APUNTES HISTÓRICOS
SOBRE EL PROTESTANTISMO
L
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os acontecimientos que comienzan hacia fines del
siglo XV son trascendentales, pues en pocas décadas se trastornó el mundo,
desintegrándose paulatinamente la Ciudad Católica y dando comienzo a la Edad contemporánea, o como
quiera llamársela, la edad de las fantasías utópicas e irreales, la Edad usuraria, del contrato
sobre la palabra de honor, la
Edad del predominio judeo-calvinista, que está concluyendo en la herejía modernista
y el enfrentamiento teológico cada vez más claro entre cristianismo y judaísmo.
Los Reyes católicos, personajes eminentes de esa
época, con el auspicio de la
Iglesia instauraron la Santa Inquisición y expulsaron
a los judíos recalcitrantes de la Península
Ibérica , para
preservar su integridad; y de otras ciudades europeas; recalando al fin los
marranos en los Países Bajos; luego los Reyes reconquistaron España acabando
con el predominio de los moros, y gracias al descubrimiento de América, la evangelizan y civilizan.
En 1499 finaliza el maravilloso arte místico de
Brujas y comienza el de Amberes, imitando al Renacimiento italiano, perdiendo
espiritualidad (José Pijoan, “Summa Artis” t. XV); para finalmente, inspirándose
en el espíritu judeo-calvinista, degradarse en Ámsterdam pintando burgueses enriquecidos y rabinos, paradigmas de las nuevas ideas anticatólicas.
En esos cuadros de Ámsterdam “no hay un acto de la vida de aquel país que
no se encuentre explicado. Todo está allí, excepto lo que, a fin de cuentas,
importa al hombre, esto es: Dios, la batalla del conocer, la pasión y la
muerte”. (Basin, citado por Pijoan); a esto quedó reducido el arte, y en
consecuencia la religión en Holanda: a la búsqueda del oro, contra los valores
cristianos. La degradación del arte, bajo la inspiración mundana de los nuevos
artistas, testimonia, pues corre pareja
a la degradación económica, política y religiosa del judeo-calvinismo.
A fines de la segunda década del siglo XVI se
desató la soberbia de Lutero, y unos pocos años más adelante la lujuria de
Enrique VIII. En 1531 nuestra Madre Guadalupana se apareció ante Juan Diego,
rescatando América de las garras del demonio. En 1534 Calvino abjura y
apostata. En 1540 Pablo III confirmó la Compañía de Jesús, misioneros admirables en
América. Un año después Calvino instauró la Teocracia totalitaria y
más salvaje que uno pueda imaginar, en Ginebra, para años después enraizarse en los EEUU.
ORÍGENES
MASÓNICOS DE LA REFORMA
E.
Comín Colomer en “Lo que España debe a la masonería” (Editora Nacional) escribió
que aunque la Masonería ,
tal cual la padecemos actualmente, fue fundada en 1717 por dos pastores
protestantes y otros personajes, tuvo sus raíces en varias sectas ‘místicas’,
‘filosóficas’, secretas, de siglos anteriores, como los ‘Hermanos Bohemios’,
etc. Porque, al igual que el protestantismo, “el francmasonismo recogió las doctrinas y principios de
numerosas sectas –desde los ebbionitas, esenios y pitagóricos a las más
modernas-, sin perjuicio de las aportaciones del ‘Rosacrucianismo’ y otras
facciones esotéricas”. La existencia de logias masónicas antes de 1717 es
irrefutable. A mediados del siglo XVI ya estaba establecida la
Gran Logia de York. En Francia existía la Sociedad de los
Alumbrados o Iluminados, que luego tendrían extraordinaria influencia en las
Logias del Gran Oriente de Francia.
Y
continúa Comín Colomer; “Los que curiosean en los orígenes históricos de la Masonería se asombrarán
de las relaciones de Lutero con los ‘místicos’ de su tiempo, y particularmente
de que tuviera como principal colaborador a Melanchton, miembro de la Fraternidad masónica
de Strasburgo”… Tiempo después, ya en la Inglaterra protestante, en 1662, aparece la Royal Society , “de donde años
después saldrían los personajes principales fundadores de la Masonería ”. T. Walsh en
“Felipe II”, (libro de extraordinaria
importancia, imprescindible), descubrió las relaciones luteranas con
sectas y logias secretas “¿No era la doctrina luterana de la salvación solo por
la gracia -dice- una reaparición, con
algún énfasis diferente, del antiguo desesperado dogma de los alumbrados, los
maniqueos, los gnósticos y los budistas?”
