viernes, 7 de noviembre de 2025

 

COMO ENTTEMES, DOS BOCADITOS AGRIDULCES:

*Un tal Vacari, judío nacido en Argentina, pero radicado en Jerusalén, comenta en español por You Tube la vida idílica que se vive en Jerusalén, comparada con la vida “difícil” que soportan los judíos en Argentina, un país   tan extraño y ajeno a ellos que viven discriminados y molestados. Al punto que, compadecido de su hermano, radicado entre nosotros, le ponderó el placer de vivir en Jerusalén, para incitarlo a que emigre y viva entre los suyos.  Así se expresó Vacari.

Pero voy a lo importante: sin darse cuenta, Vacari develó uno de los secretos mejor guardados por el judaísmo: LA DOBLE NACIONALISDAD. Falsedad judía divulgada para mejor convivir en el anonimato; que se completa con el cambio del apellido.

Israel es la patria amada por los judíos nacidos en Argentina. El amor no se puede compartir, ni en la nacionalidad ni en el matrimonio. No nos queda más que soportarlos tal como son: irremediablemente distintos.

*

* El santo padre Bergoglio, humilde sacerdote que viajaba en subte, se comunicaba diariamente con el Padre Romanelli, lo que era un apoyo moral para el sufrido y valeroso párroco de Gaza; pero con un sentido del humor algo extraño le preguntaba diariamente: --Cosa hai mangiato oggi?-- ¡Qué poco tacto! Era como recordarle a un hambreado que sea moderado en el comer porque: -- Roba avanza troppa pancia--. O preguntarle a un moribundo de cáncer: --que tal te trata el cáncer, che--.

Además de su frívolo apoyo, debería haber denunciado a los gritos el escándalo del mundo protestante, masónico y filo/judío, que permanentemente envía armas a los asesinos, exigiéndoles que detengan la masacre, y mientras tanto envíen urgentemente alimentos y medicinas, aun sabiendo que nunca llegarían a las manos necesitadas.

Y me queda una duda que, como católico me avergüenza, ¿Habrá luchado exhaustivamente el Vaticano por la paz de Cristo? ¿Bergoglio o León XIV?, ¿denunciando ante el mundo el martirio del pueblo palestino?

 

Arte.

CLASE  , DICTADA POR EL PADRE

FRAY MARIO PETIT DE MURAT, O.P.

(Nos mostró cuadros de Simone Martini. Después del Giotto, antecesor de Fra Angélico. Estamos siempre en puro color).

Entramos en el nudo de esta cuestión ¿De qué manera una inteligencia creada puede entrar en el deseo de hacer belleza? La inteligencia es una facultad pasivo-activa. Pasiva con aptitud para comprender (tomar para sí) lo que recibe. La materia es pura pasividad: el vaso recibe el agua pero no sabe lo que recibe. La pasividad de la inteligencia es recibir activamente. Da respuesta con lo que recibe, hace que lo que reciba sea ella, sea su propia sustancia. La inteligencia vacía de todo, se hace inteligencia actual al recibir todas las cosas.

Nunca digamos de un hombre: tiene mucho talento. El talento no vale por la capacidad sino porque se haya actualizado como tal, cuando se convierte en verdad. Antes ese vaso vacío puede frustrarse o convertirse en error, que es la negación de la inteligencia. La inteligencia recibe la cosa nombrándola, convirtiéndose en ella. Por sí sola es posibilidad de recibir, se llama “inteligencia posible”. Se hace inteligencia a medida que va adquiriendo las cosas. Ambas se benefician: la inteligencia conoce elevando la cosa al rango de inteligencia. Cuando ya posee la verdad se llama “inteligencia en acto”. Es necesario que comprendan la índole de esta facultad soberana: devuelve la cosa envuelta en su majestad soberana. Esto es sublime. Está explicando el misterio de la Santísima Trinidad.

La inteligencia no conoce sino cuando pronuncia lo conocido, cuando pronuncia su verbo. La idea de sustancia infividual, la “inteligencia en acto”. Además de la palabra hablada, existe otra palabra: la que pronuncia en la inteligencia cuando conoce; las cosas no pueden tener existencia más alta que ésta, en la inteligencia. Si Dios hizo tanta belleza, fue para conversar con nosotros. Es de justicia que respondamos, que pronunciemos a Dios, no en una palabra: en toda una salmodia. El naranjo poseería vanamente su belleza si nosotros no lo poseyéramos por nuestra inteligencia. No nos quedemos como el ladrón en la posesión del naranjo en sí, remontémonos al Creador.

El hombre habla en su viada sacramental. Su inteligencia fue hecha para hablar en la materia. Pronuncia su palabra en el mundo sensible. La inteligencia ha sido creada para embeberse de ideas y elevarse al mundo de los espíritus. Tiene que extraer ideas de la materia y elevarla a su última perfección convirtiéndola en su lenguaje. La inteligencia del hombre habla a través de la materia, la informa haciéndola transparente, dándole significado espiritual.

El sacramento es la cosa más adecuada al hombre, explica no sólo al santo   sino también a la mujer y al artista. Jesús toma un pan y pronuncia como Dios-Hombre la frase más inefable de amor que se pronunció sobre la tierra: “Yo soy la poderosa dul…… del pan.  Me infiltro en tí sin que tú te des cuenta, como el suavísimo pan”. Y al profanado vino le puso en su significación primera: “Así como este te embriagó, mi espíritu debe embriagarte”. “Te habla a través de las cosas como debes hacerlo tú, llevándolas a través del espíritu”.

El hombre no puede quedarse en el espíritu, tiene que encarnarlo, sino queda estéril.  La misión del hombre es elevar la tierra hasta las regiones del espíritu. Se la ve plena en el santo y algo iniciada en el artista. El artista comunica la belleza de su espíritu y siente la necesidad de convertirla en  verbo sensible. Se sentirá ahogado si no la convierte en signo. Tiene que asumir la materia y hacerla belleza.

¿Por qué el árbol ejecutado por un artista parece más bello que su modelo? Porque en él hay esa conjunción misteriosa de la cosa con el espíritu. La cosa actualizó la inteligencia y la inteligencia le dio mucho más: la substancia. Las Meninas de Velázquez son las Meninas más Velázquez. Nadie puede copiar exactamente prescindiendo de sí.  El artista hace su obra después de haberla pronunciado. Es el misterio del Hijo: éste es tu hijo, pero también mi hijo. Este cuadro es tal árbol, pero también mi alma.

Esta facultad que al ser vivificada es provocada es tan noble que da la cosa ennoblecida. La inteligencia es el misterio supremo. La inteligencia es el constitutivo de Dios, su perfección primera, el atributo que hace que ÉL SEA. El reflexionar sobre la inteligencia nos hacemos dignos y humildes. Por ella sabemos que tenemos que estar de rodillas ante el universo entero y sabemos también que es lo más egregio que poseemos. Los sentidos quedan al nivel de siervos, de instrumentos.

