ALGUNAS OBSERVACIONES
SOBRE LOS PRINCIPALES HEREJES
CREADORES DEL PROTESTANTISMO
(Primero de una serie de
artículos que publicaré sobre el Imperialismo judeo-protestante).
A
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conteció
en cierta época histórica, que Belloc llamó la ‘Edad oscura’, pues fue la
preparación para el esplendor luminoso de la
Edad Media –tan denigrada aviesamente por los
enemigos del catolicismo-, que Dios Nuestro Señor, quizás para probar la
integridad religiosa de los hombres,
permitió que se lanzaran nuevamente a volar ciertas palabras hirientes que
ofendían la razón humana, masculladas por filósofos espurios y teólogos
talmudistas, afirmando la pretensión de
‘endiosar’ al hombre; pronunciadas en casi inadvertidos conventículos, contra
la filosofía de Aristóteles y Santo Tomás, basada en la realidad y la verdad de los seres y de la naturaleza
humana, para desacralizar la teología.
LUTERO, EL FRAILE QUE
SEPARÓ AL HOMBRE DE DIOS
M
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uchos
años después, Lutero encaramado en el
taco de un enorme árbol descuajado,
en el claro de un monte que bordea Wittenberg, arrojando se hábito al viento, fue ungido por
las furias de la soberbia, mientras a su alrededor un aquelarre con los malditos de todos los
tiempos, sus inspiradores y servidores: herejes, satánicos, talmúdicos, gnósticos y maniqueos, y la monja
renegada, exaltada de lujuria, brincaban al grito
de ¡amo y señor! Entonces Lutero,
el nuevo profeta que encarnaba el
resentimiento y la soberbia acumuladas a través de los siglos, en medio de la
turbamulta, viendo en el valle, en
lontananza, las torres de la catedral de
Wittenberg, comenzó a bramar sus imprecaciones: ¡Soy el predestinado para
demolerlas! ¡Acabaré con la prostituta de Roma!
(Así
imaginé esta escena, tan realmente como si la hubiese contemplado con mis propios
ojos espantados; y aunque, como es de suponer no existen documentos históricos
que la atestigüen, no pudo haber ocurrido de otra manera).
En
SISINONO, del verano 2015, “Speculator”
describió perfecta y definitivamente la verdadera personalidad de Lutero, comentando el excelente libro del
profesor Georg May, “La Trampa
del Ecumenismo”, escrito cuando los ‘progresistas’ vaticanistas comenzaron a
magnificar a Lutero, para satisfacer su manía ecumenista: “Ante todo, ha de
rechazarse una iniciativa que los ecumenistas están poniendo por obra desde hace tiempo: la de revalorizar a
Lutero, como si no hubiese sido bien comprendido o interpretado. “Hay hombres
píos y ejemplares en el luteranismo, pero el fundador no se encuentra entre
ellos”. Sus defectos morales e intelectuales son harto conocidos: fue un fraile
que rompió sus votos, que cedió a la sensualidad, a la soberbia, a la ira, al
odio. Se idolatraba a sí propio (personalidad astuta y agresiva, fue polemista
violento y habilísimo, y, al mismo tiempo, sutil y desenvuelto en sus sofismas
hermenéuticos). Incitó a las masas el odio
contra el Papa y contra los católicos valiéndose de una ‘libelística’
canallesca. No es justo considerarlo
un “reformador”. Fue un destructor de la fe, de la Iglesia , un sembrador de
discordias: un auténtico Atila. Se sirvió de los males que afligían a la Iglesia militante en su
tiempo como pretexto para rechazar la sana doctrina y sustituirla por su
interpretación personal de la Escrituras (interpretación
que pretendía conseguir la cuadratura del círculo, esto es, conciliar la
salvación con la libertad de un sujeto que quería continuar siguiendo los
impulsos de la carne y del orgullo)”.
El
‘libre examen’, fundamento de la herética teología luterana, además
de ser fuente de todo tipo de disparates filosóficos y teológicos, tiene gravísimas implicancias
políticas. Creo necesario reproducir varios párrafos de una esclarecedora conferencia titulada: “Libre Examen y
Comunismo”, [que reproduciremos íntegramente aparte] dicha en el Salón de la
librería Huemul, el 2 de abril de 1960, donde el profesor Jordan Bruno Genta, con su profundidad metafísica, relató las consecuencias políticas
del Libre Examen protestante.
“¿En
qué consiste la rebelión de Lutero? –decía el profesor Genta- El verdadero
sentido de esa rebelión es desintegrar a Cristo en la convicción del
pensamiento, es dividir a Cristo, porque
ese es el secreto, la clave de toda herejía. Lutero dice: “Sólo la Fe justifica, sin las obras,… El único agente de
la salvación es Dios... El hombre no es libre en absoluto para el bien... Hagas
lo que hagas en la vida si estás entre los llamados y justificados, te salvas,
si estás entre los condenados te pierdes”.
“Lo
eterno ha sido dividido de lo temporal; esta vida temporal no tiene nada que
ver con la eterna. El mundo del hombre no tiene nada que ver con el mundo de
Dios; tendrá que ver con el hombre después de esta vida pero no en esta vida;
ya está resuelto lo que va acontecer en la eternidad. La libertad del hombre
está dividida de la Gracia. Cristo ha sido partido, ha sido dividido en el
pensamiento de Lutero y este es el verdadero origen del comunismo, porque el
comunismo es nihilismo puro.
“El
comunismo es la confusión de todo con todo, es la confusión de todas las
jerarquías y de todas las distinciones, es la nivelación en lo ínfimo, en la
materia indeterminada e informe. Todas estas consecuencias están encerradas en
el momento en que nosotros rechazamos a Cristo, lo rechazamos como empezó
rechazándolo Lutero, dejando lo humano
enteramente librado a sí mismo.
“Esta
división se reflejó después en el plano filosófico con Descartes, padre de la
filosofía moderna. Descartes separa enteramente las verdades de la Fe , o sea las verdades
reveladas acerca de los misterios de Dios, de las verdades de la razón. Pero la Fe es para entender. La Fe es una Gracia de Dios para
aumento de la inteligencia del hombre en las cosas que son primordiales,
–continuaba su disertación el profesor Genta- que son fundamentales, que son
las cosas de Dios, las cosas del alma y las cosas del destino del hombre; la Fe es algo para potenciar la
mente en aquel fin para el cual ha sido
creada. Y lógicamente, una vez que la
inteligencia humana ha sido dividida de la Fe , so pretexto de que la razón fu sirvienta de la Fe o de la religión, -como si
el hecho de estar subordinada a lo que
viene del mismo Dios no fuera justamente su lugar propio- tenía que ir
extinguiéndose poco a poco la vida contemplativa de la inteligencia; y la
inteligencia tenía que promoverse cada vez más exclusivamente en el manejo de
las cosas temporales… [y así] se ha perdido el sentido del problema del hombre
y su destino, aquel que tenían incluso los paganos…
“Y
bien, ¿qué aconteció después de esta división de las verdades de la Fe y de las verdades de razón?
