sábado, 26 de diciembre de 2020

 

 

A continuación, un reportaje del señor Salvador Nielsen al

PADRE LEONARDO  CASTELLANI

Publicado, décadas atrás, en la revista Mayoría.

Nacionalismo y Catolicismo

REPORTAJES PESADOS.

Uno llega a la casa del padre Castellani, con su bagaje de preguntas en el bolsillo, que son algo así como un molde en el cual se trata de encerrar al reporteado. Pero uno se ha olvidado que a ningún nacionalista le corresponde mejor que “al cura” aquello de Anzoátegui de que “nuestra medida es nuestra falta de medida”. Y entonces, cuando se lo quiere encerrar en la jaula del reportaje que tiene preparado, se retoba, se escapa por las tangentes y el periodista termina haciéndose un embrollo de padre y señor mío.

Antes que podamos abrir la boca, y salirnos con la nuestra nos suelta: -Hágame preguntas livianas, sus entrevistas anteriores han sido un poco pesadas, aunque buenas.

Pensamos entonces, en el juego aquel del “veo-veo-, y salimos a nuestra vez con:

P.-¿Cuál es su color predilecto?

R,- El negro. “Camicia nera” o “sottana nera”.

P.- ¿Cuál es la flor que más le gusta?

R.- Pues, naturalmente, la Estrella Federal.

P.- ¿Cuál es el nombre que prefiere?

R,- Ninguno, pues a los que amo les cambio el nombre. Si dijera “el Verbo Encarnado”, Emmanuel, no tendría gracia, aunque sería verdad. Digamos: Manuelita.

P.- ¿Cuál es su peor defecto?

R.- Eso se lo voy a contestar al final.

P.- ¿Cuál es el pájaro que más le gusta?

R.- Frondizi.

Creemos que con esto el reportaje es lo suficientemente alado y liviano como para entrar al rubro de lo pesado. Y atacamos:

HACE FALTA UN LIBRO.

P.- ¿Qué piensa acerca del nacionalismo y del catolicismo?

R.- “Lanzose el noble bruto con ímpetu salvaje”, dijo el poeta. Ya me parecía que traiba el facón abajo el poncho ¿Cree usted que eso se puede contestar con menos de un libro? Pero viene bien la pregunta, porque ayer nomás vino aquí mi tía Vicente con un montón de objeciones contra el nacionalismo, diciendo que había una montonera de gente buena, católica, no zonza del todo que le ponían esas objeciones y la arrollaban; que yo tenía que escribir un artículo acerca de “porqué el nacionalismo ha sido condenado por la Iglesia, y sin embargo es bueno”, y demás; y me convenció.

NACIONALISMO Y ANTISEMITISMO.

p.- ¿Recuerda esas objeciones?

R.- Si, la primera es: ¿Porqué los nacionalistas dicen: HAGA PATRIA MATE UN JUDÍO?

P.- ¿Y la respuesta?

R.- Los que son capaces de matar a un judío y aún lo hacen (como al pobre Marcos Satanowsky)  NO LO DICEN. Los que los dijeron otrora eran unos changuitos incapaces de matar una mosca; y lo hacían para enfatizar exageradamente que en la Argentina hay un “problema judío”. Era una figura retórica que llaman “hipérbole”. El mismo Walsh a lo mejor lo dijo. ¡!Qué hombre ese Walsh! Salúdelo.

P.- (lo hicimos).  Pero… ¿estaba mal eso?

R.- Muy mal. Abominable. Era un pecado. Pero no era un pecado contra el quinto mandamiento: era un pecado contra el Primer Mandamiento que nos prohíbe ser idiotas. Pero ¿Quién los para  a los muchachitos cuando salen de 5º año nacional? Yo lo quise parar una vez a Queraltó y me mandó contra un poste.

P.- Yendo un poco más a fondo… ¿Existe un problema judío en la Argentina?

R.- Si, lo hay ¿Qué le vamos a hacer?

P.- Y ¿cuál es la solución?

R.- No la tiene, por ahora. No es el problema mayor de la Argentina. Es un sub-problema. Como decía don Ángelo Cisera:”¡Qué jodío ni jodío! ¡Aquí lo jodío somo nosotro!”. Quería decir que los malos cristianos somos un problema peor; y que por eso estamos co…robados”.

P.-La gente, sin embargo, dice que usted es antisemita.