Se
descubre ya en el reinado de Isabel
Tudor manifestaciones de actividades masónicas; con fuerte influencia política.
Escribió Walsh, de donde extraje estos datos: “De la corte de la reina Isabel
exhala algo parecido al olor de la francmasonería… La misma reina Isabel era un
poco masona…”; afiliada a la sociedad secreta de los merceros, dibujaba en sus
cartas símbolos masónicos, como la estrella de David rodeada de las serpientes
cruzadas por una línea diagonal… inclusive su traje de corte estaba adornado,
de arriba abajo con lentejuelas dibujadas con ojos vigilantes, símbolo masónico
que actualmente aparece en los dólares yanquis;
lucía en sus lujosísimos atuendos
ojos masónicos y orejas estampadas;
inclusive serpientes y monstruos marinos, que se repiten en sus retratos,
demostrando su filiación masónica.
Walsh
también advierte sobre las relaciones luteranas con sectas secretas “¿No era la
doctrina luterana de la salvación sólo por la gracia una reaparición, con algún
énfasis diferente, del antiguo desesperado dogma de los alumbrados, los
maniqueos, los gnósticos y los budistas? […] El problema que habría que
resolver ahora es si esos símbolos eran ya entonces, como lo son hoy, los
signos de una sociedad secreta, anticatólica, internacional, pretendiendo retener ciertas
características cristianas, pero con una actividad política cuyo fin es
deshacer el cristianismo”. En las ‘Cartas sobre la Tolerancia ’ el
protestante y masón Locke aconseja tolerar todas las religiones menos a la
católica romana pues, afirmaba, esta sometida a una potencia extranjera
‘tiránica y enemiga de la paz’ (Historia de la Filosofía ”, G. Fraile
O.P., t. III); origen del famoso principio demo-liberal y masónico: ¡toleramos
a todos menos a los que no piensan como nosotros!
El
hugonote Coligny, William Cecil (tío de Francis Bacon, masón) y la mayoría de
los personajes protestantes eran masones; inclusive los reyes británicos; todos
ellos eran masones y protestantes. El
mismo Lutero, al abandonar su celda adoptó por sello la Rosa y la
Cruz. Pero no dejan dudas las intenciones
masónicas de acabar con el rey de España
y con la Iglesia ,
al confabularse con protestantes y judíos; alentados por “un odio violento
hacia Roma” (357); haciendo a la reina Isabel “posible cabeza de un estado
protestante universal”. No quedan dudas que toda la política imperialista
inglesa fue inspirada, desde entonces, por protestantes, masones y judíos.
“La
masonería pudo haber existido, y probablemente existió, en una u otra
modalidad, desde la
Reforma. Pudo haber sido el instrumento político secreto
mediante el cual se estableció la
Reforma , ya que no fuera su causa misma; o pudo haber
crecido simultáneamente con la
Reforma , para separarse más tarde, como forma distinta de la
herejía; o pudo, finalmente, haberse desarrollado como consecuencia de las
intrigas de la Reforma ”
(Walsh, 349).
Además:
“La afinidad indudable entre la francmasonería y el Talmud judaico ha sido
muchas veces comentada. No es discutible ya que, aún cuando los falsos jefes de
los judíos no crearan las Sociedades
secretas para disfrazar sus propias actividades anticristianas y para mejor
influir sobre los crédulos miembros de las comunidades cristianas,
intervinieron mucho en esas actividades masónicas. Los grados y ritos de la
masonería están llenos del simbolismo
judío… Las logias del Gran Oriente y del Rito escocés, origen de tantas
revoluciones modernas, son más militantes, de acción más amplia y al parecer
más violentas que las otras; su
actividad tiende a realizar, poco a poco, una organización mundial única. Los
grados más elevados de algunas logias continentales expresan plenamente enviejo
odio a Cristo, el odio de los que pedían su crucifixión, el que, andando el
tiempo, asesinarían a sus sacerdotes y profanarían la Hostia bendita”. (
Walsh, 342).
