viernes, 28 de noviembre de 2014

l
JUDEO  PROTESTANTISMO  ANGLICANO

Don Curzio Nitoglia.


EL CISMA ANGLICANO

D
espués del cisma de Enrique VIII los protestantes en Inglaterra formaron una red de familias con mucho poder económico y político. Las dos características distintivas de la Cristiandad pre-reformista eran: a) el primado de lo espiritual sobre lo material,  de la Iglesia sobre el Estado; y b) la oposición de la Iglesia católica a la usura y a la ‘crematística’. (La ‘crematística’, según Aristóteles y Santo Tomás de Aquino, es el acto de enriquecerse siempre más, en cuanto la riqueza representa el fin del hombre, y ya no un medio para vivir dignamente. Mientras la ‘economía’ es la virtud de prudencia, subordinada al fin último,  aplicada al mantenimiento decoroso de la familia y del hogar doméstico).

En consecuencia,  con la separación del Reino del Papado se instauró la usura,  resultando uno de los principales incentivos de la lucha revolucionaria anglicana contra la hegemonía de la Iglesia en la cultura europea. En efecto, no se puede llamar religión en sentido propio al anglicanismo, nacido de la lujuria de Enrique VIII, de la sedienta rebeldía contra Pedro, y del enriquecimiento a costa de los bienes de la Iglesia romana.  Verdaderamente es un concentrado herético de tres concupiscencias (sensualidad, orgullo, avaricia), o sea una contra-religión. Esta  primera alianza entre libertinaje (divorcio libre), liberalismo (separación entre iglesia y Estado), hiper-capitalismo (crematística), y revolución, hizo su primera aparición en Inglaterra cuando el rey, queriendo divorciarse de de su legítima esposa, se separó del Papa, consagrándose el mismo ‘papa’, y cuando las familias de la ‘nobleza’ se fueron enriqueciendo innoblemente aprovechándose de los bienes de la Iglesia, constituyéndose en la ‘elite’ conservadora de Gran Bretaña, donde, como en el resto del mundo, no siempre nobleza es sinónimo de ‘elite’ o ‘aristocracia’ o viceversa.

HEBRAÍSMO EN INGLATERRA.
 
En materia económica los anglicanos se inspiran en los hebreos (M. Jones, The revolutionary Jew); estos fueron expulsados oficialmente de Inglaterra en 1290 luego del homicidio ritual del niño Richard da Norwitch (Toaff, Pasque di sangue). Expulsiones de este tipo normalmente resguardaban a los hebreos que querían continuar con sus prácticas (solo 16000 hebreos abandonaron Inglaterra en 1290), mientras la mayoría permanecieron con el mismo estilo de vida de marranos bajo la máscara del cristianismo. Estos marranos que formaban una red natural o un sistema para sostener a los otros hebreos, que volvieron secretamente a Inglaterra en los siglos posteriores a partir de Oliverio Cromwell. Entonces los tiempos maduraron,  aumentando siempre más la influencia hebrea sobre la cultura inglesa, escudándose tras la máscara de la fe ‘reformada’ o anglicana. Muchos notaron esta transformación de la cultura inglesa durante ese período y el consiguiente crecimiento de Gran Bretaña como nación filo-semita.  Bárbara Tuchman, historiadora estadounidense,  (Boble and Swird), observó que ‘Inglaterra cambió’ durante el siglo XVI, aunque no se puede fijar una fecha exacta, […] hasta convertir al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob en el Dios inglés. Y ‘los héroes del Antiguo Testamente sustituyeron a los santos católicos.’

LA  SOLA  ESCRITURA  COMO  APERTURA  A  LA  JUDAIZACIÓN.

Tuchman  sostiene que la razón principal de la hebraización de Inglaterra se debió a la traducción muy rabínica de la Biblia, por parte de William Ryndale, la cual comenzó a ser contrabandeada en Inglaterra en 1526, transportada por los mercaderes hebreos sefardíes en barriles de vino de doble fondo. La traducción de Tyndale de la Biblia, según Tuchman, convirtió a  Inglaterra en  una nación judaizante, desde entonces hasta la declaración Balfour (1917), que estableció a los hebreos en Palestina.

Cuando la Biblia está adulterada se convierte en un ‘fermento de extraordinaria violencia’ (Maritain, ‘Tres reformadores’). La ‘sola escritura’ conduce naturalmente a la judaización, y la judaización conduce naturalmente a la revolución; como hoy la ‘sola Misa’ puede conducir a la judaización del mundo católico todavía ligado a la tradición apostólica, principalmente si se acepta el ‘dogma’ del holocausto (según la óptica modernista de la evolución heterogénea del dogma), entregándose así a las finanzas hebreas, que equivale ‘confiar la oveja al lobo’. Esto ya advino  (teológicamente) en los ambientes eclesiales con la Declaración Nostra Aetate y  (económicamente)  al asignar la banca vaticana, (IOR), en los años setenta y ochenta, a los masones y financieros hebreos, que la llevaron al colapso.  Luego que la Iglesia fue repudiada como juez de las Escrituras, no fue más leída según ‘el espíritu’, sino según la ‘letra o la carne’, o sea del mismo modo como la leen los hebreos;  como una medio para establecer el paraíso en la tierra y, en fin,  una pantalla ante la ansiedad de orgullo y sensualidad. El Evangelio  se entiende carnalmente, apenas viene separado de la Iglesia (‘la letra vivifica, la letra mata’ San Pablo),  justificando así la violación de la castidad, la usura y la especulación financiera, siendo maestra en Europa Suiza y Ámsterdam/Amberes, mientras en el mundo lo son Londres y New York.

