viernes, 16 de mayo de 2025

 

LA BARBARIE TECNOLÓGICA

El camarada Carlos Aga, en TLV1 diserta con conocimientos reales, especializados y muy interesantes, --recomiendo se lo escuche--, respecto a la necesidad imperiosa de que Argentina se industrialice, como base material para recuperar su Soberanía y no depender del extranjero. Pero debe adquirir riquezas para la paz, la convivencia pacífica internacional, la grandeza nacional y el Bien Común social. Los bienes materiales deben estar supeditados al florecimiento de los valores humanos, culturales, políticos, religiosos, que dignifican una Nación.

Contradiciendo, por absurda, la utopía política de los progresistas, social-demócratas, etc., que prometen hacer surgir milagrosamente, por medio de la Técnica, un paraíso en la tierra. En realidad, postrando el mundo en la miseria material y humana; pues se la emplea para acumular riquezas, oprimir salvajemente y guerrear a naciones menos desarrolladas técnicamente. Todo lo contrario de nuestros deseos. 

El conde Gonzague de Reynold, en su extraordinaria obra “La formación de Europa”, tomo III, pg.13: “El helenismo y el genio europeo”, (ed. Pegaso. Madrid. 1950) trae una síntesis del desorden que se estaba gestando en el mundo, principalmente luego de 1945, con el predominio de la técnica y del individualismo sobre todos los valores. Así escribió:

“”[…]  Una civilización no es superiormente educativa, ni siquiera puede llamarse civilización, sino en la medida en que coloca la cultura del espíritu por encima de la cultura práctica, la cultura general por encima de la especialización.

[…] Desde que el mundo moderno se ha industrializado, desde que los intereses económicos priman sobre todos los demás, se ha producido una trasposición de valores acompañada de una hipertrofia de la actividad humana. Debido a ello hemos entrado en una barbarie que es, a su modo y manera, bastante más temible que la de los bárbaros.

[…] La técnica se encuentra al servicio del hombre; y cuando, en lugar de servirle, se sirve de él como si se tratara de una simple “materia prima” cuando olvida a las personas psicológicas para no ver sino individuos fisiológicos; cuando pretende reducir estos últimos a un tipo único de acurdo con reglamentos y esquemas; cuando se considera a sí misma como un fin en sí, a  pesar de que no es ni puede ser más que un medio; cuando se atribuye, finalmente, el gobierno del mundo entonces tenemos la tecnocracia que rebaja al hombre al nivel de un animal económico y funcional, de una hormiga de orden superior; y que no puede sino oscurecer su inteligencia y atrofiar se alma. Tal es la amenaza inmediata: ¡una amenaza realizada ya en parte!  Y entre las fuerzas coaligadas que tratamos de oponer a ella, se encuentra la herencia griega.

Se encuentra la herencia griega como el modelo de vida equilibrada y armoniosa y con el primero de los grandes tipos humanos que nos presenta la historia, con el ejemplo de una civilización todos cuyos progresos son fruto del desinterés. Y se encuentra también con todo lo que hace de ella un mundo religioso, constituyendo así para nosotros la demostración de la fuerza que el culto público proporciona a una sociedad. Nada más contrario que la Hélade antigua a nuestro laicismo oficial, a esa máxima errónea y cómoda, según la cual la religión es asunto privado. No es ya posible en nuestros días –vuelvo a repetirlo—oponer su paganismo a nuestro cristianismo, laicizar la  Hélade a la manera como incesantemente se hizo a partir del siglo XVI. Hay una espiritualidad helénica, y la enseñanza de las humanidades debe realizarse teniéndolo en cuenta, so pena de falsear el sentido de la historia y de privar de su frescura original a los textos más bellos.

[…] Los griegos se esforzaba por educar a las almas liberándolas, no organizándolas.  Tal fue la obra de Sócrates. Ahora bi8en ¿Cómo procedía Sócrates? Por el conocimiento de sí mismo ¿Y qué objeto proponía a sus discípulos? La divinidad. Por lo demás ¿Cuál es el senti8do etimolpógico del verbo educar? Conducir fuera, elevar, sacar a alguien de sí mismo desembarazándolo de cuanto lo tenía prisionero, para ayudar a su alma a ascender a su finalidad propia. En eso consiste la educación: lo demás es   mera instrucción. Y esto era lo que ya desde entonces nos aportaba la herencia griega.”

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