E
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l itinerario de los judíos a través de Europa,
luego de emigrar de España hacia el
Norte, es fácil de conocer, pues los lugares adonde ellos llegaban, con sus
petates rebosando oro y ambiciones políticas, se engrandecieron económica y
financieramente. Simultáneamente las autoridades se plegaban a la Reforma , viendo en ella la posibilidad de colmar su
avaricia, y tras ellas los pueblos, azuzados por los talmúdicos apostataban de la Iglesia.
A mediados del siglo XVI Amberes era aún leal al
catolicismo; pero a principios del siglo XVI comienza el asentamiento de
marranos (Roth, 163). Como consecuencia,
comenzó una “agitación
anticatólica salvo entre los judíos y marranos; pero luego se transformó en el
centro de todas las intrigas contra la fe, y donde se programó una conspiración
internacional con el apoyo de Cecil…”, y de Guillermo de Orange. “Marcus
Pérez, judíos español, era el ministros y jefe calvinista y gran agitador en
Amberes” (T. Walsh, “Felipe II”, 377/381).
Pero “el
miembro más importante de la colonia de nuevos cristianos fue Diego Mendes, que
dirigió la sucursal en Amberes de la gran firma bancaria fundada por su familia
en Lisboa, y que ahora disfrutaba del codiciado monopolio de la pimienta. En
1532 se adoptaron severas medidas contra el grupo. Mendes y otros doce fueron
arrestados y procesados por judaizantes; finalmente se sobreseyó la causa
mediante el pago de onerosas multas; en parte gracias a la intervención de
Enrique VIII de Inglaterra, que utilizaba la Banca de Mendes como agencia financiera… en 1537
el emperador Carlos V les permitió formalmente que se establecieran en Amberes
con todos los derechos”. (Cecil Roth, judío, ex catedrático en Oxford, en:
“Los judíos secretos; Historia de los marranos”, ed. Altalena, pg. 164. Este es
un libro muy interesante, pero salvando las enormes exageraciones respecto a la
importancia judía durante la historia de esos siglos)).
Llegando los judíos a Amberes, que era el mayor
puesto de Europa, la fueron transformando en un “mercado internacional, donde su figura típica era el pagador de
príncipes, el financiero internacional” (L. Dujovne, ‘Spinosa’).
Y C. Roth escribió
luego en pg. 165: “Los judíos en Holanda, hacia la mitad del
siglo XVI ya eran menos adictos al Talmud, por lo que “muchos de ellos educados
en la ignorancia del judaísmo, se inclinaron aparentemente hacia la Iglesia reformada, que iba
ganando terreno rápidamente. El cambio no era abrupto, pues sabemos el alto grado de hebraísmo
profesado por los calvinistas. Así, por ejemplo, un tal Marco Peres (judío)
estuvo a la cabeza del Consistorio calvinista de Amberes. Se comentó, incluso,
que los marranos de Flandes estaban
introduciendo deliberadamente literatura
luterana en España”.
“La breve
prosperidad de Amberes como centro del comercio y de las transacciones
financieras mundiales, comienza con la llegada de los marranos y finaliza con
su partida”
(W. Sombard, “Los judíos y la vida económica”, pg. 37)…. “Si Amberes era el lente del microcosmos que reflejaba el alma de la Europa comercial, el
corazón de Amberes era la Bolsa ”
(Tawney, “La religión en el origen del capitalismo”, pg 80).
Sigo leyendo a Roth; luego que Ámsterdam, la que
sería la Nueva Jerusalén
judía, comenzó a adquirir supremacía
sobre Amberes, a comienzos del siglo XVII, los marranos se trasladaron hacia
esa ciudad, (pues ellos se dejan seducir por el brillo del oro). En 1615, el
jurista H. Grotius, por encargo del poder civil, autorizó el asentamiento judío
en Holanda sin restricciones importantes. Ámsterdam en poco tiempo alcanzó la
cumbre de su fama, al formalizarse la alianza entre judíos y protestantes, que aun subsiste en nuestros días.
“Ámsterdam
era entonces el centro del mundo más importante por su comercio. Las naves que
llegaban de la India ,
cargadas de sedas y especies las transbordaban en el puerto de la Laguna a otras que venían
de Francia o de Inglaterra. Los holandeses se enriquecían con aquel comercio
provechoso y seguro más que los españoles con sus galeones que conseguían
escapar de la piratería británica, siempre al acecho en el Atlántico, y
festejaban su prosperidad” (José Pijoan, “Summa Artis”, t.XV. 434).
