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JUDEO PROTESTANTISMO ANGLICANO
Don Curzio Nitoglia.
EL CISMA
ANGLICANO
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espués del cisma de Enrique VIII los protestantes
en Inglaterra formaron una red de familias con mucho poder económico y
político. Las dos características distintivas de la Cristiandad
pre-reformista eran: a) el primado de lo espiritual sobre lo material, de la Iglesia sobre el Estado; y b) la oposición de la Iglesia católica a la
usura y a la ‘crematística’. (La ‘crematística’, según Aristóteles y Santo
Tomás de Aquino, es el acto de enriquecerse siempre más, en cuanto la riqueza
representa el fin del hombre, y ya no un medio para vivir dignamente. Mientras
la ‘economía’ es la virtud de prudencia, subordinada al fin último, aplicada al mantenimiento decoroso de la
familia y del hogar doméstico).
En consecuencia,
con la separación del Reino del Papado se instauró la usura, resultando uno de los principales incentivos
de la lucha revolucionaria anglicana contra la hegemonía de la Iglesia en la cultura
europea. En efecto, no se puede llamar religión en sentido propio al
anglicanismo, nacido de la lujuria de Enrique VIII, de la sedienta rebeldía
contra Pedro, y del enriquecimiento a costa de los bienes de la Iglesia romana. Verdaderamente es un concentrado herético de
tres concupiscencias (sensualidad, orgullo, avaricia), o sea una
contra-religión. Esta primera alianza
entre libertinaje (divorcio libre), liberalismo (separación entre iglesia y
Estado), hiper-capitalismo (crematística), y revolución, hizo su primera
aparición en Inglaterra cuando el rey, queriendo divorciarse de de su legítima
esposa, se separó del Papa, consagrándose el mismo ‘papa’, y cuando las
familias de la ‘nobleza’ se fueron enriqueciendo innoblemente aprovechándose de
los bienes de la Iglesia ,
constituyéndose en la ‘elite’ conservadora de Gran Bretaña, donde, como en el
resto del mundo, no siempre nobleza es sinónimo de ‘elite’ o ‘aristocracia’ o
viceversa.
HEBRAÍSMO EN
INGLATERRA.
En materia económica los anglicanos se inspiran en
los hebreos (M. Jones, The revolutionary Jew); estos fueron expulsados
oficialmente de Inglaterra en 1290 luego del homicidio ritual del niño Richard
da Norwitch (Toaff, Pasque di sangue). Expulsiones de este tipo normalmente
resguardaban a los hebreos que querían continuar con sus prácticas (solo 16000
hebreos abandonaron Inglaterra en 1290), mientras la mayoría permanecieron con
el mismo estilo de vida de marranos bajo la máscara del cristianismo. Estos
marranos que formaban una red natural o un sistema para sostener a los otros
hebreos, que volvieron secretamente a Inglaterra en los siglos posteriores a
partir de Oliverio Cromwell. Entonces los tiempos maduraron, aumentando
siempre más la influencia hebrea sobre la cultura inglesa, escudándose tras
la máscara de la fe ‘reformada’ o anglicana. Muchos notaron esta transformación
de la cultura inglesa durante ese período y el consiguiente crecimiento de Gran
Bretaña como nación filo-semita. Bárbara
Tuchman, historiadora estadounidense,
(Boble and Swird), observó que ‘Inglaterra cambió’ durante el siglo XVI,
aunque no se puede fijar una fecha exacta, […] hasta convertir al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob en el Dios
inglés. Y ‘los héroes del Antiguo Testamente sustituyeron a los santos
católicos.’
Tuchman sostiene que la razón principal de la
hebraización de Inglaterra se debió a la traducción muy rabínica de la Biblia , por parte de
William Ryndale, la cual comenzó a ser contrabandeada en Inglaterra en 1526,
transportada por los mercaderes hebreos sefardíes en barriles de vino de doble
fondo. La traducción de Tyndale de la
Biblia , según Tuchman, convirtió
a Inglaterra en una nación judaizante, desde entonces
hasta la declaración Balfour (1917), que estableció a los hebreos en Palestina.
Cuando la
Biblia está adulterada se convierte en un ‘fermento de
extraordinaria violencia’ (Maritain, ‘Tres reformadores’). La ‘sola escritura’
conduce naturalmente a la judaización, y la judaización conduce naturalmente a
la revolución; como hoy la ‘sola Misa’ puede conducir a la judaización del
mundo católico todavía ligado a la tradición apostólica, principalmente si se
acepta el ‘dogma’ del holocausto (según la óptica modernista de la evolución
heterogénea del dogma), entregándose así a las finanzas hebreas, que equivale
‘confiar la oveja al lobo’. Esto ya advino
(teológicamente) en los ambientes eclesiales con la Declaración Nostra
Aetate y (económicamente) al asignar la banca vaticana, (IOR), en los
años setenta y ochenta, a los masones y financieros hebreos, que la llevaron al
colapso. Luego que la Iglesia fue repudiada como
juez de las Escrituras, no fue más leída según ‘el espíritu’, sino según la
‘letra o la carne’, o sea del mismo modo como la leen los hebreos; como una medio para establecer el paraíso en
la tierra y, en fin, una pantalla ante
la ansiedad de orgullo y sensualidad. El
Evangelio se entiende carnalmente,
apenas viene separado de la
Iglesia (‘la letra vivifica, la letra mata’ San
Pablo), justificando así la violación de
la castidad, la usura y la especulación financiera, siendo maestra en Europa
Suiza y Ámsterdam/Amberes, mientras en el mundo lo son Londres y New York.
