LA
UTOPÍA RACISTA DEL PARTIDO UNITARIO.
Imprimo a
continuación unas frases muy interesantes, que revelan la importancia de la
política internacional argentina, y el respeto con que las grandes potencias
europeas trataban los acontecimientos del Plata, en la añorada época de don
Juan Manuel. Además de destacar las fantasías utópicas, desnaturalizadas, de los
afrancesados unitarios; repudiados por el pueblo, maltratado y repudiado por el
liberalismo unitario, y por la Nación soberana. Pese a lo cual, parea desgracia nacional, ese mismo liberalismo,
apátrida y racista, gobierna
ininterrumpidamente, a través de estos dos siglos, con distintas máscaras,
hasta el día de hoy.
Fueron extraídas del
artículo publicado en el “Annuaire des deux Mondes”, - París - 1850-.
(Tradujo Carlos Sylvié, qepd).
“ El Partido
Unitario, tal como se ha mostrado desde su origen, tal como no ha cesado de mostrarse a través de sus éxitos y derrotas, estaba
formado por hombres plenos de ilusiones,
de intensiones generosas y de prejuicios, dotados de brillantes facultades
intelectuales y de un sentido político
poco exacto, fascinados por el prestigio del liberalismo europeo más avanzado, sin
otra aspiración que aplicarlo sobre un suelo virgen, creyentes ante todo en el poder de las formalidades, de las
disposiciones legislativas, de los aparejos constitucionales y desdeñosos de los elementos reales que no
estaban conformes con su ideal. El reinado de los unitarios, la duración de
su preponderancia se confunde con la presencia de Rivadavia en el poder, sea
como ministro de los gobernadores Rodríguez y Las Heras, sea como presidente de
la República elegido por el Congreso General de 1826.
“Durante el lapso
de algunos años -1820 a
1827- se puede destacar un mayor esfuerzo por organizar la República Argentina
según el ideal clásico del liberalismo; decretos sobre la libertad de prensa,
sobre la libertad individual, sobre la libertad de cultos, creación de
sociedades de beneficencia, cajas de ahorro, de la Universidad de Buenos Aires
y de escuelas primarias en todos los distritos, establecimiento de un Banco
Nacional, ensayo de colonización para introducir trabajadores extranjeros,
leyes muy amplias y muy benefactoras sobre las emigraciones; finalmente
convocatoria de un nuevo Congreso General llamado a establecer la unidad
nacional y a elaborar una constitución definitiva que fue, en efecto,
promulgada el día 24 de diciembre de 1826.
“La desdicha de
todo esto, es que era pura ficción, es que los unitarios encerrados en las
ciudades, en los clubs, en las sociedades políticas, ejerciendo allí su
influencia, ignoraban un elemento nuevo que comenzaba a sentir la influencia de
aquella, este elemento que se ha llamado campesino: fue el Gaucho. Ignoraban el
estado moral de un pueblo apenas emancipado del régimen colonial; que no había
escapado a este régimen para quedar sumergido en la más profunda anarquía
durante quince años, no reconocedor de ningún yugo, poder o ley. Se comprende
que la libertad de prensa no fue un don muy apreciable para el gaucho, quienes,
en su mayoría no sabían ni leer ni escribir; que la libertad individual no
pareció una muy grande conquista para los hombres que poseían la inmensidad de
la pampa y que encuentran en la rapidez de sus caballos un refugio asegurado
contra la opresión individual. ¿Qué resultó, por consiguiente, de ahí? Es que,
mientras los unitarios se complacían en su obra, el conjunto de los pueblos de
las provincias se levantaba amenazador teniendo a su cabeza a temibles jefes:
López de Santa Fe; Bustos gobernador de Córdoba; Ibarra, comandante de Santiago
del Estero; Quiroga, jefe de los gauchos de La Rioja; y el mismo Rosas,
todopoderoso en la campaña de Buenos Aires.
“El choque fue violento, a tal punto que
sus efectos se hacen sentir todavía. De esto ha resultado con el tiempo la
destrucción o poco casi, completa del Partido Unitario. Por el momento,
Rivadavia, sintiendo su impotencia se veía forzado a abdicar la presidencia el
7 de julio de 1827, en presencia del deseo manifiesto de las provincias por una
organización federal que mantuvo entre ellos una “libertad”, una “independencia”
y una “igualdad” perfectas; y el poder era conferido al Coronel Don Manuel
Dorrego, miembro estimado y moderado del Partido Federal.
