La Muerte
(A la
muerte de mi madre).
Amalia
de Estrada
Te pintan
descarnada y con guadaña
Cubierta
tu fealdad tras negro manto
Te miran
con el miedo y el espanto
Con que se
suele ver una alimaña.
¡Te
nombran con rencores y con saña
Te reciben
con gritos y con llanto!
Solo el
alma cristiana, la del Santo,
Con tu
fiera apariencia no se engaña.
Mensajera
de Dios, que al hombre llama
Para darle
la vida que no muere
¡Beatífica
visión para quien ama!
Yo no voy
a entonarte un Miserere
De
lúgubres acentos, sino un ¡Hosanna…!
¡Al Cielo
no se va si no se muere!
Buenos Aires, 11/XI/1948.
(tomado de
“El emboscado”). Poesía apropiada para meditar en estos tiempos en que ni los curas nombran a la muerte
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