Que la teología y la metafísica fueron eliminadas progresivamente de la vida
civil… y el hombre librado a sí mismo empieza a desconocer – ya en el siglo
XVIII- el pecado original y surge la idea de la Bondad Natural del hombre,
haciéndose del egoísmo la ley natural…
“En
esta forma se plantea esta cosa monstruosa que es la verdadera revolución
contra Cristo y el orden natural que lo refleja a Ël; en lugar del sentido de
sociedades naturales, de sociedades que son exigencias de la naturaleza humana
confirmadas por la ley divina, con la familia, como el mismo Estado; la
sociedad política, la sociedad perfecta en lo temporal, es reducida a esta cosa
artificiosa, convencional e histriónica que significa convertirla en una
asociación libre, en el fruto de un contrato y de una convención.
“Poco a poco todo ha sido mediatizado a la libertad humana; poco a poco el hombre se ha constituido en el punto de partida, en el comienzo absoluto, aún en el orden religioso, de ahí las variaciones infinitas del protestantismo; en el orden filosófico las variaciones infinitas del subjetivismo, del idealismo, del inmanentismo en todas sus formas; y en el orden político todo va a ser mediatizado a esa libertad, a ese principio absoluto en que se ha erigido el hombre. La familia va a ser un contrato que se ata y se desata voluntariamente; la sociedad civil va a ser también un contrato; las clases van a ser también convenciones de intereses, de coincidencias, de intereses de grupos, de partidos, etc. Poco a poco se han ido derribando todas las cosas que nombran a Dios, que nombran al Verbo Creador y Redentor; todas las distinciones, todas las jerarquías se han ido suprimiendo. Y viene la confusión de todos los credos; todos los credos son igualmente, relativamente válidos, todos los pensamientos y todas las opiniones son igualmente válidos o inválidos y las sociedades donde el hombre tiene que desarrollar su vida y su personalidad son también convenciones y arbitrariedades…”
Y
luego cita el profesor Genta el famoso opúsculo “De la comunidad de los bienes”
escrito en 1535 por el gran humanista español Juan Luis Vives: “En otro tiempo,
en Alemania, las cosas de piedad estaban de tal suerte constituidas que se
mantenían estables en gratísima quietud. Más alguien advino que se atrevió a
discutir algunas, al principio moderada y medrosamente, muy luego sin rebozo,
no solo para disputar acerca de ellas sino para negarlas, suprimirlas o
rechazarlas, mostrando respecto a muchas de ellas tanta seguridad como si el
objetante hubiese bajado del cielo conociendo los secretos designios de Dios o
se tratase de coser un zapato o un vestido… De la discrepancia de opiniones surgió la discordia de la vida, y
entonces, a los que habían suscitado la guerra en el fementido nombre de
libertad e injustísima igualdad de los inferiores con los superiores,
sucedieron los que decretaron, pidieron y exigieron no ya aquella igualdad,
sino la comunidad de todos los bienes.”
Cuando
se difundió la bárbara noción del libre examen bíblico, y esta se comenzó a
aplicar en todos los órdenes de la vida, - según las palabras de Vives citadas
por el profesor Genta-, se produjeron muchos sangrientos motines populares
entre los sectarios, por ambas partes cruelísimos, que aterrorizaron a Lutero,
pues aunque él primeramente había incitado, con su libre examen, a las gentes del pueblo, luego se retractó incitando a los Príncipes a una violentísima represión sangrienta.
El 24 de noviembre de 1959, en una de sus clases
privadas de filosofía, el profesor Genta dijo: “Hay una continuidad perfecta
entre Lutero, Descartes y Kant, que es el filósofo del laicismo, de la
secularización de la vida… Lutero comienza diciendo que ‘La razón no alcanza
verdaderamente lo espiritual’ proposición continuada un siglo después por
Descartes, quien era católico pero trabajado por el espíritu suarista, llegando
a la conclusión de la total inutilidad de la razón especulativa; para conciliar
su catolicismo con el luteranismo decía
que no era tan atrevido como para pensar en Dios… y que era necesario sustituir
la especulación escolástica por una práctica que haga posible conocer las
funciones del alma a través del cuerpo… o sea que todo ha surgido de la
física-matemática… En consecuencia, en el plano de la ciencia y de la praxis tenemos el progreso del laicismo y del
modernismo, derivados del protestantismo Esta idea de que todo finaliza en
el uso de las cosas, esta exaltación de la praxis no es más que la última
consecuencia de la rebelión religiosa contra la fijeza y unidad de la Verdad. Rota esta
unidad de la Verdad ,
de la cual derivan las otras verdades se iba a llegar al materialismo.
“Lutero dividió
la razón de la fe, denigrando radicalmente la razón humana, (aquello que
nos hace semejantes al Creador). Despreció, entonces, la autoridad de la Iglesia … pero “La Doctrina de la Verdad necesita la Cátedra de la Unidad ”, decía San Agustín.
Negando esta Cátedra acabó con la unidad de la razón, de la interpretación. Lutero
es un opinante y atrás de él hay una multitud de opinantes… volcándose en la
multiplicidad. Dionisio decía que la multiplicidad participa siempre de la
unidad para que haya ser. Donde esa multiplicidad no puede referirse a la
unidad del ser deviene el caos. El carácter de lo múltiple es participar de lo
uno… El libre examen aplicado a las
cosas divinas es comunismo… Lutero se puso más arriba que la Cátedra de Pedro ¿Qué
igualdad no se va a revindicar luego de esta? Lo interesante es la nivelación
del juicio en la interpretación de la Palabra de Dios; esta desaparece en medio de las
opiniones”...
Así
comentó esta manifestación comunista el
erudito historiador inglés R. H. Tawney, (“La Religión en el origen del
capitalismo”): “Sobre todo la guerra campesina, con su apelación emocionante a
los Evangelios y su tremenda catástrofe, no sólo aterró a Lutero, moviéndole a
declarar: ‘Para quien así puede atacar,
morder, estrangular o apuñalar, en secreto o en público…, tan maravillosos son
estos tiempos, que mejor puede hacerse
acreedor un príncipe al Cielo derramando sangre que elevando preces a Dios…’ y en
uno de sus escritos públicos, incitando a la plebe: ‘es lícito emplear toda clase de armas contra el Papa y los Cardenales,
y lavar las manos en su sangre’ ( citados por el padre Hartmann Grisar
en un libro indispensable para comprender el protestantismo: ‘Martín Lutero, su
vida y su obra, ed. Victoriano Suárez,
Madrid).
El
odio de Lutero al Papa brotó como una
peste cuando su soberbia rechazó la justa sentencia condenatoria de su obra y
de su polémica. En uno de sus escritos dice: “…la jerarquía (católica) debe ser suprimida, y el poder civil (los
príncipes alemanes protestantes) tienen poder sobre ella… esa autoridad
del poder secular debe ser ejercida
contra los sacerdotes, los Obispos y el Papa”… instituyendo el derecho de
Estado contra la Iglesia …
Tanto es así, que “el príncipe Elector,
Juan de Sajonia, ha sido, en realidad, el verdadero patrono del luteranismo y
el verdadero propulsor del progreso del protestantismo…” (pág. 235).