R.- Los zonzos. Ese nombre Emmanuel que nombré antes ¡es judío! Mire, cuando yo estuve en la mala, los judíos me ayudaron (materialmente) más que los curas. Es un hecho. César Tiempo me dio trabajo en “La Prensa”; un buen médico judío me curó gratis y otro judío me dio dinero. Entre paréntesis (¡no fue Bemberg!).

P.- ¿Cuál es entonces el problema si los judíos son buenos?

R.- Antes el problema era la conversión de los judíos, pero ahora  los judíos se convierten a un cristianismo disuelto, escribió Carlos Marx. Prefiero con mucho a César Tiempo, buen poeta y buen israelita, que no a Carlos Cuchetti, mal poeta.

LOS CHINOSY EL NACIONALISMO.

P.-Pasemos ahora a otras objeciones. Esta es la de Carlos Cuchetti; “Los nacionalistas dicen que hay que defender a la Iglesia, porque forma parte de nuestra tradición; según eso, un chino debería defender el budismo por ser nacional, y el budismo es mentira”.

R.-Bien. Eso sería, en el chino, “ultranacionalismo” o nacionalatría, que es una corrupción pésima del nacionalismo; que según, eso debe ser una cosa óptima; porque se sabe que la corrupción de lo óptimo es pésima”. Le prevengo que los liberales del siglo pasado eran mucho más ultranacionalistas que nosotros, y todos los chinos juntos. Lea a Adolfo Saldías, si quiere, y lo verá. Y eso que este es el más sensato de todos. Tenían un complejo de inferioridad nacional; y como rebote, otro complejo más tonto de superioridad supernacional. Creo, sin embargo- continúa el padre Castellani- hay algo de verdad en eso de que el chino debe defender el budismo, por ser nacional, hasta más no poder; es decir, hasta ser arrollado por la Verdad.

P.- ¿Cómo sería eso? ¿¿No es una religión falsa?

R.- Mire: la religión verdadera, si es impuesta por fuerza o muy de golpe no prende bien; como las instituciones norteamericanas no prendieron aquí con la Constitución del 53. El duque de Alba quiso imponer de golpe el catolicismo en los Países Bajos, y dos tercios de los Países Bajos se volvieron furiosamente calvinistas. Muy de otro modo se hubieron los grandes misioneros jesuitas en China y la India: el Padre Roberto Di Nóbilis se hizo brahamán, aprendió los vedas, llevó la vida durísima de los “yoguis” o penitentes, y les decía: “Esto que se lee aquí, en los libros sagrados vuestros, es verdad. La primera pareja humana pecó y fue castigada: nosotros tenemos la misma revelación. Pero hay otra cosa que vosotros no sabéis: una Redención…”, etcétera. Injertaba el cristianismo en lo nacional hindú y no destruía las costumbres, sabidurías y creencias hindúes, para después edificar todo de nuevo sobre nada.

P.- De modo que aquello que Maurrás decía: “Politique d’abord”…

R.- Es ultranacionaliasmo; y es5tá mal. No, perdón. En el contexto de Maurrás, eso estaba bien; donde estaba mal era en el contexto del arzobispo de Burdeos que (engañado astutamente por Briand) hizo condenar a Maurrás. Maurrás decía: “Yo prescindo de si el catolicismo cristianismo es verdadero o falso; yo9 lo encuentro en la tradición francesa conformando la fisonomía y la moral propia de este país que amo, al cual ha hecho grande; y yo lo defiendo. –Pero, ¿usted en su interior sabe que el cristianismo es falso?.- Si supiera de cierto que es falso, no lo defendería,”- respondía Maurrás. Al fin de su vida supo de cierto que no era falso.

¿CONDENADO POR LA IGLESIA?

P.- Entonces ¿Porqué la Iglesia condenó al nacionalismo?

R.- Condenó algunas falsas bases teóricas o doctrinales del nacional-sociolaismo. El nacionalismo alemán era patriotismo instintivo, lo mismo que el italiano, el francés, el portugués, el español, el irlandés y el argentino; pero “quidquid recipitur ad modum recipientis recípitur”, se condenó de errores protestantes y paganos. Una cosa es el patriotismo, otra cosa es el prusianismo. La estatolatría de Hegel no es la teoría del Estado de Franco. Pero, ¡qué rabia le tienen a Franco aquí los izquierdistas! ¿Ha visto? Mucho más que a Hitler. ¿Por qué será? El comunismo, la masonería y la Revolución Internacional saben muy bien que el único cauterio eficaz contra ellos es ahora el nacionalismo. (Mañana no lo será quizás). De sobra ven que tiene raíces cristianas, cualquiera que sea la pudrición de alguna de sus ramas… Para las “Mayoría” de los nacionalistas “camisavieja”, como Jacovela, el nacionalismo era catolicismo, cipayo significaba “coimero”, y “política” quería decir sacrificios, trabajos y desvelos por el bien de los demás.