“Otra desgracia del Partido Unitario en esa
época, es de haber terminado mal, o por lo menos de haber intentado retomar el
poder por un suceso que ha pesado sobre su futuro y ha abierto el camino a las represalias
y a las violencias represivas ejercidas contra él; queremos hablar de la
sublevación del General Lavalle en 1828, y de la ejecución, falta de juicio,
del Gobernador Dorrego, preso en un combate. La sangre de Dorrego era una
mancha para el Partido Unitario y un motivo de venganza para el Partido
Federal. La escisión se volvía
irreparable.
“Aquí se ve por segunda vez intervenir al
Comandante de Campaña Don Juan Manuel de Rosas a favor del poder regular
atacado por Lavalle; y esta intervención acaba de ponerlo de relieve”. +
Comentario
nacionalista: El Partido Unitario, que tantos males causó en nuestra Patria, está
inspirado en el liberalismo “ilustrado”, despótico, racista y asesino, brazo ejecutor de la política
masónica que aún domina en nuestros día;
con distintos apelativos siempre tiene
la intención de someternos al
imperialismo en boga; atándonos a la cola del 1º mundo.
El unitarismo/liberal
se caracteriza por desnaturalizar nuestra
idiosincrasia nacional, con doctrinas y costumbres extrañas, inspiradas en la
Revolución Francesa. ¡Siempre aspirando copiar lo extranjero! ¡Porque se
consideraban ellos civilizados y nosotros “bárbaros”! Sin saber que los epítetos los aplicaban a la
inversa; porque los “bárbaros” eran los extranjerizantes. Esos bárbaros demagogos unitarios mentían
proclamando las palabras mancilladas para los incautos: Libertad, Civilización,
Progreso, Democracia.
Tal como sucede en
nuestros días.Atosigándonos con inmoralidades políticas sociales e
individuales, lograron en estos tiempos, degradar al país soberano en una
vergonzosa colonia inerme, y al pueblo en una masa de televidentes amansados
sin criterio propio.
El origen de esta desgracia
nacional fue descrito con apreciable ecuanimidad en los párrafos que seleccioné
del informe sobre la Confederación Argentina y su Gobernador y Capitán General.
El valor testimonial de este documento
radica en que fue escrito cuando Francia frenéticamente buscaba dominar con la amenaza
de sus cañones en el Plata, en una guerra que no lo fue como el honor y la
dignidad militar requieren, sino un infame y cobarde asedio para rendir un país
por hambre e inanición. Y en el colmo de la indignidad vergonzosa, no sólo se
aliaron con traidores unitarios asalariados, simple banda de delincuentes políticos,
actitud simpre repudiada por el hombre noble, y por las leyes de una guerra
justa.
Cayó sobre la
“ilustrada” Francia el baldón de
organizar una guerra negrera con el propósito
de inflar la innata fanfarronería
tartarinesca francesa, tan menguada en ese entonces, que pensaron animarla con
un éxito militar en el exterior, para
solucionar sus graves problemas internos.
Así fue como sus políticos, que se proclamaban representantes de los principios
de Libertad, Igualdad y Fraternidad, sólo lograron, por el contrario, desparramar por el mundo esclavitud,
desigualdad y guerras atroces.
Creyeron enfrentar a
un pueblo desorientado, indefenso, errante y desamparado, y se acobardaron al surgir
ante ellos el honor de un personaje que ellos ni imaginaron ni tuvieron. No se
animaron a enfrentarnos cuerpo a cuerpo, sabiendo la lección con que abatimos a
los ingleses. Así fue como se aliaron con Lavalle, pese a que ellos mismos destacaron
que el crimen de Dorrego, “falta de juicio”, fue la causa que originó la guerra
civil.
Pero al fin todo
el pueblo argentino, encabezado por el fervor
patriótico del Restaurador de las Leyes; defendió nuestra Soberanía, podándole
la cresta al gallito francés, pese a los ignominiosos augurios unitarios.