Sucedió
entonces que Lutero solo podía apoyarse
en el poder de los príncipes, convirtiéndose la Iglesia de Estado en una
necesidad.
A
principios del siglo XVI, escribió el
padre Castellani en un libro tremendo: “Cristo y los Fariseos” (ed. Jauja, pág.
20): “Si media Europa acabó por seguir y acoger la rebelión religiosa es porque
toda Europa estaba sumida en la mayor crisis religiosa de la historia del mundo
–en la penúltima: El fariseísmo estaba por ahogar la religión. La
exterioridad devoraba la fe… Pero el
Protestantismo no remedió el mal sino que lo agravó”. El protestantismo asumió
la indignación popular contra las ‘indulgencias’, protestó, entregó las sectas
al poder político, siguió protestando, y ahí quedó; “vivir protestando no es un
ideal religioso”. Es una manera negativa de tratar de sobrevivir. La entrega de
las sectas al poder de los Príncipes se agravó de tal manera que hoy día el
protestantismo es religión manipuleada
por el Estado.
Pese
a lo cual actualmente los protestantes y los católicos ‘progresistas’ critican
hipócritamente a la que llaman Iglesia ‘constantiniana’,
pues arguyen que estaba sometida al Estado; esto no ocurrió así, es simplemente
otra mentira con las
que creen satisfacer a su ‘Jehová’; mentir por una causa ‘elevada’ afirmaba
Lutero. Lo fundamental de esta actitud es que pretenden separar la
Iglesia del Estado de
un país católico; que es lo mismo que degradar al Estado al ateísmo, al
‘humanismo ateo’, quedando inerme, sin alma,
campo propicio para que ellos se lo apropien, y siembren sus cizañas.
Esta
maniobra política para separar la
Iglesia de los Estados católicos, repudiando sus tradiciones
religiosas, la usan para mejor introducirse ellos en igualdad de condiciones; por
medio de las promocionadas libertad de ‘conciencia’ y de cultos, creando el
caos espiritual, e inclusive esperando una
oportunidad propicia para asaltar
al Estado; y convertir el país en
colonia protestante.
Paradojalmente,
está demostrado históricamente que estos
protestantes sin escrúpulos morales, faltos de seriedad, mantienen a sus sectas
bajo el patrocinio de sus gobiernos respectivos; así como Lutero sobrevivió
entregándose en las manos ambiciosas e
irreligiosas de Juan de Sajonia. Rechazaron el poder espiritual del Papa para
entregarse al poder político de los príncipes y de la oligarquía. Negando el
reinado de Cristo sobre las almas y las naciones, promueven el Estado laico totalitario, marxista
o masónico, con las iglesias sometidas;
tal como están actualmente las sectas
en los Estados protestantes.
EL CORRUPTO ENRIQUE VIII,
CON MÁS PODERES RELIGIOSOS QUE EL PAPA; Y EL ODIO DEL ARZOBISPO CRANMER.
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s
tan conocida la inmoralidad en que cayó Enrique VIII, que creemos no hace falta
repetirla; pero debo destacar algunas
consecuencias políticas y religiosas de su reinado, para refutar algunas
de las falsedades que los protestantes arguyen contra la Iglesia. En Inglaterra sucedió
exactamente lo mismo que en Alemania y en Ginebra; el protestantismo, separado
de Roma, fue convertido en la religión
del Estado; le “fue impuesta una nueva
ley laica, gracias a la cual, sin salvedad alguna, Enrique VIII (el rey) fue designado inmediatamente Jefe de la Iglesia de Inglaterra;
y luego lo fueron todos los reyes sucesivos, tanto en lo tocante a las
cuestiones espirituales como a las temporales, y último recurso de apelación en
todos los asuntos eclesiásticos. En otro
artículo veremos las consecuencias de
las ínfulas de infalibilidad, en todos los órdenes de la vida, de los pastores y teólogos protestantes yanquis.
El Parlamento inglés, como es de suponer registró esta despampanante innovación
(en 1534) convirtiéndola en ley dentro de Inglaterra. Se exigió juramento de lealtad a la supremacía real a los obispos y a
los miembros de los monasterios. Fue casi unánimemente aceptado” (H. Belloc,
‘Como aconteció la Reforma ’).
Tawney
en el libro citado denuncia que en Inglaterra el protestantismo estaba saturado
de una dependencia casi servil a las autoridades seculares, y que “en el siglo
XVI la iglesia se convirtió en el
departamento eclesiástico del Estado (o sea de la Corona ), y se hizo uso de la religión para dar
sanción moral a la política secular… los eclesiásticos eran, a su vez,
funcionarios públicos, y la
Parroquia también estaba subordinada al Rey;… el derecho
canónico se nacionalizó, quedando en manos de ciudadanos que actuaban bajo la
autoridad de la Corona ”…etc.etc.etc.
Pese
a que Enrique VIII “en su carácter y en su fe era profundamente católico”, al
menos hasta defeccionar frente a las polleras; asegura Belloc que “rompió con
Roma influido por Tomás Cromwell, hombre indiferente a las consecuencias nacionales siempre que pudiera
llenarse los bolsillos. (Belloc, “Cómo aconteció la Reforma ” pág. 88). Fue
prestamista y usurpó una fortuna que originó el predominio de su familia en la
política hasta que un siglo después surgió su descendiente, el nefasto Oliverio Cromwell.
La
rapiña, característica primordial de la
política inglesa, culminó, como es sabido, robándole los bienes a la Iglesia para enriquecer a
los nobles manteniéndolos bajo el poder
político. Narra W. Sombart, en “Lujo y Capitalismo” (ed. G. Dávalos): “Al
término de la Guerra
de las dos Rosas, habían desaparecido las casas de la antigua nobleza, salvo
29, y las que se conservaban estaban empobrecidas y en situación lamentable. Lo
primero que hizo Enrique VIII fié reintegrar a estas casas señoriales su poder
y fortuna, sometiéndolas así a la
Corona , que, desde este momento, conservó indiscutido su
predominio sobre ellas. La confiscación de los bienes a la Iglesia dio al rey los
medios para realizar esta restauración de la nobleza”. Pero para mayor control
político, Enrique VIII crea numerosos títulos nuevos; mejor dicho vende
dignidades, cientos de títulos durante los siglos XVII y XVIII. Así emergió
de atrás del mostrador de los
comerciantes burgueses, la altanera
nobleza inglesa, que se consideraba predestinada a gobernar el mundo. “En esta
época, pues, el poder del dinero
comienza a hacer sentir de un modo
notorio su influencia, que llega a ser decisiva en el siglo XVIII”. Defoe dice: “Está tan lejos el comercio
de ser incompatible con el caballero, que sin rodeos el comercio en Inglaterra hace caballeros; porque al cabo de una o
dos generaciones los hijos de los comerciantes, o al menos sus nietos, llegan a
ser tan perfectos gentleman como los de la más alta cuna o los de las más
rancias familias”. (pág. 28 sgs.).
