domingo, 9 de enero de 2022

 

Leonardo Castellani

(el maestro siempre actual)

A continuación, el artículo publicado en Dinámica Social; décadas atrás.


Europa, la “vieja” maestra


Hace aproximadamente tres meses, nuestro colaborador, Leonardo Castellani, efectuó un breve viaje por el viejo mundo, luego de una ausencia de siete años. Visitó España, Londres y París, más su destino era Lourdes, ese “rincón de jardín del inmenso jardín que es Francia” como el lo llama en este artículo. Pese al tiempo transcurrido estas notas de viaje no han perdido su actualidad ni su interés, conservando su frescura de testimonio y de atenta observación. El lector dirá si tenemos razón en sostenerlo.

(Dinámica Social).


Cuando uno pasa una semana en Londres, una semana en París, una semana en Lourdes, y un mes en dos buques de la F.A.N.U. argentina, la mayor parte del tiempo se le va en prevenir la próxima partida (buscar hotel, reservar billetes, cambiar dinero, visados, policía, etc.) sobre todo viajando como peregrino y no turista. Pero aunque tuviera todo el tiempo y los cien ojos de Argos, todavía no podría contestar al retorno la inevitable pregunta de los amigos de “cómo anda Europa, la “vieja maestra”. Me recuerda la carta de la señora de Sánchez desde Rubión (Galicia) a su hijo que estudiaba teología en Santa Fe (Argentina): “Ya que estás en América, mándame una fotografía de la América para ver como es la América”.

Lo que puedo decir es que la “vieja” maestra, la “vieja” Europa, me pareció bastante joven; por lo menos muy bien conservada, y hasta mejorada en algunos aspectos; a pesar de todos y de todo.

No quiero hablar aquí sino del aspecto cultural; y eso sólo en cuanto afecta a mi particular vocación. Como ex periodista compré todos los diarios ingleses, y los leí (y después los de París) lo primero; dejando para después la Galería Nacional, el British Museum y las librerías, -donde por cierto no encontré los libros que buscaba, R. H. Benson, Max Beerbohm, Maurice Bahring- libros de “preguerra”. Y bien, los diarios ingleses están muy bien hechos; y los franceses todavía quizá mejor… escritos. Eso es todo. No es poco. Cuando llegué a Londres había una campaña de los diarios “serios” contra sus “colegas” de “la prensa amarilla”; acusada con razón de hacer dinero por medio de la pornografía velada y la criminalidad sensacional (“sex and crime”) en desmedro de la moralidad, el decoro y la cultura del país; más eso mismo muestra la cultura del país. La campaña era general y cerrada. Y la misma “prensa amarilla” está bien escrita, pardiez; lo cual es peor para la moral naturalmente; aunque es muestra de cultura, por lo menos gramatical. Es mejor en cierto sentido que el diario argentino N. y la revista X. usen de mala gramática, pésimo estilo y opacidad mental en sus inmoralidades; aunque es peor en otro sentido. La radio si ha de decir macanas, mejor que las diga aburridoramente y burramente… El otro día escuché, obligado por una gripe, radiodisertar acerca de una obra dramática a un “eminente crítico” de estos reinos, que era un “macaneador” de los más extraordinarios que he topado en mi larga vida –y que los demás que lo oyeron (si alguno existe) me desmienta si se atreve. Habría que mandarlo a la exposición de Milán; es un producto argentino típico –y eminente en su línea- no se puede dar en ningún otro país; como un zapallo de dieciocho libras o en ganso de doble tamaño. Lo que me desoló en medio de mi diversión fue que como macaneador lo hacía muy bien: buena pronunciación, tono parejo (de tango), facilidad de palabra: los términos sesquipedales (graciosamente equivocados por lo general) afloraban a sus labios con la “espontaneidad latitudinaria” de un regato en la roca. ¿No tiene asesores Radio del Estado?


