Arte.
Clase nº 7
PADRE FRAY MARIO
PETIT DE MURAT O. P.
El arte es HACER BELLEZA.
Palabras fáciles que significan tanto. Que pueda hacerla el hombre causa
gran estupor. Nacemos cuando nace en nosotros el asombro;
“el asombro, es lo que lleva al hombre a filosofar” (Aristóteles).
Cuando nos asombramos de tener 5 dedos tan bien medidos. La admiración, el
asombro, son los que mueven al hombre a filosofar .El hombre está muerto
porque no se asombra de las cosas que lo
rodean. Hagamos un esfuerzo para asombrarnos de esta capacidad del hombre:
hacer belleza.
ESENCIA es el resplandor de lo que dio ser a la cosa, es
lo que pronuncia fielmente la palabra que Dios le confió, la perfección dada al
máximo, lo que Él quiso que sea. Todo ser tiene su belleza distinta: la del
caballo es distinta a la del águila y distinta de la del hipopótamo, que
también tiene su belleza. Esa belleza consiste en un resplandor, la luz que se
da en lo sensible. Atenúa la materia, la impregna de lo que tiene en su
interior, encanta a la inteligencia. El arte está en el placer que produce lo
contemplado en cuanto contemplado. Cuando busca sus causas es filosofía.
El resplandor, la luz es algo viviente, intrínseco, esa
unidad, integridad, proporción, armonía: las consecuencias que se irradian de
la esencia a la materia a ella confiada. Todo esto se llama claridad. De esta
manera en la materia dominada por su esencia, todo dice comunicación, sujeción
a la esencia. En la medida que tiene unidad está diciendo belleza, resplandor
de la esencia. Un brazo proporcionado en su justa medida es resplandor de la
esencia.
El mundo temporal se compone de materia y forma (forma
intrínseca). La belleza es unidad en la variedad. Si es así ¿Dónde está la
belleza del ángel? En su plenitud. El ángel, que es simplísimo, se enjoya con
sus ideas. El ángel “dice” su idea al conocerla. En esto se parece a Dios.
Cuando conoce, posee y pronuncia. La palabra nuestra es una indigencia, dice
algo que no es ella. En el ángel, su voluntad, sus amores, también son joyas, refulgen
en la armonía de su amor y de sus ideas. ¡Qué belleza será el amor de los
ángeles a la Santísima virgen!
La belleza de Dios está en la armonía del tres, la
perfección proporcionada, la plenitud de perfección entre el Padre y el Hijo y
el Espíritu Santo como exhalación de eso.
Las dotes necesarias de la belleza son: unidad, integridad
y proporción, que algunas veces es armonía, otras ritmo. Cuando no hay nada
adverso en la materia y todo está armonizado, la cosa es bella.
¿Cómo dice unidad? Por la proporción. Todas sus partes
tienen amistad con el principio que les dio vida. Todo engendra claridad.
El objeto de la inteligencia no es lo sensible sino, lo
que está detrás, la esencia. Si la cosa es bella y de esa perfección insólita,
la inteligencia quiere inmovilizarse allí. Se complace en las zonas que la
embeben de dulzura, que son la irradiación de esa esencia. No busca saber que
es eso en su esencia, porqué es así,
sino que es atraída por ese misterio que le causa angustia. Porque al mismo
tiempo la inteligencia desea saber, conocer, por eso la aprehensión de la
belleza está acompañada de angustia.
Para conocer el hombre debe apartarse de la contemplación.
Hacer lo que él que hace disección: destrozar la cosa, apartarse de la visión e
ir por las vías de la abstracción para analizarla. El artista se inclina ante
la belleza del niño, de la mujer. Viene el filósofo y analiza todo aquello. Es
que la inteligencia tiene dos apetitos: ver y comprender. El ver engendra el
arte, el conocer la filosofía. Por eso el filósofo tiene que ser frío. No se
conforma con contemplar, sino que quiere saber ¿Qué es esto?
El artista exclama: ¡No lo toques! Se desespera cuando
quieren tocar sus cuadros. Se crispa ante el crítico y silo soporta es sólo
porque puede hacerlo conocer, por una vida entera. Toda obra de genio está
enriquecida por un alma, por una vida entera. Una línea tiene un origen
profundo.
El artista tiene motivos de dolor. No explica, sino
muestra. Por la belleza la inteligencia se complace en la luz del ser, pero
quedan zonas de misterio que es lo que
más lo atrae y lo impulsa a producir su
obra queriendo apresarlo. Sólo tiene una visión oscura de lo que él quiere ver:
la esencia. De ahí es a especie de angustia que siente porque no puede explicar
totalmente aquello.
Por las semejanzas va extendiéndose y asemejándose al
universo entero. Quiere abarcar el universo entero y no lo puede. Comprende que
aquello no es toda la belleza y siempre quiere más.
Además la Gracia amplió su ansiedad de belleza, porque ansiamos
la posesión de Dios, quiere conocer desde Dios.
¡Cómo debemos elevarnos par a tratar todo esto! ¿Con qué
gravedad debemos hacerlo! Son cosas muy serias. El artista está urgido por
poseer lo que no puede poseer en la tierra:
esa luz que se le insinúa y no se le da de manera plena. Eso está en u
na flor, en las proporciones del ave llena de musicalidad, de fervor.
Al fin de cuentas, Dios creó el universo para conversar
con nosotros. Todo es palabra de Dios. El misterio no es obscuridad sino luz.
El misterio es el ser y el ser es luz.
El misterio es luz que la luz engendra.
*
CONTINUARÁ.
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