¿Por qué el hombre tiene esa necesidad de hacer belleza? Porque Dios le dio inteligencia, la misión de elevar la materia, la vida sacramental que es propia del hombre. Nuestra vida es justa y noble, se cumple cuando somos sacramentales.  Tomamos las cosas y las hacemos ágiles, transparentes, festivas como los ángeles, henchidas de inteligencia. Una perdiz es una de tantas cosas mientras no la toma Claudel y le da su significado de inmolación.  Un alumno estragado toma un verde creyendo que el prado es verde. Lo toma un artista y el verde habló. Van Gogh (que será considerado un genio en el 2050) es tan genial como los egipcios. Hizo el cuadro magnífico de los girasoles con tan solo dos colores. Llegó al punto insólito de la comunión de su alma con el ambiente. Logró expresar los dramas más terribles con coloridos brillantes. Sólo su alma embebida en la tragedia de la luz viviente,   herida,  pudo dar esa palabra.

*

(CONTINUARÁ)

 

 

ARTE

CLASE  8ª.

PADRE FRAY MARIO PETIT DE MURAT, O.P.

(Nos mostró cuadros de Buoninsegna, gran artista de la salida del Medioevo al Renacimiento). En la Edad Media no hubo pintores sino arquitectos y escultores. El cuadro, el fresco, estuvieron abandonados. La belleza pictórica, el colorido de las grandes catedrales estaba en los vitreaux que eran maravillosos. En el cuadro de Buoninsegna se nota la influencia bizantina, ablandada, llena de colorido, bellísima. Es puro color.

En la clase pasada hablamos de la belleza en sí,  esplendor de la forma, de la esencia:  esplendor, fulgor.

Todo lo humano es dramático. Nada menos humano que la frivolidad. No hay criatura más trágica que el frívolo.

El hombre padece por la visión si no llega al conocimiento. Es feliz cuando conoce. El ángel ve lo inteligible como el hombre ve lo sensible. Nosotros vemos los accidentes, el ángel ve el alma, posee las cosas por dentro. Ve el árbol en lo que el árbol tiene de más íntimo.

Uno de los goces que produce lo bello es el desinterés. El hombre que se apena porque no existe la mujer representada en la Venus de Milo no comprende nada de arte. El artista goza con la con junción de ese momento único entre la belleza de la mujer y el mármol. No busca la mujer allí representada sino ese momento de belleza. La belleza es la virgen más soberana: en cuanto se la quiere tocar, huye. La belleza es el gozo de lo contemplado en cuanto contemplado. No de lo conocido en cuanto conocido ni de lo poseído en cuanto poseído, sino en cuanto contemplado. Acuérdense de la anécdota de la gruta en Francia: aquel muchacho que quiso poseerla por el cortaplumas y la destruyó.

¿Es gozo pleno el de la contemplación en el artista? No, porque está urgido por el “¿Qué es esto?”. Está urgido por el misterio que se le escapa. Se queda prendado en esa zona que se le escapa.

Está en esa luz y misterio y precisamente lo que más le encanta es esa zona casi infinita que se le escapa. No lo infinito en extensión sino en profundidad, lo que es inasible. Quiere aprehenderlo y esto lo lleva a la creación ¿Cómo se incuba en él el deseo de operar? La belleza se posee por intuición (visión que se opone al razonamiento). El razonamiento es ir de lo conocido a lo desconocido. En cambio intuir es ver, pero ver de manera imperfecta.  Aquello está colmado por su esencia ¿Qué sucede con esa intuición? ¿Se queda con eso? Toda inteligencia por el solo hecho de conocer se siente urgida, acuciada a dar respuesta.  El entender está en el verbo, en decir la cosa, pronunciarla, no de manera convencional, sino en saber decir la cosa: el Padre engendra al Hijo. Los ángeles lo hacen irradiándose en su gran arte que es la alabanza: y los hombres transfigurando la materia. Toda inteligencia tiene que decir: la de Dios habla y hace. El hecho de conocer produce ese engendrar el Verbo. La felicidad de conocerse enriquece a Dios con otra Persona. Si no, no sería inteligencia. Toda inteligencia, cuando conoce, prorrumpe en canto.

Es el ser encontrando al ser, llenándose, enriqueciéndose. El ángel está tan   henchido! No puedo decirles lo que es el cielo. Todo es canto exquisito, fino. No de sonidos sino de cosas. De seres enjoyados por el conocimiento, por la posesión de las cosas. Y el hombre ha sido puesto para elevar la materia en canto, para hacer lo que los ángeles. El hombre tiene que levantar las cosas de la tierra para que canten y alaben a Dios. Es donde las cosas se dignifican, adquieren jerarquía que no tienen. De misión de necesidad se convierten en misión de verbo.

De un tomate de orden natural, el artista ve la analogía que tiene con el fuego, con el rubí, con la pasión, con el amor del Espíritu Santo que también son rojos. La cocinera ve en una perdiz sólo el valor del alimento. El artista (Claudel) la convierte en verbo. Y Velázquez toma un  rosado y un azul, el mismo rosado y azul que podemos tener nosotros en nuestras manos, y los hace decir cosas exquisitas  que pasan los límites; encienden un canto y una palabra que nadie supo decir, aunque todos dispusieron de ellos. Y viene un Beethoven y toma un re y un sol y un pentagrama y hace una catedral de angustias y con esas mismas notas un Rossini hace una profanación. Y a la piedra pisoteada por las bestias, la toma un artesano del medioevo y la levanta y hace una ansiedad hasta el cielo, quebrad a en arco para significar que el hombre tiene una ansiedad mayor que la tierra.

Este es el oficio de la inteligencia, de la arrumbada inteligencia: dignificar las cosas en la luz del ser. Tomarlas como yacen, sin significación y convertirlas en aquello que se creyó inalcanzable.  Colocar aberturas, destellos en las tinieblas y mostrar que el hombre es bastante más que carne.Al artista hay que reverenciarlo, aunque se haya frustrado. Está en los pues del santo. Donde termina el hombre común comienza el artista. Donde termina el artista está el santo. Donde termina el santo está Dios.

…Todas las purificaciones no tienen otro sentido, como todas las angustias del artista preguntando a la materia, no tienen otro sentido. Esa es su actitud frente al universo. Por ser tan fino el artista, tiene una intuición tan fina que lo hace padecer. Hay que compadecerlo como a la mujer. Cosa que no tocaba al hombre vulgar a él lo hacen padecer. Ve, destellos que otros no notan. Ve lo digno en un drama abyecto: ve lo salvable en lo que otros ven insalvable. Si pinta un bodegón es que ve allí el drama y la tragedia humana. Todo artista es trágico. Me apena ver hombres que se ríen de los monstruos de Picasso. Picasso solo ve esa tragedia espiritual de París. Él no sabe por qué hace esas líneas vibrantes como raíces. Es que los nervios están a flor de piel. ¡ve todo hecho trizas porque así está el hombre desollado, sobre todo después de la guerra. ¿Quieren que haga mujeres bellas los que van a bailar a París y no comprenden el drama de la humanidad?

El artista es la esposa del universo y de la humanidad (su psicología, su receptividad, son totalmente femeninas, aunque él sea muy viril). Depende del esposo. Y si éste está hecho trizas, desolado, solo puede hacer lo que hizo Beethoven. Y si está obcecado hace lo que Miguel Ángel, y si está por el dinero y perdió de vista los valores humanos solo puede hacer lo de Shakespeare. Y si el espíritu está extendido hasta el séptimo cielo por la oración y llega hasta Dios que se encarnó en ellos, no puede hacer otra cosa que la escultura medieval. El artista de hoy no puede hacer lo que el del medioevo. Fidias no pudo estar más que en el siglo V de los griegos y un Graham Green no puede estar más que en siglo XX.