Los judíos elevaron a Holanda a la cima del
comercio y de las finanzas. Los ejecutivos puritanos eran “también
los que dirigían las empresas comerciales e industriales, aceptando intensamente las leyes y la moral del Antiguo Testamento” (R,
H,. Tawney, 215). En esos tiempos “en
ninguna parte la prosperidad judía era tan grande como en Holanda e Inglaterra”
(B. Lazare, “Antisemitismo” 126).
“Esta
pintoresca ciudad (Ámsterdam), alcanzó entonces la cumbre de su fama… Ellos
controlaban gran parte del comercio
marítimo entre la ciudad y la
Península , las Indias Orientales y las Occidentales.
Establecieron importantes industrias… introdujeron con ellos vastos capitales… La riqueza de algunos de ellos fue
legendaria…”
(C. Roth, Los judíos secretos” 167).
“Los puertos de Holanda no llegaron a un gran
esplendor hasta la llegada de grandes núcleos de marranos, huidos de Portugal y
de España, durante todo el siglo XVI… donde los que aun figuraban como
cristianos, judaizaron libremente… Los
judíos favorecieron el comercio holandés y el contrabando y la piratería contra
las colonias españolas y portuguesas… Los holandeses utilizaban a los
intermediarios judíos para obtener datos sobre las actividades navales
españolas. Con esto, los judíos de Ámsterdam, no sólo se enriquecieron en gran
medida, sino que adquirieron enorme importancia política… La importancia de la
sinagoga de Ámsterdam fue, pues enorme” (“Historia de los Judíos”,
Vicente Risco).
Años después abandonaron Ámsterdam partiendo hacia
Inglaterra, con Cromwell, y por
influencia decisiva de Menasseh Ben Israel (alias Manoel Dias Soeiro) comienza
la invasión masiva a Inglaterra; hasta que finalmente, y hasta nuestros días, se
establecieron en Nueva York, la capital
judía del mundo. ¿Permanecerán allí o se
mudarán con sus petates llevando el centro comercial, financiero y político a otro lugar del mundo?
S
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iempre
existieron judíos en Inglaterra;
aun luego de su expulsión quedaron remanentes. Pero a mediados del siglo XVI,
escribió Roth “Los judíos secretos” pag. 175) “en el notable período de la
expansión de Inglaterra que coincidió con el reinado de Isabel creció
naturalmente la colonia extranjera”, judía.
Hacia fines de la Edad Media todas las
sectas perseguidas por la
Iglesia , pues fomentaban la anarquía social, se refugiaron en
Flandes y Holanda (Pijoan, t. VII); comenzando luchas feroces entre las
diversas sectas: socinianos, arminianos, calvinistas, etc., en medio de los
cuales lucraban los judíos, y todos juntos
contra Roma. El enemigo común los agrupaba, pero sólo para atacar a
Roma; pues la coexistencia pacífica entre las sectas, ni ellos respetan el ‘libre examen’ de cada
uno, es otra falsedad.
“Todas ellas
son semejantes en el espíritu y en los propósitos; todas disfrazan, con
alegorías con frecuencia casi cristianas, un odio invariable hacia la Iglesia de cristo; todas
ellas están ligadas en su táctica –ya en las causas, ya en los resultados, ya
en-ambos-a las actividades heréticas… El principio que unía aquel cuerpo con
cabeza de hidra era un odio antiguo e implacable, odio a algo que
proclamaban continuamente como muerto,
pero que temían, como se teme a las cosas terriblemente vitales. Era el odium
Christi, dirigido contra la
Iglesia ” (Walsh, “Felipe II”, pag. 355).
Escribió C.
Roth en “La época europea, ” (t. V, Paidos), aunque a su
juicio no puede documentarse el apoyo y el estímulo judío favoreciendo a las sectas protestantes, “algo tenía que ver con aquellos movimientos, como se desprende
evidentemente del hecho de que, en
muchos casos, los reformistas iban a los barrios judíos a estudiar hebreo y a aprender la interpretación judía de tal
o cual punto de controversia de la
Escritura ”. (o
sea, interpretaban el Antiguo Testamento
con espíritu farisaico). Y Belloc, sobre lo mismo dice; “en víspera de la Reforma
los libros hebreos, no sólo el Antiguo Testamento, sino también el Talmud, eran
familiares a muchos, como lo eran los argumentos judíos contra la fe”,
(“Como aconteció la Reforma ”,
pag. 43).