Es interesante el
comentario francés sobre la absurda y delirante utopía que calentaba la cabeza
de los unitarios, ajena a nuestra tradicional vida argentina, ella es ni más ni
menos una línea histórica continua en la política unitaria/liberal/democrática,
que se desenvuelve hasta nuestros días, encubierta tras la hipocresía
“democrática” de los KK, y ahora vigente bajo la batuta de Makri. Todos ellos pretenden, aún hoy, y
desde Caseros, imponer violentamente esa utopía contra la realidad nacional;
coartando nuestro destino.
Además, hago notar
una observación sobre el hombre argentino por antonomasia en aquel tiempo, que,
a mi juicio, carece de la profunda verdad que explica los hechos históricos, la
idea francesa que el gaucho era solamente el “proletario” que “vagabundeaba”
por la Pampa, analfabeto y zaparrastroso, y que surgió en la época que
comentamos. Contrariamente, su figura nació antes de 1810; existió desde siempre,
y se fue gestando desde Garay, hasta que se gestó su paradigma, el primero de
todos ellos: don Juan Manuel de Rosas.
El Restaurador, además de su noble vida privada gaucha, con el apoyo de los
caudillos, exaltó las virtudes innatas del gauchaje, los ordenó y movilizó, ejerciendo
una política que llenó de gloria años de vida argentina.
El que quiera conocer
al gaucho debe estudiar la vida del más grande de ellos:
DON JUAN MANUEL DE
ROSAS.
+
El Padre Castellani expresó esta idea poéticamente en la
revista Presencia:
“Hay que poder
percibir el canto del Martín Fierro. Es un canto lejano que viene de las
profundidades de los siglos, un viento a veces sutil y a veces tempestuoso que
llega a la pampa pasando por España y allí se apampa y a veces se vuelve
tormenta de tierra y polvareda. Aquí perdió el rumor de la cítaras eolias y el
olor a oliva de Atenas, el olor salubre a sal latina y el aroma de claveles y
hierbabuena de la morisma Andalucía; se volvió solamente un viento, es decir,
un espíritu. Yo lo oí soplar fuertemente una noche que no podía dormir, y me levanté
a ver quien era. No había nadie. Solamente las estrellas”.
Comentario
nacionalista: Si la Patria nace con la llegada al Plata de Garay, la estirpe
criolla, el gaucho, simultáneamente
aparece cuando los españoles – que integraban la infantería más temible del
mundo- comienzan a aspirar el aroma de
la Pampa; y entre la valentía española y
la magnificencia de la Pampa, el criollo
va desarrollando su vida en el orden de la vida colonial. Pues no se crea una raza heroica de la noche
a la mañana.
Siempre al mando de
sus jefes naturales, combate en las Invasiones, y luego San Martín exaltó el aporte del gauchaje en la guerra liberadora, y su criterio es definitivo. El mismo Libertador fue repudiado por los
unitarios por respetar al gaucho ¿En qué medida fue el también uno de ellos?
Pocos años hicieron
falta para que el odio de los unitarios a todo lo argentino infame la estirpe
gauchesca. Al morir los Caudillos, murieron los gauchos. Algunos, en las
últimas boqueadas de su vida gaucha, acorralados como animales, perseguidos y
humillados por el odio de los gobiernos liberales, para sobrevivir, se tornaron
díscolos y matreros, como el Martín Fierro.
Pero el que describe José Hernández
no fue el arquetipo gauchesco, sino representa la vida de un gaucho patriota,
desesperado por su impotencia, solitario y desamparado por las jerarquías que
ya no existían, que resiste a punta de coraje personal la invasión de los extranjerizantes.
Salvando tantas diferencias,
hoy día los argentinos patriotas –nacionalistas- infamados y humillados, resistimos
infructuosamente el poder totalitario del Régimen; pese a lo cual
continuamos proclamando por amor a la
Patria las verdades argentinas; aunque en el desierto muchos son o se hacen los
sordos.
Luego el gaucho se transformó
en un campesino sumiso ante los nuevos patrones que manejaban las estancias
desde Buenos Aires, de regreso de París. Así fue como el liberalismo,
proclamando democracia, acabó con ellos, proletarizándolo, económica y
mentalmente, poniendo fin a la reacción
federal argentina.
Esta es la verdad
histórica del hombre argentino que el gobierno francés no entendió, y que
originó su derrota; derrota compartida por los unitarios al fracasar
estrepitosamente con su utópica política liberal/democrática, destruyendo la grandeza de nuestro país hasta
su actual vergonzosa miseria moral y políticas.+
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