Si queréis saber el estado del mundo  en una época histórica, no vayáis a sus historiadores ni a sus filósofos, que ven las cosas en abstracto: id a los artistas y veréis desnuda esa edad. Estos confiesan el drama de la luz que emergió en su tiempo, confiesan lo que el mundo lleva en sus entrañas.

*

CONTINUARÁ.

 

 

Arte.

Clase nº 7

PADRE FRAY MARIO PETIT DE MURAT  O. P.

El arte es HACER BELLEZA.  Palabras fáciles que significan tanto. Que pueda hacerla el hombre causa gran estupor. Nacemos cuando nace en nosotros el  asombro;  “el asombro, es lo que lleva al hombre a filosofar” (Aristóteles). Cuando nos asombramos de tener 5 dedos tan bien medidos. La admiración, el asombro, son los que mueven al hombre a filosofar .El hombre está muerto porque  no se asombra de las cosas que lo rodean. Hagamos un esfuerzo para asombrarnos de esta capacidad del hombre: hacer belleza.

ESENCIA es el resplandor de lo que dio ser a la cosa, es lo que pronuncia fielmente la palabra que Dios le confió, la perfección dada al máximo, lo que Él quiso que sea. Todo ser tiene su belleza distinta: la del caballo es distinta a la del águila y distinta de la del hipopótamo, que también tiene su belleza. Esa belleza consiste en un resplandor, la luz que se da en lo sensible. Atenúa la materia, la impregna de lo que tiene en su interior, encanta a la inteligencia. El arte está en el placer que produce lo contemplado en cuanto contemplado. Cuando busca sus causas es filosofía.

El resplandor, la luz es algo viviente, intrínseco, esa unidad, integridad, proporción, armonía: las consecuencias que se irradian de la esencia a la materia a ella confiada. Todo esto se llama claridad. De esta manera en la materia dominada por su esencia, todo dice comunicación, sujeción a la esencia. En la medida que tiene unidad está diciendo belleza, resplandor de la esencia. Un brazo proporcionado en su justa medida es resplandor de la esencia.

El mundo temporal se compone de materia y forma (forma intrínseca). La belleza es unidad en la variedad. Si es así ¿Dónde está la belleza del ángel? En su plenitud. El ángel, que es simplísimo, se enjoya con sus ideas. El ángel “dice” su idea al conocerla. En esto se parece a Dios. Cuando conoce, posee y pronuncia. La palabra nuestra es una indigencia, dice algo que no es ella. En el ángel, su voluntad, sus amores, también son joyas, refulgen en la armonía de su amor y de sus ideas. ¡Qué belleza será el amor de los ángeles a la Santísima virgen!

La belleza de Dios está en la armonía del tres, la perfección proporcionada, la plenitud de perfección entre el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo como exhalación de eso.

Las dotes necesarias de la belleza son: unidad, integridad y proporción, que algunas veces es armonía, otras ritmo. Cuando no hay nada adverso en la materia y todo está armonizado, la cosa es bella.

¿Cómo dice unidad? Por la proporción. Todas sus partes tienen amistad con el principio que les dio vida. Todo engendra claridad.

El objeto de la inteligencia no es lo sensible sino, lo que está detrás, la esencia. Si la cosa es bella y de esa perfección insólita, la inteligencia quiere inmovilizarse allí. Se complace en las zonas que la embeben de dulzura, que son la irradiación de esa esencia. No busca saber que es eso en su esencia,   porqué es así, sino que es atraída por ese misterio que le causa angustia. Porque al mismo tiempo la inteligencia desea saber, conocer, por eso la aprehensión de la belleza está acompañada de angustia.

Para conocer el hombre debe apartarse de la contemplación. Hacer lo que él que hace disección: destrozar la cosa, apartarse de la visión e ir por las vías de la abstracción para analizarla. El artista se inclina ante la belleza del niño, de la mujer. Viene el filósofo y analiza todo aquello. Es que la inteligencia tiene dos apetitos: ver y comprender. El ver engendra el arte, el conocer la filosofía. Por eso el filósofo tiene que ser frío. No se conforma con contemplar, sino que quiere saber ¿Qué es esto?

El artista exclama: ¡No lo toques! Se desespera cuando quieren tocar sus cuadros. Se crispa ante el crítico y silo soporta es sólo porque puede hacerlo conocer, por una vida entera. Toda obra de genio está enriquecida por un alma, por una vida entera. Una línea tiene un origen profundo.

El artista tiene motivos de dolor. No explica, sino muestra. Por la belleza la inteligencia se complace en la luz del ser, pero quedan zonas de misterio  que es lo que más lo atrae y  lo impulsa a producir su obra queriendo apresarlo. Sólo tiene una visión oscura de lo que él quiere ver: la esencia. De ahí es a especie de angustia que siente porque no puede explicar totalmente aquello.

Por las semejanzas va extendiéndose y asemejándose al universo entero. Quiere abarcar el universo entero y no lo puede. Comprende que aquello no es toda la belleza y siempre quiere más.

Además la Gracia amplió su ansiedad de belleza, porque ansiamos la posesión de Dios, quiere conocer desde Dios.

¡Cómo debemos elevarnos par a tratar todo esto! ¿Con qué gravedad debemos hacerlo! Son cosas muy serias. El artista está urgido por poseer lo  que no puede poseer en la tierra: esa  luz que se le insinúa  y no se le da de manera plena. Eso está en u na flor, en las proporciones del ave llena de musicalidad, de fervor.

Al fin de cuentas, Dios creó el universo para conversar con nosotros. Todo es palabra de Dios. El misterio no es obscuridad sino luz. El misterio es el ser y  el ser es luz. El misterio es luz que la luz engendra.

*

CONTINUARÁ.

 

  

 

 

UN TRATADO DE POLÍTICA.

LA HIENA DEL AVERNO.

Vuelvo a tratar el tema de la influencia nefasta del arte moderno, popularizado en la actualidad, inspirado en la maldad, el error y la fealdad.

Luego de más de medio siglo volvimos a ver una película que demuestra el estado calamitoso en que han caído actualmente los libretos del cine de Hollywood… y del argentino, por supuesto, con una exposición de aberraciones morales e insidias políticas, con el fin de degradar intencionalmente, aún más, el sentido común popular: en otras épocas criterioso. El buen sentido, la cultura, la educación política, el arte auténtico, son los enemigos del progresismo y de la democracia liberal.  

Se trata de “A la hora señalada”, con Gary Cooper, un sheriff respetuoso de la ley, que tiene por enemigos a los que la violan. Es una película con valores morales y políticos que podrían despertar en el público pensamientos prohibidos en democracia, descubriendo cómo un pueblo corrompido rechaza y repudia al hombre providencial, a pesar que lo puede proteger.

Un bandolero, con tres compinches, que juró matar al sheriff, vuelve al pueblo para dominarlo y usufructuarlo. Ante el terror popular, Cooper, en soledad, recurre a los vecinos para organizar la resistencia.

