viernes, 7 de noviembre de 2025

 

Arte.

Clase nº 7

PADRE FRAY MARIO PETIT DE MURAT  O. P.

El arte es HACER BELLEZA.  Palabras fáciles que significan tanto. Que pueda hacerla el hombre causa gran estupor. Nacemos cuando nace en nosotros el  asombro;  “el asombro, es lo que lleva al hombre a filosofar” (Aristóteles). Cuando nos asombramos de tener 5 dedos tan bien medidos. La admiración, el asombro, son los que mueven al hombre a filosofar .El hombre está muerto porque  no se asombra de las cosas que lo rodean. Hagamos un esfuerzo para asombrarnos de esta capacidad del hombre: hacer belleza.

ESENCIA es el resplandor de lo que dio ser a la cosa, es lo que pronuncia fielmente la palabra que Dios le confió, la perfección dada al máximo, lo que Él quiso que sea. Todo ser tiene su belleza distinta: la del caballo es distinta a la del águila y distinta de la del hipopótamo, que también tiene su belleza. Esa belleza consiste en un resplandor, la luz que se da en lo sensible. Atenúa la materia, la impregna de lo que tiene en su interior, encanta a la inteligencia. El arte está en el placer que produce lo contemplado en cuanto contemplado. Cuando busca sus causas es filosofía.

El resplandor, la luz es algo viviente, intrínseco, esa unidad, integridad, proporción, armonía: las consecuencias que se irradian de la esencia a la materia a ella confiada. Todo esto se llama claridad. De esta manera en la materia dominada por su esencia, todo dice comunicación, sujeción a la esencia. En la medida que tiene unidad está diciendo belleza, resplandor de la esencia. Un brazo proporcionado en su justa medida es resplandor de la esencia.

El mundo temporal se compone de materia y forma (forma intrínseca). La belleza es unidad en la variedad. Si es así ¿Dónde está la belleza del ángel? En su plenitud. El ángel, que es simplísimo, se enjoya con sus ideas. El ángel “dice” su idea al conocerla. En esto se parece a Dios. Cuando conoce, posee y pronuncia. La palabra nuestra es una indigencia, dice algo que no es ella. En el ángel, su voluntad, sus amores, también son joyas, refulgen en la armonía de su amor y de sus ideas. ¡Qué belleza será el amor de los ángeles a la Santísima virgen!

La belleza de Dios está en la armonía del tres, la perfección proporcionada, la plenitud de perfección entre el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo como exhalación de eso.

Las dotes necesarias de la belleza son: unidad, integridad y proporción, que algunas veces es armonía, otras ritmo. Cuando no hay nada adverso en la materia y todo está armonizado, la cosa es bella.

¿Cómo dice unidad? Por la proporción. Todas sus partes tienen amistad con el principio que les dio vida. Todo engendra claridad.

El objeto de la inteligencia no es lo sensible sino, lo que está detrás, la esencia. Si la cosa es bella y de esa perfección insólita, la inteligencia quiere inmovilizarse allí. Se complace en las zonas que la embeben de dulzura, que son la irradiación de esa esencia. No busca saber que es eso en su esencia,   porqué es así, sino que es atraída por ese misterio que le causa angustia. Porque al mismo tiempo la inteligencia desea saber, conocer, por eso la aprehensión de la belleza está acompañada de angustia.

Para conocer el hombre debe apartarse de la contemplación. Hacer lo que él que hace disección: destrozar la cosa, apartarse de la visión e ir por las vías de la abstracción para analizarla. El artista se inclina ante la belleza del niño, de la mujer. Viene el filósofo y analiza todo aquello. Es que la inteligencia tiene dos apetitos: ver y comprender. El ver engendra el arte, el conocer la filosofía. Por eso el filósofo tiene que ser frío. No se conforma con contemplar, sino que quiere saber ¿Qué es esto?

El artista exclama: ¡No lo toques! Se desespera cuando quieren tocar sus cuadros. Se crispa ante el crítico y silo soporta es sólo porque puede hacerlo conocer, por una vida entera. Toda obra de genio está enriquecida por un alma, por una vida entera. Una línea tiene un origen profundo.

El artista tiene motivos de dolor. No explica, sino muestra. Por la belleza la inteligencia se complace en la luz del ser, pero quedan zonas de misterio  que es lo que más lo atrae y  lo impulsa a producir su obra queriendo apresarlo. Sólo tiene una visión oscura de lo que él quiere ver: la esencia. De ahí es a especie de angustia que siente porque no puede explicar totalmente aquello.

Por las semejanzas va extendiéndose y asemejándose al universo entero. Quiere abarcar el universo entero y no lo puede. Comprende que aquello no es toda la belleza y siempre quiere más.

Además la Gracia amplió su ansiedad de belleza, porque ansiamos la posesión de Dios, quiere conocer desde Dios.

¡Cómo debemos elevarnos par a tratar todo esto! ¿Con qué gravedad debemos hacerlo! Son cosas muy serias. El artista está urgido por poseer lo  que no puede poseer en la tierra: esa  luz que se le insinúa  y no se le da de manera plena. Eso está en u na flor, en las proporciones del ave llena de musicalidad, de fervor.

Al fin de cuentas, Dios creó el universo para conversar con nosotros. Todo es palabra de Dios. El misterio no es obscuridad sino luz. El misterio es el ser y  el ser es luz. El misterio es luz que la luz engendra.

*

CONTINUARÁ.

 

  

 

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