CROMWELL  Y  EL  PURITANISMO.

Esta tendencia judaizante alcanzó su pleno florecimiento cuando Olivero Cromwell se convirtió en dictador de Inglaterra, pues, como la Tuchman sostiene: ‘Con los puritanos arribó una invasión de hebraísmo  acentuando la influencia  del  Antiguo Testamento’.  Tuchman  menciona también que la Escritura se transforma en un pretexto para la avaricia, cuando afirma que los Puritanos ‘seguían a la letra el Antiguo Testamento pues  allí  veían reflejados sus propios deseos’. Entonces el Puritanismo significó el fin de la moral cristiana, al importar los hábitos hebreos. La tendencia general del puritanismo, desde el siglo XVI,  consistió en descartar la moral cristiana poniendo en su lugar los hábitos hebreos en la vida inglesa, lo que significó ‘una regresión de la moral social a un nivel bajísimo, implantada tanto en el país como en el extranjero. La primera manifestación de esta regresión moral fue la difusión de la pobreza de manera escandalosa, culminando en el siglo XIX con la ‘Revolución industrial’, que provocó la revolución comunista soviética. Pobreza que en adelante caracterizó la vida inglesa, por dos siglos. ‘De la mitad del siglo XVI (Tuchman) es posible hablar de una revolución, movimiento político internacional, decidido a descartar totalmente la visión medieval del mundo, sustituyéndola por ‘alguna cosa novedosa’.

DEL  TALMUDISMO  AL  SUPER-CAPITALISMO.

Esta nueva cosa, significaba en Inglaterra la justificación de la codicia, de la  avaricia, del orgullo y de la sensualidad, justificación que a continuación fue conocida como super-capitalismo  liberal, que habría llevado al poder de los revolucionarios todas las riquezas gracias al robo de las propiedades de la Iglesia (ver ‘El Gattopardo’ de Cesare Tommasi de Lampedusa), decidiéndolos a imitar a los hebreos tanto en teología como en economía. Ninguno de estos avances en la finanza se hubiera podido lograr sin la colaboración intencional de los hebreos, que les fue ofrecida de varias maneras. Como los hebreos, las familias  más adineradas apoyaron ‘la fuerza herética en la religión y el liberalismo en política’ (Walsh). En economía significaba usura, un sistema que Lord Francis Bacon (+1626) defendió explícitamente en uno de sus ensayos. Inglaterra se convierte en una ‘segunda Judea’, no sólo porque se leía la Biblia traducida al inglés por los rabinos, sino sobretodo porque las familias más importantes, promotores de la distribución masiva de las traducciones heréticas  usaban la Biblia –que desde entonces cada uno  tenía el derecho de interpretar a su modo- como una justificación para  entregarse a la usura, el orgullo, la sensualidad y porque usaron los medios económicos para consolidarse en el poder político. La libertad, tanto en estos como en otros ambientes de la vida, implicaba el derecho de los potentados de determinar los que era verdadero. Todos eran libres de interpretar la Biblia como mejor creían. Pero si tal interpretación no se adecuaba a los intereses de los potentados, estos tenían la razón decisiva. Cuando realmente los disidentes fueron más fuertes en la Iglesia de Estado, el resultado fue la guerra civil, que surgiría en el futuro en el  País. Una vez cortada la relación eclesial que unía Inglaterra con Roma, fue fatalmente debilitada la que unía a los ingleses entre sí, porque una vez que Inglaterra deja de ser católica se transforma en una nación ‘ideológica’, favoreciendo el nuevo gobierno  a los extranjeros contra los nativos (como sucede hoy en la Europa de Maastricht), que seguramente se hubieran opuesto, incluyendo a los que simplemente no entendían claramente lo que estaba ocurriendo. Tanto los disidentes como los incautos fueron desplazados por la marea extranjera, que favoreció a los inmigrantes sobre los nativos.  De esta manera el protestante quedó fuera de la comunidad, como extranjero o apátrida por excelencia. Aunque fuera un proto-puritano en Inglaterra, un hugonote en Francia o un calvinista en los Países bajos, secretamente obedecía la oscura conjura proveniente de Ginebra, y no a los intereses de su país de origen (como ocurre hoy con los sionistas que viven fuera de Israel), y cuyos intereses siempre fueron manipuleados a favor de las elites que gobiernan esos países.

EL ESPÍRITU  PROTESTANTE  Y  EL  SUPER-CAPITALISMO.

Inglaterra fue el País que convirtió la finanza en un arma más potente que todos los ejércitos de Felipe II de España. Revolución, para los anabaptistas de Münster significaba comunismo. En Inglaterra,  fue conocida no como el ‘contrario del comunismo’ (materialismo colectivista), sino como un ‘comunismo de signo opuesto’, un comunismo individualista, no colectivista, o sea una  ‘revolución conservadora’, promovida por los neo-conservadores,  conocida como el super-capitalismo liberal. Como Marx comprendió justamente, el super-capitalismo se inició con el robo de las propiedades de la Iglesia.  El robo continuó cuando las riquezas de la Iglesia fueron puestas al servicio del reino de Mamón, vale decir, cuando las familias inglesas enriquecidas con los bienes de la Iglesia decidieron  meterse en negociados, asociándose al monopolio hebreo de la usura. Lo mismo ocurrió durante el ‘Risorgimento’ italiano.





DON  CURZIO  NITOGLIA.
30 diciembre 2010.
www.doncurzionitoglia.com/giudeo_protestantesimo.htm

(traducción de HAB)