Pero en vano, nadie se anima a acompañarlo, las escusas son múltiples, cobardes y vergonzosas; más bien lo agreden, lo injurian y le exigen que se vaya del pueblo para dejarlos vivir, cada cual como pueda, en una miserable abyección.

Él no era de huir, y permitir que no se cumpla la ley. Y asume su obligación con responsabilidad, honor y dignidad. El pueblo supone y desea que muera, pero él enfrenta y mata a los cuatro –al mejor estilo de Hollywood--, salvando al pueblo de los atropellos de los bandidos. Despreció el aplauso de la gente depravada, y con su ejemplo trató de dignificarla, incitándola a vivir virtuosamente. Y recién entonces lo abandona.

Un auténtico Caudillo, como San Martín o Rosas, no busca el voto ni el consejo de un pueblo sin Dios ni Patria, --como actualmente está el argentino--. Para él es indispensable recuperar la Soberanía, que perdieron los bandidos en el poder, y recién entonces podrá instaurar el bienestar y la Justicia social. Sin Soberanía se vivirá en la vergüenza y la miseria, sin orden ni Justicia.  

Por el contrario, tal como se ha generalizado en nuestros días, el funcionario corrompido y crápula, que no respeta la ley, arrastra a la perdición al pueblo que usurpó: lo achancha, lo degrada en el individualismo egoísta, y en el indiferentismo social y político, donde desaparecen los pecados y las virtudes. Sin importarle que con su pésimo ejemplo, los vecinos vivirán en la esclavitud irremediable.

La lección política es actualísima. El pueblo degradado, es semejante al argentino; Milei, miembro “conspicuo” de la Jabad Lubavich, considerado un “restaurador” por los miles de “soberanos” imbéciles que lo votaron, es semejante al bandido que con sus compinches se apoderó del pueblo para ultrajarlo, diezmarlo, degradarlo y robarlo.

Sólo un Caudillo heroico, con el auxilio de Dios podría redimir al pueblo que votó a Milei y a sus bandidos.

Pero hago una salvedad, para no ofender demasiado a los bandidos: algunos de ellos fueron impulsados a la delincuencia porque el Estado liberal, --que nunca cumple con   sus deberes primordiales--, los abandonó en la miseria y la desocupación.

Pero hay otros, como Milei y sus bandidos del Congreso y del  Estado, que pese a tener todo, poder, fama y dinero, son entrañablemente degenerados, hienas del Averno dominados por un pecado teológico que los impulsa a actuar, más que por ambiciones materiales personales, con un regusto demoníaco a destruir, depravar y exterminar,  --y de paso robar alguito, claro está-- devorando la carroña que dejan a su paso. 

De esta actitud el Evangelio de Jesús “algo” enseña.+

 

 

 

 

 

miércoles, 22 de octubre de 2025

 

¡LA SIROTA!

La Sirota fue una señorita judía que vivió en Buenos Aires hace más de unos 70 años, cuando tuvo la ocurrencia de denunciar ante la Policía que unos   degenerados “nazis” (así nos llaman los judíos a los nacionalistas y patriotas), la violaron y la torturaron ferozmente. El hecho nos asombró pues no existen “nazis” en Argentina, y los camaradas nacionalistas de ese entonces, -- como los de ahora-- jamás hubiéramos tocado un pelo judío, pues ningún argentino torturó ni torturará ni matará a un judío por ser judío. Aunque esto no es impedimento para repudiar drásticamente las malandanzas de los sionistas y sus compinches yanquis contra nuestra Patria.

Mucho menos violarla, pues nuestro estilo de vida nos hubiera impedido satisfacer sexualmente a la judía; horrorizados pensando en tener un hijo medio judío.

Respecto a las salvajes torturas denunciadas, la doncella Sirota fue examinada minuciosamente por la Policía y sólo se le encontró una insignificante cicatriz superficial, causada con un cigarrillo, que se le posó levemente en el muslo. La Policía, sospechando un fraude, no se tragó lo de la “salvaje tortura”, y el Jefe fue defenestrado inmediatamente por no seguir el proceso contra los nacionalistas denunciando torturas… que nunca se produjeron. Pero lograron imponer el temible “chantaje sagrado”, que es lo  que se habían propuesto. El que no obedece los intereses sionistas, ¡suena!

En realidad resultó una fruslería, pero logró un apoyo propagandístico apabullante, actualizando el lamento permanente de los judíos contra los patriotas. Fue una trama “teatral” vergonzosa y ridícula, que provocó el jolgorio de los camaradas nacionalistas, coincidentes en asegurar que se había tratado de un fraude de “falsa bandera”, “torturada” con un cigarrillo por los mismos judíos. Para malquistarnos a los nacionalistas con la “justicia”, necesitan inventar bulos.

Fue un acontecimiento tan desatinado que hoy lo recordé, con motivo de otra denuncia del judaísmo, seguramente también de “falsa bandera”, en nuestro país, por supuestas agresiones verbales con canticos “antisemitas” de jóvenes estudiantes y deportistas, acusados de “odio racial”.

La “falsa bandera” es muy utilizada por los sionistas (y por los yanquis en toda su historia), para aglomerar fuertemente a la comunidad, que vivirá, insociable y asustada, en la sociedad que los recibe, por miedo a los “fantasmas antisemitas”, pues les machacan el cerebro reiterándoles que los “nazis” los esperan a la vuelta de cada esquina, para torturarlos y hacerlos jabón.

No llego a comprender como los judíos no se dan cuenta que los engañan, y que “limpiando” sus obsolescencias “dogmáticas”, desechando la falsa e hipócrita “doble nacionalidad”, y asimilándose y respetando tradiciones, costumbres y las soberanías nacionales, podrían vivir pacíficamente en cualquier país del mundo. Mucho más estrictos son los requisitos impuestos por los mismos sionistas en la “democrática” Israel, pero no los cumplen en Argentina, considerándolos “antisemitas”, intolerables y discriminatorios.

Seguramente la protesta de esos jóvenes, de haber existido, fue para  denunciar a Israel y a Netanyahu por su criminal genocidio en Gaza. En tal caso, benditos sean los muchachos, pues actuaron valientemente, como buenos patriotas y cristianos, defendiendo a los indefensos palestinos. En todo el mundo millones de personas horrorizadas igualmente denunciaron la barbarie judía. ¿Acusarán a todos ellos, a medio mundo, de ”antisemitismo” y “odio racial”?

Esos gritos clamando por Justicia, que hacen honor a nuestra patria, debieron haber sido el eco del grito clamoroso de los obispos acusando a los criminales de Gaza, aunque Milei los amenace por teléfono. Estas “eminencias”,  aburguesados y complacientes, acurrucados en la Argentina y en el Vaticano, usufructuando una vida regalada, sin asumir obligaciones reales y definidas, sin vigencia política y moral en el  país y en el mundo,  repitieron la voz estentórea de “León XIV”, nuevo “lavamanos” asustado; con palabras fútiles, sin comprometerse, silenciando la complicidad de su país en el genocidio, calla ante la entrega de los palestinos indefensos a la judería, y la usurpación de la soberanía palestina.