La B.B.C. tiene asesores; son los escritores más autorizados del país. Cuando estuve en 1933 allá, que la oía todos los días, para aprender inglés, entre los asesores y locutores estaban Chesterton, Dawson y otro católico cuyo nombre se me escapa ahora; y los siete asesores eran de autoridad indiscutida. Ahora me pareció que la B.B.C. estaba aún mejor, si cabe. Aquí, si la radio y el periodismo consuman su camino, daremos al mundo la prueba (falsa por cierto) de que el argentino es un pueblo “tarado” como lo han dicho ya en Europa algunas personalidades no vulgares, aunque cascarrabias: Guyau, Max Nordau, el Conde Ciano, Pío Baroja…


A pesar de la tormenta de Nasser y de las huelgas de mineros y ferroviarios (que no trascienden al exterior pero parecen cosa seria), Londres conserva su antigua majestad de capital del mundo. Debe de ser la ciudad más grande del mundo, en el sentido de grandiosa (“great”) no de voluminosa (“big”); no creo que Nueva York, que no conozco, sea más grandiosa. ¿Y París? París es la ciudad más grandiosa del mundo. ¿No es contradictorio? No; París es femenina y Londres es masculino. A Río de Janeiro la natura la hizo bella y los hombres la afearon; en Londres la belleza es toda del esfuerzo del hombre. ¿Y Roma? Roma es aparte: no es de este mundo.


En Londres recibí una carta del Papa; o mejor dicho de uno de esos “dicasterios” romanos que son los dedos y los brazos del Papa (o deberían serlo) a los cuales debo mucho, negativo y positivo. Gran novedad para mí. La carta no decía absolutamente nada por cierto. Pero siempre es un consuelo que le contesten a uno. Y sirvió para hacerme desistir de la tentación de seguir hasta Roma, con lo cual ahorré dinero –para alivio de mis bienhechores.


En Lourdes, término de mi peregrinación, tenía el propósito de permanecer tres semanas o un mes y descansar allí y escribir: Lourdes es un rincón de jardín del inmenso jardín que es Francia; su paisaje y su clima son capaces de sanar enfermos sin necesidad de milagros; con lo cual no niego que haya milagros; como por ejemplo, la carta del Papa. Pero tuve que salir disparado a la semana por el problema del alojamiento. Erré el hotel (un hotel para curas dirigido por monjas y propiedad del Arzobispo), y después no encontré otro. Se necesita ser bien ingenuo y bien “eclesiástico” para hacer un error tan burdo. Pero en fin, hice todas las prácticas piadosas de los peregrinos (menos la “procesión de antorchas” que me pareció más teatral que religiosa) y vi todo lo que hay que ver, aunque fugazmente.


-¿Vio algún milagro?- No, hablando con propiedad Lourdes es una especie de milagro en sí mismo; aunque algo complicado. Lourdes no es tan sencillo como creen los católicos ni como creen los anticatólico. Hay dos imágenes contrapuestas de Lourdes que todavía luchan en mi ánimo: su síntesis está por hacer.


En España, (donde me embarqué de vuelta y no sin apuros) estuve cuatro días, pero se puede decir que lo que más vi en Europa fue España: había españoles en Lourdes ( el caballeroso Miquelarena, agente de Clarín) en París (don Carlos Sentís, no menos caballeroso) en Lourdes y hasta en España; aunque en el hotelito de Bilbao hablé más francés que castellano; y me robaron 70 pesetas, lo cual es antiespañol, un “contradios” como ellos dicen. Robar a un curo no es nada, pero robar a un pobre es grave.


En España (Canarias, Bilbao, Barcelona) hablé exclusivamente con gente humilde, no poca: changadores, canillitas y qué no: y ninguno encontré que no estuviese conforme con Franco, al menos de labios afuera y al menos como mal menor (“sería mucho peor si cayera”…) . Excepto un catalán separatista , que me pareció despotricaba un poco de lujo; porque estaba lucio y tranquilo y ganando mucha plata. La prosperidad material de Barcelona (el progreso en estos siete años que no la he visto) es visible y asombroso.


Digo lo que vi: la política extranjera no me interesa; y la misma política argentina es ahora extranjera para mí.