P.- La gente dice: “pero eso es otra cosa; eso puesto así no es nazismo”.

R.- No es el nazismo que ellos ven en el cine: de acuerdo. En el siglo XIII el nacionalismo (las naciones, las “unidades nacionales”) sustituye al feudalismo, lentamente, no de golpe. La Iglesia miró tranquilamente esa transformación, e incluso la ayudó en casos aunque sea verdad que un representante de la Iglesia, Cauchón quemó a Juana de Arco. Era una transformación natural de algo así  como pequeñas naciones en naciones grandes, a causa de la pólvora, la Imprenta y las comunicaciones. Los letrados como Santo Tomás sabían que  Aristóteles había previsto esa ley: ´el enseñó que una nación no puede ser demasiado chica (como el Uruguay) ni demasiado grande, como los Estados Unidos y Rusia, aunque él decía Persia. Si es demasiado chica se vasalla, si es demasiado grande no se puede gobernar sino con un despotismo, oculto o patente. Pero anotó el Angélico que la facilidad de las comunicaciones puede alterar el alcance de esa ley general: y eso pasó con el fin del feudalismo; y está pasando mucho más ahora. Lo que era una nación ENORME para Aristóteles –como la Argentina- puede ser normal ahora. No digo que lo sea.  En el siglo XVI, la ‘Nación’ en sentido moderno se hizo posible en todas partes; y nació.  Surgió un nuevo orden de gobierno y de convivencia social.. Dentro de ese nuevo orden hemos nacido nosotros.; y como el encierra todo lo que hace  la vida digna de ser vivida, nosotros lo defendemos, incluso contra nosotros mismos, contra nuestros abusos. Queremos que la  Argentina sea… ¿Cómo es la cosa?... políticamente soberana, socialmente justa y económicamente libre. Queremos cerrar la casa al hereje, al ladrón y al perturbador, al explotador y al embustero de afuera. Con los de la casa nos arreglaremos. No tenemos otra casa que ésta. ¿No saben el cuento de Lord Acton? Lord Acton dijo: “cada vez que hay un irlandés asandose al fuego lento, detrás hay otro girando el asador”. Más el escritor O’Fahertyy completó el epigrama: “Y detrás está un inglés pagando al irlandés traidor”. Si ha de haber argentinos manejando el asador donde se asa el bien común argentino, queremos por lo menos  pagarle nosotros: aunque no sea propiamente 10.000 libras o 100.000 dólares. Queremos ser dueños de la Puerta, y también del Puerto: aunque para eso posiblemente sea necesario sacar la Puerta del Puerto: quiero decir trasladar la Capital.

¿TRIUNFARÁ AL NACIONALISMO?

P.- ¿Cree usted que nuestra causa triunfará?

R.-  La de usted, ‘karaí’, no sé. La mía triunfará seguro. Aunque fuese causa perdida, yo la defendería, quiero decir, si tuviese con qué defenderla: ahora me contento con vivir. Oficio verdulero, criar al hijo, y después al nieto. Puede ser que el “ultrainternacionalismo” masónico, o el socialista, triunfe; esa hipótesis la contemplo en mi novela “Dulcinea, no sabemos nada”. Pero yo tengo en el Apocalípsis, en la Quinta Edad del mundo (o sea la Iglesia de Sartes”) una palabra que dice: “Sé vigilante y defiende lo que ha quedado, aunque sean cosas que deban morir”. A lo mejor sucede en el mundo una cosa extraordinaria que me haga posible escribir la segunda parte: “La vuelta de Don Quijote”… en el año 1963.

P.- ¿Tanto piensa usted vivir?

R.- Todo puede ser.

Y nos vamos. Mientras Santamaría le da al acelerador de la motoneta, una duda nos hace olvidar el frío: ¿Nos corresponde firmar el reportaje? Si “el cura” ha sido el que nos ha llevado y traído por donde a él mejor se le ocurrió. Pero, al menos, para saber quién es el otro que sale en la foto, decidimos firmar.

SALVADOR NIELSEN.


 

 

 

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