CROMWELL Y
EL PURITANISMO.
Esta tendencia judaizante alcanzó su pleno
florecimiento cuando Olivero Cromwell se convirtió en dictador de Inglaterra,
pues, como la Tuchman
sostiene: ‘Con los puritanos arribó una invasión de hebraísmo acentuando la influencia del
Antiguo Testamento’. Tuchman menciona también que la Escritura se transforma
en un pretexto para la avaricia, cuando afirma que los Puritanos ‘seguían a la letra el Antiguo Testamento pues allí
veían reflejados sus propios deseos’. Entonces el Puritanismo significó el fin de la moral cristiana, al
importar los hábitos hebreos. La tendencia general del puritanismo, desde
el siglo XVI, consistió en descartar la
moral cristiana poniendo en su lugar los hábitos hebreos en la vida inglesa, lo
que significó ‘una regresión de la moral social a un nivel bajísimo, implantada
tanto en el país como en el extranjero. La primera manifestación de esta
regresión moral fue la difusión de la pobreza de manera escandalosa, culminando
en el siglo XIX con la ‘Revolución industrial’, que provocó la revolución
comunista soviética. Pobreza que en adelante caracterizó la vida inglesa, por dos
siglos. ‘De la mitad del siglo XVI (Tuchman) es posible hablar de una
revolución, movimiento político internacional, decidido a descartar totalmente
la visión medieval del mundo, sustituyéndola por ‘alguna cosa novedosa’.
DEL TALMUDISMO
AL SUPER-CAPITALISMO.
Esta nueva cosa, significaba en Inglaterra la
justificación de la codicia, de la avaricia,
del orgullo y de la sensualidad, justificación que a continuación fue conocida
como super-capitalismo liberal, que
habría llevado al poder de los revolucionarios todas las riquezas gracias al
robo de las propiedades de la
Iglesia (ver ‘El Gattopardo’ de Cesare Tommasi de Lampedusa),
decidiéndolos a imitar a los hebreos tanto en teología como en economía.
Ninguno de estos avances en la finanza se hubiera podido lograr sin la
colaboración intencional de los hebreos, que les fue ofrecida de varias
maneras. Como los hebreos, las familias
más adineradas apoyaron ‘la fuerza herética en la religión y el
liberalismo en política’ (Walsh). En economía significaba usura, un sistema que
Lord Francis Bacon (+1626) defendió explícitamente en uno de sus ensayos.
Inglaterra se convierte en una ‘segunda Judea’, no sólo porque se leía la Biblia traducida al inglés
por los rabinos, sino sobretodo porque las familias más importantes, promotores
de la distribución masiva de las traducciones heréticas usaban la Biblia –que desde entonces cada uno tenía el derecho de interpretar a su modo-
como una justificación para entregarse a
la usura, el orgullo, la sensualidad y porque usaron los medios económicos para
consolidarse en el poder político. La
libertad, tanto en estos como en otros ambientes de la vida, implicaba el
derecho de los potentados de determinar los que era verdadero. Todos eran
libres de interpretar la Biblia
como mejor creían. Pero si tal interpretación no se adecuaba a los intereses de
los potentados, estos tenían la razón decisiva. Cuando realmente los disidentes
fueron más fuertes en la
Iglesia de Estado, el resultado fue la guerra civil, que surgiría
en el futuro en el País. Una vez cortada
la relación eclesial que unía Inglaterra con Roma, fue fatalmente debilitada la
que unía a los ingleses entre sí, porque una vez que Inglaterra deja de ser
católica se transforma en una nación ‘ideológica’, favoreciendo el nuevo
gobierno a los extranjeros contra los
nativos (como sucede hoy en la
Europa de Maastricht), que seguramente se hubieran opuesto,
incluyendo a los que simplemente no entendían claramente lo que estaba
ocurriendo. Tanto los disidentes como los incautos fueron desplazados por la
marea extranjera, que favoreció a los
inmigrantes sobre los nativos. De
esta manera el protestante quedó fuera de la comunidad, como extranjero o
apátrida por excelencia. Aunque fuera un proto-puritano en Inglaterra, un
hugonote en Francia o un calvinista en los Países bajos, secretamente obedecía la oscura conjura proveniente de Ginebra, y no a
los intereses de su país de origen (como ocurre hoy con los sionistas que viven
fuera de Israel), y cuyos intereses siempre fueron manipuleados a favor de
las elites que gobiernan esos países.
EL
ESPÍRITU PROTESTANTE Y
EL SUPER-CAPITALISMO.
Inglaterra fue el País que convirtió la finanza en
un arma más potente que todos los ejércitos de Felipe II de España. Revolución,
para los anabaptistas de Münster significaba comunismo. En Inglaterra, fue conocida no como el ‘contrario del
comunismo’ (materialismo colectivista), sino como un ‘comunismo de signo opuesto’,
un comunismo individualista, no colectivista, o sea una ‘revolución conservadora’, promovida por los
neo-conservadores, conocida como el
super-capitalismo liberal. Como Marx comprendió justamente, el super-capitalismo
se inició con el robo de las propiedades de la Iglesia.
El robo continuó cuando las riquezas de la Iglesia fueron puestas al
servicio del reino de Mamón, vale decir, cuando las familias inglesas
enriquecidas con los bienes de la
Iglesia decidieron
meterse en negociados, asociándose al monopolio hebreo de la usura. Lo
mismo ocurrió durante el ‘Risorgimento’ italiano.
DON CURZIO NITOGLIA.
30 diciembre 2010.
www.doncurzionitoglia.com/giudeo_protestantesimo.htm
(traducción de HAB)