Tengo la impresión que los españoles tiene que ser gobernados por una dictadura, por la razón (circunstancial o esencial, no me meto) de que son ingobernables de otro modo; (la teoría formulada hace un siglo por Donoso Cortés: “o la dictadura del sable o la dictadura del puñal, elijan”). Y que deben dar gracias a Dios de que les haya caído un “sable” honrado.


Todo ser hispánico necesita una disciplina bien fija; todo hombre actual, en realidad de verdad. Franco es necesario en España… y es mejor que Prim o Espartero, como lo confiesa el mismo Barea, su enemigo personal. El español actual necesita esa disciplina fija; y lo demás son cuentos. Me acuerdo de los curas españoles que encontré en Londres, incluso el canónigo M… Me hacían exclamar con asombro: “¡pero estos españoles no respetan nada! Son demasiado inteligentes”. Parecerían carecer de todo sentido de la jerarquía y la sumisión, por lo menos en la parla… abundante siempre. “¿Qué valores respetan estos?”.


Los curas españoles –topé con seis en el temible hotel eclesiástico – parecen que fueran a Lourdes para: 1- criticar las costumbres y la “inmoralidad” del país vecino; 2- quejarse de todas las personas de los “gabachos”; 3- convencerse que es mejor el “Pilar de Zaragoza”, cosa que ya sabían de antemano. Curas turistas, en fin ¿Qué se puede esperar de un cura turista? “Cura viajero, ni misero ni misero”.


Dictadura, ecco. Pero las teorías acerca del “gobierno absoluto” que oí y leí en España (a saber, que “siempre han sido ingobernables de otro modo”) pueden quizá disimular un grave equívoco: el de identificar a la antigua “Monarquía absoluta” con la de los Reyes católicos (que no era absoluta en absoluto), con las dictaduras modernas, que son una cosa distinta: es decir, “modernas”, ya está todo dicho. Otra época; otras cosas.


La antigua Monarquía era, ya está dicho también, “católica”; el mundo actual ya no es católico. Para poder resucitar a Fernando e Isabel habría que resucitar al mismo tiempo la Iglesia del siglo XV y la fe del siglo XV. De manera que el Generalísimo Franco no es Fernan- do. Creo que personalmente es más honrado y mejor hombre que Fernando de Aragón; pero como “generalísimo” nones. No puede serlo en nuestros días.


A pesar de todo esto, que es obvio, España representa en estos momentos un experimento del más tremendo interés: el último experimento. De que ese experimento tenga éxito o no (cosa que sólo la presencia de Dios conoce) depende nada menos que la posibilidad de la famosa “conversión de Europa” de que habla Belloc en The crise of our Civilisation- o lo contrario. Para mí, que en esto tengo una opinión extraña, de que España caiga o bien se levante, depende nada menos que la proximidad o el alejamiento del Gran Despelote- que lo teólogos llaman “Parusía”… Como dice el hijo mayor de Martín Fierro:


Diré lo que me parece:

o esa chispa prende y crece

o se viene el Anticristo.


Esto último no es ningún dogma de fe: como todo en este artículo. Creo que está todo. El que quiera más que lea el Diario de un viaje a Lourdes, cuando aparezca –si acaso hay algún editor que quiera cargar con él, cosa dudosa.


Postdata.- Me dice el amigo que primero me requirió: esto es personal y fútil, no es científico ni de provecho. Digamos, pues algo científico y de provecho.

Buenos Aires en cuanto urbanismo no tiene remedio si no es un terremoto o una gran medida estatal. La gran medida estatal sería hacer vitalicio al Intendente (el Rey lo nombra, sólo el Rey lo saca) y antes de asumir mandarlo a vivir dos años a Londres (nunca tres, atención). Tiene que saber bien inglés y llevar poca plata: si va con mucha plata no vale. Con poca plata tendrá que verlo todo, desde los “slums” hasta la Torre de Londres; y tendrá tiempo y ganas de aprender.

Si queda allá tres años –dice Miquelarena que “el que vive tres años en Londres, no puede vivir después en ninguna otra ciudad del mundo”…- no vuelve más.

Post-postdata.- La hicimos. Dice mi amigo que esto es más “personal y pueril” todavía.+


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