Pero
además de someter al protestantismo como religión de Estado, que en adelante
sería la relación característica entre ambas, se consumó, a través del arzobispo Cranmer la sustitución de la
Santa Misa por la Cena protestante. En la
revista SISI NONO (marzo 2014) leí un interesante artículo
comentando el libro de Michel Davies “La Reforma Litúrgica
Anglicana”: obra importante porque nos
hace ver que la creación de la Cena
anglicana fue introducida en Inglaterra de manera sigilosa, con textos ambiguos
y herejías implícitas, para no sobresaltar a los fieles, pasando inadvertidas a
los poco instruidos. Para lograr este fin, el anglicanismo impuso un libro insignificante en apariencia, el
Book of Common Prayer, cuyo carácter era tan prodigiosamente ambiguo que los
‘conservadores’ podían aceptarlo sin que los ‘progresistas’ lo rechazaran.
Los
argumentos aducidos por Davies son impresionantes […]. Cranmer era
criptoluterano y se había casado ya bajo
Enrique VIII; el rey lo nombró Arzobispo de Canterbury; el Papa lo excomulgó
por haber declarado válido el matrimonio de Enrique VIII con Ana Bolena
[…]. Pero como Enrique VIII no hubiera
permitido la entrada de la herejía en su reino, Cranmer espero al reinado de
Eduardo VI, “y empezó a protestantizar
la nación transformando el culto en sentido luterano” […]; Cranmer “concibió el audaz propósito de modificar
radicalmente la fe del pueblo inglés valiéndose únicamente de la transformación
de la liturgia. Según el axioma lex orandi lex credendi, la liturgia es, en
efecto, la fe rezada. Si se cambia el modo de rezar, se muda también la fe. En Inglaterra el cambio
imprevisto y en masa de todo un pueblo no tuvo como causa principal la
predicación de un reformador, como fue el caso de Lutero en Alemania o de
Calvino en Suiza, porque Cranmer juzgó que mediante la liturgia modificaría con más seguridad las
mentalidades que por medio de cualquier arenga. […]; pero eliminó paulatinamente del
misal católico diez y seis oraciones para borrar la idea de sacrificio
satisfactorio y propiciatorio. [Estas omisiones están perfectamente
descriptas en “Resumen histórico de la introducción del protestantismo en
Inglaterra” de Hugh Ross Williamson, un artículo interesantísimo, publicada en:
www.statveritas.com.ar]. Cranmer tuvo éxito, eliminó de manera inconcebible el
catolicismo de Inglaterra; logrando una apostasía casi general, afirmada
definitivamente bajo el reinado de Isabel;
los católicos que apercibieron el cambio herético y se resistieron, fueron martirizados salvajemente y asesinados por la
Inquisición protestante. Sin la Iglesia y sin la
Santa Misa , Inglaterra quedó en las manos
impías de los ‘santos’ predestinados por ‘Jehová’, que fueron erigiendo el
imperialismo que asoló el mundo.
Un
paréntesis: el artículo de Davies también demuestra que la creación de la Misa nueva, la misa
cripto-luterana de 1969, por Pablo VI, fue su jugada maestra, pues se asemeja
de manera escandalosa a la cena protestante de Cranmer, tal cual fue denunciado por tantos sacerdotes. Luego
se afianzó la erosión del ambiente católico anti-modernista con el indulto de
Juan Pablo II en 1984; y al fin, con Benedicto XVI se pretende “bastardear el
rito apostólico romano, mezclándolo con el Novus Ordo para tener una tercera y
novísima misa”. El método empleado por el Vaticano II fue semejante: redactar
textos ambiguos que pueden interpretarse de una o de otra manera; creando
confusión desconcierto, perplejidad; que es por donde penetra el ‘modernismo’.
Concluyendo
esta ligera semblanza cito este párrafo de Vicente Sierra, “Historia de la Argentina ”, demostrando que el anglicanismo apeló a la sangre y al fuego contra los que no
aceptaron su herejía: “Enrique VIII de Inglaterra, que en el espacio de treinta
y ocho años hizo morir a dos reinas, dos cardenales, dos arzobispos, dieciocho
obispos, trece abades, quinientos priores y monjes, treinta y ocho doctores,
doce duque y condes, ciento sesenta y
cuatro caballeros, ciento veinte y cuatro ciudadanos y ciento diez mujeres.”
CALVINO, EL MÁS FANÁTICO DE
LOS FALSOS PROFETAS DE ISRAEL
F
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ue
otro de los falsos Profetas de Israel, el más fanático de los hebraístas… su sistema
era más romano que cristiano y más judío
que las otras dos cosas juntas. Cuando ya el profetismo era improcedente,
luego de la Encarnación
del Mesías, hizo un contubernio entre Jesús y Moisés, dando prioridad a Moisés sobre Jesús, de donde surgió una pavorosa
doctrina religiosa, que aún es el alma de las actuales sectas protestantes
norteamericanas, (leer en este blog
las blasfemias del mormón James Talmage, en “El mormonismo” que publicaré próximamente). Hoy día, pese a que dejaron de lado ciertas ‘urticantes’ doctrinas calvinistas,
la cultura protestante “está, en sus más íntimos ideales, impregnada del
espíritu de Jean Cauvin”. Así lo dice Belloc (“Cómo aconteció la Reforma ”)…pues el libro de
Calvino, ‘Institución Cristiana’, cambió totalmente el futuro de la Reforma protestante…
“Podemos encontrar actualmente, en insospechadas regiones del pensamiento, la
influencia de este hombre”. El pueblo quería reformar los abusos e
inmoralidades de ciertos clérigos, manteniéndose dentro de la fe católica, pero
aprovecharon los reformistas para aliarse con príncipes y capitalistas
ambiciosos arrasando a sangre y fuego la verdadera religión de Cristo.
Surgió
así una nueva teología, un nuevo gobierno de la iglesia, una nueva moral. Una
nueva concepción de Dios, “nueva y
extraña”, semejante a la maniquea, pero donde Dios era el único principio tanto
del bien como del mal, y la condenación y los sufrimientos en esta vida eran
obra de El. Peor aún, dice Nicolás (Auguste Nicolás, “Protestantismo y
Comunismo”, ed. NOS) que Calvino “No
solo ve la perdición, sino que la premedita, la quiere, la dispone” (250)... y
nos condena sin que haya falta nuestra…Calvino no negó la Encarnación pero la
forzó a calzar en el antiguo horror pagano compulsivo: la fatalidad; y así la
tergiversó. “Los méritos de Cristo eran una atribución y nada más. Dios era
Causalidad, y la Causalidad
es un todo inmutable. El hombre se condenaba o se salvaba, pero esto no
dependía de él”.
