LA BARBARIE
TECNOLÓGICA
El camarada Carlos Aga, en TLV1 diserta con conocimientos
reales, especializados y muy interesantes, --recomiendo se lo escuche--, respecto
a la necesidad imperiosa de que Argentina se industrialice, como base material
para recuperar su Soberanía y no depender del extranjero. Pero debe adquirir riquezas
para la paz, la convivencia pacífica internacional, la grandeza nacional y el
Bien Común social. Los bienes materiales deben estar supeditados al
florecimiento de los valores humanos, culturales, políticos, religiosos, que
dignifican una Nación.
Contradiciendo, por absurda, la utopía política de los
progresistas, social-demócratas, etc., que prometen hacer surgir milagrosamente,
por medio de la Técnica, un paraíso en la tierra. En realidad, postrando el
mundo en la miseria material y humana; pues se la emplea para acumular
riquezas, oprimir salvajemente y guerrear a naciones menos desarrolladas
técnicamente. Todo lo contrario de nuestros deseos.
El conde Gonzague de Reynold, en su extraordinaria obra “La formación de Europa”, tomo III,
pg.13: “El helenismo y el genio europeo”,
(ed. Pegaso. Madrid. 1950) trae una síntesis del desorden que se estaba gestando
en el mundo, principalmente luego de 1945, con el predominio de la técnica y
del individualismo sobre todos los valores. Así escribió:
“”[…] Una civilización no es superiormente
educativa, ni siquiera puede llamarse civilización, sino en la medida en que
coloca la cultura del espíritu por encima de la cultura práctica, la cultura
general por encima de la especialización.
[…] Desde que el
mundo moderno se ha industrializado, desde que los intereses económicos priman
sobre todos los demás, se ha producido una trasposición de valores acompañada
de una hipertrofia de la actividad humana. Debido a ello hemos entrado en una
barbarie que es, a su modo y manera, bastante más temible que la de los
bárbaros.
[…] La técnica
se encuentra al servicio del hombre; y cuando, en lugar de servirle, se sirve de
él como si se tratara de una simple “materia prima” cuando olvida a las
personas psicológicas para no ver sino individuos fisiológicos; cuando pretende
reducir estos últimos a un tipo único de acurdo con reglamentos y esquemas;
cuando se considera a sí misma como un fin en sí, a pesar de que no es ni puede ser más que un
medio; cuando se atribuye, finalmente, el gobierno del mundo entonces tenemos
la tecnocracia que rebaja al hombre al nivel de un animal económico y
funcional, de una hormiga de orden superior; y que no puede sino oscurecer su
inteligencia y atrofiar se alma. Tal es la amenaza inmediata: ¡una amenaza
realizada ya en parte! Y entre las
fuerzas coaligadas que tratamos de oponer a ella, se encuentra la herencia
griega.
Se encuentra la
herencia griega como el modelo de vida equilibrada y armoniosa y con el primero
de los grandes tipos humanos que nos presenta la historia, con el ejemplo de
una civilización todos cuyos progresos son fruto del desinterés. Y se encuentra
también con todo lo que hace de ella un mundo religioso, constituyendo así para
nosotros la demostración de la fuerza que el culto público proporciona a una
sociedad. Nada más contrario que la Hélade antigua a nuestro laicismo oficial,
a esa máxima errónea y cómoda, según la cual la religión es asunto privado. No
es ya posible en nuestros días –vuelvo a repetirlo—oponer su paganismo a
nuestro cristianismo, laicizar la Hélade
a la manera como incesantemente se hizo a partir del siglo XVI. Hay una
espiritualidad helénica, y la enseñanza de las humanidades debe realizarse teniéndolo
en cuenta, so pena de falsear el sentido de la historia y de privar de su
frescura original a los textos más bellos.
[…] Los griegos
se esforzaba por educar a las almas liberándolas, no organizándolas. Tal fue la obra de Sócrates. Ahora bi8en
¿Cómo procedía Sócrates? Por el conocimiento de sí mismo ¿Y qué objeto proponía
a sus discípulos? La divinidad. Por lo demás ¿Cuál es el senti8do etimolpógico
del verbo educar? Conducir fuera, elevar, sacar a alguien de sí mismo
desembarazándolo de cuanto lo tenía prisionero, para ayudar a su alma a
ascender a su finalidad propia. En eso consiste la educación: lo demás es mera instrucción. Y esto era lo que ya desde
entonces nos aportaba la herencia griega.”
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