ARTE
CLASE 8ª.
PADRE FRAY MARIO
PETIT DE MURAT, O.P.
(Nos mostró cuadros de Buoninsegna, gran artista de la
salida del Medioevo al Renacimiento). En la Edad Media no hubo pintores sino
arquitectos y escultores. El cuadro, el fresco, estuvieron abandonados. La
belleza pictórica, el colorido de las grandes catedrales estaba en los vitreaux
que eran maravillosos. En el cuadro de Buoninsegna se nota la influencia
bizantina, ablandada, llena de colorido, bellísima. Es puro color.
En la clase pasada hablamos de la belleza en sí, esplendor de la forma, de la esencia: esplendor, fulgor.
Todo lo humano es dramático. Nada menos humano que la
frivolidad. No hay criatura más trágica que el frívolo.
El hombre padece por la visión si no llega al
conocimiento. Es feliz cuando conoce. El ángel ve lo inteligible como el hombre
ve lo sensible. Nosotros vemos los accidentes, el ángel ve el alma, posee las
cosas por dentro. Ve el árbol en lo que el árbol tiene de más íntimo.
Uno de los goces que produce lo bello es el desinterés.
El hombre que se apena porque no existe la mujer representada en la Venus de
Milo no comprende nada de arte. El artista goza con la con junción de ese
momento único entre la belleza de la mujer y el mármol. No busca la mujer allí
representada sino ese momento de belleza. La belleza es la virgen más soberana:
en cuanto se la quiere tocar, huye. La belleza es el gozo de lo contemplado en
cuanto contemplado. No de lo conocido en cuanto conocido ni de lo poseído
en cuanto poseído, sino en cuanto contemplado. Acuérdense de la anécdota de la
gruta en Francia: aquel muchacho que quiso poseerla por el cortaplumas y la destruyó.
¿Es gozo pleno el de la contemplación en el artista? No,
porque está urgido por el “¿Qué es esto?”. Está urgido por el misterio que se
le escapa. Se queda prendado en esa zona que se le escapa.
Está en esa luz y misterio y precisamente lo que más le
encanta es esa zona casi infinita que se le escapa. No lo infinito en extensión
sino en profundidad, lo que es inasible. Quiere aprehenderlo y esto lo lleva a
la creación ¿Cómo se incuba en él el deseo de operar? La belleza se posee por
intuición (visión que se opone al razonamiento). El razonamiento es ir de lo
conocido a lo desconocido. En cambio intuir es ver, pero ver de manera imperfecta.
Aquello está colmado por su esencia ¿Qué
sucede con esa intuición? ¿Se queda con eso? Toda inteligencia por el solo
hecho de conocer se siente urgida, acuciada a dar respuesta. El entender está en el verbo, en decir
la cosa, pronunciarla, no de manera convencional, sino en saber decir la cosa:
el Padre engendra al Hijo. Los ángeles lo hacen irradiándose en su gran arte que
es la alabanza: y los hombres transfigurando la materia. Toda inteligencia
tiene que decir: la de Dios habla y hace. El hecho de conocer produce ese
engendrar el Verbo. La felicidad de conocerse enriquece a Dios con otra Persona.
Si no, no sería inteligencia. Toda inteligencia, cuando conoce, prorrumpe en
canto.
Es el ser encontrando al ser, llenándose,
enriqueciéndose. El ángel está tan
henchido! No puedo decirles lo que es el cielo. Todo es canto exquisito,
fino. No de sonidos sino de cosas. De seres enjoyados por el conocimiento, por
la posesión de las cosas. Y el hombre ha sido puesto para elevar la materia en
canto, para hacer lo que los ángeles. El hombre tiene que levantar las cosas de
la tierra para que canten y alaben a Dios. Es donde las cosas se dignifican,
adquieren jerarquía que no tienen. De misión de necesidad se convierten en
misión de verbo.
De un tomate de orden natural, el artista ve la analogía
que tiene con el fuego, con el rubí, con la pasión, con el amor del Espíritu
Santo que también son rojos. La cocinera ve en una perdiz sólo el valor del
alimento. El artista (Claudel) la convierte en verbo. Y Velázquez toma un rosado y un azul, el mismo rosado y azul que
podemos tener nosotros en nuestras manos, y los hace decir cosas
exquisitas que pasan los límites;
encienden un canto y una palabra que nadie supo decir, aunque todos dispusieron
de ellos. Y viene un Beethoven y toma un re y un sol y un pentagrama y hace una
catedral de angustias y con esas mismas notas un Rossini hace una profanación.
Y a la piedra pisoteada por las bestias, la toma un artesano del medioevo y la
levanta y hace una ansiedad hasta el cielo, quebrad a en arco para significar
que el hombre tiene una ansiedad mayor que la tierra.
Este es el oficio de la inteligencia, de la arrumbada
inteligencia: dignificar las cosas en la luz del ser. Tomarlas como yacen, sin
significación y convertirlas en aquello que se creyó inalcanzable. Colocar aberturas, destellos en las tinieblas
y mostrar que el hombre es bastante más que carne.Al artista hay que
reverenciarlo, aunque se haya frustrado. Está en los pues del santo. Donde
termina el hombre común comienza el artista. Donde termina el artista está el
santo. Donde termina el santo está Dios.
…Todas las purificaciones no tienen otro sentido, como
todas las angustias del artista preguntando a la materia, no tienen otro
sentido. Esa es su actitud frente al universo. Por ser tan fino el artista,
tiene una intuición tan fina que lo hace padecer. Hay que compadecerlo como a
la mujer. Cosa que no tocaba al hombre vulgar a él lo hacen padecer. Ve,
destellos que otros no notan. Ve lo digno en un drama abyecto: ve lo salvable
en lo que otros ven insalvable. Si pinta un bodegón es que ve allí el drama y
la tragedia humana. Todo artista es trágico. Me apena ver hombres que se ríen
de los monstruos de Picasso. Picasso solo ve esa tragedia espiritual de París.
Él no sabe por qué hace esas líneas vibrantes como raíces. Es que los nervios
están a flor de piel. ¡ve todo hecho trizas porque así está el hombre
desollado, sobre todo después de la guerra. ¿Quieren que haga mujeres bellas
los que van a bailar a París y no comprenden el drama de la humanidad?
El artista es la esposa del universo y de la humanidad
(su psicología, su receptividad, son totalmente femeninas, aunque él sea muy
viril). Depende del esposo. Y si éste está hecho trizas, desolado, solo puede
hacer lo que hizo Beethoven. Y si está obcecado hace lo que Miguel Ángel, y si
está por el dinero y perdió de vista los valores humanos solo puede hacer lo de
Shakespeare. Y si el espíritu está extendido hasta el séptimo cielo por la
oración y llega hasta Dios que se encarnó en ellos, no puede hacer otra cosa
que la escultura medieval. El artista de hoy no puede hacer lo que el del
medioevo. Fidias no pudo estar más que en el siglo V de los griegos y un Graham
Green no puede estar más que en siglo XX.
Si queréis saber el estado del mundo en una época histórica, no vayáis a sus
historiadores ni a sus filósofos, que ven las cosas en abstracto: id a los
artistas y veréis desnuda esa edad. Estos confiesan el drama de la luz que
emergió en su tiempo, confiesan lo que el mundo lleva en sus entrañas.
*
CONTINUARÁ.
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