Su
doctrina la fundó sobre la negación de la libertad personal –pues él decía que
el despótico Jehová judeo-calvinista
elegía a sus santos y a sus condenados sin importar la vida moral
de ninguno de ellos-; y también sobre la negación de las libertades públicas,
bajo la tiranía política y social que impuso en nombre del mismo Jehová. El credo calvinista, ardientemente
hebraico, buscaba instaurar una Teocracia totalitaria (una nueva Sión), saturando
la vida pública y privada bajo las directivas de una religión judaica,
semejante a la del Antiguo Testamento, “transformando el Nuevo Testamento en el
Antiguo y el cristianismo en judaísmo…,ve al cristianismo como el coronamiento
del judaísmo”… y luego afirma que “no es Cristo el fin de la Ley (judaica) sino la Ley el fin de Cristo”;
hasta adulterar la doctrina de la Santísima Trinidad : “No es el Espíritu Santo
quien juzga la Escritura ;
por el contrario, la
Escritura es el juez… del Espíritu Santo. Si esto es así, la Ley del Padre es el fin, no
solo del Hijo, sino también del Espíritu: el Uno es el fin de los Tres”. En
definitiva, “Calvino da la impresión de no haber entendido jamás esto: el
Cristo Redentor parece no haber venido nunca para él. Inconcientemente y
pensando que sirve a Cristo procede como si no hubiera existido; creyendo
‘glorificar al Señor’ quiso invertir el orden de las cosas establecidas por
Dios en el tiempo, torcerlo por una monstruosa desviación, realizando así una
empresa imposible, un crimen no ya moral, sino metafísico.” (Dimitri
Merejkovski en ‘Calvino’, ed. Castelar). “Calvino suprimió esa prenda del
divino amor (la Eucaristía );
suprimió a Jesucristo en el Sacramento, como Lutero lo había suprimido en la
enseñanza; y con esto rompió la comunión de los corazones como Lutero había
suprimido la de los espíritus.” (A. Nicolás).
Describió
Merejkovski aspectos tétricos en la construcción de la teocracia ginebrina
protestante: “…se realizó un censo de
confesión de fe calvinista a todos los habitantes de Ginebra… los que no se
avengan a jurar el nuevo Credo serán expulsados de la ciudad… La policía invadió las casas arrastrando al
pueblo a jurar… La piedra fundamental de la teocracia es el Credo calvinista, sostenido por la disciplina… y esta por la excomunión, y luego
por las torturas… La ciudad hierve de espías llamados ‘guardianes’… las paredes
de las casas son para ellos transparentes como el vidrio. No se vigila solo los
actos, sino también los pensamientos y los sentimientos… Ginebra era entonces
la ‘ciudad de los dolores’, el Infierno de Dante…” Quedó así
convertido el mundo secular en un
gigantesco monasterio, donde reinaba la más dura disciplina, mantenida por
medio de la Ley ,
las torturas y el fuego. Fue llamada la ‘Guerra a la Alegría ’. Años después los
protestantes organizarían una insana Teocracia puritana en Nueva Inglaterra,
semejante a la de Ginebra.
“Sus
defensores hubieran considerado como un elogio la tiranía de que le acusó la
posteridad. En la lucha entre la libertad y la autoridad, el calvinismo
sacrificó la libertad…Parecía tan inevitable al calvinista de corazón la dictadura del ministerio eclesiástico
como pareció a los hombres de 1793 el Comité de Seguridad Pública y a los
bolcheviques entusiastas la dictadura del proletariado… La teoría social
calvinista comenzó como teocracia autoritaria y finalizó como individualismo casi utilitario… y como un
riguroso socialismo cristiano, destacándose una sobre otra según las
circunstancias nacionales. (Tawney citado, pág. 239, 120, etc.) Algunos de sus
adeptos se preguntaban, asustados, si Calvino era un santo o un demonio...
Calvino,
mal interpretando el Antiguo Testamento, clamaba
que los hombres y el mundo entero pertenecían solo y totalmente a Dios…a través
de él; pues se consideraba el administrador de los bienes divinos. No es de
extrañar, entonces, que Calvino y sus ‘santos puritanos’ pretendieran imponer su ideología en el resto de Europa,
según mandato divino; se creían con ese derecho, por ser la predestinada ‘mano
de Dios’. Esta es la idea que gestó
el imperialismo anglosajón. Belloc en “Carlos I” (Ed. Juventud Argentina,
pág. 160) escribió: “Preciso es recordar que el calvinismo era cosmopolita, del
mismo modo que lo era el catolicismo
[pero opuesto en sus métodos: en el catolicismo el apostolado; en el
protestantismo los artilugios y la violencia]: un calvinista lo bastante extremado para ello estaba presto a llamar las armas extranjeras de los escoceses en ayuda contra
su propio país. El espíritu calvinista
deseaba que la política extranjera
[inglesa] se inclinara hacia el sostenimiento de sus hermanos calvinistas en el
extranjero”.
Con
la misma barbarie ginebrina actuaron los calvinistas en la Guerra Civil inglesa. En el
mismo libro Belloc, pág. 242, escribió que luego de la batalla en
Naseby, “los soldados puritanos completaron su victoria con una matanza de
mujeres”. Luego, en Chester, fin del poderío bélico de Carlos I, un pequeño
grupo de prisioneros “se rindió [ante los puritanos] bajo la expresa condición
de salvar su vida y luego, a instancias especiales del clero calvinista, sus componentes fueron pasados a cuchillo. No solamente
se mató a los hombres, sino que se
degolló a sangre fría a las mujeres y a los niños que se encontraron en el
lugar. Esta barbarie de los civilizados protestantes ingleses no fueron
actos aislados, sino comunes, pues los calvinistas siempre decían cometerlos por mandato de Jehová. (En este blog
publicaré próximamente: “La Inquisición
Protestante , Reforma, Intolerancia y Persecución” de Dave
Armstrong).
Puede
leerse, también, mis artículos, que publicaré en este mismo blog: “El odio
teológico y la Inquisición
protestante” y “El protestantismo es enemigo de la Patria ”. Estos ministros
calvinistas se consideraban predestinados,
y actuaban de manera similar a sus coetáneos,
los “Padres Peregrinos”, idealizados por la historia oficial, que invadieron
EEUU asesinando a los pobladores nativos;
sin ninguna intención de evangelizarlos.
A
la par de la creación de este Estado
totalitario teológico, hechura del Antiguo Testamente, surge el nacimiento y consolidación del
capitalismo; o sea la usura en función política. En su origen encontramos la bárbara teoría de la
‘predestinación’ judeo-protestante. Escribió
Federico Wilhelmsen : “Aunque mis actos no valen un bledo para mi
salvación, no obstante son un signo o un símbolo de aquella salvación. Dicho de
otra manera, un hombre salvado por Dios puede darse cuenta de su salvación,
puede separarse de la masa de los condenados, si Dios lo ha bendecido con los bienes de esta vida. La prosperidad
material es una prueba de que Dios me ha elegido” (“El problema de Occidente y
los cristianos”, ed. del Requeté, pág. 45).
El capitalismo calvinista tiene
entonces una atracción irresistible para
los fieles, pues cuanta mayor riqueza
posean más deleitosa será esta vida terrena, y más segura la salvación de su alma. Es el apogeo de la vida humana exaltada
ilimitadamente con el poder del oro; sin ningún remordimiento ni reparo al
desobedecer el mandato de Cristo, que había predicado exactamente lo contrario,
más bien con la satisfecha certidumbre
de la entrada en el Paraíso, gracias a
una vida de santidad atrás de un mostrador. Estas ideas trastornaron
completamente la ética social y el sentido común protestante. Luego, fue lógico
que la necesidad imperiosa de enriquecerse legalice la usura, esa especie de
alquimia que del oro produce oro. Capitalismo es entonces acumulación de
riquezas y usura; para obtener poder político. Vivimos en la Edad de la Usura. El imperialismo, tiene así
su ‘teología’ justificadora.
