ARTE
PADRE FRAY MARIO
PETIT DE MURAT.
6ª CLASE.
Mostró cuadros del Giotto, pintor eminente entre el
Bizantino y el Renacimiento. Sabor bizantino. Deja el momento imaginativo para
ir al real.
Hay dos fuentes del arte: el modelo real y el de la
imaginación. El artista resuelve el modelo como lo ve en la imaginación.
Trascendental es la visión más alta que podemos tener de
lo natural. Es el concepto que puede encerrar todos los otros conceptos. Es
aquello que luego encontramos en todas las cosas: está en el hombre pero no
sólo en el hombre. Está en la planta pero no sólo en la plante.
Los trascendentales son: unidad, verdad y bien, que se
identifican en el ser. La verdad es el ser en orden a la inteligencia. El bien
es el ser en orden a la voluntad: ese mismo ser que por ser tan perfecto y
ubérrimo no puede ser abarcado por una sola facultad. La verdad es lo que la
cosa es en su entraña. Es lo que debemos ser. Y luego en cuanto puede llevarte
a tí: “Te necesito”. Es cuando comienza la relación del amor.
La belleza es cuando la verdad es tan perfecta, tan
esplendente que llena nuestra inteligencia: es bien y verdad. Es bien cuando
llena el apetito de la inteligencia, es lo que ésta ansía. Lo bello siempre
genera asombro porque es el momento en que la esencia, la realidad de la cosa
se ha empapado tanto de la luz, que transforma la materia en luz. La esencia es
luz y la materia tiene aptitud para recibir luz. La materia es la misma en el
animal, en el tomate, pero tiene distinto principio esencial. Recibe el ser que
no tiene.
Cuando el ser es aprehendido por la inteligencia, tenemos
la verdad. Cuando es aprehendido por la voluntad tenemos el bien.
La inteligencia humana tiene toda una elaboración
intensa. Necesita un punto de partida: aprehender. Luego, por el razonamiento
vamos de lo conocido a lo desconocido. La inteligencia une el sujeto con el
predicado. Va depurando la cosa de la materia hasta alcanzar la idea divina. No
el hombre con sus acciones, sus defectos, sino el hombre tal cual es en la idea
divina. Son momentos de fruición.
Cuando el artista se encara con lo concreto que se le
presenta armonioso, queda deslumbrado, quiere quedarse allí. En cambio el
filósofo dice: ¿Qué es esto, qué es el hombre?? ¿Animal? No porque piensa y
habla. ¿Ángel? No, porque tiene algo en
común con los animales. Es animal racional. (El día que se comprenda bien esta
definición no habrá problemas: “Racionalidad”. Quien “entienda” esta palabra
entiende la dignidad de la naturaleza humana, lo indigno del pecado, la grandeza
de las virtudes. La indisolubilidad del matrimonio estará clarísima, y no se
hablará de divorcio).
El artista no sabe si el hombre es bestia o es ángel:
unos lo hacen ángel, otros animales.
La materia es común a todos los seres, no define nada, no
es mi propia perfección. La manifestación exhaustiva (que agota lo demás) es
racional, específicamente suya. Cuando eso resplandece mucho en un ser humano,
todo está dominado por ese principio interno. Todas sus proporciones dicen
racionalidad. Entonces decimos que hay belleza. Es bello cuando la luz de su
esencia logró dominar la sombra de la materia, hacerla transparente, que
subyuga con luz interna. Esplendor de la forma (principio interno que da tal
ser). Aquello que contemplado causa placer, en cuanto contemplado. El de la
voluntad en cuanto poseído.
Como la contemplación es la mejor manera de poseer, la
felicidad de los santos es la contemplación porque por ella poseen lo que aman. Se posee mejor por la
contemplación porque se posee lo que la cosa tiene de más íntimo, profundo,
perenne. En cambio por los sentidos se posee lo efímero. La castidad es
indispensable para la contemplación, es cuando están sosegados los apetitos que
quieren poseer por aprehensión sensible. El casto es vaso que puede poseerlo
todo. En cambio el sensual está en el trabajo de todas las cosas: “si quieres
poseer las cosas morirás”. En el sensual todo muere en sus manos. En Francia
todo es espiritual, todo es aire. Los pinos son como encajes, transparentes.
Por eso el francés es tan fino.
La belleza se posee por la contemplación, jamás por los
sentidos. No pasar de lo permanente a la costra. lo sensible, lo que pasa lo
que muere.
*
(CONTINUARÁ)
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