En esos tiempos, la preponderancia judía creció en
tal medida que en el Vaticano, Alejandro VI, Borgia, fue protector de los
judíos, al extremo que S. S. Julio II lo trató de marrano y circunciso (Historia
de la Iglesia ,
BAC, pag. 54). Los protegió, pero no se emparentó con ellos haciéndolos sus
‘hermanos mayores’, ¡Que no les diría
hoy día la integridad de Julio II
a los Papas Vatidos!
“Toda la
tradición protestante del norte durante más de trescientos años, escribió H. Belloc en “Los
Judíos”, (ed. La Espiga
de Oro, pg. 273 sgs.) se inclinó a favor
de los judíos, en parte ciertamente a causa de la fe que depositaba en las
Escrituras judías, de su embebecimiento en el inspirado folklore judío, pero en mayor medida porque la alianza
con los judíos era un alianza contra la Iglesia Católica “, sentimiento que aun subsiste en la “Inglaterra lugareña”. Además era una
alianza comercial y financiera, de tanta
importancia –considerando que para ambos el dinero es sinónimo de ‘santidad’-
que llegaron en la época victoriana a
identificarse los intereses de Israel y de Inglaterra, “a tal punto que “proporcionalmente a su número, detentaban
en este país un poder como nunca se
había visto en otro país del mundo”
Otro aspecto interesante que analiza Belloc se
relaciona a la afinidad sentimental y política entre Israel e Inglaterra,
asumida por la novelística y el periodismo, “considerando
al judío impecable, favoreciendo al tipo judío en forma nunca vista… Y cuando
la lucha venía a ser entre judíos y no judíos en otros países el historiador
superaba todo límite: el europeo hostil al judío era un monstruo; el judío hostil al europeo, una
sagrada víctima”. ¡Pobre de aquel que se animase a denunciar esta maniobra!
Continúa Belloc, en el mismo libro, aseverando que “gozaron en Inglaterra una situación de privilegio como en ninguna otra parte del mundo, abriendoseles las
puertas de todas las instituciones públicas, inclusive el ejecutivo británico (Disraelí
primer Ministro victoriano). Al cabo de
dos generaciones, al iniciarse el siglo
XX, las grande familias terratenientes inglesas exentas de sangre judía
constituían una excepción. En casi todas ellas el sello judío era más o menos
notable, y en algunas, tan fuerte, que,
aunque el nombre seguía siendo inglés y las tradiciones las de un linaje
puramente inglés de vieja cepa, el físico y el carácter se habían vuelto
completamente judíos y sus miembros pasaban por judíos siempre que viajaban
por países donde las clases distinguidas no habían padecido, o disfrutado, aun
esta mezcla. (¿En que medida en
Argentina se están adquiriendo ciertas modalidades morales judías, con
el auspicio de la Jerarquía
católica?).
Y en pg. 286
escribió Belloc: “Las instituciones judías, sobre todo, tales como la Masonería (que los
judíos habían inaugurado en el siglo XVII como una especie de puente entre
ellos y sus huéspedes , eran particularmente fuertes en Gran Bretaña, y así se
desarrolló una activa tradición política, cuya gran importancia demostróse al fin
de cuentas, y mediante la cual fue reconocido
el estado inglés por los gobiernos extranjeros como el protector oficial de los judíos en los demás países. Cada
vez que se producía una persecución contra los judíos en la zona oriental de la Cristiandad , las
miradas se dirigían a Inglaterra esperando que se interpusiera, en la medida de
sus posibilidades, para sostener las energías financieras judías en todo el
mundo, y recibir en pago los beneficios de tal conexión”.. (explayando este tema del apoyo inglés al judaísmo,
puede leerse “Derrota Mundial”, de
Salvador Borrego. Pues “Igual que en 1940, ingleses y franceses pelearon las
batallas de los judíos”, Arnold Leese,
en “Los Rothschild” , ed. Nuevo Orden, pgs.130, 80)
La revolución francesa abrió las puertas a los
judíos de la finanza y la política europeas. Menciona Arnold Leese, que Antony
Rothschild fue el primer judío que recibió
en 1836 un título nobiliario en Gran Bretaña; de allí en más serían numerosos, utilizando
el dinero para adquirir títulos y preponderancia política; hasta que los Rothschild convirtieron a Londres en el centro de las
finanzas internacionales.