¿No claman por la Verdad? ¿Para qué sirven, entonces? +

 

lunes, 13 de octubre de 2025

 

ARTE

PADRE FRAY MARIO PETIT DE MURAT.

CLASE.

Mostró cuadros del Giotto, pintor eminente entre el Bizantino y el Renacimiento. Sabor bizantino. Deja el momento imaginativo para ir al real.

Hay dos fuentes del arte: el modelo real y el de la imaginación. El artista resuelve el modelo como lo ve en la imaginación.

Trascendental es la visión más alta que podemos tener de lo natural. Es el concepto que puede encerrar todos los otros conceptos. Es aquello que luego encontramos en todas las cosas: está en el hombre pero no sólo en el hombre. Está en la planta pero no sólo en la plante.

Los trascendentales son: unidad, verdad y bien, que se identifican en el ser. La verdad es el ser en orden a la inteligencia. El bien es el ser en orden a la voluntad: ese mismo ser que por ser tan perfecto y ubérrimo no puede ser abarcado por una sola facultad. La verdad es lo que la cosa es en su entraña. Es lo que debemos ser. Y luego en cuanto puede llevarte a tí: “Te necesito”. Es cuando comienza la relación del amor.

La belleza es cuando la verdad es tan perfecta, tan esplendente que llena nuestra inteligencia: es bien y verdad. Es bien cuando llena el apetito de la inteligencia, es lo que ésta ansía. Lo bello siempre genera asombro porque es el momento en que la esencia, la realidad de la cosa se ha empapado tanto de la luz, que transforma la materia en luz. La esencia es luz y la materia tiene aptitud para recibir luz. La materia es la misma en el animal, en el tomate, pero tiene distinto principio esencial. Recibe el ser que no tiene.

Cuando el ser es aprehendido por la inteligencia, tenemos la verdad. Cuando es aprehendido por la voluntad tenemos el bien.

La inteligencia humana tiene toda una elaboración intensa. Necesita un punto de partida: aprehender. Luego, por el razonamiento vamos de lo conocido a lo desconocido. La inteligencia une el sujeto con el predicado. Va depurando la cosa de la materia hasta alcanzar la idea divina. No el hombre con sus acciones, sus defectos, sino el hombre tal cual es en la idea divina. Son momentos de fruición.

Cuando el artista se encara con lo concreto que se le presenta armonioso, queda deslumbrado, quiere quedarse allí. En cambio el filósofo dice: ¿Qué es esto, qué es el hombre?? ¿Animal? No porque piensa y habla. ¿Ángel?  No, porque tiene algo en común con los animales. Es animal racional. (El día que se comprenda bien esta definición no habrá problemas: “Racionalidad”. Quien “entienda” esta palabra entiende la dignidad de la naturaleza humana, lo indigno del pecado, la grandeza de las virtudes. La indisolubilidad del matrimonio estará clarísima, y no se hablará de divorcio).

El artista no sabe si el hombre es bestia o es ángel: unos lo hacen ángel, otros animales.

La materia es común a todos los seres, no define nada, no es mi propia perfección. La manifestación exhaustiva (que agota lo demás) es racional, específicamente suya. Cuando eso resplandece mucho en un ser humano, todo está dominado por ese principio interno. Todas sus proporciones dicen racionalidad. Entonces decimos que hay belleza. Es bello cuando la luz de su esencia logró dominar la sombra de la materia, hacerla transparente, que subyuga con luz interna. Esplendor de la forma (principio interno que da tal ser). Aquello que contemplado causa placer, en cuanto contemplado. El de la voluntad en cuanto poseído.

Como la contemplación es la mejor manera de poseer, la felicidad de los santos es la contemplación porque por ella  poseen lo que aman. Se posee mejor por la contemplación porque se posee lo que la cosa tiene de más íntimo, profundo, perenne. En cambio por los sentidos se posee lo efímero. La castidad es indispensable para la contemplación, es cuando están sosegados los apetitos que quieren poseer por aprehensión sensible. El casto es vaso que puede poseerlo todo. En cambio el sensual está en el trabajo de todas las cosas: “si quieres poseer las cosas morirás”. En el sensual todo muere en sus manos. En Francia todo es espiritual, todo es aire. Los pinos son como encajes, transparentes. Por eso el francés es tan fino.

La belleza se posee por la contemplación, jamás por los sentidos. No pasar de lo permanente a la costra. lo sensible, lo que pasa lo que muere.

*

(CONTINUARÁ)

 

ARTE

Padre fray Mario Petit de Murat.

Clase 5ª.

Elemento que integran el arte: vamos a tomar como punto de referencia el arte griego. En el siglo XIX al arte griego no se lo consideraba un “arte” sino “el arte”. Se consideraba que el tipo de belleza más perfecto era el griego. Se lo tomaba como ley artística, módulo de todas las artes. Los sajones y los arios tienen también su gran belleza, distinta del griego, muslo corto respecto al tórax.

En un tiempo se creyó que los artistas griegos sólo copiaban la naturaleza con gran habilidad manual y que allí residía su arte. Los artistas que, deseando imitarlos aplicaron estas leyes, llegaron a resultados horribles. Demostraron con ello que el arte griego era muy elaborado: esa cadencia de los tobillos, las caderas, los brazos, era una música maravillosa creada por ellos.  Los griegos comprendieron y expresaron la musicalidad del cuerpo humano. No hicieron una obra de arte para hacer un cuerpo, sino que hicieron un cuerpo para hacer una obra de arte. Como tomaron patas de caballo y lograron la obra más magistral en el friso de las Panateneas del Partenón. Los ritmos compuestos en círculos son una sinfonía de Beethoven, empujados por inspiración ardentísima. No se crea que copiaron la naturaleza. La obra es falsa en el orden natural pues esos caballos caerían. Aquellos que comenzaron a copiar, deseando imitar a los griegos, llegaron a un desastre.

Leonardo da Vinci tuvo mucho la culpa.  Tomaron la anatomía como fuente del arte y resultó una carnicería: cuerpos llenos de músculos y tendones. Una obra de arte griego en su apogeo es tan elaborada que echa por tierra toda idea de copia. La curva de un cuello es de una belleza elaborada.

La habilidad manual va apareciendo en las decadencias, habilidad manual   con ausencia de inspiración. Los artistas de la decadencia no tienen nada que decir y comienzan a hacer rulitos, moñitos, etc. En cambio en el arte griego los músculos son como modulaciones líricas. ¡Lo que es un pectoral del Doríforo de Policleto! Es una lÍnea armonizada con la curva del tórax  que hace un ritmo de campanas. Luego en el siglo IIº aparece la prolijidad del músculo.

EL ARTE HUMANO CONSISTE EN HACER BELLEZA.

¿Qué es belleza? Los realistas dicen que belleza es la verdad (Roddin). Otros que es la vida, lo que es totalidad exhaustiva. Eso no lo puede especificar ni un arte, ni una ciencia, porque la vida es universal, lo que da origen a todas las actividades humanas. En el tiempo moderno se llama vida a las pasiones. Para ellos la Venus de Milo es fría y Scopas es vida porque expresa pasión.

