UN TRATADO DE POLÍTICA.
LA HIENA DEL AVERNO.
Vuelvo a tratar el tema de la influencia nefasta del arte
moderno, popularizado en la actualidad, inspirado en la maldad, el error y la
fealdad.
Luego de más de medio siglo volvimos a ver una película
que demuestra el estado calamitoso en que han caído actualmente los libretos
del cine de Hollywood… y del argentino, por supuesto, con una exposición de aberraciones
morales e insidias políticas, con el fin de degradar intencionalmente, aún más,
el sentido común popular: en otras épocas criterioso. El buen sentido, la
cultura, la educación política, el arte auténtico, son los enemigos del
progresismo y de la democracia liberal.
Se trata de “A la hora señalada”, con Gary Cooper, un
sheriff respetuoso de la ley, que tiene por enemigos a los que la violan. Es una
película con valores morales y políticos que podrían despertar en el público
pensamientos prohibidos en democracia, descubriendo cómo un pueblo corrompido
rechaza y repudia al hombre providencial, a pesar que lo puede proteger.
Un bandolero, con tres compinches, que juró matar al
sheriff, vuelve al pueblo para dominarlo y usufructuarlo. Ante el terror
popular, Cooper, en soledad, recurre a los vecinos para organizar la
resistencia.
Pero en vano, nadie se anima a acompañarlo, las escusas
son múltiples, cobardes y vergonzosas; más bien lo agreden, lo injurian y le
exigen que se vaya del pueblo para dejarlos vivir, cada cual como pueda, en una
miserable abyección.
Él no era de huir, y permitir que no se cumpla la ley. Y
asume su obligación con responsabilidad, honor y dignidad. El pueblo supone y
desea que muera, pero él enfrenta y mata a los cuatro –al mejor estilo de Hollywood--,
salvando al pueblo de los atropellos de los bandidos. Despreció el aplauso de
la gente depravada, y con su ejemplo trató de dignificarla, incitándola a vivir
virtuosamente. Y recién entonces lo abandona.
Un auténtico Caudillo, como San Martín o Rosas, no busca
el voto ni el consejo de un pueblo sin Dios ni Patria, --como actualmente está
el argentino--. Para él es indispensable recuperar la Soberanía, que perdieron
los bandidos en el poder, y recién entonces podrá instaurar el bienestar y la
Justicia social. Sin Soberanía se vivirá en la vergüenza y la miseria, sin
orden ni Justicia.
Por el contrario, tal como se ha generalizado en nuestros
días, el funcionario corrompido y crápula, que no respeta la ley, arrastra a la
perdición al pueblo que usurpó: lo achancha, lo degrada en el individualismo
egoísta, y en el indiferentismo social y político, donde desaparecen los
pecados y las virtudes. Sin importarle que con su pésimo ejemplo, los vecinos vivirán
en la esclavitud irremediable.
La lección política es actualísima. El pueblo degradado,
es semejante al argentino; Milei, miembro “conspicuo” de la Jabad Lubavich, considerado
un “restaurador” por los miles de “soberanos” imbéciles que lo votaron, es semejante
al bandido que con sus compinches se apoderó del pueblo para ultrajarlo,
diezmarlo, degradarlo y robarlo.
Sólo un Caudillo heroico, con el auxilio de Dios podría
redimir al pueblo que votó a Milei y a sus bandidos.
Pero hago una salvedad, para no ofender demasiado a los
bandidos: algunos de ellos fueron impulsados a la delincuencia porque el Estado
liberal, --que nunca cumple con sus
deberes primordiales--, los abandonó en la miseria y la desocupación.
Pero hay otros, como Milei y sus bandidos del Congreso y del Estado, que pese a tener todo, poder, fama y dinero, son entrañablemente degenerados, hienas del Averno dominados por un pecado teológico que los impulsa a actuar, más que por ambiciones materiales personales, con un regusto demoníaco a destruir, depravar y exterminar, --y de paso robar alguito, claro está-- devorando la carroña que dejan a su paso.
De esta actitud el Evangelio de Jesús “algo” enseña.+
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