Continúa
Wilhelmsen: “A menudo se dice que el
calvinismo fue la causa del capitalismo. Esto no es la verdad exacta. El
capitalismo ya había empezado a desarrollarse en Inglaterra y en los Países
Bajos antes del advenimiento del calvinismo, debido al comienzo de aquella
transformación económica que luego llegó a ser la Revolución Industrial ,
y debido al declive de los gremios y de sus antiguas libertades por la nueva
centralización del Estado y por la presencia de una clase nueva: las burguesía.
Pero el capitalismo naciente recibió su
espíritu del calvinismo, que era la espuela que empujó al hombre a que se
hiciera rico a todo trance”. Es lógico deducir, entonces, que los judeo-calvinistas, que han logrado
acumular las mayores riquezas del mundo,
se consideren predestinados, y herederos de la interpretación
materialista del Antiguo Testamento, para dominar sobre el mundo. El calvinismo, por medio de sus sectas
colaterales, surgirá con tal fuerza en los EEUU que dominará la vida religiosa
y el espíritu mismo de esa nación.
LUTERO, DESCARTES, KANT.
P
|
alabras
pronunciadas por el profesor Jordán Bruno Genta, en una de sus clases privadas de filosofía,
el 24 noviembre 1959: “Hay una continuidad perfecta entre Lutero, Descartes y
Kant, que es el filósofo del laicismo, de la secularización de la vida… Lutero
comienza diciendo que ‘La razón no alcanza verdaderamente lo espiritual’
proposición continuada un siglo después por Descartes, quien era católico pero
trabajado por el espíritu suarista, llegando a la conclusión de la total
inutilidad de la razón especulativa; para conciliar su catolicismo con el luteranismo decía que no
era tan atrevido como para pensar en Dios… y que era necesario sustituir la
especulación escolástica por una práctica que haga posible conocer las
funciones del alma a través del cuerpo… o sea que todo ha surgido de la
física-matemática… En consecuencia, en el plano de la ciencia y de la praxis
tenemos el progreso del laicismo y del modernismo, derivados del
protestantismo…Esta idea de que todo finaliza en el uso de las cosas, esta
exaltación de la praxis no es más que la última consecuencia de la rebelión
religiosa contra la fijeza y unidad de la Verdad. Rota esta
unidad de la Verdad ,
de la cual derivan las otras verdades se iba a llegar al materialismo.
ISABEL TUDOR
I
|
sabel
Tudor, que comenzó su reinado luego de asesinar a María Estuardo, en 1558, fue
digna hija de sus indignos progenitores. Fruto bastardo del sacrílego
ayuntamiento –mientras aún vivía su legítima esposa- entre el inmoral Enrique VIII y la vividora
aristócrata Ana Bolena, fue la viciosa reina de Inglaterra que consolidó la herejía anglicana, y el
modelo de vida corrupto que imitó la
nobleza inglesa hasta nuestros días.
C.
Hollis en “El Régimen Monstruoso” escribió que la religión protestante fue
impuesta por Isabel de Inglaterra contra los 1000 años de catolicismo del
pueblo inglés… y que la política de Isabel y de Cecil, movida por su odio a la
fe católica, tenía la intención de ‘descatolizar’ Inglaterra; no tanto romper
con el Papa para tener las manos libres para hacer lo que quisieran con la
religión, sino directamente desterrar la Misa de Inglaterra.
“Porque mientras el pueblo pidiera la
Misa , pediría un sacerdote. Y para que Cecil y sus amigos
pudieran estar seguros en sus tierras robadas, era necesario persuadir al
pueblo de que podía arreglarse muy bien sin sacerdotes”.
Por
el contrario, fueron miles los mártires católicos que murieron inmolados por no
aceptar la nueva misa protestante que Isabel impuso a sangre y fuego. Con la
colaboración del apóstata Thomas Crammer, nombrado arzobispo de Canterbury en
1533, convalidó la usurpación de los bienes de la Iglesia por los nuevos
ricos. Ella “odiaba la misa como si se
tratara de un enemigo vivo y negaba la transubstanciación, la presencia de
Jesús y la oblación sacrificial del Salvador… se movió de manera subrepticia y
resuelta hacia la eliminación total del santo sacrificio de la Misa …transformándola en una
cena protestante”; no se puede dejar de comparar este sacrilegio con el método empleado hipócritamente por Bugnini, durante el Vati 2.
“Haciendo
gala de un odio anticatólico implacable,
-escribió Candidus en SISINONO, verano 2011- Isabel volvió obligatoria, bajo penas gravísimas, la participación en el
nuevo rito anglicano establecido por Crammer (quien, sin embargo, había muerto
en la hoguera, entretanto; ¡ojo, pues!; el que ataca a la Eucaristía corre el
peligro de acabar mal)”. La falta de la Santa Misa fue la mayor
desgracia para los católicos ingleses.
“Se
iniciaba así la era de los mártires de Inglaterra –continúa Candidus- y la sangre
de los católicos comenzó a bañar el suelo británico. Pero ¿Quién habla o
escribe sobre esto? ¿Quién pide perdón por ello a la Iglesia Católica ?...
Isabel, entretanto, movilizaba a espías y esbirros para cazar a los ‘papistas’,
culpables de solo un gran delito; de ser sacerdotes y ofrecer el santo sacrificio de la Misa , o bien, si eran
seglares, de seguir siendo católicos y asistir al mismo sacrificio… La pena por
ello era la de ser ahorcado y luego descuartizado todavía vivo…”
Vicio,
violencia y odio signaron su pérfido reinado, siendo una decisión escandalosa, luego de innumerables insidias
políticas, decretar la muerte por degollamiento de su prima, la Reina mártir, María
Estuardo, la verdaderamente legítima
Reina católica que podría haber salvado de caer a Gran Bretaña en el
protestantismo y al mundo de las maldades del imperialismo inglés.
Narra
el padre Luis Coloma en su “La Reina Mártir ”
(ed. Austral), la demencial muerte de Isabel Tudor, ¿Habrá sido un castigo purificador por sus tantos crímenes? “Contrista el ánimo y le aflige recorrer la
larga serie de desventuras de la reina de Escocia, y aún llega a indignarse, al encontrar al fin de la jornada, abatida
su noble figura y su santa causa, y orgullosa y triunfante la repulsiva de Isabel
y su herética Iglesia. Más –no es buen juzgador quien juzga sin notar todo el
proceso- Y si los días del impío son largos, su muerte es cierta y viene en un punto. Por eso es justo
examinar esta última página del proceso de Isabel y comparar vida con vida,
muerte con muerte, y, a lo que puede colegirse, destino eterno con destino
eterno”. (pg.219).