El padre Julio Meinvielle, en su eminente libro “El
Judío” (Cruz y Fierro, editores, pg. 63) escribió: “Por otra parte, Werner Sombart, el autorizado historiador del
Capitalismo, que no ni católico ni antisemita, en su documentado libro “Los
judíos y la vida económica” demuestra como
algunas sectas protestantes, y en especial el puritanismo son judaicas… Por
otra parte, se conocen las relaciones íntimas que durante la Reforma Protestante
se establecieron entre el judaísmo y ciertas sectas cristianas, y el furor que
se declaró entonces por la lengua y los estudios hebraicos; se sabe también que en la Inglaterra del siglo
XVII los puritanos rodeaban a los judíos de un culto caso fanático y que
los ‘Levellers’, Niveladores, que se decían judíos, exigían la promulgación de una ley que hiciese de la Thora de los judíos el
código inglés; se conoce, además, que los oficiales de Cromwell, también
gran judaizante, le propusieron componer su Consejo de Estado de 70 miembros, a
ejemplo del sanedrín de los judíos, y que en el año 1629 se propuso en el
Parlamento reemplazar el feriado del domingo por el sábado”. O sea, regir
la vida de la nación inglesa de acuerdo al Antiguo Testamento, interpretado
farisaicamente, predestinándose al dominio del mundo.
O. Spengler afirmó en “La decadencia de Occidente”
(Espasa, t. II. pg, 355): ”El grandioso
vuelo que el Antiguo Testamento adquirió en los Parlamentos y campamentos de los
independientes ha dejado todavía en el siglo
XIX, en muchas familias inglesas,
la creencia de que los ingleses son los sucesores de las diez tribus de Israel,
pueblo de santos, a quien está conferida la dirección del mundo. Ese mismo
sentimiento dominaba en las emigraciones a América que comenzaron con los
peregrinos en 1620. Ese mismo sentimiento ha creado lo que hoy pudiera llamarse
la religión americana, y ha alimentado la evidencia con que el inglés practica
su política, evidencia fundada en la certidumbre de la predestinación”.
En su libro “Sionismo”, (Ed. Federación Sionista
Argentina, 1937) Max Nordeau, moderno profeta sionista de Israel, que maduró su
veneno anticristiano en ancestrales conventículo talmúdicos, expresó en el
discurso que pronunció en el 1º Congreso Sionista de Basilea, en 1897, cuando
Inglaterra, la reina prostituida del orbe, necesitaba imperiosamente tener a
los judíos como aliados confiables en el Mediterráneo para proteger la ruta hacia
la India a
través del Canal de Suez, que por su
parte los sionistas estaban “interesados en que Gran Bretaña adquiriera
el control del Canal [porque], cuanto más poderío tuviese Gran Bretaña, mayor
sería la Fuerza
de los judíos que la dominaban”. También Arnold Leese escribió: “Era
objeto de interés para los judíos fortalecer a la Gran Bretaña y
mantenerla poderosa y en condiciones de trabajar para ellos” (pg.40). Pues los sionistas necesitaban,
también imperiosamente, el apoyo inglés para invadir Palestina desalojando a
los árabes. Entonces Nordeau aduló la
obra imperialista de Kipling, émulo literario de Chamberlain, sellando la
alianza de amor indisoluble entre judíos y protestantes ingleses, diciendo: “La
emancipación judía en Inglaterra tiene un sello
de sinceridad; no es solamente cuestión escrita, sino que ha penetrado
en la vida. Ella maduró y existió en los
corazones antes de ser confirmada por el legislador”.
Como corolario de esta enorme influencia judía
en la Inglaterra protestante,
donde poco quedó en ella de cristianismo auténtico; transcribo estas palabras del señor Luis Bertrán (publicadas en la revista ’Estudios’,
antes del Vatidos): “Todo, en ese país ha estado siempre mediatizado por el salvaje
egoísmo de la raza. Como el inglés vive oprimido durante siglos por el feroz
individualismo del anglicanismo, se ha transformado en un verdadero animal de
presa… Pero, según parece,
contados están los días del anglicanismo como fuerza dominante. Ya quieren
muchos unirse de algún modo con el catolicismo… El catolicismo no puede unirse
–según lo ha declarado Roma- más que con los suyos de siempre. Los demás no
puede unirse. Tienen que dejar todos sus
errores y entrar en la casa de Dios limpios de toda culpa, y para estos las
puertas del templo estarán siempre abiertas de par en par”.