Monseñor
Enrique Mühn
Primer
Obispo de Jujuy, 1934- 1965.
Hermanos Separados
[Extraído
del importante Boletín “La
Tradición ” que dirigía el padre Hervé Le Lay Nº 70, 1965]
El Obispo de Jujuy (Argentina), su
Excelencia Monseñor Enrique Mühn ha publicado una Pastoral sobre ‘Ecumenismo’
que fue leída en todos los templos de la diócesis el domingo 8 de noviembre.
Por su evidente interés y actualidad, reproduzco s intención en especial de los
lectores hispanoamericanos, la parte fundamental de la Pastoral tal como la
publicó el diario jujeño ‘Pregón’ el lunes 9 de noviembre.
L
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a Iglesia
Católica está en Concilio y mucho se ha escrito y dicho en torno a ese
acontecimiento que despertó la atención del mundo entero. Se ha dicho y
repetido con harta frecuencia que una de las finalidades del Concilio es
propender a la unión de los cristianos, como bien lo expresara el recordado
Pontífice Juan XXIII, en su discurso de apertura pronunciado el 11 de octubre
de 1962, el cual en su parte decisiva dice:
“El espíritu cristiano, católico y
apostólico derramado por todo el mundo espera dar un paso más hacia una
penetración doctrinal y una formación de las conciencias, en fiel y perfecta
conformidad con la doctrina auténtica que, con todo, deberá ser estudiada y
explicada a través de los métodos de investigación y mediante las formas
literarias del pensamiento moderno. La
sustancia de la antigua doctrina del Depósito de la Fe es una cosa y la manera de
representarla otra. Y es esta última la que debe considerarse mayormente, con
paciencia, si es necesario, midiendo cada cosa según las formas y proporciones
de un Magisterio que es de carácter predominantemente pastoral”.
PUERTA
ABIERTA.
Y
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así desde el comienzo de la Asamblea Ecuménica ,
para dar prueba de la buena disposición que animaba a la Iglesia Católica , tanto el inolvidable
P. Juan XXIII como Pablo VI, gloriosamente reinante, y todos los Padres
conciliares evitaron cuidadosamente el referirse a los cristianos separados y
usar términos que pudiesen herir susceptibilidades.
Sin
embargo, a pesar de la animosidad prudente de los Sumos Pontífices y Padres
Conciliares, muchos cristianos pretenden apoyarse en el discurso de apertura
del Papa, para dejar la ‘puerta abierta’ a ciertos esperanzados cambios
fundamentales en la Iglesia
incluyendo variaciones dogmáticas que conducirían a la deseada “unidad” con los
“hermanos separados”. Falso anhelo de unidad.
¿C
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uál
es la unidad que Cristo quiere para su Iglesia? Únicamente la que pidió
ardorosamente a su Padre.
“Padre
Santo, guarda en tu nombre a estos que me has dado, a fin de que sean una misma
cosa (por la caridad), así como nosotros lo somos” (por la naturaleza). San
Juan 17.11.
“Yo
por ellos me santifico a mí mismo, a fin de que ellos sean santificados en la
verdad” San Juan 17.19. No ruego solamente por éstos, sino también por aquellos que han de creer en mí,
por medio de la predicación, para que TODOS SEAN UNO, y que como tu, oh Padre,
estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros a fin de que
crea el mundo que tú me has enviado” San Juan 17. 20.22. “Y se haga un solo
redil y un solo Pastor” San Juan 10.16.
Estos
pasajes que trasladan hasta nosotros las palabras salidas de la misma boca de Cristo, nos enseñan que Cristo quiere
la unida de la Iglesia ,
que esa unidad es unidad vital en la verdad y en el amor; que la unidad es el
signo distintivo de los que son de Cristo y manifestativo de la verdad.
Por
consiguiente: donde no hay unidad no hay redil de Cristo ni unión con Cristo.
La
unidad que hay entre Cristo y su Padre es unión de unidad; de sustancia, Juan
10,30; de entendimiento, Juan 8,26- 15,15; de voluntad, Juan 6,38; de
operación, Juan 8,29; y de amor, Juan
3,16- 17,26- 14.31.
En
una palabra, unidad de vida perfecta, ya por haber entre ellos identidad
perfecta de naturaleza, ya porque todos esos actos son actos vitales en que se
despliega la vida divina en su máxima perfección.
Unidad
semejante que ha de haber en la
Iglesia ; pues esa ha de ser también la unidad y vida de la Iglesia , para lo cual no
basta una organización meramente externa, o una yuxtaposición de diversos
elementos constructivos, ni tampoco una simpática agrupación externa de
diferentes iglesias (sectas) independientes entre sí, o una simple unión de
espíritus, sentimientos y corazones, porque eso no nos daría la unidad del
cuerpo de Cristo descrita minuciosamente por San Pablo o por el mismo Cristo en
la hermosa alegoría de la vid.
La
unidad de la Iglesia
querida por Cristo es unidad de sustancia en sus elementos constitutivos, unidad ontológica, que penetra dentro de los
miembros y los ponen en contacto físico íntimo, ora con la cabeza, ora con los
miembros entre sí para formar con Cristo un solo cuerpo, un solo todo, un solo
organismo con miembros y órganos diferentes, con función y operaciones propias
en bien de todo el organismo. La cabeza dando unidad de vida y acción a todas
partes del cuerpo.
Los
miembros unidos entre sí y sostenidos por la cabeza, vivan, crezcan y se
perfeccionen por ella y con ella, crece por aumento divino (Col. 2,19) hasta llegar a la
unidad de una misma fe y de un mismo conocimiento del hijo de Dios.