El arte es “hacer belleza”. Arrebatar este atributo divino ¿Puede el hombre hacer “belleza”?  La belleza es algo soberano, trascendental del ser ¿Puede el hombre de algo que no era bello, hacer algo bello? El hacer exige ante todo una idea a hacerse. Si no hay idea la voluntad no puede moverse a operar. Es necesaria la idea ejemplar. Pero no basta. Es necesario un poder realizarla, algo en qué poder realizarla. La belleza tiene que estar en la idea de manera prominente y tienen que estar en algo que admita esa idea: la materia.

El hombre extrae sus ideas de las cosas, y fundidas en su espíritu, exclamadas por su espíritu, puede producirlas. Hay algo más. ¿Dónde está la belleza? Belleza es el esplendor de la forma (la idea, idea ejemplar a ejecutarse). La belleza no es la idea, sino el resplandor de la idea.

Hace falta la materia dócil que admita esa idea.

La esencia de la obra de arte será la inspiración, la fuerza motriz a realizarse con su voluntad. El hombre está vacío, recibe sus inspiraciones del universo y se lo tuene que dar. Está como un punto entre dos realidades maravillosas que lo solicitan: el universo (es receptivo del universo) y la materia. El hombre necesita la idea para crear y la materia que tenga bellezas latentes para sacarlas a flote.

Muchas obras religiosas no son de inspiración religiosa.  El Apolo de Praxíteles nada tiene que ver con inspiración religiosa. Significa la juventud. El artista puso concepto metafísico del hombre pero no de Dios.

 

(CONTINUARÁ)

 

Antijudaísmo y antisemitismo

Publicado el 17 de marzo de 2025 desde doncurzionitoglia

por Don Curzio Nitoglia

 LAS CAUSAS GENERALES DEL ANTIJUDAÍSMO

Hoy en día se habla mucho de antisemitismo. Pero ¿cuáles son las causas de este fenómeno?Ya en el siglo pasado, el escritor y periodista israelita Bernard Lazare (Nimes 1865 – París 1903) se hizo esta misma pregunta :“Dondequiera que los judíos (...), se hayan establecido, – respondió – el antisemitismo, o mejor aún, el antijudaísmo, se ha desarrollado, ya que antisemitismo es una palabra inexacta” (B. LAZARE, Antisemitismo, Ed. Documents et témoignages, Vienne 1969, página 11).

 

Admite, además, que “el pueblo judío ha sido odiado por todos los pueblos entre los que se han establecido” (op. cit., pág. 11) y concluye de ello que las causas generales del antisemitismo residen en Israel y no en los pueblos que lo combatieron.

Tal razonamiento no es resultado del odio racial o del antisemitismo, sino la observación de un autor de origen israelita, con una mente clara y objetiva.

 

Ni Lazare ni nosotros queremos argumentar que los perseguidores de los judíos siempre han tenido razón. La Iglesia, por ejemplo, se opuso al odio racial y a la violencia injustificada contra el judaísmo, al tiempo que recomendaba constantemente prudencia y tomaba medidas que preservaran a los cristianos de la influencia judía. Sin embargo, hay que admitir, con Lazare, que “los judíos –al menos en parte– causaron sus males” (op. cit., página 11), porque normalmente el judío es un “ser insociable/inasimilable” (“insociable” página 12), que se niega a ser asimilado por la sociedad, ya que es política y religiosamente exclusivista.

 

Al estudiar historia, notó cómo los pueblos vencidos terminaron sometiéndose a los vencedores, manteniendo posiblemente su fe. Por el contrario “dondequiera que los judíos fundaran colonias, dondequiera que fueran trasladados, no sólo pedían poder practicar su religión, pero también no estar sujetos a las costumbres de los pueblos entre los cuales fueron llamados a vivir y a poder gobernarse con sus propias leyes” (op. cit., página 13). En todas partes querían seguir siendo judíos, como pueblo, como religión y como Estado, y pudieron fundar, gracias a los privilegios así obtenidos, un Estado dentro de un Estado.

 

LEY MOSAICA Y LEY TALMÚDICA

En este punto debemos interrumpir el razonamiento de Lazare para recordar la distinción muy importante entre las leyes mosaicas y talmúdicas, entre el judaísmo, antes y después de Cristo.

 

La ley mosaica, toda relativa al futuro Jesucristo, fue retomada y perfeccionada por el cristianismo; la talmúdica, por el contrario, es la antítesis y corrupción de la mosaica y la cristiana. El Talmud y la Cabalá espuria impidieron la conversión del pueblo elegido al Mesías; la dominación de los fariseos impidió que Israel entrara en el Pacto Nuevo y Eterno.

 

Ahora bien, el talmudismo es una degeneración carnal de la religión mosaica. De hecho, donde el mosaico enseñaba que Israel había sido elegido para dar la bienvenida a Cristo y darlo a conocer a todo el pueblo, los fariseos y cabalistas-talmudistas argumentaban que el mundo fue creado “para ser sometido al imperio universal... de los judíos” (op. cit. página 14). Aquí está la nueva religión judía que no tiene nada que ver con la Biblia y Moisés: ¡el gobierno del judaísmo en todo el mundo!

 

Según esta concepción, por un lado están los judíos, los verdaderos hombres, y por otro lado los no judíos, los “gojim” que son como bestias y deben ser esclavos de los judíos. Cuando el Mesías vino predicando el Evangelio del Reino de los Cielos, perfeccionando y cumpliendo el Antiguo Testamento, los fariseos y los talmudistas, sabiendo que Él era el Mesías y Dios mismo, lo odiaban profundamente hasta el punto de ejecutarlo, porque trastornaba su sueño imperialista de dominación material sobre el mundo entero.

 

Fue con la corrupción del mosaico en el talmudismo que comenzó una persecución de la autodefensa sistemática contra los judíos (ver. INEQUÍVOCO. LAZARE, op. cit, pág. 17). Este fenómeno se explica fácilmente: con el aumento del odio y el desprecio hacia todos los pueblos no judíos, nació también la inevitable reacción de estos últimos.

 

Si hasta entonces sólo se habían producido explosiones de odio local, a partir de ese momento se produjo un acoso sistemático a los judíos asentados en los distintos países. Lazare sostiene que la causa de las persecuciones contra el judaísmo se encuentra precisamente en los principios del talmudismo y no en el comportamiento de los pueblos de acogida, quienes en su mayoría no hicieron nada más que defenderse (“vim vi repellere licet”).

 

Bernard Lazare se pregunta: “¿Por qué los judíos eran odiados en todos estos países y en todas estas ciudades? Porque – responde – nunca entraron al Estado como ciudadanos, sino como privilegiados. Aunque habían abandonado Palestina, querían –ante todo– seguir siendo judíos, considerando todavía a Jerusalén como su única patria y rechazando la asimilación por parte de los pueblos circundantes” (op. cit., p. 22).

 

EL JUDAÍSMO EN LOS TIEMPOS DE LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA

León XIII recordó con autoridad cómo la sociedad medieval estaba imbuida de la filosofía del Evangelio. Era inevitable, por tanto, que el judaísmo, hostil al Evangelio y a la Iglesia, se opusiera a ese orden social. La Iglesia católica tuvo pues que liderar una reacción o defensa del judaísmo que podemos llamar antijudaísmo, término que hay que distinguir cuidadosamente, como veremos mejor más adelante, del de Antisemitismo.