Contando
Isabel con 55 años, y en un estado deplorable, envejecida y fea, desdentada,
calva, y por sobre todo mala, se enamoró perdidamente de uno de sus tantos
amantes, de solo 21 años; este soportó
su relación amatoria con esa ‘vieja
ridícula’ como él la llamaba, para
usufructuarla, pero tan desgraciadamente que Isabel, desairada, en uno
de sus arrebatos histéricos lo mandó ahorcar. Así comenzó su calvario; diez
días estuvo echada sobre un tapiz en el piso, como idiota, sin pronunciar palabra ni variar de postura, chupándose sin
cesar un dedo de la mano izquierda,
siempre el mismo, con los ojos desencajados y fijos en el suelo. “Pasados los primeros transportes de ira y de
rabia, quedose allí mismo, inmóvil y silenciosa, poseída de esa sombría
desesperación que infunde en los ánimos soberbios el pensamiento fijo y constante de las cosas que pudieron
ser y por nuestra culpa no fueron, y que ya no tienen remedio… Y sin una
palabra de arrepentimiento, ni de perdón que pidiese, ni de consuelo que le
fuese menester, se apagó su existencia lentamente, en aquella misma postura
…Así murió Isabel, y así cayó su negra alma en lo eterno, donde uno de sus mayores
tormentos fue, sin duda, contemplar la gloria de María Estuardo en el cielo”.
Murió tan miserablemente como había vivido.
Políticamente
durante su calamitoso reinado abrió las puertas a los nuevos millonarios, una
nueva plutocracia, que se habían enriquecido robando los bienes de la Iglesia , amparados bajo el
lema calvinista: la riqueza santifica. Isabel
vivió sometida a William Cecil, (lord Burghley) el principal de ellos,
que comenzó a gobernar Inglaterra y a Isabel en 1558 (Belloc, “Cómo aconteció la Reforma ” 154). “La tarea
primordial de los nuevos millonarios, con Cecil a la cabeza, era desarraigar a la Iglesia Católica
para asegurar sus latrocinios; al tiempo que Isabel estaba forzada a someterse,
pues la aterrorizaban con supuestas conspiraciones y rebeliones populares católicas. “En todas las
cosas importantes, ella tuvo que ceder. Porque el poder real se había resentido
ya radicalmente y el de los ricos empezaba a suplantarlo” (213).
“Los
católicos fueron despojados de sus bienes en tiempos de Isabel I de Inglaterra
( la pequeña nobleza rural) a fuerza de multas reiteradas a los que no asistían
a los ‘oficios’ protestantes; los que
decían Misa o la oían, o simplemente ocultaban a un sacerdote, eran ahorcados
por ‘traidores a la patria’; a veces después de tremendas torturas” (Padre
Castellani, “El Apokalypsis” pag. 214).
Pero
ella no les iba en zaga en cuanto al amor al
dinero, pues con otro de sus amantes, y también socio, el bucanero
Raleigh, considerado héroe por los protestantes, organizó la piratería con
cuatro fines: el contrabando; el tráfico de negros; el asalto a los galeones
españoles y el saqueo sangriento con sus piratas a las poblaciones americanas.
Estas actividades delictivas de la reina y sus usufructuarios tuvieron una decisiva influencia posterior en el desarrollo y la prosperidad económica
capitalista británica, y por lo tanto glorificados por el cinematógrafo.
Para
mejor comprender su mentalidad, y la del protestantismo respecto al judaísmo, vale
este cuentito; dice C. Roth (“Los judíos secretos…”,166): un navío con marranos a bordo, que se dirigía
a Inglaterra, fue apresado y llevado a Londres. Entre los pasajeros viajaba una
judía de tal belleza que un noble inglés quiso tomarla por esposa; y la Tudor , también cautivada por
su encanto, paseó en la misma carroza con ella, y dispuso la libertad de todos los judíos. Pero la hebrea “dejó la
pompa de Inglaterra por amor al judaísmo,”dejando desairada a la reina
filojudía.
EL ODIO DE
CROMWELL, NIETO DE UNA JUDÍA.
O
|
liverio
Cromwell constituyo “un ejemplo de la manera como la revolución religiosa del
siglo XVI había elevado de improviso a hombres de la clase social inferior,
hasta convertirlos en millonarios”
Proclamada
la Republica
(1646), Oliverio Cromwell, que odiaba la Misa y el sacerdocio católico, puso precio a la
cabeza de los sacerdotes; se cobraba por matar a un cura la misma cantidad que por matar a un
lobo” (Candidus, SISINONO, verano 2011). (En este mismo blog leer el artículo
que publicaré “El odio teológico y la Inquisición protestante”).
“Sus
principales defectos eran el odio y la crueldad… y su desmedido amor al
dinero,…” porque, “aceptaba fundamentalmente el mismo calvinismo, reverenciaba
y acataba, como exacta e infalible guía, la reciente versión inglesa de las
Escrituras hebreas”. Recurría “por su nombre y de continuo al Señor (del Antiguo
Testamento)… y en sus trances de angustia y depresión “creía recibir de Él
comunicaciones directas y consejos personales”… característica manera
protestante de ‘relacionarse’ con el Señor… Toleraba al judaísmo y a todas las
sectas, en cuanto fuesen anti-católicas...
y su propósito execrar a la Iglesia católica hasta su
exterminio. (Belloc, Cromwell, ed. Juventud, 115, 85, 88, 66). Es destacable que su ‘secretario
latinista’ fuese el poeta John Milton, eminentemente anticatólico y adepto a la
poligamia, confirmando que las sectas son proclives a caer en la comunidad de
bienes y mujeres.
La
alianza entre ingleses y judíos se consolidó con Cromwell, signando hasta hoy
día la historia inglesa. ¿De donde procede este ayuntamiento adulterino entre
ingleses y judíos? Veamos lo que sucedió entre ellos en el siglo XVII en Inglaterra. Uno de los auténticos propósitos de Cromwell fue recibir el apoyo financiero de los riquísimos
banqueros judíos de Ámsterdam. A tal efecto, el rabino Manasséh ben Israel fue
a Londres en 1655 y el asunto se arregló; con un trato diplomático
respetuoso pero implícitamente
amenazador (con la misma prepotencia velada que Chaim Weizmann trató al 1º
Ministro británico en las primeras décadas del siglo XX, y a los presidentes yanquis… aludiendo
oscuramente a las consecuencias de resistir a Jehová y a los premios…). Aunque
Londres y Á msterdam estaban hermanadas
en el hebraísmo, aún siendo competidores
comerciales, es fácil de comprender que
Menasséh, dueño del oro, es quien impuso sus condiciones, y Cromwell, quien lo
necesitaba, las aceptó sumisamente. (James Parkes, ‘Historia del pueblo
judío’). Podemos asegurar que luego de
estas tratativas la piratería
inglesa, con fuertes bases financieras judaicas, enemistad política y
aversión religiosa al catolicismo,
amplió sus agresiones en toda la redondez del mundo.