CONCESIONES.
D
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ebemos
anhelar la unidad enseñada por Cristo,
pero ese anhelo de unión de la
Iglesia católica con los demás cristianos ‘apartados’ ha influido hoy muchísimo y no
siempre muy favorablemente, pues en ciertos ambientes católicos ha llegado a
debilitar los conceptos básicos de la unidad de la Iglesia de Cristo y han
llegado a presentar a la
Iglesia como dispuesta a suprimir dogmas para facilitar esa
unión.
Amados
hijos: la Iglesia Católica enseña y sostiene que ella es la única Iglesia fundada por
Nuestro Señor Jesucristo y que como tal posee y custodia la verdad y no puede
admitir error alguno. La
Iglesia puede ser y lo será sin duda alguna, ampliamente
benigna en tender la mano y hacer cuantas concesiones pueda para lograr la
anhelada unidad; pero si se trata de cuestiones dogmáticas propiamente dichas y
de verdades pertenecientes a la esencia misma de la Iglesia , ésta no puede
ceder ni cederá en eso jamás; huelga toda espera y se puede ahorrar, porque eso
sería abandonar la verdad que Cristo le confió, por seguir las conveniencias y
las opiniones de los hombres. En una palabra: eso sería faltar a la fidelidad
que debe a Cristo haciéndole traición: La Iglesia no puede pagar a tanto precio, un falso
concepto de “anhelada unidad”.
OTRO
PELIGRO.
O
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tro
peligro que se ha levantado, tal vez por la frecuente repetición de “hermanos
separados” es el de creer que muy poco o nada nos separan de aquellos que se
autotitulan cristianos por que afirman creen en Cristo, pero que falsean su
doctrina y la mezclan con sus errores. A esas sectas que por el triste ‘libre
examen’ inventado por Lutero han proliferado en el tronco separado del
protestantismo y cuyos ministros-pastores, infeccionan con su proselitismo
nuestros ambientes católicos sembrando el error y la confusión y que el mismo
Cristo llamara falsos profetas, lobos vestidos con pieles de ovejas, no los
podemos considerar “hermanos separados” mientras se dediquen a tomar dominio
del tesoro más grande que poseen
nuestros fieles: la fe católica, asaltando así la conciencia de muchos.
Son
esos mismos que valiéndose de sus muchos recursos económicos ofrecen
beneficios, organizan reuniones sociales y harta imparten enseñanza gratuita de
idiomas, que no son otra cosa en la realidad que “confortables carnadas” con
que atraen a los incautos para luego catequizarlos e infundirles gota a gota el
veneno de sus falsas doctrinas.
Amados
hijos: mucho cuidado habéis de tener con
esos lobos vestidos con pieles de oveja. Defended valientemente la fe que heredasteis de vuestros antepasados y que
fue la fe de los padres de la Patria.
Nuestra Patria nació católica
y quiere seguir siéndolo a despecho de los mal llamados misioneros que
no han recibido misión alguna de Jesucristo.
Esa
misión Jesucristo la confió a la
Iglesia , la única verdadera, la católica, apostólica, romana.
TRAICIÓN.
A
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quellos
católicos que por algunas migajas de beneficio material se exponen a perder su
fe, están traicionando a Cristo y a su Iglesia y abiertamente les decimos que
nada nuevo están haciendo, puesto que hace aproximadamente veinte siglos
alguien hizo lo mismo por treinta monedas de plata y con un cínico beso.
Y
que todos sepan que aquellos, que participan de reuniones o asisten a clases,
pecan como pecan igualmente los padres
que permiten la asistencia de sus hijos. Amados hijos: Los tiempos que
corre el mundo moderno exigen definiciones. O somos católicos de verdad, o no
somos nada, por más que tengamos nuestro nombre registrado en acta de bautismo.
O
estamos con Cristo y practicamos su doctrina, o estamos contra Él.
SIN
TÉRMINO MEDIO.
N
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o
hay término medio: quien no está conmigo está contra mí.
Y
estar en contra de Cristo significa estar derrotado como lo estuvieron los que
crucificaron a Cristo y creyeron haber vencido.
Cristo
volverá no ya para redimir, ni para fundar un reino terreno como pretenden
algunas sectas, sino para juzgar y dar a cada cual lo que merece.
A
los justos que le siguieron: las glorias del Cielo.
A
los malvados: el castigo eterno del infierno.
Queridos
hijos: somos tolerantes y comprensivos con todas las debilidades humanas pero
no podemos serlo con aquellos que dañan
a nuestros fieles sembrando el error y tratando de apartarlos de la
verdad.
Manteneos
firmes en vuestra fe y practicadla para que el gran día del retorno de Cristo
podáis escuchar las palabras: Venid benditos de mi Padre a poseer el Reino de
los cielos que os está preparado para vosotros desde toda la eternidad.+
Comentario nacionalista: esta magnífica
Pastoral, que cada día tiene necesariamente más actualidad, fue estricta y terminantemente
repudiada por el liberalismo del Concilio
Vaticano II. Desde ese entonces ¿Algún obispo se animará a hablar tan
claramente definiendo las verdades eternas? ¿Conocerán los obispos las verdades de siempre , creídas por todos, en todo
tiempo y lugar? ¿Lo dejarán proclamarlas sin sancionarlo? Etc. etc.
Asimismo recalco la inquietud patriótica
de Monseñor Mühn ante el avance de las sectas, perdiendo almas y atentando
contra la unidad esencial de nuestra patria, ignorada hoy día por la ‘globalización’
ante el silencio cómplice de las autoridades vaticanas.