para encarar y solucionar los problemas de la política nacional.


Deben ser formados y movilizados en la doctrina de Guerra Contrarrevolucionaria tanto en orden a la educación como en el Derecho y en la Economía. Y en esa doctrina debe inspirarse la Política de la Verdad, de la Justicia y de la Caridad.


La reconstrucción de la Patria en Cristo, exige el sacrificio en lugar del provecho, como fundamento de la empresa tal como ocurrió en el tiempo de Belgrano, San Martín y Rosas.


Tres son los objetivos básicos e impostergables que se deben conseguir a cualquier precio:


1º-: El cambio de la mentalidad ilustrada y dirigente en vista de restablecer el Sentido Común, la jerarquía de las causas, la trascendencia del Ser, el arte de la definición y la primacía de lo espiritual. Y en cuanto a la conciencia histórica urge superar el criterio populista que es forma de materialismo, por una interpretación jerárquica que devuelva a las personalidades ejemplares el papel protagónico de la Historia Patria, en lugar de atribuirlo subversivamente a las masas.


Es un deber de estricta justicia reconocer en “Año X” de Hugo Wast, una expresión magistral de auténtico revisionismo histórico y de espíritu objetivo al exponer y documentar que:


La Revolución de Mayo fue exclusivamente militar y realizada por señores… Fue militar, católica y popular, vale decir, correspondió a los anhelos profundos de los criollos ansiosos de gobernarse ellos mismos”.


En ningún momento plebeya; y fue aristocrática porque la hicieron verdaderos señores, que supieron imprimirle la impronta de su cultura, con un señorío que no apostató de su Credo ni de la historia de España, de la que ellos fueron y nosotros queremos seguir siendo continuadores”. (Pgs. 7 y 33).


Sólo así se podrá enfrentar y superar a la mentalidad materialista y subversiva de la Reforma Universitaria de 1918.


2º-: Una economía nacional para cubrir las necesidades de la población, por medio de una suficiencia de bienes de consumo distribuidos con justicia y espíritu de Caridad. Claro está que no podrá existir jamás una economía nacional al servicio del Bien Común, sino se libera de la servidumbre de la Usura Internacional.


3º-: La descentralización paulatina de la población, de la industria, del comercio y de los servicios en vista de la integración de las diversas regiones de nuestro inmenso territorio en el Estado Soberano, terminando con las monstruosas aglomeraciones urbanas como el Gran Buenos Aires. La actual distribución de la población, de la industria, del comercio y de los servicios documenta por sí sola que la política liberal en vigencia desde Caseros es un atentado contra el Bien Común, una traba del desarrollo y una expresión cada vez más flagrante de inseguridad.


Se comprende que la realización de este programa fundamental exige la participación activa y jerarquizada de todos los sectores de la población, incluidos el movimiento de la juventud y las organizaciones de los trabajadores.


Insistimos, una vez más, que sin el ejercicio pleno de la Soberanía ningún gobierno puede tener la necesaria libertad de acción para lograr las condiciones sociales del Bien Común y promover la Grandeza de la Nación.


La hora es avanzada, pero aun es tiempo si los militares argentinos, con la ayuda de Dios y la colaboración de todos los hombres de bien, se deciden a levantar a la Patria sobre la fortaleza de su ánimo y en el espíritu de la Verdad, de la Justicia y de la Caridad.+




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