Este
Menassh ben Israel, nacido en Lisboa en 1505, era el más reputado rabino de su
tiempo, representante de la ortodoxia, maestro de Spinoza, quien luego apostató
de la tendencia de su maestro, amigo del
judaizante H. Grocio y de la también judaizante reina Cristina de Suecia…
“Llevado por la idea mística de que la redención de su pueblo se producirá una
vez que se halle disperso por todos los ámbitos de la tierra, osó concluir que
los habitantes autóctonos de América (los pieles rojas), en la época del
descubrimiento, descendían de las 10 tribus perdidas de Israel” (L. Dujovne, ’Spinoza’), anticipándose a otra
de las ‘famosas revelaciones’ ‘inéditas’ del mormón Joe Smith. Y hasta
pretendió viajar a América para recibir al Mesías, pues pretendía, con su odio
al catolicismo, “que los israelitas, ocultos en las montañas, dejen su retiro y
acometan y expulsen a los españoles del Nuevo Mundo” (V. Risco); Cecil Roth lo confirma, (“Los judíos secretos…”173)
diciendo que estuvo por asentarse en Recife, y que su intervención para
el asentamiento de marranos en Brasil fue importantísima, y muy exitosa, dada
la considerable cantidad de judíos que allí se instalaron. De este modo el
pretendía completar el círculo de
comunidades marranas alrededor del mundo, para que aparezca el mesías talmúdico
¡Todavía lo está esperando!
Entonces,
“¡Lo que se exigió de Cromwell –escribió Douglas Reed en “La controversia de
Sión”, -www.ecorevisionista.wordpress.com.- fue de hecho un acto de sumisión pública a la ley judaica; no la ‘readmisión’ de
los judíos, porque ellos nunca habían dejado Inglaterra! Ellos habían sido
expulsados en el papel, pero habían
permanecido donde estaban, y una legalización formal de esa situación era
requerida…” Y así se concretó el comienzo de
la primera de las tres grandes revoluciones subversivas del mundo
moderno, anterior a la francesa y la
rusa.
“Cromwell
fue uno de los primeros que se llamaron cristianos
del Antiguo Testamento… una figura títere en la historia sionista, ¡él
prohibió la celebración del día de Navidad, quemó las Iglesias y asesinó a
sacerdotes, y por un momento fue un candidato para ser el Mesías Judío!...
aunque en su ascendencia no se encontró a David, (se hubiera alegrado con ese
papel) él tenía una calificación demasiado atrayente… por su entusiasmo por la
‘destrucción absoluta’… sus seguidores,
de espada-y-Biblia, afirmaban, por sus hechos sanguinarios, que estaba cumpliendo la profecía:
restaurando a los judíos en Inglaterra estaba dando los pasos prescriptos en la
preparación del Milenio… Cromwell se alegraba de declamar sobre la ‘libertad
religiosa’ y el cumplimiento de la profecía, mientras cazaba a muerte a
sacerdotes y clérigos.” (Douglas Reed).
“Consideraba,
escribió Belloc en ‘Oliverio Cromwell’, (ed. ‘Juventud’, pag. 32) a la católica
Irlanda como algo cuya destrucción era imperiosa, y con quien no era preciso
proceder con lealtad; (la expropiación de tierras a los irlandeses para pagar a
sus soldados fue una canallada); a los católicos ingleses, como seres indignos
de toda consideración, a quienes debía eliminarse arruinándolos
financieramente”; inclusive instaló una cantidad de judíos en Irlanda para
neutralizar la supremacía católica, (Walsh, ‘Felipe II’) extendiendo su odio a
España e Italia. Continúa Belloc: Cromwell “estaba completamente imbuido del
espíritu del calvinismo…Los dogmas de Calvino –un Dios implacable, justiciero y
vengador, condenación de la mayoría, escasos predestinados a la gloria
(Cromwell entre los elegidos), futilidad de las buenas obras, perversidad del
placer, sacerdocio de los seglares,- eran todos pauta de su ser, como lo era la
avasalladora sensación de la superioridad de su estirpe sobre los no
santificados, ‘los que desconocen la ley’, y la certeza de una misión, como
justiciero de un airado Jehová, contra los débiles y los vencidos (mas no
contra los fuertes). Esta ilusión de ‘raza elegida’, que aún perdura acá y
acullá en nuestros días, dimana de la Escritura hebrea en su forma inglesa… Las
persecuciones, venganzas y crímenes que en aquel libro se relatan no tenían
para él nada de simbólicos y los aceptaba reverentemente como veraces y
fidedignas normas de conducta”. ¡Ojo! Esta locura de violencia persiste
disimulada, latente, en las actuales sectas norteamericanas, calvinistas,/presbiterianas,
mormonas, etc., para apoyar al imperialismo.
Roth
escribió (“Los judíos secretos…”,175): “en el notable período de la expansión
de Inglaterra que coincidió con el reinado de Isabel creció naturalmente la
colonia extranjera (judía) de comerciantes asentada en Londres”. La riqueza
judía creció enormemente, tal como había acontecido en Holanda. Durante el
apogeo del Protectorado... existían dos tendencias filo-‘semíticas’: una era la
afinidad religiosa entre calvinistas y judíos… pues el puritanismo había
representado un regreso a la
Biblia y, sobre todo, un regreso al Antiguo Testamento.
Muchos de sus fieles habían llevado esto
a su último extremo… La otra tendencia asumida por Cromwell era práctica,
pues vio enseguida las ventajas
materiales que los judíos podían ofrecer a Inglaterra como las habían ofrecido
a Holanda… ayudando a establecer en
Londres el principal centro comercial de Europa…evitando el predominio que
hasta entonces había ejercido Holanda”. Esta alianza se explica considerando
“su desmedido amor al dinero. (Belloc, ‘Oliverio Cromwell’). Mas hay que reconocer que este defecto
acompaña con frecuencia a su tipo de religión (calvinista) que, a decir verdad,
casi no considera reprensible la avaricia, como tampoco la consideraban
reprensible aquellos héroes de la historia y las leyendas hebraicas que
informaban su vida”.
Como
“había en Londres cripto-judíos (judíos ocultos) muy ricos y relacionados con
la nobleza, sus servicios fueron utilizados por el dictador para su política
comercial. Carvajal, judío secreto que fue a Inglaterra como Embajador de
Portugal, puso a disposición de Cromwell un verdadero ejército de espías y
agentes en toda Europa” (Vicente Risco). Es evidente, entonces, que el
judaísmo, tal como aconteció durante la segunda Guerra mundial, fue plenamente
beligerante, financista, espía, saboteador, quinta columna, incitador…
Concluyo
aclarando que me propuse exponer lo
esencial de las investigaciones de grandes historiadores, difundiéndolas para
aquellos que no pueden acceder a ellos.
Hubiera preferido, ampliar lo escrito
con la semblanza de otros pesados personajes surgidos de la oscuridad
protestante. Pero lamentablemente no cuento con documentación disponible para
hacerlas, aunque en realidad, nada nuevo
a lo ya dicho nos iban a decir sobre el espíritu del protestantismo.
La
mal llamada ‘Reforma’, pues solo deformó, no fue más que una tergiversación del
cristianismo. Su misma esencia, el ‘libre examen’, o sea la posibilidad de que
cualquiera debe opinar sobre temas escriturarios y teológicos, sin contar con
los conocimientos imprescindibles, desencadenó todas las malas pasiones allí
donde se asentaba el protestantismo.+
Horacio Bonfiglioli