LOBY
“EL ESTADO SOMOS
NOSOTROS”
El profesor Thomas Molnar escribió excelentes observaciones sobre la
nefasta política norteamericana, que fácilmente pueden ser acomodadas, con
ciertas diferencias circunstanciales, a nuestra política unitaría/liberal/democrática.
Esta teoría política consiste en organizar el poder político de manera que
adquiera valor totalitario, basado en el dominio preponderante de los lobys –grupos de presión particulares-- sobre la economía y las finanzas del Estado, al
extremo que puede considerarse al Estado liberal manejado por los lobys. Escribió Molnar: “El Estado es una abstracción, una agencia
marginal y auxiliar, casi un grupo de presión entre otros pero más peligroso…
el grupo de presión es el medio por excelencia de mostrar la inutilidad –¡y la
¡inmoralidad! – de la intervención estatal, y de oponerse a la instauración de
un poder central desmesurado, temible”. (pg. 77.
Frente al Estado liberal, que es fundamentalmente económico, las
actividades de los lobys son peligrosas, pues carecen de miras nacionales y
morales, desinteresándose de la política que favorece el Bien Común y la
Soberanía nacional. De manera que los lobys pretenden y ejercen una libertad
absoluta de coerción, con la consiguiente reducción al mínimo del poder
estatal. Admiten al Estado sólo para defender sus propiedades y sus intereses y transacciones comerciales
privadas. Una postura subversiva y totalitaria definida como anarco-
capitalista.
Recuerdo que Ch.Weismann, siendo embajador itinerante del naciente Estado
de Israel escribió en sus Memorias que entraba y salía como Pancho por su casa
en los despachos de Roosevelt y Churchill, sin
solicitar audiencia previa,
notando que lo recibían con cierto temor ante el descomunal poderío de
los dólares que lo respaldaban. ¿Podrían resistir una lluvia de dólares la
angurria de nuestros hambrientos gobernantes liberales?
El loby es considerado en USA como una sociedad intermedia, pero al dirimir
con otras predomina la que tiene más poder económico...,de manera que todas las
actividades se desarrollan dentro del Régimen
dinerocrático; mal llamado de la “libertad y la democracia”.
Respecto a la presión de los lobys sobre los partidos políticos, aceitada
con la persuasiva financiación de las campañas electorales y otras
gratificaciones (cuyo origen histórico se remonta a la época de Rosas, cuando los
impolutos próceres unitarios las recibían de las potencias imperialistas para
que atenten contra nuestra Patria) , --escribió Don Martindale, en “La Sociedad
Norteamericana”, FCE, 340--: “Los grupos
de presión ejercen considerable influencia sobre los Partidos políticos y las
convenciones de esos partidos. Tratan de imponer sus programas a los candidatos
y a los partidos. Durante las campañas electorales, con frecuencia han exigido
a los candidatos que se declaren en favor de sus principios…”. Esta presión
feroz se ejerce mediante generosos sobornos, pues en “dinerocracia” todos
bailan al son tintineante de los dólares.
Molnar dice que los partidos están absolutamente influenciados por los
lobys y que nunca la nación y el pueblo estuvieron tan relegados y atacados
salvajemente; constreñido a una ficción de vida política. El individuo solo,
careciendo de sociedades libres y soberanas, quedó indefenso ante el Estado
totalitario que se proclama liberal y democrático, como un libo solitario sin
colmillos.
Prevalecen rigurosamente, entonces,
los lobys adinerados y poderosos. En USA, acuerdo al transcurrir de la
historia, son, indudablemente el Pentágono, Wall Street e Israel.
Escribió Claude Moisy en “E.U.A. en armas” (EA. 1969, pg. 27) que el
armamentismo en USA creció de tal forma que de ser en sus comienzos simple
relación de ayuda mutua entre mercaderes de armamentos y generales, en estos
días en un descomunal loby, prácticamente un Estado dentro del Estado.
En nuestro desarmado país, tienen un poderío aterrador los buitres de Wall
Street y los proyectos sionistas de Israel sobre nuestra Patria; sin que se les
mueva un pelo a quienes deberían defenderla.
Este inmenso, despiadado e inevitable poderío de los lobys sobre el Estado
liberal y contra los intereses nacionales, tiene su apoyo en la gran farsa de
la soberanía popular. Los Partidos existen para que el pueblo siga votando creyendo
que está libre de injerencias ajenas (TV. Etc.), y que su opinión significa
algo valorado y apreciado que se tiene en cuenta. Manteniéndolo tranquilizado
para que no alborote.
Así, entre elecciones y lobys, se completó el gran fraude instaurando los
lobys como elementos fundamentales de la vida democrática. Los televidentes son
electores aniñados, asombrosamente sencillos y crédulos, que se tragan como
sagrado el cuento del tío Sam (votos y lobys para vivir dominado por la usura
internacional); quedando histéricos y bobos, cuando caen a tierra comprendiendo
que nada tienen de soberanos; y que nadie valora su voto pues sólo tienen
vigencia política los lobys. Del “animal político” sólo sobrevive el animal
domesticado, que vive errabundo en manadas bajo el rigor caprichoso del amo.
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