 

La razón del antijudaísmo es la oposición secular del judaísmo talmúdico a Nuestro Señor Jesucristo y su Iglesia, que para no sucumbir tuvo que defenderse. Lazare escribe de nuevo: “Por el solo hecho de que negaron la divinidad de Cristo, los judíos se posicionaron como enemigos del orden social, ya que este orden social se fundó en el cristianismo” (op. cit., pág. 59). Un ejemplo de los conflictos que podrían surgir entre el pueblo judío y el orden social cristiano es el relacionado con la usura. A lo largo de la Edad Media y hasta el siglo XV, la Iglesia prohibió los préstamos con intereses, pero para los judíos, esta prohibición no era vinculante: “Los judíos, quienes en aquella época pertenecían mayoritariamente a la clase mercantil (...), aprovecharon esta licencia y la situación económica de los pueblos entre los que vivían” (op. cit., p. 62). La razón del antijudaísmo es la oposición secular del judaísmo talmúdico a Nuestro Señor Jesucristo y su Iglesia, que para no sucumbir tuvo que defenderse. Lazare escribe de nuevo: “Por el solo hecho de que negaron la divinidad de Cristo, los judíos se posicionaron como enemigos del orden social, ya que este orden social se fundó en el cristianismo” (op. cit., pág. 59). Un ejemplo de los conflictos que podrían surgir entre el pueblo judío y el orden social cristiano es el relacionado con la usura. A lo largo de la Edad Media y hasta el siglo XV, la Iglesia prohibió los préstamos con intereses, pero para los judíos, esta prohibición no era vinculante: “Los judíos, quienes en aquella época pertenecían mayoritariamente a la clase mercantil (...), aprovecharon esta licencia y la situación económica de los pueblos entre los que vivían” (op. cit., p. 62).

 

“Gente enérgica, vivaz, de orgullo infinito, que se consideraba superior a todos los demás pueblos; el pueblo judío quería convertirse en una potencia. Instintivamente tenía gusto por la dominación (...). Para ejercer este tipo de autoridad, los judíos no tenían la oportunidad de elegir los medios. El oro les dio un poder que todas las leyes religiosas y políticas rechazaron. (...) Los poseedores de oro se convirtieron en amos de sus amos (...)” (op. cit., p. 64).

 

Naturalmente, los talmudistas tuvieron una gran influencia al inculcar este amor por el oro en las almas de sus propios correligionarios. Al dar importancia sólo a los actos externos y no preocuparse por la pureza de la intención, hicieron que el alma judía fuera de mente estrecha, presentándola como el único fin de la vida: una felicidad natural y material que debe alcanzarse en la tierra.

 

“Para obtener este bien egoísta, el judío fue llevado fatalmente a buscar oro, fue dirigido hacia el oro, estaba dispuesto a ser el prestamista. Una vez que el judío llegó a serlo, el antijudaísmo se complicó, las causas sociales se mezclaron con las religiosas y la unión de éstas explica la intensidad y gravedad de las persecuciones que tuvo que sufrir Israel. (...) El deicida, ya objeto de horror, habiéndose convertido en prestamista, recaudador de impuestos, agente despiadado de las autoridades fiscales, agravó el horror hacia sí mismo (op. cit., p. 66). De este modo atrajo un doble desprecio: el de los cristianos y el de los oprimidos.

 

LOS DIVERSOS AGENTES DEL ANTIJUDAÍSMO

Hemos visto que la Iglesia, desde los primeros siglos, jugó un papel destacado en la moderación de las invasiones doctrinales y prácticas del judaísmo. Para llevar a cabo esta tarea utilizó principalmente dos instituciones: las Órdenes religiosas y la Inquisición.

a) Órdenes religiosas

La predicación de los religiosos, acerca de los judíos, denunciaba, en primer lugar, el pecado del deicidio, para demostrar después que ellos, por usura, también se habían convertido en dueños del oro, “los chupasangres de los cristianos”. Así se expresó S. Giovanni da Capestrano, S. Bernardino da Siena, Beato Bernardino da Feltre…

b) La Inquisición

Contrariamente a lo que generalmente se cree, la Inquisición no procesó a los judíos por su raza o incluso por su religión, sino sólo en la medida en que incitaron a la judaización . Después de una eventual conversión al cristianismo, habían regresado a la judaización. La Iglesia no quería la eliminación de los judíos, colocados como estaban en un estado de sumisión legal, considerándolos como un testimonio vivo de su propio triunfo. Así, fue el único respaldo (relativo, ed) que (el judío, ed) encontró fue el Papado y la Iglesia (...). Si la Iglesia preservó a los judíos, no fue sin reprenderlos y castigarlos. (...) Pero el papel principal de la Iglesia era luchar dogmáticamente contra la religión judía” (op. cit., página 70).

 

EL PROTESTANTISMO Y LOS JUDÍOS

La Reforma Protestante, al revolucionar el orden social cristiano, también cambió las relaciones entre los judíos y la sociedad. “Cuando amaneció el siglo XVI; cuando el primer aliento de libertad pasó por el mundo los judíos eran un pueblo de esclavos. Sin embargo, (...) había pasado el tiempo de grandes dolores para los judíos (...); se encontraron con más comprensión (...) fueron despreciados menos violentamente (...). Sin embargo, los judíos no habían cambiado (...), fueron los demás los que sí. Los cristianos se habían vuelto menos fervientes y, por lo tanto, tendían a detestar menos a los herejes. (...) Durante los años previos a la Reforma, el judío se había convertido en educador, maestro hebreo de los educados, iniciándolos así a los misterios de la Cabalá y armándolos –contra el catolicismo– con la exégesis que utilizará el protestantismo. (...) Cuando Lutero publicó sus tesis (…) por un instante los teólogos olvidaron a los judíos y también olvidaron que el movimiento que se estaba extendiendo tenía sus raíces en fuentes judías (...). Es el espíritu judío el que triunfa con el protestantismo (...). La analogía entre Lutero y Mahoma es singular. Ambos extrajeron sus doctrinas de fuentes judías (op. cit., págs. 73–84).

 

Finalmente, cuando la Asamblea Constituyente declaró el 27 de septiembre de 1791 que los judíos tendrían en Francia los mismos derechos que los ciudadanos activos, los judíos pasaron a formar parte de la Sociedad.

 

LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LOS JUDÍOS

El 27 de septiembre de 1791, los judíos fueron admitidos al rango de ciudadanos activos. Sin embargo, esta ley de la Asamblea Constituyente “era sobre todo incapaz de romper las cadenas que los propios judíos habían fabricado para sí mismos. Estaban legalmente pero no moralmente emancipados, mantenían su forma de vida, sus costumbres y sus prejuicios, (...) tenían miedo de perder, en contacto con los no judíos, su personalidad y fe. (...) y el esfuerzo de la mayoría de los judíos tendía a mantener su identidad entre los extranjeros (...). Económicamente, los judíos siguieron siendo lo que eran (...) prestamistas improductivos (...)” (op. cit., p. 102).

 

DEL ANTIJUDAÍSMO AL ANTISEMITISMO.

El antijudaísmo es propiamente teológico: es la reacción de la Iglesia al ataque del judaísmo talmúdico que en los primeros siglos intentó asfixiarlo con sangre y en los siglos siguientes destruirlo con herejías. Por esta razón la Iglesia tuvo que salir al

campo contra el judaísmo.

 

Con el proceso de secularización, hubo un alejamiento gradual del antijudaísmo teológico (que condenaba el odio y la violencia gratuita contra los judíos con excepción de la autodefensa; pero que por otro lado recomendaba prudencia para evitar el contagio de “enfermedad judía”) al antisemitismo racial. “Oficialmente la Iglesia siempre ha condenado el antisemitismo biológico (...) y ha determinado la forma y los límites (...) que debe adoptar la acción contra los judíos” (Y. CHEVALIER, Antisemitismo, Istituto Propaganda Libraria, Milán 1991, página 220).

Esta afirmación es muy cierta siempre que el término antisemitismo esté bien definido. De hecho, si la Iglesia ha condenado el odio gratuito a la sangre judía, nunca ha condenado la lucha contra el pensamiento judeo-talmúdico: al contrario, siempre ha sido su principal maestro.

 

La táctica actual de los judíos es confundir el significado de las palabras, hacer creer a la gente que no está permitido reaccionar a la acción disolvente del judaísmo contra el cristianismo. Para lograrlo, se le da al término antisemitismo un significado más amplio que el que la Iglesia siempre le ha atribuido. El propio Chevalier cae en este error cuando afirma que el antisemitismo moderno hace suya la teoría de la conspiración judía y la conspiración, mientras que propiamente hablando, esta tesis, lejos de ser propiedad del antisemitismo moderno, se encuentra digitalmente, divinamente revelado, en el Evangelio. Leemos, de hecho, en Juan (IX, 22): “Judío conspirador... Los judíos conspiraron para expulsar (excomulgar) de la sinagoga a cualquiera que reconociera que Jesús era el Cristo”. Consultando los diccionarios etimológicos de la lengua italiana (Devoto-Olii, Zingarelli, Cortellazzo-Zolli, Battaglia...) deducimos que el significado de ‘conspirar’ es: cum (juntos) expirar (soplar con malicia, como una víbora), conspirando, acordando en secreto lograr un fin. Sinónimo de conspirar.

La conspiración, a su vez, proviene de: correrse, jurar, jurar juntos, unirse en conspiración. Conspiración: es sinónimo de conspiración, intriga, maquinación contra alguien.

 

Los judíos, por tanto, conspiraron, conspiraron y conspiraron para excomulgar a cualquiera que reconociera que Jesús era el Cristo. Y hoy el judaísmo continúa conspirando (en secreto, con juramento) contra la Iglesia y los estados cristianos para destruirlos, creando también sociedades secretas para este fin (C. J.  C. puede. 2335).

 

El complot judío contra la Iglesia no es, por tanto, una invención del antisemitismo racial y biológico, sino que está ya en el corazón del Evangelio, quien nos habla de la vida de Jesús y del complot del judaísmo talmúdico contra Él, que resultó en su crucifixión.

 

El cristiano que quiere permanecer así no puede ignorar el reconocimiento de la existencia de una conspiración de fuerzas ocultas (judeo-masonería), quien en secreto busca derribar “el Trono y el Altar” y no puede abstenerse de luchar con todas sus fuerzas contra tal complot, si no quiere ver a Jesucristo, crucificado por segunda vez en Su Cuerpo Místico.

 

ANTISEMITISMO Y MORALIDAD CATÓLICA

El antisemitismo en la medida en que implica odio – escribe Monseñor Antonino Romeo – y fomenta (...) la violencia, es contrario a la moral cristiana y entraña graves peligros para la fe, (desprecio por el Antiguo Testamento) (…). La Iglesia condena pues el odio que vulgarmente se llama Antisemitismo (Decreto del Santo. Oficina, 25 de marzo de 1928)” (A. ROMEO, Antisemitismo, en ‘Enciclopedia Católica’, Ciudad del Vaticano 1949, vol. I, col. 1502).

 

Sin embargo, como recuerda “La Civiltà Cattolica” “la justicia y la caridad no excluyen una defensa prudente y moderada” (“Civiltà Cattolica”, 1945, II, p. 274).

“No es antisemitismo hablar de los defectos o peligros del judaísmo – escribe Monseñor Romeo – (...) quien cree que los judíos están a la cabeza de la masonería (…) y el bolchevismo (...) no puede, sin embargo –sin graves injusticias– acusar a todos. (...) El católico no puede, por razones de sangre o de raza, evitar a los judíos regenerados por el bautismo, sino que debe tratarlos fraternalmente y abrazarlos. (...) Sólo sobre esta base, excluyendo cualquier odio hacia las personas, el antijudaísmo es permisible en el campo de las ideas, destinado a la protección vigilante del patrimonio religioso-moral y social del cristianismo” (ibid. col. 150 2. 1503).

 

¿QUÉ HACER?

El mundo ha tomado, con el humanismo neopagano del siglo XV, el amplio camino que conduce a la judaización, que es directamente proporcional a la descristianización. La única forma de llegar al puerto es dejar el camino equivocado para volver a tomar el correcto, como cuando, en una caminata por la montaña nos damos cuenta que el camino que hemos recorrido con gran dificultad nos lleva a un precipicio, la única alternativa a saltar al vacío es regresar, avanzar en la dirección correcta.

 

“Si no devolvemos a los judíos a su lugar – escribió “La Civiltà Cattolica” – con leyes humanas y cristianas sí, pero de excepción, que les quitan la igualdad civil, a lo que no tienen derecho (...) no se hará nada o se hará muy poco. Dada su (...) naturaleza de extranjeros en cada país, de enemigos de los pueblos de cada país que los toleran y de sociedad siempre separada de las sociedades con las que coexisten: dada la moraleja del Talmud que siguen, y dado el dogma fundamental de su religión, que les insta a apoderarse, por cualquier medio, del bien de todos los pueblos (...): dado que - la experiencia (...) muestra que la igualdad de derechos con los cristianos (...) tiene el efecto o la opresión de los cristianos (…)o la masacre de los judíos por los cristianos– se deduce, en consecuencia, que la única manera de conceder a la residencia de los judíos el derecho de los cristianos es regularla con tales leyes, que al mismo tiempo impiden que los judíos ofendan el bien de los cristianos, y a los cristianos el de los judíos” (“La Civiltà Cattolica”, 1890, serie XIV, vol. 8, citado en R. PIPERNO, Antisemitismo moderno, Cappelli, Rocca San Casciano, 1964, págs. 139 y 140).

 

El católico debe desear de todo corazón que los judíos se conviertan y vivan; por lo tanto, querer liquidar el problema judío mediante el odio gratuito es un plan criminal y loco. Además, el católico no puede permanecer indiferente ni ignorar que el judaísmo actual se encuentra en un estado de desaprobación por parte de Dios y por tanto debe hacer un esfuerzo, con caridad acompañada de prudencia (“tan simple como palomas, tan prudente como serpientes”) para ayudar a los judíos a salir de su orgulloso estado cegador, lo que les impide reconocer al Mesías que ya ha venido y les hace soñar con uno, que tendrá que darles dominio sobre el mundo entero.+